Capítulos del Proverbios
PRIMERA COLECCIÓN
1–Finalidad de los Proverbios
1Proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel,
2para adquirir sabiduría y educación,
para entender máximas inteligentes,
3para obtener una educación acertada:
justicia, derecho y rectitud,
4para enseñar sagacidad al incauto,
saber y reflexión al muchacho
5–lo escucha el sensato y aumenta el saber,
el inteligente adquiere destreza–,
6para entender proverbios y refranes,
máximas y enigmas.
7Respetar al Señor es el principio de la sabiduría;
los necios desprecian la sabiduría y la educación.
Consejos a los jóvenes
8Hijo mío, escucha los avisos de tu padre,
no rechaces las enseñanzas de tu madre,
9pues serán hermosa diadema en tu cabeza
y collar en tu garganta.
10Hijo mío, si intentan engañarte
los pecadores, no lo permitas.
11Si te dicen: Ven con nosotros,
preparemos una trampa mortal
y acechemos al inocente sin motivo;
12nos lo tragaremos vivo, como el Abismo;
enterito, como a los que bajan a la tumba;
13obtendremos magníficas riquezas
y llenaremos nuestra casa de botín.
14Comparte tu suerte con nosotros,
tendremos una bolsa común,
15hijo mío, no los acompañes en su camino;
aparta tus pasos de su senda,
16porque sus pies corren a la maldad
y se apresuran a derramar sangre.
17Pero aunque no vale la pena poner una trampa
si la ven los pájaros,
18ellos se la tienden a sí mismos
y ponen su vida en peligro.
19Tal es la suerte de la codicia sin límite,
que quita la vida a su dueño.
Invitación a la Sabiduría
20La Sabiduría proclama por las calles,
en las plazas levanta la voz;
21grita en lo más ruidoso de la ciudad,
y en las plazas públicas pregona:
22¿Hasta cuándo, inmaduros, amarán la inmadurez,
y ustedes, insolentes, vivirán en la insolencia,
y ustedes, necios, odiarán el saber?
23Presten atención a mis correcciones,
y les abriré el corazón comunicándoles mis palabras.
24Los llamé y no quisieron oírme;
extendí la mano, y no me hicieron caso;
25rechazaron mis consejos,
no aceptaron mi corrección;
26pues yo me reiré de su desgracia,
me burlaré cuando estén muertos de miedo.
27Cuando los alcance como tormenta el terror,
cuando les llegue como huracán la desgracia,
cuando los sorprenda la angustia y el sufrimiento,
28entonces llamarán, y no los escucharé;
me buscarán, y no me encontrarán.
29Porque aborrecieron el saber
y no escogieron el respeto del Señor;
30no aceptaron mis consejos,
despreciaron mis advertencias;
31comerán el fruto de su conducta,
y se saciarán de sus planes.
32La rebeldía da muerte a los irreflexivos,
la despreocupación acaba con los imprudentes;
33pero el que me obedece vivirá tranquilo,
seguro y sin temer mal alguno.
2–Discurso del maestro
1Hijo mío, si aceptas mis palabras
y conservas mis mandatos,
2escuchando a la sabiduría
y prestando atención a la prudencia;
3si invocas a la inteligencia
y llamas a la prudencia;
4si la procuras como el dinero
y la buscas como un tesoro,
5entonces comprenderás el respeto del Señor
y alcanzarás el conocimiento de Dios.
6Porque es el Señor quien da la sabiduría,
de su boca proceden saber e inteligencia;
7Él reserva su ayuda para los hombres rectos,
es escudo para el de conducta intachable,
8cuida el camino del derecho
y custodia la senda de sus fieles.
9Entonces comprenderás la justicia y el derecho,
la rectitud y toda conducta buena,
10porque entrará en tu mente la sabiduría
y sentirás gusto en el saber,
11la sagacidad te guardará,
la prudencia te protegerá
12para librarte del mal camino,
del hombre que habla perversamente,
13de los que abandonan el sendero recto
para seguir caminos tenebrosos,
14de los que gozan haciendo el mal
y se alegran de la perversión,
15siguen senderos torcidos
y sendas extraviadas;
16para librarte de la ramera,
de la prostituta que halaga con sus palabras,
17que abandonó al compañero de su juventud,
olvidó la alianza de su Dios;
18su casa se inclina hacia la muerte,
sus sendas hacia el país de las sombras;
19los que entran allí no retornan,
no alcanzan las sendas de la vida.
20Para que sigas el buen camino
y te mantengas en sendas honradas,
21porque los rectos habitarán la tierra
y los íntegros permanecerán en ella;
22mientras que los malvados serán expulsados de la tierra
y los traidores serán arrancados de ella.
3–1Hijo mío, no olvides mi enseñanza,
conserva en tu memoria mis preceptos,
2porque te darán muchos días,
y años de vida, y prosperidad;
3no permitas que te abandonen bondad y lealtad,
cuélgatelas al cuello,
escríbelas en la tablilla del corazón:
4alcanzarás favor y aceptación
de Dios y de los hombres.
5Confía en el Señor de todo corazón
y no te fíes de tu propia inteligencia;
6en todos tus caminos tenlo presente,
y él enderezará tus sendas.
7No te tengas por sabio,
respeta al Señor y evita el mal;
8ésa es la mejor medicina para tu cuerpo
y para tus huesos.
9Honra al Señor con tus riquezas,
con las primicias de todas tus cosechas,
10y tus graneros se colmarán de grano,
tus bodegas rebosarán de vino nuevo.
11No rechaces, hijo mío, el castigo del Señor,
no te enojes con su corrección,
12porque al que ama lo reprende el Señor,
como un padre al hijo querido.
Sabiduría y prudencia
13Dichoso el hombre que alcanza sabiduría,
el hombre que adquiere inteligencia:
14es mejor mercancía que la plata,
produce más rentas que el oro,
15es más valiosa que los corales,
no se le compara joya alguna;
16en su mano derecha trae largos años,
en la izquierda honor y riqueza;
17sus caminos son deliciosos
y sus sendas son tranquilas,
18es árbol de vida para los que la agarran,
son dichosos los que la retienen.
19El Señor cimentó la tierra con sabiduría
y estableció el cielo con inteligencia;
20con su saber brotan los océanos
y las nubes destilan rocío.
21Hijo mío, no las pierdas de vista,
conserva la prudencia y la reflexión:
22serán vida para tu alma
y adorno para tu cuello;
23seguirás tranquilo tu camino
sin que tropiecen tus pies,
24te acostarás sin alarmas,
te acostarás y el sueño te será dulce,
25no te asustará el terror imprevisto
ni la desgracia que cae sobre el malvado.
26Porque el Señor se pondrá a tu lado
y librará tu pie de la trampa.
Deberes con el prójimo
27No niegues un favor a quien lo necesita
si está en tu mano hacérselo.
28Si tienes, no digas al prójimo:
Regresa otro día, mañana te lo daré.
29No trames daños contra tu prójimo
mientras vive confiado contigo.
30No lleves a juicio a nadie sin motivo
cuando él no te ha hecho daño.
31No envidies al violento
ni elijas ninguno de sus caminos.
32Porque el Señor aborrece al perverso,
pero se confía a los hombres rectos;
33el Señor maldice la casa del malvado
y bendice la morada del honrado;
34se burla de los insolentes,
pero trata con bondad a los humildes;
35otorga honor a los sabios
y reserva deshonra para los necios.
4–La tradición
1Escuchen, hijos, la corrección paterna;
pongan atención, para aprender prudencia;
2les enseño una buena doctrina,
no abandonen mi enseñanza.
3Yo también fui hijo de mi padre,
tierno y preferido de mi madre.
4Él me instruía así: Conserva mis palabras en la memoria,
guarda mis preceptos y vivirás;
5adquiere sabiduría, adquiere inteligencia,
no la olvides, no te apartes de mis consejos;
6no la abandones, y te guardará;
ámala, y te protegerá.
7El principio de la sabiduría es: Adquiere sabiduría,
gasta tu fortuna en adquirir prudencia;
8estímala, y te hará noble;
abrázala, y te hará rico;
9pondrá en tu cabeza una diadema hermosa,
te ceñirá una espléndida corona.
Los dos caminos
10Escucha, hijo mío, recibe mis palabras,
y se alargarán los años de tu vida:
11Te instruyo sobre el camino de la sabiduría,
te encamino por la senda recta.
12Al caminar no serán torpes tus pasos;
al correr no tropezarás.
13Agárrate a la instrucción, no la sueltes;
consérvala, porque ella es tu vida.
14No entres por el sendero de los malvados,
no pises el camino de los perversos;
15evítalo, no lo atravieses;
apártate de él y sigue.
16No duermen si no cometen crímenes,
pierden el sueño si no hacen caer a alguien,
17comen la maldad como pan
y beben violencias como vino.
18La senda de los honrados brilla como la aurora,
se va esclareciendo hasta pleno día;
19el camino de los malvados es tenebroso,
no saben dónde tropezarán.
El buen camino
20Hijo mío, atiende a mis palabras,
escucha mis consejos:
21que no se aparten de tus ojos,
guárdalos dentro del corazón;
22porque son vida para el que los sigue,
son salud para su cuerpo.
23Por encima de todo guarda tu corazón,
porque de él brota la vida.
24Aparta de ti la lengua tramposa
y aleja de ti los labios falsos;
25que tus ojos miren de frente
y tus pupilas se dirijan hacia adelante.
26Fíjate bien dónde pones tus pies,
que todos tus caminos sean seguros,
27no te desvíes a derecha ni a izquierda,
aparta tus pasos del mal.
5–1Hijo mío, haz caso de mi experiencia,
pon atención a mi inteligencia:
2así sabrás ser discreto
y tus labios guardarán el saber.
La ramera
3Los labios de la ramera destilan miel
y su paladar es más suave que el aceite;
4pero al final es más amarga que el ajenjo
y más cortante que puñal de doble filo;
5sus pies bajan a la Muerte
y sus pasos se dirigen al Abismo;
6no sigue el camino de la vida,
sus sendas se extravían sin que se dé cuenta.
7Por tanto, hijos, escúchenme
y no se aparten de mis consejos:
8aleja de ella tu camino
y no te acerques a la puerta de su casa,
9no vayas a dar a extraños tu honor
ni tu dignidad a gente despiadada;
10no se sacien con tu vigor gente extraña
y tus fatigas vayan a parar en casa de un desconocido.
11Gemirás cuando te llegue el desenlace
y se consuma la carne del cuerpo.
12Entonces dirás: ¿Por qué aborrecí la corrección
y mi corazón despreció la reprimenda?
13¿Por qué no hice caso a mis maestros
ni presté oído a mis educadores?
14Por poco llego al colmo de la desgracia,
en medio de la asamblea reunida.
Gozo del matrimonio
15Bebe agua de tu propia fuente,
bebe a chorros de tu pozo.
16No derrames por la calle tu manantial
ni tus arroyos por las plazas;
17sean para ti solo,
sin compartirlos con extraños.
18Sea tu fuente bendita,
goza con la esposa de tu juventud:
19cierva querida, gacela hermosa,
que siempre te embriaguen sus caricias,
que constantemente te deleite su amor.
20¿Por qué, hijo mío, te ha de deleitar la ramera
o has de estrechar el seno de la extraña?
21Los caminos humanos están bajo la mirada de Dios,
él vigila todas sus sendas.
22Sus propias culpas enredan al malvado
y queda preso en las redes de su pecado;
23muere por falta de corrección,
su enorme insensatez lo perderá.
6–Fianza
1Hijo mío, si has salido fiador de tu vecino
dando la mano a un extranjero,
2si te has enredado con tus palabras
o has quedado atrapado por la boca,
3haz lo siguiente, hijo mío, para librarte,
pues saliste responsable por tu vecino,
caíste en poder de tu vecino:
ve, insiste, acosa a tu vecino,
4no concedas sueño a tus ojos
ni reposo a tus pupilas;
5líbrate como gacela del cazador
o como pájaro de la trampa.
Pereza
6Mira a la hormiga, perezoso,
observa sus costumbres y aprende;
7aunque no tiene jefe,
ni capataz, ni gobernante,
8acumula grano en verano
y reúne provisiones durante la cosecha.
9¿Hasta cuándo dormirás, perezoso?,
¿cuándo sacudirás el sueño?
10Un rato duermes, un rato das cabezadas,
un rato cruzas los brazos y descansas
11y te llega la pobreza del vagabundo
y la miseria del mendigo.
El perverso
12Un hombre malvado, un individuo perverso,
camina contando mentiras,
13guiñando un ojo, sacudiendo los pies,
señalando con el dedo;
14en su corazón depravado planea maldades
siempre sembrando discordias,
15por eso de repente le llegará la perdición,
se quebrará de improviso y sin remedio.
Siete cosas
16Seis cosas detesta el Señor
y la séptima la aborrece de corazón:
17ojos soberbios, lengua mentirosa,
manos que derraman sangre inocente,
18corazón que maquina planes malvados,
pies que corren para la maldad,
19testigo falso y mentiroso
y el que provoca peleas entre hermanos.
20Guarda, hijo mío, los consejos de tu padre
y no rechaces la enseñanza de tu madre,
21llévalos siempre atados al corazón
y cuélgatelos al cuello:
22cuando camines, te guiarán;
cuando descanses, te guardarán;
cuando despiertes, hablarán contigo.
23Porque el consejo es lámpara y la enseñanza es luz
y es camino de vida la instrucción que corrige.
24Te guardarán de la mala mujer,
de la lengua seductora de la ramera.
25Que tu corazón no codicie su belleza
ni te dejes prender por sus miradas.
26Si la ramera busca un pedazo de pan,
la casada anda a la pesca de una vida lujosa.
27¿Podrá uno llevar fuego en el pecho
sin que se le queme la ropa?
28¿Podrá uno caminar sobre brasas
sin quemarse los pies?
29Pues lo mismo el que se junta con la mujer del prójimo,
no quedará sin castigo el que la toque.
30¿No se desprecia al ladrón que roba
para calmar su hambre?
31Si lo sorprenden, pagará siete veces más,
y aún tendrá que dar toda su fortuna.
32Pues el adúltero es hombre sin juicio,
obrando así se arruina a sí mismo:
33recibirá golpes e insultos
y su deshonra no se borrará.
34Porque los celos enfurecen al marido
y no perdonará el día de la venganza,
35no aceptará ninguna compensación
ni la querrá aunque aumentes la oferta.
7–La seducción
1Hijo mío, conserva mis palabras
y guárdate mis mandatos,
2conserva mis mandatos y vivirás,
que mi enseñanza sea como la niña de los ojos;
3átalos a los dedos,
escríbelos en la tablilla del corazón.
4Di a la Sabiduría: Eres mi hermana,
y llama amiga a la prudencia,
5para que te cuide de la ramera,
de la prostituta de palabra seductora:
6Estaba yo a la ventana de mi casa,
asomado a la reja,
7mirando a unos jóvenes sin experiencia
cuando distinguí entre ellos a uno sin juicio,
8pasaba por la calle, junto a la esquina
y se dirigía a la casa de ella;
9era la hora del crepúsculo,
era plena noche y oscura.
10Una mujer le sale al encuentro,
vestida como ramera, astuta, envuelta en un velo,
11atrevida y seductora,
sus pies no saben estarse en casa:
12ahora en la calle, luego en la plaza,
acechando en todas las esquinas.
13Lo agarra y lo besa
y con todo descaro le dice:
14He preparado un banquete
porque hoy he cumplido mi promesa;
15por eso he salido a tu encuentro
ansiosa de verte, y te he encontrado.
16He cubierto la cama con colchas,
he extendido sábanas de Egipto,
17he perfumado la alcoba
con mirra, áloe y canela.
18Ven, vamos a embriagarnos de caricias,
a saciarnos de amores;
19porque mi marido no está en casa,
ha emprendido un largo viaje,
20tomó la bolsa del dinero
y hasta la luna llena no vuelve.
21Con tantos discursos lo seduce,
lo atrae con sus dulces labios,
22y el infeliz se va detrás de ella
como buey llevado al matadero,
como ciervo que se enreda en el lazo,
23hasta que una flecha le desgarra el corazón,
como pájaro que vuela a la trampa
sin saber que le costará la vida.
24Y ahora, hijos míos, escúchenme,
pongan atención a mis consejos,
25no se extravíe tras ella tu corazón,
no te pierdas por sus sendas,
26porque ella ha asesinado a muchos,
sus víctimas son innumerables,
27su casa es un camino hacia el Abismo,
una bajada a la morada de la muerte.
8–Discurso de la Sabiduría
1La Sabiduría proclama,
la inteligencia levanta la voz.
2En lugares elevados junto al camino,
de pie en el cruce de las sendas,
3junto a las puertas, a la entrada de la ciudad,
en los accesos a los portales grita:
4A ustedes, hombres, los llamo,
a los seres humanos se dirige mi voz;
5los inexpertos, aprendan prudencia;
los necios, aprendan a tener juicio.
6Escuchen, que hablo sin rodeos,
abro los labios con sinceridad;
7mi paladar repasa la verdad
y mis labios aborrecen el mal;
8todas mis palabras son justas,
ninguna es falsa o perversa;
9son claras para el que entiende
y rectas para el que comprende.
10Reciban mi corrección y no plata,
un saber más precioso que el oro;
11porque la prudencia vale más que las perlas
y con ninguna joya se le puede comparar.
Himno a la Sabiduría
12Yo, Sabiduría, soy vecina de la Prudencia
y busco el trato de la Reflexión.
13Honrar al Señor es odiar el mal.
Yo detesto el orgullo y la soberbia,
el mal camino y la mentira.
14Son míos el consejo y la habilidad,
son míos la inteligencia y el poder.
15Por mí reinan los reyes
y los príncipes dan decretos justos,
16por mí gobiernan los gobernantes
y los nobles juzgan la tierra.
17Yo amo a los que me aman,
los que madrugan por mí me encuentran.
18Yo traigo riqueza y gloria,
fortuna sólida y justicia;
19mi fruto es mejor que el oro puro,
mi renta vale más que la plata.
20Camino por la vía de la justicia
y sigo las sendas del derecho,
21para ofrecer riquezas a mis amigos
y llenar sus tesoros.
22El Señor me creó como primera de sus tareas,
antes de sus obras;
23desde antiguo, desde siempre fui formada,
desde el principio, antes del origen de la tierra;
24no había océanos cuando fui engendrada,
no había manantiales ni ríos;
25todavía no estaban encajados los montes,
antes de las montañas fui engendrada;
26no había hecho la tierra y los campos
ni los primeros terrones del mundo.
27Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la superficie del océano,
28cuando sujetaba las nubes en la altura
y reprimía las fuentes abismales,
29cuando imponía su límite al mar,
para que las aguas no traspasaran sus orillas;
cuando asentaba los cimientos de la tierra,
30yo estaba junto a él, como confidente,
yo estaba disfrutando cada día,
jugando todo el tiempo en su presencia,
31jugando con el mundo creado,
disfrutando con los hombres.
32Por tanto, hijos, escúchenme:
dichosos los que siguen mis caminos.
33Escuchen mi corrección y serán sensatos,
no la rechacen,
34dichoso el hombre que me escucha,
velando en mi puerta cada día,
vigilando a la entrada de mi casa.
35Porque el que me encuentra, encuentra la vida
y goza del favor del Señor.
36Quien me pierde, se arruina a sí mismo;
los que me odian aman la muerte.
9–Banquete de la Sabiduría
1La Sabiduría se ha edificado una casa,
ha labrado siete columnas,
2ha matado los animales, mezclado el vino
y puesto la mesa,
3ha despachado a sus criadas a proclamarlo
en los puntos que dominan la ciudad.
4El que sea inexperto, venga acá;
al falto de juicio le quiero hablar:
5Vengan a comer de mis manjares
y a beber el vino que he mezclado.
6Dejen la inexperiencia y vivirán,
sigan derecho el camino de la inteligencia.
Destinatarios
7Quien corrige al soberbio se acarrea insultos;
quien reprende al malvado, desprecios;
8no reprendas al soberbio, pues te aborrecerá;
reprende al prudente y te querrá;
9instruye al sabio, y será más sabio;
enseña al honrado, y aprenderá.
10El principio de la Sabiduría es respetar al Señor,
y conocer al Santo es inteligencia.
11Por mí prolongarás tus días
y se te añadirán años de vida;
12si eres sabio, lo eres para tu provecho;
si eres soberbio, tú solo lo pagarás.
Banquete de la Necedad
13Doña Necedad es chismosa,
tonta e ignorante,
14está sentada a la puerta de su casa,
en un asiento que domina la ciudad,
15para llamar a los que pasan,
a los que van derechos por el camino:
16El que sea inexperto venga acá;
al falto de juicio le quiero hablar:
17El agua robada es más dulce,
el pan comido a escondidas es más sabroso.
18Pero ellos no saben que en su casa están los difuntos,
son ahora sombras en el reino de la muerte.
SEGUNDA COLECCIÓN – PROVERBIOS DE SALOMÓN
10–1Un hijo sabio es la alegría de su padre;
un hijo necio, es la pena de su madre.
2Tesoros mal ganados no aprovechan,
pero la justicia libra de la muerte.
3El Señor no deja con hambre al que es bueno,
pero rechaza la codicia del malvado.
4La mano perezosa empobrece,
el brazo trabajador enriquece.
5Quien almacena en otoño es prudente,
quien duerme en la cosecha es un descarado.
6Sobre la cabeza del honrado llueven bendiciones,
la boca malvada encubre violencia.
7La memoria del honrado es bendita,
el nombre del malvado se pudre.
8El hombre juicioso acepta órdenes,
labios necios acaban en la ruina.
9Quien procede sinceramente, camina seguro;
el que actúa con disimulo queda descubierto.
10Quien cierra los ojos trae sufrimientos,
quien reprende abiertamente trae remedio.
11La boca del justo es manantial de vida,
la boca del malvado encubre violencia.
12El odio provoca peleas,
el amor disimula las ofensas.
13En los labios del prudente hay sabiduría,
y un látigo en la espalda del necio.
14El sabio atesora saber,
la boca del necio atrae la desgracia.
15La fortuna del rico es su defensa,
la miseria es el terror del pobre.
16El salario del honrado es la vida,
la ganancia del malvado es el fracaso.
17El que acepta la corrección va por camino de vida,
el que la rechaza se extravía.
18Los labios mentirosos encubren odio,
quien difunde calumnias es un insensato.
19Donde abundan las palabras no falta el pecado,
quien se muerde los labios es discreto.
20Plata pura es la boca del honrado;
mente perversa no vale nada.
21Labios honrados guían a muchos,
los necios mueren por falta de juicio.
22La bendición divina enriquece,
y nada le añade nuestra fatiga.
23El necio se divierte haciendo trampas,
el hombre prudente con la sabiduría.
24Al malvado le sucede lo que teme,
al honrado se le da lo que desea.
25Pasa el huracán, desaparece el malvado;
pero el justo se mantiene para siempre.
26Vinagre a los dientes, humo a los ojos:
eso es el perezoso para quien le da un encargo.
27Respetar al Señor prolonga la vida,
los años de los malvados se acortan.
28La esperanza de los honrados es alegre,
la ilusión de los malvados fracasa.
29El camino del Señor es refugio para el hombre recto,
y es terror para los malhechores.
30El honrado jamás tropezará,
el malvado no habitará en la tierra.
31De boca honrada brota sabiduría,
lengua tramposa será cortada.
32Labios honrados saben de benevolencia;
la boca del malvado, de engaños.
11–1El Señor aborrece las balanzas falseadas
y le gustan las pesas exactas.
2El orgullo acarrea la deshonra;
pero la sabiduría acompaña a los humildes.
3La honradez guía a los buenos,
la falsedad destruye a los traidores.
4No sirve la fortuna el día del castigo,
pero la justicia libra de la muerte.
5La honradez del justo hace fácil su camino,
el malvado caerá por su maldad.
6La honradez de los rectos los salva,
los traidores quedan enredados en su codicia.
7Con la muerte del malvado muere su esperanza,
y muere también la ilusión de las riquezas.
8El honrado se libra del peligro,
el malvado ocupa su puesto.
9El malvado hunde al prójimo con la boca,
pero la inteligencia a los justos los salva.
10El éxito de los honrados lo festeja la ciudad,
y cuando fracasan los malvados, canta de júbilo.
11Con la bendición de los rectos prospera la ciudad,
la boca de los malvados la destruye.
12Quien desprecia al prójimo es un imprudente,
el hombre prudente se calla.
13El chismoso todo lo cuenta,
el hombre de confianza guarda el secreto.
14Por falta de gobierno se arruina un pueblo,
y se salva a fuerza de deliberación.
15Quien sale fiador por un extraño se perjudica,
el que evita hacer tratos vive tranquilo.
16La mujer hermosa se hace respetar,
la que odia la rectitud atrae la deshonra.
16La fortuna del perezoso es escasa,
los audaces conservan su riqueza.
17El hombre bondadoso se hace bien a sí mismo,
el despiadado destroza su propia carne.
18El malvado hace ganancias engañosas,
el que siembra justicia tiene paga segura.
19El que mide lo que es justo, vivirá;
el que persigue la maldad, morirá.
20Aborrece el Señor la mente perversa
y le agrada una conducta sincera.
21Tarde o temprano el malvado la paga,
la descendencia de los honrados está a salvo.
22Anillo de oro en hocico de puerco
es la mujer hermosa pero sin inteligencia.
23El deseo de los honrados se logra,
las ilusiones de los malvados pasan.
24Hay quien regala y se enriquece,
quien es tacaño y se empobrece.
25El que es generoso prospera,
el que da también recibirá.
26Al que acapara trigo lo maldice la gente,
al que lo vende lo cubren de bendiciones.
27Quien madruga para el bien alcanzará favor,
al que busca el mal le saldrá al encuentro.
28Quien confía en sus riquezas se marchita,
los honrados brotarán como follaje.
29Quien descuida su casa heredará viento,
el necio será esclavo del sabio.
30El fruto de la honradez es un árbol de vida,
el sabio se gana a la gente.
31Si al honrado le pagan en la tierra,
¡cuánto más al malvado y al pecador!
12–1El que ama la corrección, ama el saber;
el que la detesta, se embrutece.
2El bueno obtiene el favor del Señor,
el perverso será condenado.
3El que se apoya en la maldad no estará,
la raíz del honrado no se desprende.
4Mujer virtuosa es corona del marido,
la de mala fama es como caries en los huesos.
5Los planes de los honrados son rectos,
las tácticas de los malvados son traidoras.
6Las palabras del malvado son trampas mortales,
las de los rectos, causa de salvación.
7Se derrumban los malvados y desaparecen,
pero la casa de los honrados subsiste.
8Al hombre se lo estima según su prudencia,
pero el corazón perverso será despreciado.
9Más vale ser modesto y tener un criado
que presumir de rico y no tener pan.
10El honrado se preocupa por su ganado,
el malvado no entiende de compasión.
11El que cultiva su campo se saciará de pan,
el imprudente se ocupa de ilusiones.
12La codicia es la red de los malvados,
los honrados arraigan firmemente.
13En la falsedad de sus labios se enreda el malvado,
el honrado se librará del peligro.
14De lo que uno habla, recoge el fruto;
de lo que uno hace, recibe el pago.
15El necio está contento con su proceder,
el sensato escucha el consejo.
16El necio muestra enseguida su rabia,
el prudente disimula la ofensa.
17El que respira la verdad declara con justicia,
el testigo falso con mentiras.
18El chismoso hiere como una espada,
la lengua del sabio sana.
19La palabra verdadera permanece para siempre,
el mentiroso sólo un instante.
20El que maquina el mal tiene amargura,
quien aconseja la paz vive contento.
21Al honrado no le pasa nada malo,
los malvados andan llenos de desgracias.
22El Señor aborrece el labio mentiroso,
el hombre sincero obtiene su favor.
23El hombre prudente oculta su saber,
la mente insensata grita su ignorancia.
24Mano trabajadora mandará,
mano perezosa servirá.
25La angustia del corazón deprime,
una buena palabra reanima.
26El justo sirve de guía a su prójimo,
el camino de los malvados los extravía.
27El perezoso no gana su sustento,
el que trabaja alcanza riquezas.
28La senda de la justicia es vida,
el camino de la impiedad lleva a la muerte.
13–1El hijo sensato acepta la corrección paterna,
el arrogante no escucha la corrección.
2De lo que uno habla comerá,
pero los traidores tienen hambre de violencia.
3Quien guarda su boca, custodia su vida;
quien suelta los labios, marcha a la ruina.
4El perezoso desea mucho y no obtiene nada,
el que trabaja queda satisfecho.
5El honrado aborrece la mentira,
el malvado se hace odioso y se deshonra.
6La honradez custodia al hombre íntegro,
la maldad destruye al pecador.
7Hay quien presume de rico y no tiene nada,
quien pasa por pobre y tiene una fortuna.
8Las riquezas del rico le salvan la vida,
al pobre no le importan las amenazas.
9La luz de los honrados es alegre,
la lámpara de los malvados se apaga.
10La insolencia provoca discordias,
la sabiduría acompaña a los que se dejan aconsejar.
11Fortuna hecha de golpe encoge,
el que reúne poco a poco enriquece.
12Esperanza que tarda entristece el corazón,
deseo que se cumple es árbol de vida.
13El que desprecia la palabra se perderá,
el que respeta el mandato queda sin deudas.
14Fuente de vida es el consejo sabio
que aparta de los lazos de la muerte.
15El sentido común se gana el favor,
el camino de los perversos conduce a la ruina.
16El sagaz actúa con prudencia,
el necio hace gala de su ignorancia.
17El mensajero malvado precipita en la desgracia,
enviado fiel la remedia.
18Miseria y vergüenza para quien rechaza la corrección,
el que cumple los avisos recibirá honor.
19Deseo cumplido es dulce a la garganta,
al necio le da asco apartarse del mal.
20Trata con los sabios y te harás más sabio,
el que se junta con ignorantes se echa a perder.
21La desgracia persigue al pecador,
a los honrados la paz y el bien.
22La herencia del bueno queda en su familia,
la fortuna del pecador se reserva para el honrado.
23El campo de los nobles da rico sustento,
pero se puede perder por falta de justicia.
24El que no usa el castigo odia a su hijo,
el que lo ama lo corrige a tiempo.
25El honrado come hasta estar satisfecho,
el vientre del malvado pasa necesidad.
14–1La sabiduría edifica su casa,
la necedad la arruina con sus manos.
2El que procede rectamente respeta a Dios,
el de conducta torcida lo desprecia.
3De la boca del necio brota la soberbia,
los labios del sabio son su defensa.
4Donde no hay bueyes el establo está limpio,
pero la fuerza de un toro trae rica cosecha.
5Un testigo fiel no miente,
un testigo falso respira mentiras.
6El arrogante busca sabiduría y no la encuentra,
la ciencia es fácil para el inteligente.
7Deja la compañía del necio,
pues no descubriste saber en sus labios.
8Encontrar el camino es la sabiduría del prudente,
el engaño es locura de los necios.
9Los necios se burlan de sus culpas,
los rectos gozan de favor.
10Conoce el corazón su propia amargura
y no comparte su alegría con ningún extraño.
11La casa del malvado se arruina,
la tienda del honrado prospera.
12Hay un camino que parece recto,
y va a parar a la muerte.
13También entre risas llora el corazón,
y la alegría termina en aflicción.
14El insensato está satisfecho de su conducta,
el hombre bueno lo está de sus acciones.
15El ingenuo se lo cree todo,
el sagaz se fija en sus pasos.
16El sabio es cauteloso y se aparta del mal,
el necio se lanza confiado.
17El impulsivo hace locuras,
el reflexivo sabe aguantar.
18El ingenuo se adorna con necedad,
el sagaz se corona de saber.
19Los malos se postrarán ante los buenos,
y los malvados, a la puerta del honrado.
20El pobre es odioso aun a su compañero,
el rico tiene muchos amigos.
21Quien desprecia a su prójimo, peca;
dichoso quien se apiada de los pobres.
22¿No se extravía el que busca hacer el mal?
El que busca hacer el bien, es objeto de amor y lealtad.
23Toda fatiga trae su ganancia,
pero el charlar trae pobreza.
24Corona de los sabios es la prudencia,
collar del insensato es la necedad.
25El testigo fiel salva vidas,
el impostor respira mentiras.
26Respetar al Señor es un refugio seguro
que servirá de defensa a los hijos.
27Respetar al Señor es manantial de vida
que aparta de los lazos de la muerte.
28Pueblo numeroso es honor del rey,
la falta de gente es ruina del príncipe.
29El hombre paciente es rico en prudencia,
el impulsivo exalta su torpeza.
30Un corazón pacífico es vida del cuerpo,
la envidia carcome los huesos.
31Quien explota al necesitado ofende a su Hacedor,
quien se apiada del pobre, lo honra.
32El malvado tropieza en su maldad,
el honrado se refugia en su integridad.
33En corazón prudente habita la sabiduría,
aun en medio de necios se da a conocer.
34La justicia hace prosperar a una nación,
el pecado es la ruina de los pueblos.
35El rey favorece al ministro hábil,
descarga su ira sobre el indigno.
15–1Respuesta amable aplaca la ira,
palabra hiriente aviva el enojo.
2De la lengua de los sabios brota sabiduría,
de la boca del necio, necedades.
3En todo lugar los ojos de Dios
están vigilando a malos y buenos.
4Lengua suave es árbol de vida,
lengua perversa hiere en lo más vivo.
5El necio desprecia la corrección paterna,
quien cumple los avisos demuestra inteligencia.
6En casa del honrado hay abundancia,
la ganancia del malvado desaparece.
7Los labios del sensato esparcen saber,
la mente del necio ignorancia.
8El Señor aborrece el sacrificio del malvado,
la oración de los rectos alcanza su favor.
9El Señor aborrece la conducta del malvado
y ama al que busca la justicia.
10El que deja la senda será escarmentado;
el que odia la corrección, morirá.
11Infierno y Abismo son conocidos por Dios,
¡cuánto más el corazón humano!
12El insolente no quiere que lo reprendan,
por eso no se junta con los sabios.
13Corazón contento cara feliz,
corazón abatido desalienta el espíritu.
14El hombre inteligente procura saber,
la boca del necio se llena de estupideces.
15Para el desgraciado todos los días son malos,
el corazón contento está siempre de fiesta.
16Más vale poco respetando a Dios
que grandes tesoros con sobresalto.
17Mas vale ración de verdura con amor
que carne de vaca con rencor.
18El hombre impulsivo provoca peleas,
el hombre paciente las calma.
19El camino del perezoso es como un cerco de espinas,
la senda de los rectos está limpia.
20Hijo sabio, alegría de su padre;
hijo necio, deshonra de su madre.
21La necedad divierte al insensato,
el hombre prudente camina derecho.
22Fracasan los planes cuando no se consulta,
y se logran cuando hay consejeros.
23¡Qué alegría saber responder,
qué buena es la palabra oportuna!
24El prudente sube por un camino de vida
que lo aparta de la bajada al Abismo.
25El Señor destruye la casa del soberbio
y mantiene firme la propiedad de la viuda.
26El Señor aborrece los malos pensamientos
y considera puras las palabras amables.
27El codicioso arruina su casa,
el que odia el soborno vivirá.
28La mente honrada medita la respuesta,
la boca del malvado escupe maldades.
29El Señor está lejos de los malvados
y escucha la oración de los honrados.
30Mirada serena alegra el corazón,
buena noticia da vigor a los huesos.
31Oído que escucha la corrección saludable
se hospedará en medio de los doctos.
32Quien rechaza la corrección se odia a sí mismo,
quien escucha la reprensión adquiere juicio.
33Respetar al Señor es escuela de sabiduría,
delante de la gloria camina la humildad.
16–1El hombre hace proyectos en su corazón,
pero el Señor pone la respuesta en sus labios.
2A uno le parece limpia su conducta,
pero es el Señor quien examina las conciencias.
3Encomienda al Señor tus tareas,
y te saldrán bien tus planes.
4El Señor da a cada obra su destino,
también al malvado: el día funesto.
5El Señor aborrece al orgulloso,
tarde o temprano tendrá su castigo.
6Bondad y verdad perdonan la culpa,
el respeto del Señor aparta del mal.
7Cuando el Señor aprueba la conducta de un hombre
lo reconcilia con sus enemigos.
8Más vale poco con justicia
que muchas ganancias injustas.
9El hombre planea su camino,
el Señor le dirige los pasos.
10Hay un oráculo en los labios del rey:
no se equivoca cuando dicta sentencia.
11Los platillos de la balanza son del Señor,
todas las pesas son obra suya.
12El rey aborrece el obrar mal,
porque su trono se asienta en la justicia.
13El rey aprueba unos labios sinceros
y ama a quien habla rectamente.
14La ira del rey es anuncio de muerte,
el hombre sensato logra aplacarla.
15El rostro sereno del rey trae vida,
su favor es nube que trae lluvia.
16Mejor es comprar sabiduría que oro,
más vale comprar prudencia que plata.
17La senda de los hombres rectos se aparta del mal;
quien vigila su camino guarda su vida.
18Delante de la ruina va la soberbia,
delante de la caída va el orgullo.
19Más vale ser humilde con los pobres
que repartir botín con los soberbios.
20Al que mide sus palabras le irá bien,
dichoso el que confía en el Señor.
21El hombre juicioso tiene fama de prudente,
las palabras amables convencen mejor.
22Fuente de vida es la sabiduría para el que la posee,
la necedad es castigo del necio.
23A mente sabia, boca discreta;
sus labios convencen mejor.
24Panal de miel son las palabras amables,
dulzura en la garganta, salud de los huesos.
25Hay caminos que parecen derechos
y van a parar a la muerte.
26El que pasa necesidad trabaja con afán,
porque el hambre lo estimula.
27El hombre depravado cava zanjas funestas
y lleva en los labios fuego devorador.
28El hombre tramposo provoca peleas,
el que anda con cuentos causa enemistades.
29El hombre violento seduce a su prójimo
y lo guía por mal camino.
30Quien guiña un ojo medita engaños,
quién se muerde los labios ya ha hecho el mal.
31Las canas son noble corona:
ganada en el camino de la justicia.
32Más vale paciencia que valentía,
más vale saberse dominar que conquistar una ciudad.
33El hombre echa las suertes,
pero la decisión viene del Señor.
17–1Más vale pan duro con paz
que casa llena de festines y peleas.
2El servidor inteligente se impondrá al hijo indigno
y compartirá la herencia con los hermanos.
3La plata se prueba en el horno, el oro en el crisol,
los corazones los prueba el Señor.
4El malvado hace caso de labios mentirosos,
el embustero presta oído a lengua maligna.
5Quien se burla del pobre afrenta a su Hacedor,
quien se alegra de la desgracia no quedará sin castigo.
6Corona de los ancianos son los nietos,
el orgullo de los hijos son los padres.
7No le va al tonto el lenguaje elevado,
ni al hombre respetable hablar con engaños.
8El soborno le parece piedra mágica al que lo da:
consigue cuanto se propone.
9Quien busca amistad disimula la ofensa,
quien la recuerda, aleja al amigo.
10Una corrección aprovecha al prudente
más que cien golpes al imprudente.
11El revoltoso busca dificultades:
le enviarán un mensajero cruel.
12Encuentre yo una osa a quien robaron las crías
y no un necio diciendo tonterías.
13A quien paga mal por bien,
el mal no se apartará de su casa.
14Quien comienza una discusión abre una represa:
antes de involucrarte, retírate.
15Al que absuelve al culpable y al que condena al inocente,
a los dos los aborrece el Señor.
16¿De qué sirve el dinero en mano del necio?
¿Podrá comprar sabiduría si no tiene seso?
17El amigo ama en toda ocasión,
y el hermano nació para compartir la adversidad.
18Es un insensato quien estrecha la mano
saliendo fiador de su vecino.
19Quien ama las peleas ama el delito,
quien agranda la puerta invita al robo.
20Corazón perverso no hará fortuna,
lengua retorcida caerá en la desgracia.
21Quien engendra un tonto pasará penas,
no tendrá alegría el padre de un necio.
22Corazón alegre favorece la sanación,
ánimo abatido seca los huesos.
23El malvado acepta soborno a escondidas
para torcer el curso de la justicia.
24La sabiduría está delante del sensato,
pero el necio mira al vacío.
25Un hijo necio es la tristeza del padre,
y fuente de amargura de la madre.
26No está bien multar al hombre inocente,
ni azotar al hombre honorable.
27Ahorra palabras el hombre sabio,
mantiene la calma el hombre prudente.
28Necio callado pasa por sabio;
el que cierra los labios, por prudente.
18–1El hombre egoísta sigue sus caprichos
y se irrita contra todo sano consejo.
2Al necio no le gusta la discreción,
sino publicar lo que piensa.
3Con la maldad entra el desprecio
y con el orgullo, la deshonra.
4Las palabras de un hombre son agua profunda,
arroyo que fluye, manantial de sensatez.
5No es justo favorecer al culpable
negando su derecho al inocente.
6Los labios del necio se meten en peleas
y su boca llama a los golpes.
7La boca del necio es su ruina,
en sus labios se enreda él mismo.
8Las palabras del que murmura son golosinas
que bajan hasta lo hondo del vientre.
9El hombre irresponsable en sus asuntos
es hermano del que destruye.
10El Nombre del Señor es una torre fortificada:
a ella acude el honrado, y es inaccesible.
11La fortuna del rico es su fortaleza,
se la imagina como alta muralla.
12Antes de la ruina el corazón fue soberbio,
antes de la gloria fue humilde.
13El que contesta antes de escuchar
sufrirá la vergüenza de su necedad.
14Buen ánimo sostiene en la enfermedad;
ánimo abatido, ¿quién lo levantará?
15Mente inteligente adquiere saber,
oído sensato busca conocer.
16Los regalos abren paso al hombre
y lo presentan ante los grandes.
17El primero que se defiende parece tener razón,
hasta que llega el otro y lo interroga.
18La suerte pone fin a las disputas
y decide entre los poderosos.
19El hermano ofendido es peor que ciudad amurallada,
las peleas son cerrojo de castillo.
20De los frutos del hablar se sacia el vientre,
uno se sacia de la cosecha de los labios.
21Muerte y vida están en poder de la lengua:
lo que elija eso comerá.
22Quien encuentra mujer encuentra un bien,
alcanza favor del Señor.
23El pobre habla suplicando,
el rico responde con altanería.
24Hay compañeros que se maltratan
y amigos más unidos que un hermano.
19–1Más vale pobre y honrado
que necio y mentiroso.
2No vale voluntad sin reflexión:
quien apura el paso, tropieza.
3La necedad del hombre le hace perder su camino,
su corazón se irrita y echa la culpa al Señor.
4La riqueza procura muchos amigos,
al pobre hasta sus amigos lo abandonan.
5Testigo falso no quedará sin castigo,
el testigo mentiroso no escapará.
6Muchos halagan al hombre generoso
y todos son amigos del que hace regalos.
7Si al pobre hasta sus hermanos lo desprecian,
cuánto más se distanciarán de él los amigos.
8Quien adquiere buen juicio se ama a sí mismo,
a quien conserva la prudencia le irá bien.
9Testigo falso no quedará sin castigo,
el que dice mentiras perecerá.
10No le va al necio vivir con lujo,
cuánto menos al servidor mandar a los príncipes.
11El hombre sensato frena la ira,
su honor consiste en pasar por alto una ofensa.
12Rugido de león es la cólera del rey,
rocío sobre hierba su favor.
13Hijo necio es desgracia del padre,
mujer que pelea es gotera continua.
14Casa y fortuna son herencia de los padres,
mujer habilidosa es don del Señor.
15La pereza hace dormir profundamente,
el perezoso pasará hambre.
16Quien guarda el precepto guarda su vida,
quien descuida su conducta morirá.
17Quien se apiada del pobre presta al Señor,
y él le dará su recompensa.
18Corrige a tu hijo mientras hay esperanza,
pero no te enfurezcas hasta matarlo.
19El que se enoja pagará una multa,
librarlo del castigo empeora las cosas.
20Escucha el consejo, acepta la corrección
y llegarás a ser sensato.
21El hombre medita muchos planes,
pero se cumple el designio del Señor.
22Lo que se espera del hombre es su lealtad:
más vale pobre que traidor.
23Respetar al Señor es vida:
uno duerme satisfecho y sin pesadillas.
24El perezoso mete la mano en el plato
pero no es capaz de llevarla a la boca.
25Castiga al insolente y el inexperto se hará cauteloso;
reprende al prudente y aumentará su saber.
26Quien maltrata al padre y expulsa a la madre
es hijo indigno e infame.
27Hijo mío, deja de aceptar la corrección
y te perderás por falta de principios.
28El testigo falso se burla del derecho,
la boca del perverso se traga el crimen.
29Para los insolentes hay látigos preparados
y azotes para la espalda de los necios.
20–1El vino hace insolente, el licor alborota;
bajo sus efectos nadie actúa con sabiduría.
2Como rugido de león el terror del rey:
quien lo irrita se juega la vida.
3Es un honor vivir sin peleas,
pero el necio se enreda en discusiones.
4En otoño no ara el perezoso,
en la cosecha pide y no hay.
5Agua profunda son las intenciones secretas:
el hombre inteligente sabe descubrirlas.
6Muchos tienen fama de bondadosos,
pero un hombre de confianza, ¿quién lo hallará?
7Honrado es quien procede con rectitud:
dichosos los hijos que le sucedan.
8Un rey sentado en el tribunal
con su mirada barre toda maldad.
9¿Quién podrá decir:
tengo la conciencia pura, me he limpiado de pecados?
10Pesas desiguales, medidas desiguales:
las dos cosas las aborrece el Señor.
11Ya con sus acciones deja ver el muchacho
si su conducta será pura y recta.
12Oído que escucha, ojo que mira:
ambas cosas las hizo el Señor.
13No tomes gusto al sueño, que te empobrecerás;
despega los ojos y te saciarás de pan.
14Malo, malo, dice el comprador;
después se aleja felicitándose por su compra.
15Existe el oro y las finas perlas,
pero la joya valiosa son unos labios prudentes.
16Quítale la ropa, sácale prendas,
pues salió fiador de un extraño desconocido.
17Es sabroso el pan robado,
después se llena la boca de piedras.
18Prepara tus planes aconsejándote,
y haz la guerra con táctica.
19El que anda con cuentos revela secretos,
no te juntes con el de labios fáciles.
20Al que maldice a su padre y a su madre
se le apagará la lámpara en plena oscuridad.
21Fortuna adquirida rápidamente
al final no prosperará.
22No digas: Me las pagará;
espera en el Señor, que él te defenderá.
23El Señor aborrece pesas desiguales,
no es justa la balanza con trampa.
24El Señor dirige los pasos del hombre;
nadie conoce su propio destino.
25Es una trampa prometer algo a la ligera
y después de prometido pensarlo.
26Rey prudente aleja a los malvados
y hace rodar la rueda sobre ellos.
27El espíritu humano es lámpara del Señor
que penetra hasta lo íntimo de las entrañas.
28Misericordia y lealtad guardan al rey,
la misericordia asegura su trono.
29Orgullo del joven es su fuerza,
honra del anciano son sus canas.
30Heridas y llagas purifican del mal;
los golpes sanan la conciencia.
21–1El corazón del rey es una corriente de agua en manos de Dios:
la dirige a donde quiere.
2Al hombre le parece siempre recto su camino,
pero es Dios quien pesa los corazones.
3Practicar el derecho y la justicia
agrada a Dios más que los sacrificios.
4Ojos altaneros, mente ambiciosa;
la luz de los malvados, todo es pecado.
5Los planes del hombre cuidadoso traen ganancia,
los del precipitado traen pobreza.
6Acumular tesoros con la mentira
es soplo que se esfuma, trampa mortal.
7La violencia de los malvados los acecha
porque se negaron a respetar el derecho.
8El camino del vicioso zigzaguea,
la conducta del honrado es recta.
9Más vale vivir en un rincón de la azotea
que compartir la casa con mujer pendenciera.
10Afán del malvado es desear el mal,
mira sin piedad a su prójimo.
11Cuando el insolente la paga, aprende el imprudente;
pero el sabio aprende con la experiencia.
12El justo observa la casa del malvado:
y precipita al malvado en la ruina.
13Quien cierra los oídos al clamor del necesitado
no será escuchado cuando grite.
14Un regalo a escondidas aplaca el enojo;
un obsequio hecho con discreción, la áspera ira.
15Al hacerse justicia, el honrado se alegra,
el malhechor tiembla.
16Quien se extravía del camino de la prudencia
descansará en la asamblea de los muertos.
17Quien ama los festejos acabará mendigo,
quien ama el vino y los perfumes no llegará a rico.
18El malvado pagará por el honrado;
el traidor, por el hombre recto.
19Más vale habitar en el desierto
que con mujer pendenciera y de mal genio.
20Un tesoro precioso hay en casa del sabio,
el insensato lo consume.
21El que busca justicia y misericordia
alcanzará vida y gloria.
22El hombre sabio atacará la ciudad bien defendida
y derribará la fortaleza confiada.
23Quien cuida la boca y la lengua
nunca se mete en aprietos.
24Se llama arrogante al insolente fanfarrón
que procede con pasión y soberbia.
25Los deseos dan muerte al perezoso,
porque sus manos se niegan a trabajar.
26Todo es desear y desear para el perezoso,
pero el honrado da sin tacañerías.
27Los sacrificios del malvado son repugnantes,
y mucho más si los ofrece con cálculo.
28El testigo falso perecerá,
el que escucha tendrá la última palabra.
29El malvado aparenta seguridad:
el honrado está seguro de su camino.
30No hay habilidad ni hay prudencia
ni hay consejo frente al Señor.
31Se prepara el caballo para la batalla,
pero la victoria la da el Señor.
22–1Mejor es buena fama que riquezas,
más vale simpatía que oro y plata.
2El rico y el pobre tienen algo en común:
a ambos los hizo el Señor.
3El prudente ve el peligro y lo evita,
el imprudente sigue y lo paga.
4En las huellas de la humildad y el respeto de Dios
caminan riqueza, honor y vida.
5Hay lazos y trampas en el camino del perverso:
quien guarda su vida se aparta de ellos.
6Educa al muchacho en el buen camino:
cuando envejezca no se apartará de él.
7El rico será señor de los pobres,
el deudor será esclavo del acreedor.
8Quien siembra maldad cosecha desgracia:
el látigo de su furor lo consumirá.
9El generoso será bendecido
porque repartió su pan con el pobre.
10Echa al insolente: se acabará la discordia
y cesarán peleas e insultos.
11El rey ama un corazón limpio
y aprecia un hablar ingenioso.
12Los ojos del Señor custodian el saber
y hacen fracasar las palabras del traidor.
13¡Afuera hay un león!, dice el perezoso,
en plena calle me matará.
14Fosa profunda es la boca de la ramera,
el enemistado con Dios caerá en ella.
15La estupidez se pega al corazón del joven:
el látigo de la corrección se la apartará.
16Se oprime al pobre para enriquecerse,
se da al rico para envilecerse.
TERCERA COLECCIÓN
17Presta oído y escucha las palabras de los sabios,
presta atención a mi experiencia:
18te serán gratas si las guardas dentro de ti
y las tienes todas a punto en tus labios;
19para que pongas en Dios tu confianza,
también a ti te instruiré.
20He escrito para ti treinta máximas de experiencia,
21para enseñarte a conocer la verdad
y a dar razón de ella al que te dio un encargo.
22No explotes al pobre, porque es pobre;
no atropelles al desgraciado en el tribunal,
23porque el Señor defenderá su causa
y despojará de la vida a los que lo despojan.
24No te juntes con el malhumorado
ni vayas con el violento,
25no sea que te acostumbres a sus caminos
y te pongas una trampa mortal.
26No seas fácil en dar la mano
empeñándote en deudas,
27pues si no tienes qué devolver,
te quitarán la cama en la que duermes.
28No cambies de lugar los linderos antiguos
que colocaron tus abuelos.
29¿Has visto un hombre hábil en su oficio?
Estará al servicio de reyes,
no estará al servicio de gente mediocre.
23–1Sentado a la mesa de un señor,
mira bien quién tienes delante;
2ponte un cuchillo a la garganta
si tienes mucha hambre;
3no seas ansioso de sus manjares,
que son comida engañosa.
4No te esfuerces por enriquecerte,
deja de pensar en ello;
5si te fijas bien, verás que no hay riqueza,
ha echado alas como un águila y vuela por el cielo.
6No te sientes a comer con el avaro
ni ansíes sus manjares:
7son un pelo en la garganta, amargura en el paladar;
te dice: come y bebe, pero no te aprecia;
8el bocado comido lo tendrás que vomitar
y habrás malgastado tus palabras corteses.
9No hables a oídos necios,
porque despreciarán tus sabias razones.
10No cambies de lugar los linderos antiguos
ni te metas en el campo del huérfano,
11porque su defensor es fuerte
y defenderá su causa contra ti.
12Haz caso de la corrección,
presta oído a los consejos de la experiencia.
13No ahorres castigo al muchacho:
porque le azotes con látigo no morirá;
14tú lo azotas con el látigo
pero libras su vida del Abismo.
15Hijo mío, si tu corazón se hace sabio,
yo me alegraré de corazón,
16sentiré un gozo entrañable
cuando tus labios hablen como es debido.
17No sientas envidia de los pecadores,
sino siempre de los que respetan a Dios;
18así tendrás un porvenir,
y tu esperanza no fracasará.
19Escucha, hijo mío, sé juicioso,
encamina bien tu mente:
20no te juntes con bebedores
ni vayas con comilones,
21porque bebedores y comilones se arruinarán
y el perezoso se vestirá de harapos.
22Escucha al padre que te engendró,
no desprecies la vejez de tu madre:
23compra la verdad y no la vendas,
sabiduría, educación y prudencia;
24el padre del honrado se llenará de gozo,
el que engendra un hijo sabio se alegrará,
25tu padre estará contento de ti
y gozará la que te dio a luz.
26Hijo mío, hazme caso,
acepta de buena gana mis indicaciones.
27Trampa peligrosa es la mala mujer,
pozo angosto es la ramera;
28se pone al acecho como un ladrón
y provoca traiciones entre los hombres.
29¿Quién sufre?, ¿quién se queja?,
¿quién pelea?, ¿quién se lamenta?,
¿quién recibe golpes sin motivo?, ¿quién tiene la mirada turbia?
30El que vive para el vino
y va catando bebidas.
31No mires al vino cuando rojea
y lanza destellos en la copa;
32se desliza suavemente, al final muerde como culebra
y pica como víbora.
33Tus ojos verán maravillas,
tu mente imaginará absurdos;
34te hará sentir como quien está en alta mar
o agarrado en la punta de un mástil.
35Me han golpeado, y no me ha dolido;
me han sacudido, y no lo he sentido;
en cuanto despierte volveré a pedir más.
24–1No envidies a los malvados
ni desees vivir con ellos,
2su mente medita violencias,
sus labios dicen maldades.
3Con la sabiduría se construye una casa,
con la prudencia se mantiene firme,
4con el saber se llenan sus cuartos
de bienes, riquezas y comodidades.
5Más vale maña que fuerza,
experiencia más que vigor.
6Con buenos planes se gana la guerra,
y la victoria es fruto del consejo.
7La sabiduría es demasiado para el necio:
no abrirá la boca en público.
8Al que medita maldades
lo llamarán malintencionado;
9el que trama locuras fracasa;
al insolente lo detestan los hombres.
10¿Te has desanimado en el momento del peligro?,
tu fuerza es limitada.
11Salva a los condenados a muerte,
saca del peligro al que está para morir.
12Aunque digas que no lo sabías,
¿no lo va a saber el que pesa los corazones?,
¿no lo sabrá el que vigila tu vida
y paga al hombre sus acciones?
13Hijo mío, come miel, que es buena;
el panal es dulce al paladar:
14así sean el conocimiento y la sabiduría para tu alma;
si los alcanzas tendrás un porvenir
y tu esperanza no fracasará.
15No aceches la casa del honrado
ni destruyas su rebaño,
16pues aunque caiga siete veces el honrado se levantará,
mientras que los malvados se hundirán en la desgracia.
17Si cae tu enemigo no te alegres;
si tropieza, no lo celebres,
18no sea que el Señor lo vea
y retire su enojo de él.
19No te enojes por causa de los malvados,
no envidies a los que obran mal;
20porque el perverso no tiene futuro,
la lámpara de los malvados se apagará.
21Hijo mío, teme al Señor y al rey;
no provoques a ninguno de los dos,
22porque de repente salta su castigo,
y, ¿quién conoce su furor?
CUARTA COLECCIÓN
23No es justo ser parcial al juzgar:
24a quien declara inocente al culpable
la gente lo maldice y se irrita contra él;
25pero a quienes lo castigan, les va bien,
sobre ellos caen bendiciones.
26Quien da una respuesta oportuna,
es como si diera un beso en los labios.
27Ordena tus asuntos en la calle y realiza tus tareas en el campo,
después podrás edificar tu casa.
28No atestigües sin motivo contra tu prójimo,
no engañes con los labios.
29No digas: le haré lo que me hizo,
me las ha de pagar.
30Pasé por el campo de un perezoso,
por la viña de un hombre sin juicio:
31todo era espinas que crecían, los cardos cubrían el terreno,
la cerca de piedras estaba derribada;
32al verlo, reflexioné;
al mirarlo, aprendí esta lección.
33Un rato duermes, un rato descansas,
un rato cruzas los brazos para dormitar mejor,
34y te llega la pobreza del vagabundo,
la penuria del mendigo.
QUINTA COLECCIÓN
25–1Otros proverbios del rey Salomón que recogieron
los escribientes de Ezequías, rey de Judá.
2Es gloria de Dios ocultar un asunto,
es gloria de reyes averiguarlo.
3La altura del cielo, la profundidad de la tierra
y el corazón de los reyes son impenetrables.
4Aparta las impurezas de la plata,
el platero hará una copa;
5aparta al malvado del servicio del rey,
y su trono se afirmará en la justicia.
6No te des importancia en la presencia del rey,
ni te coloques con los grandes:
7más vale escuchar: Sube aquí,
que ser humillado ante los nobles.
8Aun sobre lo que han visto tus ojos
no te apures en llevarlo a los tribunales,
pues, ¿qué harás al final,
cuando tu prójimo te deje confundido?
9Arregla el pleito con tu vecino
pero no reveles secretos ajenos,
10para que no te desprecie el que lo oye
y tu deshonra no tenga remedio.
11Naranjas de oro en diseños de plata
son las palabras pronunciadas a su tiempo.
12Pendientes de oro y alhajas de oro fino
es el sabio que amonesta al que sabe escuchar.
13Frescura de nieve en tiempo de cosecha
es el mensajero fiel para quien lo envía.
14Nubes y viento sin caer gota
es quien promete orgullosamente pero no cumple.
15Con paciencia se convence a un gobernante,
las palabras suaves rompen la resistencia.
16Si encuentras miel come lo justo,
no sea que te hartes y la vomites;
17no visites con frecuencia a tu vecino,
no sea que lo hartes y te aborrezca.
18Maza, espada y flecha aguda
es el que declara en falso contra su amigo.
19Diente picado y pie que resbala
es confiar en el traidor cuando llega el peligro.
20Vinagre en la llaga, ir sin ropa en el frío
es cantar coplas a corazón apenado.
21Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer;
si tiene sed, dale de beber;
22así enrojecerá de vergüenza
y el Señor te lo pagará.
23Viento de noroeste trae lluvia;
lengua murmuradora, caras furiosas.
24Más vale vivir en un rincón de la azotea
que en casa amplia con mujer pendenciera.
25Agua fresca en garganta sedienta
es la buena noticia de tierra lejana.
26Manantial turbio, fuente contaminada,
el honrado que tiembla ante el malvado.
27Comer mucha miel no aprovecha,
ni buscar excesivos honores.
28Ciudad desmantelada y sin muralla
el hombre que no domina su pasión.
26–1No le va bien la nieve al verano,
ni la lluvia al momento de la cosecha,
ni el honor al necio.
2Como gorrión que aletea, como golondrina sin nido,
la maldición injusta no va a ninguna parte.
3Para el caballo el látigo, para el burro el freno,
para la espalda del necio un garrote.
4No respondas al necio según su locura,
no te vayas a igualar a él;
5responde al necio haciéndole ver su locura,
para que no se crea que es inteligente.
6Se corta las piernas y bebe vinagre
quien envía mensajes por medio de un necio.
7Como son inseguras las piernas del inválido,
así un proverbio en la boca del necio.
8Quiere sujetar una piedra en la honda
quien concede honores a un necio.
9Rama de espino en manos de un borracho
es un proverbio en boca de un necio.
10Arquero que hiere a cualquiera que pasa
el que contrata a un necio o a un borracho.
11Perro que vuelve a su vómito
es el necio que insiste en sus estupideces.
12¿Has visto a uno que se tiene por sabio?
De un necio se puede esperar más.
13Dice el perezoso: Hay un león en el camino,
hay una fiera en la calle.
14La puerta gira en sus bisagras,
el perezoso en la cama.
15El flojo mete la mano en el plato
y lo cansa llevársela a la boca.
16El perezoso se cree más sabio
que siete personas que saben responder.
17Agarra un perro por las orejas
quien se mete en una discusión ajena.
18Como un loco que tira
flechas y lanzas mortales,
19así es el que engaña a su amigo
y luego le dice: Era en broma.
20Si se acaba la leña, se apaga el fuego;
si no está el chismoso, se acaba la discusión.
21Para hacer brasas, carbón, y para hacer fuego, leña;
para entablar una pelea, el pendenciero.
22Las palabras del chismoso son como golosinas
que bajan hasta lo profundo de las entrañas.
23Barniz que recubre la vasija de barro
son las palabras melosas de un corazón perverso.
24Disimula con los labios el que odia,
mientras que por dentro medita engaños;
25aunque te hable con ternura, no le creas,
lleva dentro siete maldades;
26aunque encubra el odio con disimulo,
su maldad se descubrirá en la asamblea.
27El que cava una fosa caerá en ella,
al que hace rodar una piedra le caerá encima.
28Lengua mentirosa duplica los daños,
boca que adula empuja a la ruina.
27–1No te gloríes del mañana,
no sabes lo que traerá el mañana.
2Que te alabe el extraño, y no tu boca;
el desconocido, y no tus labios.
3Pesada es la piedra y también la carga de arena:
más pesado es el mal genio del necio.
4Cruel es el enojo, destructiva la ira,
pero, ¿quién resistirá a los celos?
5Más vale corrección hecha con franqueza
que cariño falso.
6Más se puede confiar en el amigo que hiere,
que en el beso del enemigo.
7El que tiene el estómago lleno pisotea el panal,
para el hambriento hasta lo amargo es dulce.
8Pájaro escapado del nido
es el vagabundo lejos de su hogar.
9Perfume e incienso alegran el corazón,
el consejo del amigo endulza el ánimo.
10No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre,
no vayas con tus problemas a casa de tu hermano.
Más vale vecino cerca que hermano lejos.
11Ten juicio, hijo mío; dame esa alegría,
y podré responder a los que me ofenden.
12El prudente ve el peligro y lo evita,
el imprudente sigue adelante y lo paga.
13Toma la ropa de quien salió fiador por un desconocido
y quedó empeñado por un extraño.
14Quien saluda al vecino de madrugada y a gritos
es como si lo maldijera.
15Gotera continua en día de chaparrón
y mujer pendenciera se parecen:
16querer sujetarla es sujetar el viento
y agarrar aceite con la mano.
17El hierro afila al hierro,
el hombre en el trato con su prójimo.
18Quien cuida una higuera comerá higos,
quien custodia a su jefe recibirá honores.
19Como el rostro se refleja en el agua,
así el hombre en su conciencia.
20Infierno y Abismo son insaciables,
insaciables son los ojos del hombre.
21La plata en el horno, el oro en el crisol,
y el hombre en la boca de quien lo alaba.
22Aunque machaques al necio en un mortero,
no le quitarás su estupidez.
23Observa bien el aspecto de tus ovejas
y fíjate en tus rebaños;
24porque la fortuna no dura siempre
ni la corona de generación en generación.
25Nace la hierba, asoma el césped,
se recoge el pasto de los montes;
26tus ovejas te dan vestido,
tus cabritos dinero para comprarte un campo,
27las cabras leche para alimentarte tú y tu familia
y para mantener a tus criadas.
28–1El malvado huye sin que lo persigan,
el honrado va seguro como un león.
2Por los crímenes de un país se multiplican sus jefes;
con un hombre prudente y experto se mantiene el orden.
3Pobre que explota a los pobres
es lluvia torrencial que no da pan.
4Los que abandonan la ley alaban al malvado,
los que cumplen la ley rompen con ellos.
5Los malvados no entienden la justicia,
el que consulta al Señor lo entiende todo.
6Más vale pobre y honrado
que rico malintencionado.
7El que cumple la ley es prudente,
el que se junta con depravados avergüenza a su padre.
8El que aumenta sus riquezas prestando a usura
acumula para el que se compadece de los pobres.
9Si uno aparta sus oídos de la ley,
también su oración será aborrecida.
10El que extravía a los rectos por el mal camino
caerá en su propia trampa.
11El rico se cree sabio,
pero el pobre con inteligencia lo conoce a fondo.
12Cuando triunfan los honrados hay fiesta;
cuando se imponen los malvados, se esconde la gente.
13El que oculta sus crímenes no prosperará,
el que los confiesa y se arrepiente será perdonado.
14Dichoso el hombre que teme siempre al Señor,
pero el terco caerá en la desgracia.
15León rugiente y oso hambriento
es el gobernante malvado para los pobres.
16Un príncipe imprudente oprime a muchos;
el que odia el lucro prolongará sus años.
17El hombre culpable de homicidio
corre a la tumba: ¡nadie lo detenga!
18El de conducta recta se salva,
el que camina por atajos caerá en la trampa.
19El que cultiva su campo se saciará de pan,
el que sigue ilusiones se hartará de miseria.
20Hombre sincero, rico en bendiciones;
el que tiene apuro por enriquecerse no quedará sin castigo.
21No es justo discriminar a la gente:
por un pedazo de pan el hombre comete un crimen.
22El avaro se apura por enriquecerse
y no sabe que le llegará la miseria.
23El que reprende a otro será más estimado
que el de lengua aduladora.
24El que roba a sus padres y dice: No he pecado,
hace compañía al criminal.
25El que ambiciona mucho provoca peleas,
el que confía en el Señor prosperará.
26El que se fía de sí mismo es un necio,
el que procede con sabiduría está a salvo.
27El que da al pobre no pasará necesidad,
el que se desentiende se llenará de maldiciones.
28Cuando se imponen los malvados, uno se esconde;
cuando desaparecen, prosperan los honrados.
29–1El hombre que se enoja cuando lo corrigen
fracasará de improviso y sin remedio.
2Cuando gobiernan los honrados se alegra el pueblo,
cuando mandan los malvados se queja el pueblo.
3El que ama la sabiduría alegra a su padre,
el que se junta con rameras malgasta su fortuna.
4Un rey justo hace estable el país,
el que lo carga de impuestos lo arruina.
5El hombre que adula a su compañero
tiende una trampa a sus pasos.
6El crimen del malvado es su propia trampa;
pero el honrado vive alegre.
7El justo atiende a la causa de los pobres,
el malvado no comprende nada.
8Los provocadores agitan la ciudad,
los sabios calman los ánimos.
9Cuando el sabio pleitea con el necio,
aunque se enoje o se ría, no consigue nada.
10Los sanguinarios odian al hombre de bien,
los honrados cuidan de su vida.
11El necio da rienda suelta a toda su pasión,
y el sabio acaba por refrenarla.
12El gobernante que hace caso de calumnias
tendrá a criminales por ministros.
13El pobre y el usurero tienen algo en común:
el Señor da luz a los ojos de ambos.
14Cuando un rey juzga lealmente a los necesitados,
su trono está firme por siempre.
15Palos y correcciones procuran sabiduría,
muchacho consentido avergüenza a su madre.
16Cuando mandan los malvados aumentan los crímenes,
pero los honrados los verán caer.
17Corrige a tu hijo y te dará descanso
y satisfacciones.
18Donde no hay profeta, el pueblo queda sin freno;
pero dichoso el que guarda la ley.
19A un esclavo no se lo corrige con palabras,
aunque entienda no hará caso.
20¿Has visto a un hombre que habla sin parar?
Más se puede esperar de un necio.
21El que consiente al esclavo cuando muchacho,
al final lo lamentará.
22Hombre impulsivo aviva las peleas,
el violento muchedumbre de crímenes.
23La soberbia de un hombre lo humillará,
el humilde conservará su honor.
24El que va a medias con el ladrón se odia a sí mismo:
aunque oye maldiciones no lo denuncia.
25El que teme a los hombres caerá en la trampa,
el que confía en el Señor vivirá seguro.
26Muchos buscan el favor del que manda,
pero la sentencia viene de Dios.
27El criminal es aborrecido por los honrados,
el hombre recto es aborrecido por el malvado.
SEXTA COLECCIÓN
30–1Máximas de Agur, hijo de Yaqué, el masaíta.
Oráculo del varón: Me he fatigado, oh Dios,
me he fatigado y me rindo;
2porque soy muy torpe, menos que hombre,
y no tengo inteligencia humana,
3no he aprendido a ser sabio
ni he llegado a comprender al Santo.
4¿Quién subió al cielo y luego bajó?,
¿quién recogió el viento en el puño?,
¿quién encerró el mar en una capa?,
¿quién fijó los confines del mundo?
¿Cuál es su nombre y su apellido, si lo sabes?
5Cada Palabra de Dios es verdadera,
él es escudo para los que se refugian en él.
6No añadas nada a sus dichos,
no sea que te reprenda y quedes como mentiroso.
7Dos cosas te he pedido a ti;
no me las niegues mientras viva:
8aleja de mí falsedad y mentira;
no me des riqueza ni pobreza,
concédeme sólo el pan necesario;
9no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo:
¿Quién es el Señor?;
no sea que necesitado robe
y abuse del Nombre de mi Dios.
10No calumnies al siervo ante su amo:
te maldecirá y serás castigado.
11Gente que maldice a su padre
y no bendice a su madre,
12gente que se considera limpia
y no se lava su inmundicia,
13gente de ojos engreídos
y mirada altanera,
14gente con navajas por dientes
y cuchillos por mandíbulas,
para extirpar de la tierra a los humildes
y del suelo a los pobres.
15La sanguijuela tiene dos hijas:
Dame y Dame.
Tres cosas hay insaciables
y una cuarta que no dice: Basta:
16El Abismo, el vientre estéril,
la tierra que no se harta de agua,
y el fuego que no dice: Basta.
17Al que se burla de su padre
y rehúsa obediencia a su madre,
que le saquen los ojos los cuervos
y se los coman los buitres.
18Hay tres cosas que me asombran
y una cuarta que no comprendo:
19el camino del águila por el cielo,
el camino de la serpiente por la roca,
el camino de la nave por el mar,
el camino del hombre por la mujer.
20Así procede la adúltera:
come, se limpia la boca y dice:
No he hecho nada malo.
21Por tres cosas tiembla la tierra
y la cuarta no la puede soportar:
22siervo que llega a rey,
necio que tiene comida de sobra,
23mujer aborrecida que encuentra marido,
esclava que ocupa el lugar de su señora.
24Cuatro seres pequeños hay en el mundo
más sabios que los sabios:
25las hormigas, pueblo débil
que asegura su comida en verano;
26los tejones, pueblo sin fuerza
que hace madriguera en las rocas;
27las langostas, que no tienen rey
y avanzan todas en formación;
28las lagartijas, que se agarran con la mano
y entran en palacios reales.
29Hay tres seres de buen andar
y un cuarto de paso majestuoso:
30el león, el más valiente de los animales,
que no retrocede ante nadie;
31el gallo, que camina erguido; también el chivo;
el rey al frente de su ejército.
32Si te has dado importancia, por irreflexión o deliberadamente,
tápate la boca:
33aprietas la leche y sale manteca,
aprietas la nariz y sale sangre,
aprietas la ira y salen peleas.
SÉPTIMA COLECCIÓN
31–1Máximas de Lemuel, rey de Masá, que le enseñó su madre.
2¿Qué es eso, hijo mío?
¿Qué es eso, hijo de mis entrañas?
¿Qué es eso, hijo de mis promesas?
3No gastes tu fuerza con mujeres
ni tu vigor con las que corrompen a reyes.
4No es de reyes, Lemuel,
no es de reyes darse al vino
ni de gobernantes darse al licor,
5porque beben y olvidan la ley
y violan el derecho de los más humildes.
6Deja el licor al vagabundo
y el vino al que está triste:
7que beba y olvide su miseria,
que no se acuerde de sus penas.
8Abre tu boca a favor del mudo,
habla en defensa del indefenso;
9abre tu boca y da sentencia justa
defendiendo al pobre y al desgraciado.
A 10Una mujer hacendosa, ¿quién la encontrará?
Vale mucho más que las perlas.
B 11Su marido confía en ella
y no le falta nunca nada.
G 12Le trae ganancias y no pérdidas
todos los días de su vida.
D 13Adquiere lana y lino,
sus manos trabajan a gusto.
H 14Es como nave mercante
que importa el grano de lejos.
W 15Todavía de noche se levanta
para dar la ración a sus criados
y la porción a sus criadas.
Z 16Examina un terreno y lo compra,
con lo que ganan sus manos planta una viña.
H 17Se ciñe la cintura con firmeza
y despliega la fuerza de sus brazos.
T 18Cuida de que su negocio marche bien
y aun de noche no se apaga su lámpara.
Y 19Extiende la mano para hilar
y con sus dedos fabrica el tejido.
K 20Abre sus palmas al necesitado
y extiende sus manos al pobre.
L 21Si nieva no teme por los empleados,
porque todos llevan trajes forrados.
M 22Confecciona mantas para su uso,
se viste de lino y púrpura.
N 23En la plaza su marido es respetado
cuando se sienta entre los ancianos del pueblo.
S 24Teje sábanas y las vende,
provee de cinturones a los comerciantes.
‘ 25Está vestida de fuerza y dignidad,
sonríe ante el día de mañana.
P 26Abre la boca juiciosamente
y su lengua enseña con bondad.
S 27Vigila lo que hacen sus empleados,
no come lo que no ha ganado.
Q 28Sus hijos se levantan para felicitarla,
su marido proclama su alabanza:
R 29Muchas mujeres han dado prueba de lo que valen,
pero tú las superas a todas.
S 30Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura,
la mujer que respeta al Señor merece alabanza.
T 31Felicítenla por el éxito de su trabajo,
que sus obras la alaben en la plaza.