Capítulos del Miqueas

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MIQUEAS

 

1 1Palabra del Señor que recibió Miqueas, el de Moréset, durante los reinados de Yotán, Acaz y Ezequías de Judá. Visión sobre Samaría y Jerusalén.

Teofanía de juicio

(Nah 1; Hab 3; Sal 76)

2Escuchen, pueblos todos;

      pongan atención,

      tierra y los que la pueblan:

      que el Señor sea testigo

      contra ustedes,

      el Señor en su santo templo.

3Miren al Señor

      que sale de su morada

      y desciende y camina

      sobre las alturas de la tierra.

4Bajo él se derriten los montes

      y los valles se resquebrajan,

      como cera junto al fuego,

      como agua que se derrama

      por una cuesta.

5Todo por el delito de Jacob,

      por los pecados de Israel.

      ¿Cuál es el delito de Jacob?,

      ¿no es Samaría?

      ¿Cuál es el santuario

      pagano de Judá?,

      ¿no es Jerusalén?

6Pues reduciré Samaría

      a un campo de ruinas,

      una tierra para plantar viñedos,

      arrastraré al valle sus piedras

      y desnudaré sus cimientos.

7Todos sus ídolos serán triturados

      y sus ofrendas quemadas,

      arrasaré todas sus imágenes;

      las reunió

      como precio de prostitución,

      otra vez serán precio de prostitución.

Lamento del profeta

8Por eso gimo y me lamento,

      camino descalzo y desnudo,

      hago duelo como aúllan los chacales

      y gimo como los avestruces.

9Insanable es la herida

      que ha sufrido Judá,

      llegó hasta la capital de mi pueblo,

      hasta Jerusalén.

Duelo de las poblaciones

(Is 10,28-34; Sof 2,4-9)

10No lo cuenten en Gat,

      no lloren en El Llanto,

      en Bet-Apar revuélquense en el lodo,

11la población de Sapir

      se aparta desnuda y avergonzada,

      la población de Sanan no sale,

      hay duelo en Bet-Esel,

porque les quitan su apoyo,

12muy enferma

      está la población de Marot,

      porque el Señor arroja la desgracia

      sobre Jerusalén, la capital;

13enganchen al carro los caballos,

      población de Laquis

      –allí comenzó el pecado de Sión,

      allí se encontraban

      los delitos de Israel–;

14despídanse de Moraste Gat,

      Bet-Aczib ha defraudado

      a los reyes de Israel,

15te enviaré un heredero,

      población de Maresa;

      la tropa de Israel se refugia en Adulán.

16Rápate, aféitate,

      por tus hijos adorados,

      hazte una calva ancha

      como la de un águila,

      porque te los han desterrado.

Primera denuncia

(Is 5; Am 5)

2 1¡Ay, de los que planean maldades

y traman iniquidades en sus camas!

      Al amanecer las ejecutan,

      porque tienen poder.

2Codician campos y los roban,

      casas y las ocupan,

      oprimen al jefe de familia

      y a su casa,

      al propietario y a su herencia.

3Por eso así dice el Señor:

      Miren, yo planeo una desgracia

      contra esa gente,

      de la que no podrán

      apartar el cuello,

      ni podrán caminar erguidos,

      porque es un tiempo de desgracias.

4Aquel día entonarán contra ustedes

      una sátira,

      cantarán una lamentación:

      ¡Ay, que me roba

      y vende la propiedad familiar!

      Nos apresa y reparte nuestras tierras,

      ¡Estamos perdidos!

5Así no tendrás a nadie

      que distribuya la tierra

      en la asamblea del Señor

Los profetas

(Jr 23; Ez 34)

6No deliren –deliran ellos–

      no deliren diciendo:

      No llegará la humillación.

7–¿Está maldita la casa de Jacob?

      ¿Se ha acabado

      la paciencia del Señor

      o van a ser tales sus acciones?

      ¿No son buenas mis palabras

      para el que procede rectamente?

8Antiguamente mi pueblo se levantaba

      contra el enemigo,

      ahora arrancan túnica y manto

      a quien transita confiado,

      al regresar de la guerra.

9Echan del hogar querido

      a las mujeres de mi pueblo

      y a sus niños les quitan

      para siempre mi honor.

10¡Levántense y caminen!

      que este no es sitio de reposo

      porque está contaminado,

      está hipotecado y exigen la hipoteca.

11Si viniera un profeta diciendo engaños:

      Te invito a vino y licor,

      sería un profeta digno de este pueblo.

El rebaño reunido: falsos profetas

12Yo te reuniré todo entero, Jacob;

      congregaré tus supervivientes, Israel;

      los juntaré como ovejas en un corral,

      como rebaño en la pradera,

      y se oirá el barullo de la multitud.

13Delante avanza el que abre camino,

      los demás lo siguen,

      atraviesan la puerta y salen:

      delante marcha su rey,

      el Señor a la cabeza.

Segunda denuncia

(Is 1,17-23; Jr 22,13-17)

3 1Pero yo digo:

Escúchenme, jefes de Jacob,

      príncipes de Israel:

2¿no les toca a ustedes

      ocuparse del derecho,

      ustedes que odian el bien

      y aman el mal?

      Arrancan la piel del cuerpo,

      la carne de los huesos,

3se comen la carne de mi pueblo,

      le arrancan la piel,

      le rompen los huesos, lo cortan

      como carne para la olla,

      como ración para la cacerola.

4Pero cuando griten al Señor,

      no les responderá,

      les ocultará el rostro entonces

      por sus malas acciones.

Los profetas y el profeta

(Ez 13)

5Así dice el Señor a los profetas

      que extravían a mi pueblo:

      Cuando tienen algo que morder,

      anuncian paz,

      y declaran una guerra santa

      a quien no les llena la boca.

6Por eso llegará una noche sin visión,

      oscuridad sin oráculo;

      se pondrá el sol para los profetas

      oscureciendo el día;

7los videntes avergonzados,

      los adivinos sonrojados

      se taparán la barba,

      porque Dios no responde.

8Yo, en cambio, estoy lleno de valor,

      de Espíritu del Señor,

      de justicia, de fortaleza,

      para denunciar

      sus crímenes a Jacob,

      sus pecados a Israel.

Denuncia y sentencia

9Escúchenme, jefes de Jacob,

      príncipes de Israel:

      ustedes que desprecian la justicia

      y tuercen el derecho,

10edifican con sangre a Sión,

      a Jerusalén con crímenes.

11Sus jueces juzgan por soborno,

      sus sacerdotes predican a sueldo,

      sus profetas adivinan por dinero;

      y encima se apoyan en el Señor

      diciendo: ¿No está el Señor

      en medio de nosotros?

      No nos sucederá nada malo.

12Pero por su culpa

      Sión será un campo arado,

      Jerusalén será una ruina,

      el monte del templo,

      un cerro de malezas.

Restauración: el monte del templo

(Is 2,2-4)

4 1[M]–Al final de los tiempos

estará firme

      el monte de la casa del Señor,

      en la cima de los montes,

      encumbrado sobre las montañas.

2Hacia él confluirán las naciones,

      caminarán pueblos numerosos;

      dirán: Vengan,

      subamos al monte del Señor,

      a la casa del Dios de Jacob;

      él nos instruirá en sus caminos

      y marcharemos por sus sendas;

      porque de Sión saldrá la ley,

      de Jerusalén la Palabra del Señor.

3Será el árbitro de muchas naciones,

      el juez de numerosos pueblos.

      De las espadas forjarán arados;

      de las lanzas, podaderas.

      No alzará la espada

      pueblo contra pueblo,

      no se adiestrarán para la guerra.

4Se sentará cada uno

      bajo su parra y su higuera,

      sin sobresaltos

      –lo ha dicho el Señor Todopoderoso–.

5[F]–Todos los pueblos caminan

      invocando a su dios,

      nosotros caminamos

      invocando siempre

      al Señor, nuestro Dios.

El resto y el Señor rey

6[M]–Aquel día –oráculo del Señor–

      reuniré a los inválidos,

      congregaré los dispersos

      a los que maltraté:

7haré de los inválidos el resto,

      los desterrados serán

      un pueblo numeroso.

      Sobre ellos reinará el Señor

      en el monte Sión

      desde ahora y por siempre.

8[F]–Y tú, Torre del Rebaño,

      colina de Sión,

      recibirás el poder antiguo,

      el reino de la capital, Jerusalén.

9Y ahora, ¿por qué gritas quejándote?

      ¿No tienes rey,

      te falta el consejero?

      ¿Por qué te retuerces

      como parturienta?

10[M]–Retuércete como parturienta,

      expulsa, Sión,

      porque ahora saldrás de la ciudad

      para vivir en descampado;

      irás a Babilonia y de allí te sacarán,

      te rescatará el Señor

      de manos enemigas.

11[F]–Ahora se alían contra ti

      muchas naciones diciendo:

      Estás profanada,

      gocemos del espectáculo de Sión;

12pero no entienden los planes del Señor,

      no comprenden sus designios:

      que los junta

      como gavillas en el campo.

13Arriba, trilla, Sión:

      te daré cuernos de hierro

      y pezuñas de bronce,

      para que tritures a muchos pueblos;

      consagrarás al Señor sus ganancias,

      su riqueza al Dueño de la tierra.

14[M]–Ahora se juntan en tropeles,

      nos ponen asedio,

      con el bastón de mando

      golpean en la mejilla

      al Juez de Israel.

 

5 1Pero tú, Belén de Efrata,

pequeña entre las aldeas de Judá,

      de ti sacaré

      el que ha de ser jefe de Israel:

      su origen es antiguo,

      de tiempo inmemorial.

2Por eso el Señor los abandonará

      hasta que la madre dé a luz

      y el resto de los hermanos

      vuelva a los israelitas.

3De pie pastoreará

      con la autoridad del Señor,

      en nombre de la majestad

      del Señor, su Dios;

      y habitarán tranquilos,

      cuando su autoridad se extienda

      hasta los confines de la tierra.

4[F]–La paz vendrá así:

      Si Asiria se atreve

      a invadir nuestro país

      y pisar nuestros palacios,

      le enfrentaremos siete pastores,

      ocho capitanes,

5que pastorearán Asiria con la espada,

      y Nimrod con la daga.

      Así nos librará de Asiria,

      cuando invada nuestro país

      y pise nuestro territorio.

6[M]–El resto de Jacob será

      en medio de muchas naciones

      como rocío del Señor,

      como llovizna sobre el césped,

      que no tiene que esperar

      a los hombres ni aguardar a nadie.

7[F]–El resto de Jacob

      será en medio de muchas naciones

      como un león entre fieras salvajes,

      como cachorro

      en un rebaño de ovejas,

      que penetra y pisotea

      y hace presa, sin que nadie lo toque.

8¡Alza tu mano contra los agresores

      y sean aniquilados

      todos tus enemigos!

9[M]–Aquel día –oráculo del Señor–

      les aniquilaré su caballería

      y destruiré sus carros,

10aniquilaré sus ciudades

      y arrasaré las fortalezas,

11aniquilaré en tus manos

      tus hechicerías

      y no te quedarán adivinos,

12aniquilaré en medio de ti

      ídolos y piedras conmemorativas

      y no adorarás

      las obras de tus manos,

13derribaré en medio de ti tus ídolos

      y acabaré con tus bosques sagrados.

14Con ira y cólera tomaré venganza

      de las naciones que no obedezcan.

Llamada a juicio

(Sal 50)

6 1Escuchen lo que dice el Señor:

Levántate,

      llama a juicio a los montes,

      que las colinas escuchen tu voz.

2Escuchen, montes, el juicio del Señor,

      firmes cimientos de la tierra:

      el Señor entabla juicio con su pueblo,

      pleitea con Israel.

3Pueblo mío,

      ¿qué te hice, en qué te molesté?

      Respóndeme.

4Te saqué de Egipto,

      te redimí de la esclavitud,

      enviando por delante

      a Moisés, Aarón y María.

5Pueblo mío, recuerda

      lo que planeaba Balac, rey de Moab,

      y cómo respondió Balaán,

      hijo de Beor;

      recuerda desde Sittim a Guilgal,

      para que comprendas

      que el Señor tiene razón.

Compensación cúltica

6–¿Con qué me presentaré al Señor,

      inclinándome al Dios del cielo?

      ¿Me presentaré con holocaustos,

      con terneros de un año?

7¿Aceptará el Señor

      un millar de carneros

      o diez mil arroyos de aceite?

      ¿Le ofreceré mi primogénito

      por mi culpa

      o el fruto de mi vientre

      por mi pecado?

8–Hombre, ya te he explicado

      lo que está bien,

      lo que el Señor desea de ti:

      que defiendas el derecho

      y ames la lealtad,

      y que seas humilde con tu Dios.

9a¡Qué acierto es respetarte a ti!

Denuncias y amenazas

(Sal 140)

9b¡Oigan! El Señor llama a la ciudad,

      escuchen, tribus y sus asambleas:

10–¿Voy a tolerar la casa del malvado

      con sus tesoros mal adquiridos,

      con sus medidas

      rebajadas e indignantes?,

11¿voy a absolver

      las balanzas con trampa

      y una bolsa de pesas falsas?

12Los ricos están llenos de violencias,

      la población miente,

      tienen en la boca

      una lengua embustera.

13Por eso yo voy

      a comenzar a golpearte

      y a devastarte por tus pecados:

14comerás sin saciarte,

      te retorcerás por dentro;

      si apartas algo, se echará a perder;

      si se conserva,

      lo entregaré a los guerreros;

15sembrarás y no cosecharás,

      pisarás la aceituna y no te ungirás,

      pisarás la uva y no beberás vino.

16Ustedes observan los decretos de Omrí

      y las prácticas de Ajab;

      siguen sus consejos;

      así que los devastaré,

      entregaré la población a la burla

      y tendrán que soportar

      la afrenta de mi pueblo.

Discurso del profeta

7 1¡Ay de mí!

Me sucede como al que rebusca

      terminada la vendimia:

      no quedan racimos que comer

      ni brevas, que tanto me gustan;

2han desaparecido del país

      los hombres leales,

      no queda un hombre honrado;

      todos acechan para matar,

      se tienden redes unos a otros;

3sus manos

      son buenas para la maldad:

      el príncipe exige, el juez se soborna,

      el poderoso declara sus ambiciones;

4se retuerce la bondad como espinos

      y la rectitud como zarzales.

      El día de la cuenta

      que anuncia el centinela

      llegará: pronto llegará la desgracia.

5No se fíen del prójimo,

      no confíen en el amigo,

      guarda la puerta de tu boca

      de la que duerme en tus brazos;

6porque el hijo deshonra al padre,

      se levantan la hija contra la madre,

      la nuera contra la suegra

      y los enemigos de uno

      son los de su casa.

7Pero yo estoy alerta

      aguardando al Señor,

      mi Dios y salvador:

      mi Dios me escuchará.

Restauración

(Eclo 36,1-22)

8–No cantes victoria, mi enemiga:

      si caí, me levantaré;

      si me siento en tinieblas,

      el Señor es mi luz.

9Soportaré la cólera del Señor,

      porque pequé contra él,

      hasta que juzgue mi causa

      y me haga justicia;

      me sacará a la luz

      y gozaré de su justicia.

10Mi enemiga al verlo

      se cubrirá de vergüenza,

      la que me decía:

      ¿Dónde está tu Dios?

      Mis ojos gozarán pronto viéndola

      pisoteada como barro de la calle.

11–Es el día de reconstruir tu muralla,

      es el día de ensanchar tus fronteras.

12el día en que vendrán a ti

      desde Asiria hasta Egipto,

      del Nilo al Éufrates,

      de mar a mar, de monte a monte.

13El país con sus habitantes

      quedará desolado

      en pago de sus malas acciones.

14–Pastorea a tu pueblo con tu bastón,

      a las ovejas de tu propiedad,

      vecino solitario

      de los bosques del Carmelo;

      que pasten como antiguamente

      en Basán y Galaad;

15como cuando saliste de Egipto,

      muéstranos tus prodigios.

16Que los pueblos

      al verlo se avergüencen,

      a pesar de su valentía;

      que se lleven la mano a la boca

      y se tapen los oídos;

17que muerdan el polvo

      como culebras, o como insectos;

      que salgan temblando

      de sus guaridas,

      que teman y se asusten ante ti,

      Señor, Dios nuestro.

18–¿Qué Dios como tú

      perdona el pecado

      y absuelve la culpa

      al resto de su herencia?

      No mantendrá siempre la ira,

      porque ama la misericordia;

19volverá a compadecerse,

      destruirá nuestras culpas,

      arrojará al fondo del mar

      todos nuestros pecados.

20Así serás fiel a Jacob

      y leal a Abrahán,

      como lo prometiste en el pasado

      a nuestros padres.