Capítulos del Joel

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JOEL

 

1 1Palabra que el Señor dirigió a Joel, hijo de Fatuel.

 

Liturgia penitencial por una plaga

Descripción y llanto

(Éx 10; Dt 28,38-42)

2Oigan esto, jefes;

      escuchen, campesinos:

      ¿Ha sucedido

      algo semejante en sus días

      o en los días de sus antepasados?

3Cuéntenselo a sus hijos,

      sus hijos a los suyos,

      y ellos a la siguiente generación.

4Lo que dejó el saltamontes

      lo comió la langosta,

      lo que dejó la langosta

      lo comió el gusano,

      lo que dejó el gusano

      lo comió la oruga.

5Despierten, borrachos, y lloren;

      giman, bebedores,

      que les quitan el licor de la boca;

6porque un pueblo invade mi país,

      poderoso, innumerable:

      tiene dientes de león

      y quijadas de leona;

7convierte mi viñedo en desolación,

      reduce las higueras a astillas;

      pela, descorteza,

      hasta que blanquean las ramas.

8Suspira, como joven vestida de sayal,

      por el marido de su juventud;

9en el templo del Señor

      cesaron ofrenda y libación,

      hacen duelo los sacerdotes

      que sirven al Señor.

10Destruido el suelo, hace duelo la tierra:

      el grano está perdido,

      el vino seco, el aceite rancio;

11están defraudados los labradores,

      se quejan los viñadores

      por el trigo y la cebada,

      porque no hay cosecha en los campos.

12La viña está seca,

      la higuera marchita,

      y el granado y la palmera

      y el manzano;

      los árboles silvestres están secos,

      y hasta el gozo de los hombres

      se ha secado.

Duelo y súplica

(Jr 14,1-10)

13Vístanse de luto, sacerdotes;

      laméntense, ministros del altar;

      vengan a dormir en esteras,

      ministros de mi Dios,

      porque faltan en el templo

      de su Dios ofrenda y libación.

14Proclamen un ayuno,

      convoquen la asamblea,

      reúnan a los jefes

      y a todos los campesinos

      en el templo del Señor, su Dios,

      e invoquen al Señor:

15¡Ay, qué día!,

      porque está cerca el día del Señor,

      llegará como azote del Todopoderoso.

16¿No están viendo cómo falta

      en el templo de nuestro Dios

      la comida y la fiesta y la alegría?

17Se han secado las semillas

      bajo los terrones,

      los silos están desolados,

      los graneros vacíos,

      porque la cosecha se ha perdido.

18¡Cómo muge el ganado,

      las manadas de vacas están inquietas,

      porque no quedan pastos,

      y las ovejas lo pagan!

19A ti, Señor, te invoco,

      que el fuego ha consumido

      los pastos de la llanura,

      el calor ha quemado

      los árboles silvestres.

20Hasta las bestias del campo rugen a ti,

      porque están secas

      las corrientes de agua

      y el fuego ha consumido

      los pastos de la llanura.

La invasión de la langosta

2 1Toquen la trompeta en Sión,

resuene el grito

      en mi monte santo;

      tiemblen los campesinos,

      porque llega,

      ya está cerca el día del Señor;

2día de oscuridad y tinieblas,

      día de nubes y nubarrones;

      como crepúsculo

      que se extiende sobre los montes

      es el ejército denso y numeroso;

      no hubo semejante

      ni se volverá a repetir

      por muchas generaciones.

3Delante de él, el fuego devora,

      detrás de él, las llamas consumen;

      delante la tierra es un jardín,

      detrás es un desierto desolado;

      nada se salva.

4Su aspecto es de caballos,

      de jinetes que galopan;

5su estruendo, de carros

      rebotando por las montañas;

      como crepitar de llama

      que consume la paja,

      como ejército numeroso

      formado para la batalla;

6ante el cual tiemblan los pueblos,

      con los rostros enrojecidos.

7Corren como soldados,

      escalan aguerridos la muralla,

      cada cual avanza en su línea

      sin desordenar las filas;

8ninguno estorba al camarada,

      avanza cada cual por su camino,

      aunque caigan al lado flechas,

      no se desbandan.

9Asaltan la ciudad, escalan las murallas,

      suben a las casas, penetran

      como ladrones por las ventanas.

10Ante ellos tiembla la tierra

      y se conmueve el cielo,

      sol y luna se oscurecen,

      los astros retiran su resplandor.

11El Señor alza la voz

      delante de su ejército:

      son innumerables sus campamentos,

      son fuertes

      los que cumplen sus órdenes.

      Grande y terrible es el día del Señor:

      ¿quién lo resistirá?

Penitencia y súplica

12Pero ahora –oráculo del Señor–,

      conviértanse a mí de todo corazón,

      con ayuno, con llanto, con luto.

13Rasguen los corazones

      y no los vestidos;

      conviértanse al Señor su Dios;

      que es compasivo y clemente,

      paciente y misericordioso,

      y se arrepiente de las amenazas.

14Quizá se arrepienta y vuelva,

      dejando a su paso

      bendición, ofrenda y libación

      para el Señor, su Dios.

15Toquen la trompeta en Sión,

      proclamen un ayuno,

16convoquen la reunión,

      congreguen al pueblo,

      purifiquen a la asamblea,

      reúnan a los ancianos,

      congreguen a muchachos

      y niños de pecho;

      salga el esposo de la habitación,

      la esposa de su lecho nupcial;

17entre el atrio y el altar

      lloren los sacerdotes,

      digan los ministros del Señor:

      Perdona, Señor, a tu pueblo,

      no entregues tu nación al desprecio,

      no la sometan los gentiles,

      no se diga entre los pueblos:

      ¿dónde está su Dios?

18El Señor tenga celos de su tierra

      y perdone a su pueblo.

Oráculo de salvación

(Dt 28,11s)

19Entonces el Señor

      respondió a su pueblo:

      Yo les enviaré el trigo, el vino,

      el aceite en abundancia,

      ya no haré de ustedes

      el desprecio de los paganos;

20alejaré de ustedes

      al pueblo del norte,

      lo dispersaré por tierra

      árida y desolada:

      la vanguardia

      hacia el mar de oriente,

      la retaguardia

      hacia el mar de occidente;

      se esparcirá su mal olor,

      se extenderá su pestilencia,

      porque intentó hacer proezas.

21No temas, suelo; alégrate, haz fiesta,

      porque el Señor ha hecho proezas;

22no teman, fieras salvajes,

      que los prados de la llanura

      reverdecerán,

      los árboles darán sus frutos,

      la vid y la higuera darán su riqueza.

23Hijos de Sión, alégrense

      y festejen al Señor, su Dios,

      que les da la lluvia temprana

      en su justa medida,

      la lluvia tardía como antiguamente

      y derrama para ustedes el aguacero.

24Los campos se llenarán de grano,

      rebosarán las bodegas

      de vino y aceite;

25les compensaré los años

      en que devoraban la langosta,

      el saltamontes,

      la oruga y el gusano,

      mi gran ejército

      que envié contra ustedes.

26Comerán hasta saciarse

      y alabarán al Señor, su Dios,

      que hizo prodigios por ustedes;

27sabrán que yo estoy

      en medio de Israel

      y mi pueblo no quedará defraudado.

      Yo soy el Señor, su Dios,

      y no hay otro,

      y mi pueblo no quedará defraudado.

Escatología: día del Señor

(Is 24–27; 34s; Ez 38s; Zac 14; Hch 2)

3 1Después derramaré

mi espíritu sobre todos:

      sus hijos e hijas profetizarán,

      sus ancianos tendrán sueños,

      sus jóvenes verán visiones.

2También sobre criados y criadas

      derramaré mi espíritu aquel día.

3Haré prodigios en cielo y tierra:

      sangre, fuego, humareda;

4el sol aparecerá oscuro,

      la luna ensangrentada,

      antes de llegar el día del Señor,

      grande y terrible.

5Todos los que invoquen

      el Nombre del Señor se librarán:

      en el monte Sión quedará un resto

      –lo dice el Señor–,

      en Jerusalén los supervivientes

      que él convoque.

Juicio de las naciones

4 1¡Atención!, en aquellos días,

en aquel momento,

      cuando cambie la suerte

      de Judá y Jerusalén,

2reuniré a todas las naciones

      y las haré bajar al valle de Josafat:

      allí las juzgaré por sus delitos

      contra mi pueblo y herencia;

      porque dispersaron a Israel

      por las naciones,

      se repartieron mi tierra,

3se sortearon a mi pueblo,

      cambiaban un muchacho

      por una ramera,

      vendían una ramera

      por unos tragos de vino.

4También ustedes, Tiro, Sidón

      y región filistea,

      ¿qué quieren de mí?,

      ¿quieren vengarse de mí?,

      ¿van a tomar represalias contra mí?

      Pues muy pronto

      les daré su merecido:

5porque me robaron mi oro y mi plata,

      llevaron a sus templos

      mis objetos preciosos;

6vendieron los hijos de Judá y Jerusalén

      a los griegos

      para alejarlos de su territorio.

7Pero yo los sacaré del país

      donde los vendieron,

      haré recaer la paga sobre ustedes:

8venderé sus hijos e hijas a los judíos,

      y ellos los venderán

      al pueblo remoto de los sabeos

      –lo ha dicho el Señor–.

9Publiquen esto entre las naciones,

      declaren la guerra santa,

      alisten soldados,

      que vengan todos los combatientes;

10de los arados forjen espadas;

      de las podaderas, lanzas;

      diga el cobarde: Soy todo un soldado.

11Vengan, pueblos de alrededor,

      reúnanse allí:

      el Señor conducirá sus guerreros.

12Alerta, vengan las naciones

      al valle de Josafat,

      que allí me sentaré a juzgar

      a los pueblos vecinos.

13Mano a la hoz,

      madura está la cosecha:

      vengan a pisar la uva, que hay mucha;

      desbordan las cubas,

      porque abunda su maldad,

14muchedumbres y muchedumbres

      en el valle de la Decisión;

      porque llega el día del Señor

      en el valle de la Decisión.

15Sol y luna se oscurecen,

      los astros recogen su resplandor.

16El Señor rugirá desde Sión,

      alzará la voz en Jerusalén

      y temblarán cielo y tierra;

      el Señor será refugio de su pueblo,

      fortaleza de los israelitas.

17Y sabrán que yo soy el Señor, su Dios,

      que habito en Sión, mi monte santo;

      Jerusalén será santa

      y no la atravesarán extranjeros.

18Aquel día los montes manarán licor,

      las colinas destilarán leche,

      los torrentes de Judá

      irán llenos de agua;

      brotará un manantial

      en el templo del Señor

      que engrosará

      el Torrente de las Acacias.

19Egipto se volverá un desierto;

      Edom, llanura desolada,

      porque violentaron a los judíos

      y derramaron

      sangre inocente en su país.

20Judá estará habitada siempre,

      Jerusalén sin interrupción.

21Vengaré su sangre,

      no quedarán sin castigo,

      y el Señor habitará en Sión.