Capítulos del Nahún

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NAHÚN

 

1 1Oráculo contra Nínive: texto de la visión de Nahún de Elcas.

Teofanía y juicio

(Miq 1,2-7; Hab 3)

2El Señor es un Dios

      celoso y justiciero,

      el Señor sabe enfurecerse

      y tomar venganza.

      El Señor se venga

      de sus adversarios,

      y guarda rencor contra sus enemigos.

3El Señor es paciente y es poderoso,

      el Señor nada deja sin castigo.

      Camina en el huracán y la tormenta,

      las nubes son el polvo de sus pasos.

4Ruge contra el mar y lo seca

      y evapora todos los ríos;

      aridecen el Basán y el Carmelo

      y se marchita la flor del Líbano.

5Las montañas tiemblan ante él,

      las colinas se estremecen.

      En su presencia se levanta la tierra,

      el mundo y todos sus habitantes.

6¿Quién resistirá su enojo,

      quién aguantará su ira ardiente?

      Su furor se derrama como fuego

      y las rocas se rompen ante él.

7El Señor es bueno,

      atiende a los que se refugian en él,

8es refugio en el peligro,

      cuando llega la inundación.

      Extermina a sus contrarios,

      empuja a las tinieblas al enemigo;

9¿Qué traman contra el Señor?

      Su adversario

      no se levantará dos veces,

      porque él lo aniquilará.

10Los que se emborrachan en festines

      serán consumidos

      como maraña de espinos,

      como montón de paja seca.

11De ti salió el que tramaba maldades

      contra el Señor,

      el consejero siniestro.

12Así dice el Señor:

      Aunque sean muchos y estén sanos,

      serán cortados y desaparecerán;

      si te afligí, ya no te afligiré más.

13Porque ahora romperé

      el yugo que te oprime,

      haré saltar tus cadenas.

14El Señor lo ha dispuesto para ti:

      ningún descendiente

      continuará tu nombre.

      Te despreciarán,

      pero te daré un sepulcro.

      En el templo de tu Dios

      aniquilaré ídolos e imágenes.

Fiesta en Jerusalén

(Is 52,7-10)

2 1Miren, ya se acerca por los cerros

el mensajero que anuncia la paz;

Celebra tu fiesta, Judá,

cumple tus promesas,

que el Criminal

no volverá a atravesarte

porque ha sido aniquilado;

3porque el Señor restablece

      la gloria de Jacob, la gloria de Israel,

      a quien habían asaltado salteadores,

      destruyendo sus ramas.

Asalto y conquista de Nínive

(Is 14,24-27)

2Que te asaltan los arietes

      y se estrecha el cerco:

      vigila las entradas,

      prepárate para luchar

      y redobla tus fuerzas.

4El escudo de la tropa está rojo

      y los soldados visten de púrpura,

      reluce en los carros

      el brillo del acero

      cuando se forman para la batalla.

5Los jinetes vertiginosos,

      los carros enloquecidos

      se lanzan por calles

      y callejas revolviéndose

      como antorchas o relámpagos.

6Convoca a sus capitanes

      que tropiezan unos con otros,

      al correr hacia las murallas

      y se asegura la defensa.

7Se abren las compuertas de los ríos

      y el palacio se derrumba;

8hacen formar y salir a los cautivos,

      conducen a las esclavas,

      que se golpean el pecho

      gimiendo como palomas.

9Nínive es un estanque

      cuyas aguas se escapan:

      ¡Deténganse, deténganse!,

      pero nadie se vuelve.

10Roben la plata, roben el oro,

      la riqueza es inacabable,

      qué abundancia de toda clase

      de objetos preciosos.

11¡Destrucción, desolación,

      devastación!

      El valor se funde,

      vacilan las rodillas,

      se estremecen los cuerpos,

      el rostro pierde el color.

12¿Dónde está la cueva de los leones,

      el pastizal de los cachorros;

      adonde iban sin asustarse

      el león con la leona y sus crías?

13El león que hacía presas

      para sus cachorros

      y despedazaba para sus leonas,

      su cueva se llenaba de víctimas,

      su guarida de despojos.

14¡Aquí estoy yo contra ti!

      –oráculo del Señor de los ejércitos–.

      Arderán humeando tus carros

      y la espada devorará tus cachorros,

      extirparé de la tierra tus presas

      y no volverá a sonar

      la voz de tus mensajeros.

Ciudad sanguinaria

(Ez 22)

3 1¡Ay de la ciudad

sanguinaria y traidora,

      repleta de rapiñas,

      insaciable de despojos!

2Escuchen: látigos, estrépito de ruedas,

      caballos al galope, carros rebotando,

3jinetes al asalto, brillar de espadas,

      relampagueo de lanzas,

      multitud de heridos,

      masas de cadáveres, cadáveres sin fin,

      se tropieza en cadáveres.

4Por las muchas fornicaciones

      de la prostituta,

      tan hermosa y hechicera,

      que vendía pueblos

      con sus fornicaciones

      y tribus con sus hechicerías;

5¡aquí estoy yo contra ti!

      –oráculo del Señor de los ejércitos–.

      Te levantaré hasta la cara las faldas,

      enseñando tu desnudez

      a los pueblos,

      tu vergüenza a los reyes.

6Te arrojaré basura encima

      y te expondré a la pública deshonra.

7Los que te vean

      se apartarán de ti diciendo:

      Desolada está Nínive,

      ¿quién la compadecerá?

      ¿Dónde encontrar quien la consuele?

Tú como ella

8¿Eres tú mejor que No-Amón,

      señora del Nilo, rodeada de aguas?

      Su fortaleza era el mar,

      las aguas su muralla,

9incontables nubios,

      egipcios sin número,

      libios y nubios eran sus defensores.

10También ella fue al destierro,

      marchó prisionera,

      sus hijos fueron estrellados

      en las encrucijadas,

      se rifaron a los nobles

      y encadenaron a los notables.

11También tú te embriagarás

      y te esconderás,

      también tú buscarás asilo

      lejos del enemigo.

12Tus fortalezas son higueras

      cargadas de higos maduros,

      al sacudirlas caen

      en la boca que las come.

13Mira, tus soldados se han vuelto

      mujeres frente al enemigo;

      abiertas están

      las puertas de tu territorio

      y el fuego ha consumido los cerrojos.

No hay remedio

14Junta agua para el asedio,

      fortifica las defensas,

      pisa lodo, aplasta arcilla,

      métela en el molde:

15que el fuego te consumirá,

      como devora la langosta,

      y la espada te aniquilará:

      aunque te multipliques

      como la langosta,

      te multipliques

      como los saltamontes,

16la langosta muda la piel y vuela;

      aunque sean tus comerciantes

      más que las estrellas del cielo,

17tus capitanes como langostas,

      tus jefes como insectos,

      posados en la tapia durante el frío,

      al brillar el sol se marchan

      sin dejar huella.

18Tus pastores, rey de Asiria,

      se han dormido

      y tus capitanes se han tumbado,

      la tropa está dispersa por los montes

      y no hay quien la reúna.

19No hay remedio para tu herida,

      tu herida es insanable.

      Los que oyen noticias tuyas

      aplauden,

      pues, ¿quién no ha experimentado

      tu perpetua maldad?