Capítulos del Isaías
ISAÍAS I
Visión de Isaías
1 1Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén en tiempos de Ozías, de Yotán, de Acaz y de Ezequías, reyes de Judá.
Requisitoria de Dios
y confesión del pueblo
(Am 4,6-13)
2Escuchen, cielos;
presta oído, tierra;
que habla el Señor:
He criado y educado hijos,
y ellos se han rebelado contra mí.
3Conoce el buey a su amo,
y el asno el pesebre de su dueño;
pero Israel no me conoce,
mi pueblo no recapacita.
4¡Ay, gente pecadora,
pueblo cargado de culpas,
raza de malvados,
hijos degenerados!
Han abandonado al Señor,
han despreciado al Santo de Israel,
han vuelto la espalda.
5¿Dónde seguirlos hiriendo,
si acumulan más delitos?
La cabeza es una llaga,
el corazón está agotado,
6de la planta del pie a la cabeza
no les queda parte sana:
llagas, moretones, heridas recientes,
no sanadas ni vendadas,
ni aliviadas con ungüento.
7Su país está desolado;
sus ciudades, incendiadas;
sus campos, ante sus propios ojos,
los devoran extranjeros.
¡Desolación
como en la catástrofe de Sodoma!
8Y Sión, la capital,
ha quedado
como cabaña de viñedo,
como choza de melonar,
como ciudad sitiada.
9Si el Señor Todopoderoso
no nos hubiera dejado un resto,
seríamos como Sodoma,
nos pareceríamos a Gomorra.
Segunda requisitoria
(58; Sal 50; Eclo 35)
10Escuchen la Palabra del Señor,
príncipes de Sodoma;
escucha la enseñanza de nuestro Dios,
pueblo de Gomorra.
11¿De qué me sirve
la multitud de sus sacrificios?
–dice el Señor–.
Estoy harto
de holocaustos de carneros,
de grasa de animales cebados;
la sangre de novillos,
corderos y chivos no me agrada.
12Cuando entran a visitarme
y pisan mis atrios,
¿quién exige algo de sus manos?
13No me traigan
más ofrendas sin valor,
el humo del incienso es detestable.
Lunas nuevas, sábados, asambleas...
no aguanto reuniones y crímenes.
14Sus solemnidades
y fiestas las detesto;
se me han vuelto una carga
que no soporto más.
15Cuando extienden las manos,
cierro los ojos;
aunque multipliquen las plegarias,
no los escucharé.
Sus manos están llenas de sangre.
16Lávense, purifíquense,
aparten de mi vista
sus malas acciones.
Cesen de obrar mal,
17aprendan a obrar bien;
busquen el derecho,
socorran al oprimido;
defiendan al huérfano,
protejan a la viuda.
18Entonces, vengan, y discutamos
–dice el Señor–.
Aunque sus pecados sean
como el rojo más vivo,
se volverán blancos como nieve;
aunque sean rojos como escarlata,
quedarán como lana.
19Si saben obedecer,
comerán lo sabroso de la tierra;
20si rehúsan y se rebelan,
la espada los comerá.
Lo ha dicho el Señor.
La ciudad infiel
(Jr 23; Ez 16; Os 2)
21¡Cómo se ha prostituido
la Ciudad Fiel!
Antes llena de derecho,
morada de justicia;
ahora no hay más que criminales.
22Tu plata se ha vuelto basura,
tu vino está aguado,
23tus jefes son bandidos,
socios de ladrones:
todos amigos de sobornos,
en busca de regalos.
No defienden al huérfano,
no se encargan
de la causa de la viuda.
24Por eso –oráculo del Señor Todopoderoso, el Fuerte de Israel–:
me vengaré de mis enemigos,
me desquitaré de mis adversarios.
25Volveré mi mano contra ti:
para limpiarte
de tus impurezas en el crisol
y eliminar todos tus desechos;
26te daré jueces como los antiguos,
consejeros como los de antes:
entonces te llamarás
Ciudad Justa, Ciudad Fiel.
27Sión será redimida con el derecho,
los repatriados con la justicia.
28Vendrá la ruina
para rebeldes y pecadores juntos,
los que abandonan al Señor
perecerán.
Contra los cultos idolátricos
(17,9-11; 27,11; 47,14)
29Ustedes se avergonzarán
de las encinas que amaban,
se sonrojarán
de los jardines que elegían.
30Serán como encina de hojas secas,
como jardín sin agua.
31El poderoso será un trapo,
su obra será la chispa:
arderán los dos juntos
y no habrá quien los apague.
Sión, centro del reino escatológico
(66,18-24; Miq 4,1-3; Zac 8,20-23; Sal 76; 87)
2 1Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén:
2Al final de los tiempos
estará firme el monte
de la casa del Señor,
sobresaliendo entre los montes,
encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán las naciones,
3caminarán pueblos numerosos.
Dirán: Vengan, subamos
al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob:
él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas,
porque de Sión saldrá la ley;
de Jerusalén, la Palabra del Señor.
4Será el árbitro entre las naciones,
el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados;
de las lanzas, hoces.
No alzará la espada
pueblo contra pueblo,
ya no se adiestrarán para la guerra.
5Casa de Jacob, ven,
caminemos a la luz del Señor.
Teofanía y juicio de Dios
6Has desechado a tu pueblo,
a la casa de Jacob,
porque está llena
de adivinos de oriente,
de astrólogos filisteos,
y han pactado con extraños.
7Su país está lleno de plata y oro,
y sus tesoros no tienen número;
su país está lleno de caballos,
y sus carros no tienen número;
8su país está lleno de ídolos,
y se postran
ante las obras de sus manos,
hechas con sus dedos.
9Pero el mortal será doblegado,
será humillado el hombre
y no podrá levantarse.
10Métete entre las rocas,
escóndete en el polvo,
ante el Señor terrible,
ante su majestad sublime.
11Los ojos orgullosos serán humillados,
será doblegada
la arrogancia humana;
sólo el Señor
será ensalzado aquel día,
12que es el día del Señor Todopoderoso:
contra todo lo orgulloso y arrogante,
contra todo lo alto y engreído,
13contra todos los cedros del Líbano,
contra todas las encinas de Basán,
14contra todos los montes elevados,
contra todas las colinas encumbradas,
15contra todas las altas torres,
contra todas las murallas fortificadas,
16contra todas las naves de Tarsis,
contra todos los navíos opulentos:
17será doblegado el orgullo del hombre,
será humillada la arrogancia humana;
sólo el Señor será ensalzado aquel día,
18y todos los ídolos desaparecerán.
19Métanse en las cuevas de las rocas,
en las grietas de la tierra,
ante el Señor terrible,
ante su majestad sublime,
cuando él se levante
para llenar la tierra de espanto.
20Aquel día el hombre arrojará
sus ídolos de plata; sus ídolos de oro
–que se hizo para postrarse ante ellos–,
a los ratones y a los murciélagos;
21y se meterá en huecos de las rocas
y en las hendiduras de las piedras.
Ante el Señor terrible,
ante su majestad sublime,
cuando se levante
llenando la tierra de espanto.
22Dejen de confiar en el hombre
que solo tiene
un soplo de vida en la nariz:
¿Para qué estimarlo tanto?
Anarquía en Jerusalén
(59,9-15; Ez 22)
3 1Miren que el Señor Todopoderoso
aparta de Jerusalén y de Judá
toda clase de sustento:
todo sustento de pan,
todo sustento de agua;
2capitán y soldado, juez y profeta,
adivino y anciano;
3jefe de batallón y notable,
consejero, artesano y mago
y experto en encantamientos.
4Nombraré jefes a muchachos,
los gobernarán niños.
5Se atacará la gente, unos a otros,
un hombre a su prójimo;
se amotinarán
muchachos contra ancianos,
plebeyos contra nobles.
6Un hombre agarrará a su hermano
en la casa paterna y le dirá:
Tienes un manto, sé nuestro jefe,
toma el mando de esta ruina.
7El otro protestará ese día:
No soy médico,
y en mi casa no hay pan
ni tengo manto:
no me nombren jefe del pueblo.
8Se desmorona Jerusalén,
Judá se derrumba:
porque hablaban
y actuaban contra el Señor,
rebelándose en presencia de su gloria.
9Su descaro testimonia contra ellos,
alardean de sus pecados
como Sodoma, no los ocultan:
¡ay de ellos,
que se acarrean su desgracia!
10¡Dichoso el justo: le irá bien,
comerá el fruto de sus acciones!
11¡Ay del malvado: le irá mal,
le darán la paga de sus obras!
12Pueblo mío,
a quien un niño pequeño lo tiraniza
y mujeres lo gobiernan:
pueblo mío, tus guías te extravían,
borran el trazado de tus sendas.
13El Señor se levanta a juzgar,
de pie va a sentenciar a su pueblo.
14El Señor viene a entablar un pleito
con los jefes y príncipes de su pueblo.
Ustedes han arrasado las viñas,
tienen en casa lo robado al pobre.
15¿Qué es eso?
¿Con qué derecho
aplastan a mi pueblo,
y pisotean la cara de los pobres?
–oráculo del Señor Todopoderoso–.
Contra el lujo femenino
(32,9-14; Am 4,1-3)
16Dice el Señor:
Porque se envanecen
las mujeres de Sión,
andan con el cuello estirado
provocando con la mirada,
caminan con pasos cortos
haciendo sonar
las pulseras de los pies:
17Por eso el Señor cubrirá de sarna
la cabeza de las mujeres de Sión,
el Señor desnudará sus vergüenzas.
18Aquel día
arrancará el Señor sus adornos:
pulseras de los pies,
diademas, medias lunas,
19pendientes, brazaletes, velos,
20pañuelos, cadenillas, cinturones,
frascos de perfume, amuletos,
21sortijas y anillos de nariz,
22trajes, mantos, chales, bolsos,
23vestidos de gasa y de lino,
turbantes y mantillas.
24Y tendrán:
en vez de perfume, podredumbre;
en vez de cinturón, soga;
en vez de rizos, calvicie;
en vez de sedas, un sayal;
en vez de belleza, cicatriz.
25Tus hombres caerán a espada;
tus soldados, en la guerra;
26gemirán y harán luto tus puertas,
asolada te sentarás en el suelo.
Las viudas de Jerusalén
4 1Aquel día, siete mujeres
agarrarán a un sólo hombre,
diciéndole:
Comeremos de nuestro pan,
nos vestiremos con nuestra ropa;
danos sólo tu apellido,
quita nuestra deshonra.
2Aquel día, el retoño del Señor
será joya y gloria,
y el fruto del país, honor y ornamento
para los sobrevivientes de Israel.
3A los que queden en Sión,
a los restantes en Jerusalén,
los llamarán santos: los inscritos
en Jerusalén entre los vivos.
4Cuando lave el Señor la suciedad
de las mujeres de Sión
y limpie la sangre
dentro de Jerusalén,
con un viento justiciero,
con un soplo abrasador,
5creará el Señor en todo el recinto
del Monte Sión y su asamblea
una nube de día, un humo brillante,
un fuego llameante de noche.
Toldo y tabernáculo cubrirán su gloria:
6de día serán sombra contra el calor,
reparo en el aguacero,
refugio en la tempestad.
Canto a la viña
(Os 10,1-8; Sal 80)
5 1Voy a cantar
en nombre de mi amigo
un canto de amor a su viña:
Mi amigo tenía una viña
en fértil terreno.
2Removió la tierra,
la limpió de piedras
y plantó buenas cepas;
construyó en medio una torre
y cavó un lagar.
Y esperó que diera uvas,
pero dio frutos agrios.
3Y ahora, habitantes de Jerusalén,
hombres de Judá,
por favor, sean ustedes los jueces
entre mi viña y yo.
4¿Qué más podía hacer por mi viña
que yo no lo haya hecho?
¿Por qué, esperando que diera uvas,
dio frutos agrios?
5Y ahora les diré a ustedes
lo que voy a hacer con mi viña:
quitar su valla
para que sirva de pasto,
derruir su cerca para que la pisoteen.
6La dejaré arrasada:
no la podarán ni la limpiarán,
crecerán zarzas y cardos;
prohibiré a las nubes
que lluevan sobre ella.
7La viña del Señor Todopoderoso
es la casa de Israel,
son los hombres de Judá
su plantación preferida.
Él esperó de ellos derecho,
y ahí tienen: asesinatos;
esperó justicia,
y ahí tienen: lamentos.
Amenazas contra los malvados
(Am 5,7-17; 6,1-11; Hab 2,6-20)
8¡Ay de los que añaden casas a casas
y juntan campos con campos,
hasta no dejar sitio,
y vivir ellos solos en medio del país!
9Soy testigo:
lo ha jurado el Señor Todopoderoso:
Sus muchas casas serán arrasadas,
sus palacios magníficos
quedarán deshabitados,
17pastarán corderos
como en praderas propias,
chivos cebados comerán en sus ruinas,
10diez cuadras de viña
no darán más que un tonel,
y una carga de semilla
dará solo una canasta.
11¡Ay de los que madrugan
en busca de licores,
y hasta el crepúsculo
los enciende el vino!
12Todo son cítaras y arpas,
panderetas y flautas
y vino en sus banquetes,
y no atienden a la actividad de Dios
ni se fijan en la obra de su mano.
13Y así mi pueblo, inconsciente,
va deportado;
sus nobles mueren de hambre,
y el pueblo se quema de sed.
14El abismo ensancha sus fauces,
dilata la boca sin medida:
allá bajan los nobles y el pueblo,
su tumulto y sus festejos.
15Será doblegado el mortal,
será humillado el hombre,
los ojos arrogantes serán humillados.
16El Señor Todopoderoso
será exaltado al juzgar,
el Dios santo mostrará
su santidad en la sentencia.
18¡Ay de los que arrastran a sí la culpa
con cuerdas de bueyes,
y el pecado con sogas de carretas!
19Los que dicen:
Que se dé prisa,
que apresure su obra,
para que la veamos;
que se cumpla en seguida
el plan del Santo de Israel,
para que lo comprobemos.
20¡Ay de los que llaman al mal bien
y al bien mal,
que tienen las tinieblas por luz
y la luz por tinieblas,
que tienen lo amargo por dulce
y lo dulce por amargo!
21¡Ay de los que se tienen por sabios
y se creen inteligentes!
22¡Ay de los valientes para beber vino
y campeones para mezclar licores;
23de los que por soborno
absuelven al culpable
y niegan justicia al inocente!
24Por eso, como la lengua de fuego
devora el rastrojo
y la paja se consume en la llama,
su raíz se pudrirá,
sus brotes volarán como polvo.
Porque rechazaron la ley
del Señor Todopoderoso
y despreciaron la Palabra
del Santo de Israel.
25Por eso se enciende
la ira del Señor contra su pueblo
y extiende la mano para herirlo.
Tiemblan los montes,
yacen los cadáveres
como basura por las calles.
Y con todo eso no se aplaca su ira,
sigue extendida su mano.
Invasión asiria
(8,5-8; 10,28-32)
26Izará una bandera
para un pueblo remoto,
silbará hacia el confín de la tierra:
mírenlo llegar veloz y ligero.
27Nadie se cansa, nadie tropieza,
no se acuesta, no se duerme,
no se desprende
el cinturón de los lomos,
no se desata
la correa de las sandalias.
28Sus flechas están afiladas
y todos los arcos tensos;
los cascos de sus caballos
son como de piedra
y las ruedas, como torbellinos.
29Su rugido es de león,
ruge como los cachorros,
gruñe y atrapa la presa,
la retiene, y nadie se la arranca.
30Aquel día bramará contra él
como brama el mar.
Mira a la tierra en espesas tinieblas,
nubarrones oscurecen la luz.
Vocación de Isaías
(Éx 3s; Jue 6,12-24; Jr 1; Ez 2; Sal 99)
6 1El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: el borde de su manto llenaba el templo. 2Por encima de él había serafines erguidos, con seis alas cada uno: con dos alas se cubrían el rostro, con dos alas se cubrían el cuerpo, con dos alas volaban. 3Y se gritaban el uno al otro: ¡Santo, santo, santo, el Señor Todopoderoso, la tierra está llena de su gloria! 4Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. 5Yo dije:
¡Ay de mí, estoy perdido!
Yo, hombre de labios impuros
que habito en medio
de un pueblo de labios impuros,
he visto con mis ojos al Rey
y Señor Todopoderoso.
6Y voló hacia mí uno de los serafines con un carbón encendido en la mano, que había retirado del altar con unas tenazas; 7lo aplicó a mi boca y me dijo:
Mira: esto ha tocado tus labios,
ha desaparecido tu culpa,
está perdonado tu pecado.
8Entonces escuché la voz del Señor,
que decía:
–¿A quién mandaré?,
¿quién irá de nuestra parte?
Contesté:
–Aquí estoy, mándame.
9Él replicó:
–Anda y dile a ese pueblo:
Escuchen con sus oídos,
pero sin entender;
miren con sus ojos,
pero sin comprender.
10Entorpece el corazón
de ese pueblo,
endurece su oído, ciega sus ojos:
que sus ojos no vean,
que sus oídos no oigan,
que su corazón no entienda,
que no se convierta y sane.
11Pregunté:
–¿Hasta cuándo, Señor?
Y me contestó:
–Hasta que se desmoronen las ciudades despobladas y las casas deshabitadas, y queden los campos desolados. 12Porque el Señor alejará a los hombres, y crecerá el abandono en el país. 13Y aunque queden en él uno de cada diez, de nuevo será barrido; como la encina o el roble que, al cortarlos, sólo dejan un tronco. Este tronco será semilla santa.
LIBRO DE EMANUEL
Primer aviso a Acaz
(8,9s; 14,24-27)
7 1Reinaba en Judá Acaz, hijo de Yotán, hijo de Ozías. Rasín, rey de Damasco, y Pécaj, hijo de Romelías, rey de Israel, subieron a Jerusalén para atacarla; pero no lograron conquistarla.
2Llegó la noticia al heredero de David:
–Los sirios acampan en Efraín.
Y se agitó su corazón y el del pueblo como se agitan los árboles del bosque con el viento.
3Entonces el Señor dijo a Isaías:
–Ve al encuentro de Acaz, con tu hijo Sear Yasub, hacia el extremo del canal del Estanque de Arriba, junto al camino del campo del Tintorero, 4y le dirás:
¡Vigilancia y calma!
No temas, no te acobardes,
ante esos dos cabos
de tizones humeantes.
5Aunque Siria
trame tu ruina diciendo:
6Subamos contra Judá, sitiémosla,
abramos brecha en ella
y nombraremos en ella rey
al hijo de Tabeel.
7Así dice el Señor:
No se cumplirá ni sucederá:
8aDamasco es capital de Siria,
y Rasín, capitán de Damasco;
9aSamaría es capital de Efraín,
y el hijo de Romelías,
capitán de Samaría.
8bDentro de sesenta y cinco años,
Efraín, destruido,
dejará de ser pueblo.
9bSi ustedes no creen, no subsistirán.
Segundo aviso:
el signo de Emanuel
(Jue 13; 16; Mt 1,23)
10El Señor volvió a hablar a Acaz:
11–Pide una señal al Señor, tu Dios; en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.
12Respondió Acaz:
–No la pido, no quiero tentar al Señor.
13Entonces dijo Dios:
–Escucha, heredero de David:
¿No les basta cansar a los hombres, que cansan incluso a mi Dios? 14Por eso el Señor mismo les dará una señal:
Miren: la joven está embarazada
y dará a luz un hijo,
y le pondrá por nombre Emanuel.
15Comerá leche cuajada con miel,
hasta que aprenda
a rechazar el mal
y a escoger el bien.
16Porque antes que aprenda el niño
a rechazar el mal
y escoger el bien,
quedará abandonada la tierra
de los dos reyes que te hacen temer.
17El Señor hará venir sobre ti, sobre tu pueblo, sobre tu dinastía días como no se conocieron desde que Efraín se separó de Judá.
Invasión asiria
(5,26-30)
18Aquel día
les silbará el Señor a los tábanos
del confín del delta de Egipto
y a las abejas del país de Asiria,
19y vendrán y se posarán en masa
en las honduras de las quebradas,
en las hendiduras de las rocas,
en todo matorral,
en todo bebedero.
20Aquel día le afeitará el Señor
con navaja alquilada
al otro lado del Éufrates
la cabeza y el pelo de sus partes,
y le rapará la barba.
21Aquel día cada uno mantendrá
una novilla y dos ovejas,
22y como abundará la leche,
comerán leche cuajada;
sí, comerán leche cuajada y miel
los que queden en el país.
23Aquel día,
un viñedo de mil cepas
de mil monedas de valor
producirá zarzas y cardos.
24Entrarán por él con arcos y flechas,
porque todo el país
será zarzas y cardos;
25en las laderas cultivadas con azadón
no entrarás por miedo
a las zarzas y cardos;
serán pasto de vacas,
pisoteado por ovejas.
El hijo de Isaías
8 1El Señor me dijo:
–Toma una tabla grande, y escribe con caracteres ordinarios: Pronto-al-saqueo, Rápido-al-botín.
2Entonces yo tomé dos testigos fieles: Urías, sacerdote, y Zacarías, hijo de Baraquías.
3Me acerqué a la profetisa; ella concibió y dio a luz un hijo. El Señor me dijo:
4–Ponle por nombre Pronto-al-saqueo, Rápido-al-botín. Porque antes que el niño aprenda a decir papá, mamá, las riquezas de Damasco y el despojo de Samaría serán llevados a presencia del rey de Asiria.
Invasión
(5,26-30; Jr 1,13-16)
5El Señor volvió a dirigirme la palabra:
6Ya que ese pueblo ha despreciado
el agua de Siloé, que corre mansa,
por la arrogancia de Rasín
y del hijo de Romelías,
7sepan que el Señor
hará que los sumerjan
las aguas del Éufrates,
torrenciales e impetuosas:
–el rey de Asiria,
con todo su ejército–
rebasan las orillas,
desbordan las riberas,
8invaden Judá, lo inundan,
crecen y alcanzan hasta el cuello.
Y se desplegarán sus alas
hasta cubrir la anchura de tu tierra,
¡oh Emanuel!
Liberación
(14,24-27)
9Sean crueles, pueblos,
que saldrán derrotados,
escúchenlo, países lejanos:
ármense, que saldrán derrotados,
ármense, que saldrán derrotados;
10hagan planes, que fracasarán;
pronuncien amenazas,
que no se cumplirán,
porque tenemos a Emanuel.
El Señor, piedra de tropiezo
11Así me dijo el Señor, mientras su mano me agarraba y me amonestaba para que no siguiera el camino de este pueblo:
12–No llamen aliados
a los que ese pueblo llama aliados,
no los aterre ni los atemorice
lo que él teme;
13al Señor Todopoderoso
llámenlo Santo,
que sólo él les infunda temor;
que sólo él los haga temblar,
14él será piedra para tropezar
y roca para despeñarse
para las dos casas de Israel,
será lazo y trampa
para los habitantes de Jerusalén:
15muchos tropezarán en ella,
caerán, se destrozarán,
se enredarán y quedarán atrapados.
Dios esconde su rostro
(1 Sm 28)
16Guardo selladas las instrucciones
que garantizan mis discípulos,
17y aguardo al Señor,
que oculta su rostro
a la casa de Jacob, y espero en él.
18Aquí estoy yo con mis hijos
–los que me dio el Señor–
como signos y presagios para Israel
de parte del Señor Todopoderoso,
que habita en el Monte Sión.
19Seguramente les dirán:
Consulten a los espíritus y adivinos,
que susurran y musitan:
¿No consulta un pueblo a sus dioses,
y a los muertos acerca de los vivos?
20Seguro que les hablarán así.
Días oscuros
21Pasará por allí,
agobiado y hambriento,
y rabioso de hambre
maldecirá a su rey y a su Dios.
Volverá la cabeza a lo alto
22y mirará a la tierra:
todo es aprieto
y oscuridad sin salida,
angustia y tinieblas densas,
sin aurora;
23ano habrá salida
para la angustiada.
Profecía mesiánica
(2 Sm 7,8-16; Miq 5,1-3)
23bSi en otro tiempo humilló el país de Zabulón, y el país de Neftalí, en un futuro ensalzará el camino del mar, al otro lado del Jordán, la región de los paganos.
9 1El pueblo que caminaba a oscuras vio una luz intensa,
los que habitaban un país de sombras se inundaron de luz.
2Has acrecentado la alegría,
has aumentado el gozo:
gozan en tu presencia,
como se goza en la cosecha,
como se alegran
los que se reparten el botín.
3Porque la vara del opresor,
el yugo de sus cargas,
su bastón de mando
los trituraste como el día de Madián.
4Porque la bota
que pisa con estrépito
y la capa empapada en sangre
serán combustible, pasto del fuego.
5Porque un niño nos ha nacido,
nos han traído un hijo:
lleva el cetro del principado
y se llama Consejero maravilloso,
Guerrero divino,
Jefe perpetuo, Príncipe de la paz.
6Su glorioso principado y la paz
no tendrán fin,
en el trono de David y en su reino;
se mantendrá y consolidará
con la justicia y el derecho,
desde ahora y por siempre.
El celo del Señor Todopoderoso
lo realizará.
La ira del Señor
(Jr 5; Am 4,6-12)
7El Señor ha lanzado
una amenaza contra Jacob,
ha alcanzado a Israel;
8la entenderá el pueblo entero,
Efraín y los jefes de Samaría,
que van diciendo
con soberbia y presunción:
9¿Se cayeron los ladrillos?,
reconstruiremos con piedras talladas;
¿se derrumbó
el maderamen de sicómoro?,
lo reemplazaremos con cedro.
10El Señor incitará
contra ellos al enemigo
y provocará a sus adversarios:
11por delante Damasco,
por la espalda los filisteos
devorarán a Israel a boca llena.
Y, con todo, no se aplaca su ira,
sigue extendida su mano.
12Pero el pueblo no se ha vuelto
al que lo hería, no ha buscado
al Señor Todopoderoso.
13El Señor cortará a Israel
cabeza y cola,
palma y junco en un solo día.
14El anciano honorable es la cabeza,
el profeta embaucador es la cola.
15Los que guían a ese pueblo
lo extravían,
los que se dejan guiar
son aniquilados.
16Por eso el Señor
no perdona a los jóvenes,
no se compadece
de huérfanos y viudas;
porque todos son impíos y malvados
y toda boca profiere infamias.
Y, con todo, no se aplaca su ira,
sigue extendida su mano.
17Sí, la maldad
está ardiendo como fuego
que consume zarzas y cardos,
prende en la espesura del bosque,
y el humo se alza en torbellinos.
18a Con la ira del Señor arde el país,
y el pueblo es pasto del fuego:
19b uno devora la carne de su prójimo
18b y ninguno perdona a su hermano;
19a destroza a la derecha,
y sigue con hambre,
devora a izquierda, y no se sacia.
20Manasés contra Efraín,
Efraín contra Manasés,
juntos los dos contra Judá.
21Y, con todo, no se aplaca su ira,
sigue extendida su mano.
Malaventura
(5,8-23)
10 1¡Ay de los que decretan
leyes injustas,
de los notarios
que registran vejaciones,
2que dejan sin defensa
al desamparado
y niegan sus derechos
a los pobres de mi pueblo,
que hacen su presa de las viudas
y saquean a los huérfanos!
3¿Qué harán el día de la cuenta,
cuando la tormenta lejana
se eche encima?
¿A quién acudirán buscando auxilio
y dónde depositarán su fortuna,
4para no ir encorvados
con los prisioneros
y no caer con los asesinados?
Y, con todo, no se aplaca su ira,
sigue extendida su mano.
Asiria, instrumento de Dios
(Jr 25,1-14; 51,20-24)
5¡Ay Asiria, vara de mi ira,
bastón de mi furor!
6Contra una nación impía lo despaché,
lo mandé contra el pueblo
de mi cólera,
para que entrase a saquear
y lo despojase
y lo pisase como barro de la calle.
7Pero él no pensaba así,
no eran ésos sus cálculos;
su propósito era aniquilar,
exterminar no pocas naciones.
8Decía:
¿No son todos mis ministros reyes?
9¿No fue Calno como Cárquemis?
¿No fue Jamat como Arpad?
¿No fue Samaría como Damasco?
10Como mi mano se apoderó
de reinos insignificantes
y de sus imágenes...
11Lo que hice con Samaría
y sus imágenes,
¿no lo voy a hacer con Jerusalén
y sus ídolos?
12–Cuando termine el Señor
toda su tarea en el monte Sión
y en Jerusalén,
exigirá cuentas de sus conquistas
a su orgullo,
a la arrogancia altanera de sus ojos–.
13Él decía:
Con la fuerza de mi mano
lo he hecho,
con mi talento,
porque soy inteligente.
Cambié las fronteras de las naciones,
saqueé sus tesoros
y derribé como un héroe
a los jefes de sus sitiales.
14Mi mano tomó, como un nido,
las riquezas de los pueblos;
como quien recoge
huevos abandonados,
agarré toda la tierra,
y no hubo quien batiese las alas,
quien abriese el pico para piar.
15–¿Cómo?, ¿se envanece el hacha
contra el leñador?,
¿se gloría la sierra
contra quien la maneja?
Como si el bastón manejase
a quien lo levanta,
como si la vara alzase
a quien no es leño.
16Por eso, el Señor Todopoderoso
meterá debilidad en su gordura,
y debajo del hígado
le encenderá una fiebre
como un fuego abrasador.
El resto de Israel
17La Luz de Israel
se convertirá en fuego,
su Santo en una llama
que arderá y devorará
sus zarzas y cardos en un solo día.
18El esplendor de su bosque
y de su huerto lo consumirá Dios
de médula a corteza,
será como un enfermo que se apaga;
19y quedarán tan pocos árboles
de su bosque,
que un niño podrá contarlos.
20Aquel día, el resto de Israel,
los supervivientes de Jacob,
no volverán a apoyarse en su agresor,
sino que se apoyarán sinceramente
en el Señor, el Santo de Israel.
21Un resto volverá, un resto de Jacob,
al guerrero divino:
22aunque fuera tu pueblo, Israel,
como arena del mar,
sólo un resto volverá a él;
la destrucción decretada
rebosa justicia.
23El Señor va a cumplir
en medio de la tierra
la destrucción decretada.
Oráculo de liberación
24Por eso,
así dice el Señor Todopoderoso:
Pueblo mío, que habitas en Sión,
no temas a Asiria,
aunque te hiera con la vara
y alce su bastón contra ti,
a la manera egipcia;
25porque dentro de muy poco
la ira se acabará
y mi furor los aniquilará.
26El Señor Todopoderoso
sacudirá contra ellos su látigo,
como cuando hirió a Madián
en Sur Oreb,
como cuando alzó su bastón
contra el mar, en el camino de Egipto.
27Aquel día su carga
resbalará de tu hombro,
arrancarán su yugo de tu cuello.
Avance asirio y derrota
(Miq 1,10-16)
28Sube del lado de Rimón,
llega hasta Ayat,
atraviesa Migrón,
revisa las armas en Micmás.
29Desfilan por el desfiladero,
hacen noche en Guibeá;
alarmada está Ramá,
Guibeá de Saúl ha huido.
30Clama a voces, Villa de Galín;
escúchala, Lais;
contesta, Anatot.
31Madmená va desbandada,
los vecinos de Guebín buscan refugio.
32Hoy mismo hace alto en Nob,
y ya agita la mano
contra el monte Sión,
la colina de Jerusalén.
Paz mesiánica
(9; 30,18-26; 65,16-25; Sal 72)
33Miren, el Señor Todopoderoso
desgaja con violencia el ramaje,
son talados los árboles más elevados,
los más altos se desploman;
34es cortada a hachazos
la espesura del bosque
y a manos del Poderoso
el Líbano va cayendo.
11 1Pero retoñará el tocón de Jesé,
de su cepa brotará un vástago
2sobre el cual se posará
el Espíritu del Señor:
espíritu de sensatez e inteligencia,
espíritu de valor y de prudencia,
espíritu de conocimiento
y respeto del Señor.
3Lo inspirará el respeto del Señor.
No juzgará por apariencias
ni sentenciará sólo de oídas;
4juzgará con justicia a los desvalidos,
sentenciará con rectitud
a los oprimidos;
ejecutará al violento
con el cetro de su sentencia
y con su aliento
dará muerte al culpable.
5Se terciará como banda la justicia
y se ceñirá como fajín la verdad.
6Entonces el lobo y el cordero
irán juntos, y la pantera
se tumbará con el cabrito,
el novillo y el león engordarán juntos;
un chiquillo los pastorea;
7la vaca pastará con el oso,
sus crías se tumbarán juntas,
el león comerá paja como el buey.
8El niño jugará en agujero de la cobra,
la criatura meterá la mano
en el escondrijo de la serpiente.
9No harán daño ni estrago
por todo mi Monte Santo,
porque se llenará el país
de conocimiento del Señor,
como colman las aguas el mar.
Retorno de los desterrados
(35; Ez 37,15-28)
10Aquel día la raíz de Jesé
se levantará como una bandera
para los pueblos:
a ella acudirán las naciones
y será gloriosa su morada.
11Aquel día el Señor
tenderá otra vez su mano
para rescatar al resto de su pueblo:
a los que queden en Asiria
y Egipto y en Patros,
en Nubia y en Elam,
en Senaar y en Jamat y en las islas.
12Izará una bandera ante las naciones
para reunir a los israelitas desterrados
y congregar a los judíos dispersos
de los cuatro extremos del orbe.
13Cesará la envidia de Efraín
y se acabará el rencor de Judá:
Efraín no envidiará a Judá,
Judá no tendrá rencor a Efraín.
14Se lanzarán sobre la espalda
de los filisteos a occidente
y unidos despojarán
a las tribus de oriente;
Edom y Moab caerán en sus manos
y los amonitas se les someterán.
15El Señor secará
el golfo del mar de Egipto,
haciendo señas con la mano
a su viento abrasador,
y lo herirá en sus siete canales,
que se pasarán en sandalias.
16Y habrá una calzada
para el resto de su pueblo
que quede en Asiria,
como la tuvo Israel
cuando subió de Egipto.
Himno
(Sal 98)
12 1Aquel día recitarás:
Te doy gracias, Señor,
porque estabas irritado contra mí,
pero ha cesado tu ira
y me has consolado.
2Siendo Dios mi salvador,
confío y no temo
porque mi fuerza y poder es el Señor,
él fue mi salvación.
3Sacarán agua con gozo
del manantial de la salvación.
4Aquel día, recitarán:
Den gracias al Señor,
invoquen su Nombre,
cuenten a los pueblos
sus hazañas,
proclamen que su Nombre
es sublime.
5Canten al Señor,
que hizo proezas,
que las conozca toda la tierra;
6grita jubilosa, Sión, la princesa,
que es grande en medio de ti
el Santo de Israel.
ORÁCULOS CONTRA LAS NACIONES
(21; Jr 50s)
Contra Babilonia
13 1Oráculo contra Babilonia que Isaías hijo de Amós recibió en una visión.
2Sobre un monte pelado
levanten la bandera,
grítenles con fuerza
agitando la mano,
para que entren
por las puertas de los príncipes.
3Yo he dado órdenes
a mis consagrados,
he reclutado a mis guerreros,
entusiastas de mi honor,
para ejecutar mi ira.
4Escuchen: tumulto en los montes,
como de un gran ejército,
escuchen: estruendo de reinos,
de naciones aliadas;
el Señor Todopoderoso
revisa su ejército para el combate.
5Van llegando de tierra lejana,
del confín del cielo:
el Señor con las armas de su ira,
para arrasar la tierra entera.
6Den alaridos, que está cerca
el día del Señor
y llegará como azote
del Todopoderoso;
7por eso los brazos desfallecerán
y se desmayarán
los corazones humanos;
8espasmos y angustias
los agarrarán, se turbarán
y se retorcerán como parturientas.
Se mirarán espantados unos a otros:
rostros febriles, sus rostros.
9Miren, llega implacable
el día del Señor,
su cólera y el estallido de su ira,
para dejar la tierra desolada
exterminando de ella
a los pecadores.
10Las estrellas del cielo
y las constelaciones
no destellan su luz,
se entenebrece el sol al salir,
la luna no irradia su luz.
11Tomaré cuentas
al mundo de su maldad,
a los perversos de sus crímenes;
terminaré con la soberbia
de los insolentes
y el orgullo de los tiranos
lo humillaré.
12Haré que los hombres
escaseen más que el oro,
y los mortales,
más que el metal de Ofir.
13Porque sacudiré el cielo
y temblará la tierra en su asiento
por la cólera
del Señor Todopoderoso,
el día que estalle su ira.
14Entonces, como cierva acosada
o como rebaño que nadie congrega,
volverán unos a su pueblo,
huirán otros a su tierra;
15el que es atrapado,
muere atravesado,
el que es capturado cae a espada;
16sus niños son estrellados
ante sus ojos,
sus casas saqueadas,
sus mujeres violadas.
17Miren: yo incito contra ellos
a los medos,
que no aprecian la plata
ni les importa el oro;
18sus arcos acribillan a los jóvenes,
no perdonan a los niños,
no se apiadan de las criaturas.
19Quedará Babilonia,
la perla de los reinos,
joya y orgullo de los caldeos,
como Sodoma y Gomorra
cuando Dios las arrasó;
20jamás la habitarán,
nunca más será poblada;
el beduino no acampará allí
ni los pastores
apacentarán sus rebaños;
21allí se apacentarán las fieras,
sus casas se llenarán de búhos,
morarán allí avestruces
y brincarán chivos allí;
22aullarán hienas en sus mansiones
y chacales en sus lujosos palacios.
Está a punto de llegar su hora,
no serán prolongados sus días.
Vuelta del destierro
14 1Sí, el Señor
se apiadará de Jacob,
volverá a escoger a Israel
y a establecerlo en su patria;
los extranjeros se asociarán a ellos
y se incorporarán
a la casa de Jacob.
2Las poblaciones los irán recogiendo
para llevarlos a su lugar;
la casa de Israel los poseerá,
como siervos y siervas,
en la tierra del Señor.
Harán cautivos a sus cautivadores,
dominarán a sus opresores.
3Cuando el Señor te dé reposo
de tus penas y temores,
y de la dura esclavitud
en que serviste,
4entonarás esta sátira
contra el rey de Babilonia:
Sátira contra el rey de Babilonia
(Ez 28; 32)
¡Cómo ha acabado el tirano,
ha cesado su agitación!
5Ha quebrado el Señor
el cetro de los malvados,
la vara de los dominadores,
6al que golpeaba furioso a los pueblos
con golpes incesantes
y oprimía con furia a las naciones
con opresión implacable.
7La tierra entera descansa tranquila,
gritando de júbilo.
8Hasta los cipreses
se alegran de tu suerte
y los cedros del Líbano:
Desde que yaces tendido,
ya no sube el talador contra nosotros.
9El abismo en lo hondo
se estremece por ti,
al salir a tu encuentro:
en tu honor despierta a las sombras,
a todos los potentados de la tierra
y levanta de su trono
a todos los reyes de las naciones,
10y te cantan a coro diciendo:
¡También tú consumido
como nosotros, igual que nosotros,
11tu majestad
ha sido precipitada al abismo
junto con el sonido de tus arpas!
La cama en que yaces son gusanos;
tu manta, lombrices.
12¿Cómo has caído del cielo,
lucero de la aurora,
y estás derrumbado por tierra,
agresor de naciones?
13Tú, que te decías:
Escalaré los cielos,
encima de los astros divinos
levantaré mi trono
y me sentaré
en el Monte de la Asamblea,
en el vértice de la montaña celeste;
14escalaré la cumbre de las nubes,
me igualaré al Altísimo.
15¡Ay, abatido al abismo,
a las profundidades de la fosa!
16Los que te ven
se te quedan mirando,
meditan tu suerte:
¿Es éste el que hacía temblar la tierra
y estremecerse los reinos,
17el que dejaba el mundo desierto,
arrasaba sus ciudades
y no soltaba a sus prisioneros?
18Todos los reyes de las naciones
descienden a sepulcros de piedra,
todos reposan con gloria,
cada cual en su mausoleo;
19a ti, en cambio,
te han arrojado sin darte sepultura,
como carroña asquerosa;
te han cubierto de muertos
traspasados a espada,
como a cadáver pisoteado.
20No te juntarás a ellos en el sepulcro
porque arruinaste tu país,
asesinaste a tu pueblo;
se extinguirá para siempre
el apellido del malvado.
21Preparen la matanza de sus hijos,
por la culpa de sus padres,
no sea que se levanten
y se adueñen de la tierra
y cubran el mundo de ruinas.
22Yo me levantaré contra ellos
–oráculo del Señor Todopoderoso–
y extirparé de Babilonia
posteridad y apellido,
retoño y vástago
–oráculo del Señor–;
23la convertiré en posesión de erizos,
en agua estancada,
la barreré bien barrida,
hasta que desaparezca
–oráculo del Señor Todopoderoso–.
Contra el rey de Asiria
(10,5-16)
24El Señor Todopoderoso
lo ha jurado:
lo que he planeado sucederá,
lo que he decidido se cumplirá:
25quebrantaré a Asiria en mi país,
la pisotearé en mis montañas;
resbalará de los míos su yugo,
su carga resbalará de sus hombros.
26Éste es plan decidido
sobre toda la tierra,
ésta es la mano extendida
sobre todos los pueblos:
27Y si el Señor Todopoderoso decide,
¿quién lo impedirá?;
si su mano está extendida,
¿quién se la apartará?
Contra Filistea
(Jr 47; Ez 25,15-17; Am 1,6-8)
28El año de la muerte del rey Acaz se pronunció este oráculo:
29No te alegres, Filistea entera,
de que se haya quebrado
la vara que te hería;
porque de la raíz de la serpiente
brotará una víbora
y su fruto será un dragón alado,
30b que hará morir de hambre tu raíz
y matará tu resto;
30a mientras que los desvalidos
pastarán en mis praderas
y los pobres se tumbarán tranquilos.
31Gime, puerta; grita, ciudad;
tiembla, Filistea entera,
porque viene del norte
una humareda
en columnas apretadas.
32¿Qué responder
a los mensajeros de esa nación?
–Que el Señor fundó a Sión
y en ella se refugiarán
los oprimidos de su pueblo–.
El luto de Moab
(Jr 48; Ez 25,8-11; Am 2,1-3)
15 1Oráculo contra Moab:
La noche que asolaron Ar,
sucumbió Moab;
la noche que asolaron Quir,
sucumbió Moab.
2La gente de Dibón
sube llorando a las alturas;
por Nebo y Madaba
lanza alaridos Moab,
con las cabezas rapadas
y las barbas afeitadas.
3En las calles, vestidos de sayal,
en plazas y azoteas
todos lanzan alaridos,
deshechos en llanto.
4Se lamentan Jesbón y Elalé,
hasta en Yahas se escucha su clamor;
por eso a Moab
le tiemblan las entrañas,
respira jadeando.
5Mi corazón se lamenta por Moab:
sus fugitivos marchan hacia Soar.
Que por la cuesta de Lujit
suben llorando,
que por la vía de Joronain
lanzan gritos desgarradores,
6que la fuente de Nimrín
se ha secado,
marchito está el césped,
consumida la hierba, falta el verdor.
7Por eso cargan
con riquezas y provisiones
hacia el torrente de los Sauces.
8Que un grito va recorriendo
las fronteras de Moab:
hasta Eglaín llega su grito,
hasta Beer Elim su alarido.
9Que la fuente de Dimón
está llena de sangre.
Reservo nuevas plagas
contra Dimón:
el león contra el resto de Moab,
contra los supervivientes del campo.
Los moabitas se refugian en Judá
16 1Envíen carneros
al soberano del país,
desde Petra del desierto al Monte Sión.
2Como pájaros espantados,
nidada dispersa,
irán las muchachas de Moab
por los vados del Arnón.
3Danos consejo, toma una decisión;
extiende tu sombra como la noche,
en pleno mediodía,
esconde a los fugitivos,
no descubras al prófugo.
4Da asilo a los fugitivos de Moab,
sé tú su escondrijo
ante el devastador.
Cuando cese la opresión,
termine la devastación
y desaparezca
el que pisoteaba el país,
5habrá en la tienda de David
un trono fundado en la lealtad
y la verdad:
en él se sentará
un juez celoso del derecho,
y que practique la justicia.
Lamentaciones sobre Moab
(25,9-12; Jr 48)
6Nos hemos enterado
de la soberbia de Moab,
una soberbia desmedida;
de su orgullo,
su soberbia y su arrogancia;
¿qué vale su inútil charlatanería?
7Por eso gemirán los moabitas
por Moab, todos gemirán;
por las tortas pasas de Quir Hareset
suspiren de puro afligidos.
8Languidece la campiña de Jesbón,
la viña de Sibmá,
jefes de naciones
aplastaron sus sarmientos:
hasta Jazer llegaban,
serpenteaban por el desierto,
sus retoños se extendían
y cruzaban el mar.
9Por eso lloraré con el llanto de Jazer
por la viña de Sibmá;
los regaré con mis lágrimas,
Jesbón y Elalé.
Que murieron las coplas
de tu vendimia y tu cosecha,
10se retiraron del huerto
el gozo y la alegría;
en las viñas ya no cantan jubilosos,
ya no pisan el vino en el lagar,
las coplas enmudecieron.
11Por eso mis entrañas por Moab
vibran como cítara
y mi pecho por Villa del Alfarero.
12Un día se verá a Moab
fatigarse hacia su santuario,
irá con plegarias a su templo,
pero no le valdrá.
13Tal fue la amenaza que en otro tiempo pronunció el Señor contra Moab; 14pero ahora dice el Señor: Dentro de tres años, años de jornalero, será humillada la nobleza de Moab con toda su numerosa plebe, y los que queden serán pocos, escasos e impotentes.
Oráculo contra Damasco
17 1Oráculo contra Damasco:
Miren:
Damasco va a dejar de ser ciudad,
será un montón de escombros.
2Sus pueblos,
abandonados para siempre,
serán para los rebaños,
que se tumbarán
sin que nadie los espante.
3Efraín va a perder su plaza fuerte
y Damasco su poderío,
y al resto de los arameos les sucederá
como a la nobleza de Israel
–oráculo del Señor Todopoderoso–.
4Aquel día la nobleza de Jacob
quedará pobre,
y enflaquecerá la gordura de su cuerpo:
5como cuando el segador
abraza la mies
y su brazo siega las espigas:
como se recogen las espigas
en el valle de Refaín
6y quedan sólo restos olvidados;
como cuando al apalear el olivo
quedan dos o tres aceitunas
en lo alto de la copa,
cuatro o cinco en sus ramas fecundas
–oráculo del Señor, Dios de Israel–.
Fin de la idolatría
(Jr 49,23-27; Am 1,3s)
7Aquel día el hombre
se fijará en su Hacedor,
sus ojos mirarán al Santo de Israel;
8y ya no se fijará en los altares,
hechura de sus manos,
ni mirará las piedras conmemorativas
y los postes sagrados
que fabricaron sus dedos.
Los jardines de Adonis
(1,29-31)
9Aquel día tus plazas fuertes serán como las que evacuaron los heveos y amorreos ante el avance israelita: quedarán desiertas.
10Porque olvidaste a Dios, tu Salvador,
y no te acordaste
de tu Roca de refugio.
Plantabas plantaciones deliciosas
e injertabas gajos extranjeros:
11el día que lo plantabas
lograbas que germinara
y que floreciese el injerto
a la mañana siguiente;
pero la cosecha se malogra
un día funesto de dolor insanable.
La marea de los pueblos
(Ez 38,19-23; Sal 65,7)
12¡Ay!, retumbar de muchedumbres
como retumbar
de aguas que retumban;
bramar de pueblos, como bramar
de aguas impetuosas que braman.
13Él les da un grito, y huyen lejos,
empujados como paja del monte
por el viento,
como la flor del cardo
por el vendaval.
14Al atardecer se presenta el espanto,
antes de amanecer ya no existen.
Tal es el destino
de los que nos saquean,
la suerte de los que nos despojan.
Contra el reino de Nubia
18 1¡Ay del país
del zumbido de alas,
más allá de los ríos de Nubia,
2que envía correos por el mar,
en canoas de junco sobre las aguas!
Corran, mensajeros ligeros,
al pueblo esbelto de piel bronceada,
a la gente temida
de cercanos y lejanos,
al pueblo vigoroso y dominador,
cuya tierra surcan canales.
3Habitantes del mundo,
moradores de la tierra,
al alzarse la bandera en los montes,
observen;
al sonar la trompeta, escuchen,
4que esto me ha dicho el Señor:
Desde mi morada
yo contemplo sereno,
como el ardor deslumbrante del día,
como nube de rocío
en el calor de la cosecha.
5Porque antes de la vendimia,
concluida la floración,
cuando la flor se convierta
en racimo que va madurando,
cortará los zarcillos con la podadora,
arrancará y arrojará los sarmientos,
6y juntos serán abandonados
a los buitres del monte
y a las fieras salvajes:
los buitres veranean sobre ellos,
sobre ellos invernan
las fieras salvajes.
7Entonces traerá tributo
al Señor Todopoderoso
el pueblo esbelto, de piel bronceada,
la gente temida
de cercanos y lejanos,
el pueblo vigoroso y dominador,
cuya tierra surcan canales,
al lugar dedicado
al Señor Todopoderoso,
al Monte Sión.
Contra Egipto
19 1Contra Egipto:
Miren al Señor,
que montando en nube ligera
penetra en Egipto:
vacilan ante él los ídolos de Egipto,
y el corazón de los egipcios
se desmaya en el pecho.
2Incitaré a egipcios contra egipcios:
pelearán uno con su hermano,
otro con su compañero,
ciudad contra ciudad,
reino contra reino.
3El valor de los egipcios
se les deshará en el pecho
y anularé sus planes.
Consultarán a los ídolos
y a los agoreros,
y a los adivinos y a los hechiceros.
4Entregaré a los egipcios
en manos de señor cruel,
un rey cruel los dominará
–oráculo del Señor Todopoderoso–.
5Se secarán las aguas del Nilo,
el río quedará seco y árido,
6apestarán los canales,
los brazos del Nilo
menguarán hasta secarse,
cañas y juncos se marchitarán.
7La hierba de la orilla del Nilo
y todos los sembrados junto al Nilo
se secarán,
barridos por el viento desaparecerán.
8Gimen los pescadores, se lamentan
los que echan el anzuelo en el Nilo,
y los que extienden las redes
en el agua desfallecen;
9quedan defraudados
los que trabajan el lino,
los cardadores y tejedores
están pálidos,
10los amos están consternados,
los jornaleros abatidos.
11¡Qué locos los magnates de Tanis,
los sabios que aconsejan al faraón
consejos desatinados!
¿Cómo dicen al faraón:
Soy discípulo de sabios,
discípulo de antiguos reyes?
12¿Dónde han quedado tus sabios?
Que te anuncien, ya que tanto saben,
lo que el Señor Todopoderoso
planea contra Egipto.
13Los magnates de Tanis son necios,
son ilusos los magnates de Menfis,
los notables de sus tribus
descarrían a Egipto.
14El Señor ha infundido
en sus entrañas un soplo de vértigo:
descarrían a Egipto
en todas sus empresas,
como da traspiés
el borracho vomitando.
15No les resultará a los egipcios
empresa que emprendan,
sean cabeza o cola, palma o junco.
Conversión de Egipto y Asiria
(Sal 87)
16Aquel día los egipcios serán como mujeres: se asustarán y temblarán ante la mano que el Señor Todopoderoso agita contra ellos. 17Judea será el espanto de Egipto: sólo mencionarla, le producirá terror, por el plan que el Señor Todopoderoso planea contra él.
18Aquel día habrá en Egipto cinco ciudades que hablarán la lengua de Canaán y que jurarán por el Señor Todopoderoso; una de ellas se llamará Ciudad del Sol.
19Aquel día habrá en medio de Egipto un altar del Señor y un monumento al Señor junto a la frontera. 20Serán signo y testimonio del Señor Todopoderoso en territorio egipcio. Si claman al Señor contra el opresor, él les enviará un salvador y defensor que los libre.
21El Señor se manifestará a los egipcios, y ellos reconocerán aquel día al Señor. Le ofrecerán sacrificios y ofrendas, harán votos al Señor y los cumplirán. 22El Señor herirá a los egipcios: los herirá y los sanará; ellos volverán al Señor, él los escuchará y los sanará.
23Aquel día habrá una calzada de Egipto a Asiria: los asirios irán a Egipto y los egipcios a Asiria; los egipcios con los asirios darán culto a Dios.
24Aquel día Israel será mediador entre Egipto y Asiria, será una bendición en medio de la tierra; 25porque el Señor Todopoderoso lo bendice diciendo: ¡Bendito mi pueblo, Egipto, y la obra de mis manos, Asiria, y mi herencia, Israel!
Acción simbólica:
Contra Egipto y Nubia
20 1El año en que el general en jefe enviado por Sargón, rey de Asiria, llegó a Azoto, la atacó y la conquistó. 2Entonces el Señor habló por medio de Isaías, hijo de Amós [antes le había dicho]:
–Anda, desátate el sayal de la cintura, quítate las sandalias de los pies.
Él lo hizo y anduvo desnudo y descalzo.
3El Señor explicó:
–Como mi siervo Isaías ha caminado desnudo y descalzo durante tres años, como signo y presagio contra Egipto y Nubia, 4así conducirá el rey de Asiria a los cautivos egipcios y a los deportados nubios, jóvenes y viejos, descalzos y desnudos, con las nalgas al aire, las vergüenzas de los egipcios.
5Aquel día los habitantes de esta costa quedarán apenados y defraudados por la suerte de Nubia, su confianza, y de Egipto, su orgullo; 6y dirán: Ahí tienen a los que eran nuestra confianza, a los que acudíamos en busca de auxilio para que nos libraran del rey de Asiria; y ahora nosotros ¿cómo nos salvaremos?
Caída de Babilonia
(13s; 47; Jr 50s)
21 1Oráculo de la marisma:
Como torbellinos
que azotan al Negueb,
viene del desierto,
de un país temible.
2Se me ha manifestado
una visión siniestra:
el traidor traicionado,
el devastador devastado.
¡Adelante, elamitas;
al asedio, medos!,
acallen los gemidos.
3Al verlo, mis entrañas
se agitan con espasmos,
me agarran angustias
como angustias de parturienta;
me agobia el oírlo,
me espanta el mirarlo;
4se me turba la mente,
el terror me sobrecoge,
la tarde suspirada
se me ha vuelto espanto.
5–¡Preparen la mesa,
extiendan el mantel,
a comer y a beber!
–¡De pie, capitanes,
a engrasar el escudo!
6Esto me ha dicho el Señor:
Ve y coloca un vigía,
lo que vea que lo anuncie:
7Si ve gente montada,
un par de jinetes,
montados en jumentos
o montados en camellos,
que preste atención,
redoblada atención,
8y que grite: ¡Lo veo!
–Como vigía, Señor,
yo mismo estoy de pie todo el día,
y en mi puesto de guardia
yo sigo erguido toda la noche.
9¡Atención! Llega uno montado,
un par de jinetes,
y anuncian: Ha caído,
ha caído Babilonia:
las estatuas de sus dioses
yacen destrozadas por tierra.
10Pueblo mío, trillado en la era,
lo que he escuchado
al Señor Todopoderoso,
Dios de Israel, te lo anuncio.
Contra Duma
11Oráculo contra Duma:
Uno me grita de Seír:
Vigía, ¿cuánto queda de la noche?
Vigía, ¿cuánto queda de la noche?
12Responde el vigía:
Vendrá la mañana y también la noche.
Si quieren preguntar,
pregunten, vengan otra vez.
Contra Arabia
13Oráculo contra Arabia:
En la maleza del desierto
pasarán la noche,
caravanas de Dedán;
14al encuentro del sediento
salgan con agua,
habitantes de Tema,
lleven pan a los fugitivos,
15porque van huyendo de la espada,
de la espada afilada,
de los arcos tensos,
de la lucha encarnizada.
16Esto me ha dicho el Señor:
Dentro de un año, año de jornalero,
se acabará la nobleza de Cadar,
17y quedará
de los arqueros de Cadar
bien poca cosa
–lo ha dicho el Señor,
Dios de Israel–.
Contra Jerusalén
(29,1-16; Jr 21,13s; 22,20-23)
22 1Oráculo del Valle de la Visión:
pero, ¿qué te pasa
que te subes en masa a las azoteas?,
2llena de ruido, ciudad estridente,
ciudad divertida.
Tus caídos no han caído a espada,
no han muerto en combate;
3todos tus jefes desertaron en bloque,
sin un disparo de arco
cayeron prisioneros;
todas sus tropas fueron apresadas
cuando se alejaban huyendo.
4Por eso digo: Dejen de mirarme
y lloraré amargamente,
no insistan en consolarme
de la derrota de mi pueblo.
5Aquél era un día de pánico,
de humillación y desconcierto
que enviaba el Señor Todopoderoso.
En el Valle de la Visión
socavaban los muros,
y se oían gritos por los montes.
6Elam se cargaba la aljaba,
había jinetes y carros de Aram,
Quir desnudaba el escudo.
7Tus valles mejores
se llenaban de carros,
los jinetes cargaban contra la puerta,
8dejando desguarnecido a Judá.
Aquel día, inspeccionaban el arsenal
en el palacio de columnas de madera
9y miraban cuántas brechas tenía
la ciudad de David;
recogían el agua
en la cisterna de abajo,
10hacían recuento
de la casas de Jerusalén,
demolían casas
para reforzar la muralla,
11entre los dos muros
hacían un depósito
para el agua del pozo viejo.
Pero no se fijaban
en el que lo ejecutaba
ni miraban
al que lo dispuso hace tiempo.
12El Señor Todopoderoso
los invitaba aquel día
a llanto y a luto,
a raparse la cabeza y a ceñir sayal;
13pero ustedes, fiesta y alegría,
a matar vacas, a degollar corderos,
a comer carne, a beber vino,
a comer y a beber,
que mañana moriremos.
14Me ha comunicado su decisión
el Señor Todopoderoso:
Juro que no se expiará
ese pecado de ustedes
hasta que mueran
–lo ha dicho el Señor
Todopoderoso–.
Contra el mayordomo de palacio
15Así dice el Señor Todopoderoso:
Anda, ve a ese mayordomo de palacio,
a Sobná,
16b que se labra en lo alto un sepulcro
y se excava en la piedra un mausoleo:
16a ¿Qué tienes aquí,
a quién tienes aquí,
que te labras aquí un sepulcro?
17Mira, el Señor
te arrojará con violencia:
te aferrará con fuerza
18y te hará dar vueltas
y vueltas como un aro
sobre la llanura dilatada.
Allí morirás,
allí pararán tus carrozas de gala,
vergüenza de la corte de tu señor.
Nuevo mayordomo
19Te echaré de tu pueblo, te destituiré de tu cargo. 20Aquel día llamaré a mi siervo Eliacín, hijo de Jelcías: 21le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será un gobernante para los habitantes de Jerusalén y para el pueblo de Judá.
22Le pondré en el hombro
la llave del palacio de David:
lo que él abra nadie lo cerrará,
lo que él cierre nadie lo abrirá.
23Lo hincaré como un clavo
en sitio firme,
dará un trono glorioso a su familia;
24colgarán de él
los nobles de su familia,
vástagos y descendientes,
toda la vajilla menor,
de bandejas a cántaros.
25Aquel día
–oráculo del Señor Todopoderoso–
cederá el clavo
hincado en sitio firme,
y la carga que colgaba de él
se soltará, caerá y se romperá
–lo ha dicho el Señor–.
Contra Tiro y Sidón
(Ez 26–28; Am 1,9s)
23 1Oráculo contra Tiro:
Lloren, naves de Tarsis,
porque está destruido su puerto.
Al volver de Chipre lo descubrieron.
2Enmudezcan, habitantes de la costa,
mercaderes de Sidón,
que cruzan el mar
3y envían viajantes por el océano.
Sacaba su ganancia
del grano de Sijor,
de las cosechas del Nilo;
llegaste a ser emporio internacional.
4Avergüénzate, Sidón,
que habla el mar,
la fortaleza marina:
No me he retorcido
ni he dado a luz,
no he criado muchachos
ni sacado adelante muchachas.
5Cuando los egipcios se enteren,
se retorcerán por las noticias de Tiro.
6Vuelvan a Tarsis,
lloren, habitantes de la costa.
7¿Es ésta su ciudad divertida,
de origen remoto,
cuyos pies la llevaban
a colonias lejanas?
8¿Quién decretó tal cosa contra Tiro,
la que regalaba coronas,
cuyos comerciantes eran príncipes
y sus mercaderes grandes de la tierra?
9El Señor Todopoderoso decretó
abatir el orgullo de los príncipes
y humillar a los grandes de la tierra.
10Vuelve a tu tierra, ciudad de Tarsis,
que el puerto no existe ya.
11El Señor extendió
la mano sobre el mar,
hizo estremecerse los reinos;
y mandó destruir el puerto de Canaán.
12Dijo: No volverás a divertirte,
doncella violentada, capital de Sidón;
levántate y cruza hasta Chipre,
que tampoco allí tendrás reposo.
13Mira el país de los caldeos:
erigieron torres y
devastaron sus palacios,
lo entregaron a las fieras,
lo redujeron a escombros.
14Lloren, naves de Tarsis,
porque está destruido su puerto.
Tiro, olvidada y restaurada
15Aquel día, Tiro quedará olvidada setenta años que es la duración de la vida de un rey, y al cabo de setenta años aplicarán a Tiro la copla de la prostituta:
16Toma la cítara,
recorre la ciudad, prostituta olvidada,
toca buena música,
canta muchas coplas,
a ver si se acuerdan de ti.
17Al cabo de los setenta años, el Señor se ocupará de Tiro, y ella volverá a su antiguo comercio, fornicando con todos los reinos de la superficie del mundo. 18Pero las ganancias de su comercio serán consagradas al Señor, no serán almacenadas ni atesoradas. Sus ganancias serán para los que habitan ante el Señor, para que coman y se sacien y se vistan con esplendor.
ESCATOLOGÍA
(34s; 65s; Ez 38s; Zac 14)
Catástrofe
24 1Miren al Señor
que agrieta la tierra
y la resquebraja,
devasta la superficie
y dispersa a sus habitantes:
2lo mismo pueblo que sacerdote,
esclavo que señor,
esclava que señora,
comprador que vendedor,
prestatario que prestamista,
acreedor que deudor.
3Queda la tierra rajada,
queda saqueada
–el Señor ha pronunciado
esta amenaza–.
4Languidece y se debilita la tierra,
desfallece y se debilita el mundo,
desfallecen el cielo y la tierra,
5la tierra está profanada
bajo sus habitantes,
que violaron la ley,
trastocaron el decreto,
rompieron el pacto perpetuo.
6Por eso la maldición
se devora la tierra
y lo pagan sus habitantes,
por eso se consumen
los habitantes de la tierra
y quedan hombres contados.
La ciudad desolada
(16; Jr 48)
7Languidece el vino nuevo,
desfallece la vid,
gimen los corazones alegres;
8cesa el alborozo de los tamboriles,
se acaba el bullicio
de los que se divierten,
cesa el alborozo de las cítaras.
9Ya no beben vino entre canciones
y el licor es amargo
para el que lo bebe.
10La ciudad, desolada, se derrumba,
están cerradas
las entradas de las casas;
11hay lamentos por las calles
porque no hay vino,
se apagaron las fiestas,
se desterró el alborozo del país.
12En la ciudad
sólo quedan escombros
y la puerta está herida de ruina.
El resto
13Sucederá en medio de la tierra y entre los pueblos lo que en el apaleo de la aceituna o en la segunda pasada después de la vendimia. 14Ellos alzarán la voz vitoreando la grandeza del Señor:
Aclamen desde occidente,
15respondan desde oriente
glorificando al Señor;
desde las islas del mar,
al Nombre del Señor, Dios de Israel.
16Desde el confín de la tierra
nos llegan cánticos:
¡Gloria al Justo!
Destrucción
Pero yo digo:
¡Qué dolor, qué dolor, ay de mí!
Los traidores traicionan,
los traidores traman traiciones.
17Pánico y zanja y trampa contra ti,
habitante de la tierra:
18el que escape del grito de pánico
caerá en la zanja,
el que salga del fondo de la zanja
quedará atrapado en trampa.
Se abren las compuertas del cielo
y retiemblan los cimientos
de la tierra:
19se tambalea y se bambolea la tierra,
tiembla y retiembla la tierra,
se mueve y se remueve la tierra,
20vacila y oscila la tierra
como un borracho,
cabecea como una choza;
tanto le pesa su pecado,
que se desploma y no se alza más.
Juicio y reino del Señor
(Dn 7; Sal 82)
21Aquel día juzgará el Señor
a los ejércitos del cielo en el cielo,
a los reyes de la tierra en la tierra.
22Se van agrupando
y quedan encerrados,
presos en la prisión;
pasados muchos días
comparecerán a juicio.
23La luna se sonrojará,
se avergonzará el sol
cuando reine el Señor Todopoderoso
en el Monte Sión, en Jerusalén,
glorioso delante de su senado.
Himno de los salvados
(Sal 76)
25 1Señor, tú eres mi Dios,
te ensalzo y te doy gracias,
porque realizaste planes admirables,
asegurados desde antiguo.
2Convertiste la ciudad en escombros,
la plaza fuerte en demolición,
el castillo de los bárbaros en ruina
que jamás será reedificada.
3Por eso un pueblo poderoso
reconoce tu gloria
y la capital de los tiranos te respeta:
4porque fuiste refugio del desvalido,
refugio del pobre en peligro,
reparo del aguacero,
sombra contra el calor.
Porque el ímpetu de los tiranos
es aguacero de invierno,
5es calor de verano
el tumulto de los bárbaros;
tú aplacas el calor
con sombras de nubes
y ahogas los cantos de los tiranos.
6El Señor Todopoderoso
ofrece a todos los pueblos,
en este monte,
un festín de manjares suculentos,
un festín de vinos añejados,
manjares deliciosos,
vinos generosos.
7Arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el paño que tapa a todas las naciones;
8y aniquilará la muerte para siempre.
El Señor enjugará las lágrimas
de todos los rostros
y alejará de la tierra entera
la humillación de su pueblo
–lo ha dicho el Señor–.
9Aquel día se dirá:
Aquí está nuestro Dios,
de quien esperábamos
que nos salvara:
celebremos y festejemos su salvación.
10La mano del Señor
se posará en este monte,
mientras que Moab
será pisoteado en su sitio,
como se pisa la paja
en el agua del estercolero;
11allí dentro extenderá las manos,
como las extiende
el nadador al nadar.
Pero el Señor aplastará su orgullo
y los esfuerzos de sus manos;
12los altos baluartes de sus murallas
los doblegará, abatirá y tumbará
en el suelo, en el polvo.
Himno de victoria
26 1Aquel día se cantará este canto
en el territorio de Judá:
Tenemos una ciudad fuerte:
le ha puesto para salvarla
murallas y baluartes.
2Abran las puertas,
para que entre un pueblo justo
que guarda los compromisos;
3su voluntad es firme,
tú velas por su paz,
porque confía en ti.
4Confíen siempre en el Señor,
porque el Señor
es la Roca perpetua:
5doblegó a los que habitaban
en la cumbre,
y a la ciudad inaccesible la abatió,
la abatió hasta el suelo,
la tumbó en el polvo;
6y la pisan los pies,
los pies del oprimido,
las pisadas de los desvalidos.
Los juicios del Señor
7La senda del justo es recta,
tú allanas el sendero del justo.
8En la senda de tus juicios,
Señor, te esperamos,
invocamos tu Nombre con ansia:
9mi alma te ansía de noche,
mi espíritu en mi interior
madruga por ti;
porque cuando tus juicios
llegan a la tierra,
aprenden justicia
los habitantes del mundo.
10Si se trata
con clemencia al malvado,
no aprende justicia,
en un país honrado comete crímenes,
sin fijarse en la grandeza del Señor;
11aunque alces la mano,
Señor, no la miran.
Que miren confundidos
tu celo por el pueblo
y que el fuego
devore a tus enemigos.
12Señor, tú nos gobernarás en paz,
porque todas nuestras empresas
nos las realizas tú.
13 Señor, Dios nuestro,
aunque fuera de ti
nos dominaron otros señores,
nosotros invocamos
solamente tu Nombre.
Resurrección
(Ez 37,1-14; 1 Cor 15)
14Los muertos no vivirán,
las sombras no se alzarán,
porque tú los juzgaste y aniquilaste
y extirpaste su memoria.
15Multiplicaste el pueblo, Señor,
multiplicaste el pueblo
manifestando tu gloria,
ensanchaste los confines del país.
16Señor, en el peligro acudíamos a ti,
cuando apretaba
la fuerza de tu escarmiento.
17Como la mujer embarazada,
cuando le llega el parto,
se retuerce y grita de dolor,
así éramos en tu presencia, Señor:
18concebimos, nos retorcimos,
dimos a luz... viento;
no trajimos salvación al país,
no le nacieron habitantes al mundo.
19¡Vivirán tus muertos,
tus cadáveres se alzarán,
despertarán jubilosos
los que habitan en el polvo!
Porque tu rocío es rocío de luz,
y la tierra de las sombras parirá.
20Anda, pueblo mío,
entra en tus aposentos
y cierra la puerta por dentro;
escóndete un breve instante
mientras pasa la cólera.
21Porque el Señor
va a salir de su morada
para castigar la culpa
de los habitantes de la tierra:
la tierra descubrirá
la sangre derramada
y ya no ocultará
a los asesinados en ella.
27 1Aquel día castigará el Señor
con su espada grande,
templada, robusta,
a Leviatán, serpiente huidiza;
a Leviatán, serpiente tortuosa,
y dará muerte al dragón marino.
Canción de la viña
(5,1-6)
2Aquel día cantarán
a la viña hermosa;
3Yo, el Señor, soy su guardián,
la riego con frecuencia,
para que no le falte su hoja,
noche y día la guardo.
4Ya no estoy irritado.
Si me diera zarzas y cardos,
me lanzaría contra ella
para quemarlos todos.
5Si se acoge a mi protección,
hará las paces conmigo,
¡sí, las paces hará conmigo!
Renovación de Israel
6Llegarán días
en que Jacob echará raíces,
Israel echará brotes y flores,
y sus frutos cubrirán la tierra.
7¿Lo ha herido
como hiere a los que lo hieren?
¿Lo ha matado
como mueren los que lo matan?
8Lo castigas espantándolo,
expulsándolo,
arrollándolo con viento impetuoso
en día de viento del este.
9Con esto se expiará
la culpa de Jacob,
y éste será el fruto
de alejar su pecado:
dejar las piedras de los altares
como piedra caliza triturada
y no erigir postes sagrados
ni altares de incienso.
10La plaza fuerte está solitaria,
como mansión despreciada,
abandonada como el desierto:
allí pastan novillos,
allí se tumban
y consumen sus ramas.
11Al secarse el ramaje, se quiebra,
vienen mujeres y le prenden fuego.
Porque es un pueblo insensato,
por eso su Hacedor no se apiada,
su Creador no lo compadece.
Reunión final en Jerusalén
(11,11s)
12Aquel día trillará el Señor las espigas
desde el Gran Río
hasta el Torrente de Egipto;
pero ustedes, israelitas,
serán buscados uno por uno.
13Aquel día sonará la gran trompeta,
y vendrán los dispersos de Asiria,
los desterrados de Egipto,
para postrarse ante el Señor
en el monte santo de Jerusalén.
ORÁCULOS VARIOS
Contra el reino del Norte
28 1¡Ay de la corona esplendorosa
de los ebrios de Efraín
y de la flor marchita,
joya de su atavío,
que está en la cabeza
de los hartos de vino!
2Miren: Viene uno fuerte y robusto,
de parte del Señor,
como tormenta de granizo,
tormenta asoladora,
como tormenta de aguas
impetuosas y desbordadas,
con la mano derriba todo al suelo
3y con los pies pisotea
la corona fastuosa
de los ebrios de Efraín
4y la flor marchita, joya de su atavío,
que está en lo alto
del valle fértil.
Será como breva temprana,
que el primero que la ve,
apenas la agarra, se la traga.
5Aquel día será
el Señor Todopoderoso
corona enjoyada, diadema espléndida
para el resto de su pueblo:
6sentido de justicia
para los que se sientan a juzgar,
valor para los que rechazan
el asalto a las puertas.
Contra los que se burlan del profeta
(Ez 12,21-28)
7También éstos
se tambalean por el vino
y dan traspiés por el licor;
sacerdotes y profetas
se tambalean por el licor,
los aturde el vino,
dan traspiés por el licor,
se tambalean con la visión,
tartamudean al dar sentencias;
8todas las mesas están llenas
de vómitos y suciedad,
y no queda espacio libre.
9–¿A quién viene a adoctrinar,
a quién a enseñar la lección?,
¿a recién destetados,
apartados del pecho?
10Dice: ce con ce, ce con ce,
pe con pe, pe con pe,
chico aquí, chico allí.
11–Ahora bien
con lengua balbuciente,
en lenguaje extraño
el Señor hablará a este pueblo,
12el que les había dicho:
En esto está el reposo,
den reposo al cansado,
en esto está el descanso,
pero no quisieron obedecer.
13Entonces el mensaje del Señor
les sonará así:
ce con ce, ce con ce,
pe con pe, pe con pe,
chico aquí, chico allí,
para que vayan y caigan de espaldas
y se destrocen y se enreden
y queden atrapados.
Pacto con la muerte y verdadero cimiento
(Sab 1,16)
14Escuchen la Palabra del Señor,
gente burlona,
que gobiernan
a ese pueblo de Jerusalén:
15ustedes decían:
Hemos firmado
un pacto con la muerte,
una alianza con el abismo:
cuando pase el azote arrollador,
no nos alcanzará,
porque tenemos
la mentira por refugio
y el engaño por escondrijo.
16El Señor dice así:
Miren, yo coloco en Sión una piedra
probada, angular,
preciosa, de cimiento:
quien se apoya no vacila.
17Usaré como plomada la justicia,
como nivel el derecho;
el granizo arrasará
el falso refugio de ustedes
y el agua arrollará
su escondrijo.
18Su pacto con la muerte
se romperá,
su alianza con el abismo
será anulada;
y cuando pase el azote arrollador
los pisoteará,
19cada vez que pase, los arrebatará,
y ha de pasar mañana tras mañana,
de día y de noche;
entonces bastará el terror
para aprender la lección.
Contra los cínicos
20Será corta la cama para estirarse
y estrecha la manta para arroparse.
21Como en el monte Perasim
se alzará el Señor,
como en el valle de Gabaón
se desperezará,
para ejecutar su obra, obra extraña,
para cumplir su tarea, tarea inaudita.
22Por tanto, no se burlen,
no sea que se aprieten sus cadenas,
que me he enterado
de la destrucción decretada
por el Señor Todopoderoso
contra todo el país.
Instrucción agrícola
23Escuchen, presten oído a mi voz,
atención, escuchen mi discurso:
24El que ara,
¿se pasa los días arando,
abriendo surcos,
desterronando, para sembrar?
25Cuando ha igualado la superficie,
siembra hinojo y esparce comino,
echa trigo y cebada,
y en los bordes escanda y mijo;
26su Dios lo instruye,
le enseña las reglas.
27Porque el hinojo no se trilla con el trillo ni las ruedas del carro se pasan sobre el comino: el hinojo se trilla con varas y el comino con látigo; 28el grano no se tritura hasta lo último, sino que se trilla arreando el rodillo del carro, que lo rompe sin triturarlo. 29También esto es disposición del Señor Todopoderoso: su plan es admirable y es grande su destreza.
Contra Jerusalén
(22,1-14; Ez 22)
29 1¡Ay Ariel, Ariel,
ciudad que sitió David!
Añadan años a años,
gire el ciclo de las fiestas,
2y asediaré a Ariel,
y habrá llantos y lamentos.
Serás para mí como Ariel:
3te sitiaré en redondo,
te estrecharé con trincheras
y alzaré baluartes contra ti.
4Abatida, hablarás desde el suelo
y tu palabra sonará
apagada desde el polvo,
como voz de fantasma
desde la tumba
susurrarás tus palabras
desde el polvo.
5El tropel de tus enemigos
será como polvareda.
El tropel de tus agresores
como nube de polvo;
pero de improviso, de repente,
6te auxiliará el Señor Todopoderoso
con fragor y estruendo
de grandes truenos,
con huracán y vendaval
y rayos abrasadores.
7Y acabará como sueño
o visión nocturna
el tropel de los pueblos
que combaten a Ariel,
sus trincheras, sus baluartes,
sus sitiadores.
8Como sueña
el hambriento que come,
y se despierta con el estómago vacío;
como sueña el sediento que bebe,
y se despierta con la garganta reseca,
así será el tropel de los pueblos
que combaten contra el Monte Sión.
9Queden tontos y torpes,
enceguézcanse y quédense ciegos;
se emborracharán, y no de vino,
se tambalearán, y no por el licor;
10sino porque el Señor les derrama
un viento de modorra
que les embotará los ojos
y les cubrirá las cabezas.
11Cualquier visión les resultará
como el texto de un libro sellado:
se lo entregan a uno que sabe leer,
diciéndole: Por favor, lee esto;
y él responde:
No puedo, que está sellado.
12Se lo entregan
a uno que no sabe leer,
diciéndole: Por favor, lee esto;
y él responde: Si no sé leer.
13Dice el Señor:
Ya que este pueblo
se me acerca con la boca
y me glorifica con los labios,
mientras su corazón está lejos de mí,
y su culto a mí
es precepto humano y rutina,
14yo seguiré multiplicando prodigios,
prodigios maravillosos:
fracasará la sabiduría de sus sabios
y se eclipsará
la prudencia de sus prudentes.
Malaventura
(Sal 139,8-12)
15¡Ay de los que
traman secretamente
para esconderle sus planes al Señor!
Hacen sus obras en la oscuridad,
diciendo:
¿Quién nos ve, quién se entera?
16¡Qué desatino! Como si el barro
se considerara alfarero,
como si la obra dijera del que la hizo:
No me ha hecho,
como si el cacharro dijera del alfarero:
No me entiende.
Salvación escatológica
(32,15-20)
17Pronto, muy pronto,
el Líbano se convertirá en jardín,
y el jardín parecerá un bosque;
18aquel día oirán los sordos
las palabras del libro,
sin tinieblas ni oscuridad
verán los ojos de los ciegos;
19los oprimidos volverán
a festejar al Señor
y los pobres se alegrarán
con el Santo de Israel,
20porque no quedarán tiranos,
se acabarán los cínicos
y serán aniquilados
los que se desviven por el mal;
21los que acusan a uno en un proceso,
ponen trampas
al que defiende en un tribunal
y con falsedades
hunden al inocente.
22Por eso, esto dice el Señor,
Dios de la casa de Jacob,
que redimió a Abrahán:
Ya no fracasará Jacob,
no sentirá vergüenza;
23cuando vean lo que hace mi mano
en medio de ellos,
santificarán mi Nombre,
santificarán al Santo de Jacob
y temerán al Dios de Israel.
24Los que habían perdido la cabeza
comprenderán,
y los que protestaban
aprenderán la lección.
Contra el pacto con Egipto
(19,1-15; 31,1-3)
30 1¡Ay de los hijos rebeldes!
–oráculo del Señor–,
que hacen planes
sin contar conmigo,
que firman pactos
sin contar con mi profeta,
añadiendo pecados a pecados;
2que bajan a Egipto
sin consultar mi oráculo
buscando la protección del faraón
y refugiarse a la sombra de Egipto;
3la protección del faraón
los hará fracasar
y el refugio a la sombra de Egipto
los defraudará.
4Cuando estén sus jefes en Soán
y lleguen sus embajadores a Janés,
5todos se sentirán defraudados
por un pueblo inútil
que no puede auxiliar ni servir,
si no es de fracaso y decepción.
Contra la embajada
6Oráculo contra la Bestia del Sur:
Por tierra hostil y siniestra,
de leones y leonas rugientes,
de víboras y dragones alados,
llevan sus riquezas a lomo de asno
y sus tesoros a giba de camello,
7a un pueblo inútil,
cuyo auxilio es vano y nulo;
por eso lo llamo así:
Fiera que ruge y no hace nada.
Testamento de Isaías
(8,16-20)
8Ahora ve y escríbelo en una tablilla,
grábalo en bronce,
que sirva en el futuro
de testimonio perpetuo:
9Es un pueblo rebelde,
hijos renegados,
hijos que no obedecen
la ley del Señor;
10que dicen a los videntes:
No tengan visiones,
y a los profetas:
No profeticen sinceramente;
dígannos cosas agradables,
profetícennos ilusiones;
11apártense del camino,
retírense de la senda,
dejen de ponernos delante
al Santo de Israel.
12Por eso, así dice el Santo de Israel:
Ya que rechazan este mensaje,
y confían en la opresión
y en la perversidad,
y se apoyan en ellas,
13por eso esa culpa será para ustedes
como grieta que baja
en una alta muralla,
y la arquea, hasta que de repente,
de golpe, se desploma;
14como vasija de loza rota,
hecha añicos sin piedad,
hasta no quedar entre sus añicos
ni un trozo
con que sacar brasas del rescoldo,
con que sacar agua del pozo.
15Así decía el Señor,
el Santo de Israel:
La salvación de ustedes está
en convertirse y tener calma,
su fuerza consiste
en confiar y estar tranquilos.
Pero no quisieron
16y dijeron:
–No. Huiremos a caballo.
–Está bien, tendrán que huir.
–Correremos a galope.
–Más correrán los que los persigan.
17Huirán mil
ante la amenaza de uno,
huirán ante la amenaza de cinco,
hasta quedar como un poste
en la cumbre de un monte,
como señal sobre una colina.
Conversión del pueblo
18Pero el Señor espera
para apiadarse de ustedes,
aguanta para tenerles compasión
porque el Señor es un Dios recto:
dichosos los que esperan en él.
19Vecinos de Sión,
habitantes de Jerusalén,
no tendrán que llorar,
porque se apiadará al oír tu gemido;
apenas te oiga, te responderá.
20Aunque el Señor
les dé el agua tasada
y el pan medido,
ya no se esconderá tu Maestro,
con tus ojos verás a tu Maestro;
21si se desvían a derecha o izquierda,
tus oídos oirán
una llamada a la espalda:
Éste es el camino, caminen por él.
22Tendrás por impuros
tus ídolos recubiertos de plata
y tus estatuas revestidas de oro:
las arrojarás como inmundicia,
las tratarás como basura.
23Te dará lluvia para la semilla
que siembres en el campo,
el grano de la cosecha del campo
será rico y sustancioso;
aquel día tus ganados
pastarán en anchas praderas;
24los bueyes y asnos
que trabajan en el campo
comerán forraje fermentado,
aventado con pala y horquilla.
25En todo monte elevado,
en toda colina alta,
habrá acequias y cauces de agua,
el día de la gran matanza,
cuando caigan las torres.
26La luz de la luna
será como la del sol,
la luz del sol
será siete veces más intensa,
cuando el Señor vende
la fractura a su pueblo
y le sane la herida que le causó.
Teofanía y castigo de Asiria
(Hab 3; Sal 18)
27Miren:
el Señor en persona viene de lejos,
arde su cólera
con espesa humareda;
sus labios están llenos de furor,
su lengua es fuego abrasador,
28su aliento es río desbordado
que alcanza hasta el cuello:
para zarandear a los pueblos
con zaranda de exterminio,
para poner freno de extravío
a la quijada de las naciones.
29Ustedes entonarán un cántico,
como en noche sagrada de fiesta:
se alegrará el corazón
al compás de la flauta,
mientras van al monte del Señor,
a la Roca de Israel.
30El Señor hará oír
la majestad de su voz,
mostrará su brazo que descarga
con ira furiosa y rayos abrasadores,
con tormenta y aguacero y granizo.
31A la voz del Señor se acobardará
Asiria, a golpes de palo;
32y cada golpe
de la vara de castigo
que el Señor descargue sobre ella,
lo acompañarán con tamboriles
y cítaras y danzas guerreras.
33Que está preparada
hace tiempo en Tofet,
está dispuesta, ancha y profunda,
una hoguera con leña abundante:
y el soplo del Señor,
como torrente de azufre,
le prenderá fuego.
Contra el pacto con Egipto
(30,1-5)
31 1¡Ay de los que bajan
a Egipto por auxilio
y buscan apoyo en la caballería!
Confían en los carros,
porque son numerosos,
y en los jinetes,
porque son muy fuertes;
sin fijarse en el Santo de Israel
ni consultar al Señor.
2Pero él también es hábil
para enviar desgracias
y no ha cambiado su palabra.
Se alzará
contra la casa de los malvados,
contra la ayuda de los malhechores.
3Los egipcios
son hombres y no dioses,
sus caballos son carne
y no espíritu.
El Señor extenderá su mano:
tropezará el protector
y caerá el protegido,
los dos juntos perecerán,
4porque me ha dicho esto el Señor:
Como gruñe el león
o el cachorro con su presa
y se reúne contra él
un tropel de pastores,
pero él no se asusta de sus voces
ni se intimida por su tumulto,
así bajará el Señor Todopoderoso
a combatir sobre el Monte Sión
y sobre su cima.
5Como un ave aleteando,
el Señor Todopoderoso
protegerá a Jerusalén:
protección liberadora,
rescate salvador.
6Hijos de Israel, vuelvan a él
de lo hondo de su rebelión.
Conversión de Judá y fin de Asiria
7Aquel día todos rechazarán
los ídolos de plata y los ídolos de oro
que hicieron
sus manos pecadoras.
8Asiria caerá a espada no humana,
espada no de mortal la devorará;
y si sus mozos escapan de la espada,
caerán en trabajos forzados.
9Despavorida escapará su Roca,
sus jefes quedarán
espantados de su bandera
–oráculo del Señor,
que tiene una hoguera en Sión,
un horno en Jerusalén–.
Reino de la justicia
(11,1-9; Sal 72)
32 1Miren:
reinará con justicia un rey
y sus jefes gobernarán
según derecho.
2Será cada uno
como abrigo del viento,
reparo del aguacero,
como acequias en tierra seca,
sombra de roca maciza
en tierra reseca.
3Los ojos de los que ven
no estarán cerrados
y los oídos de los que oyen
atenderán;
4la mente precipitada
aprenderá sensatez,
la lengua tartamuda
hablará con soltura y claridad.
5Ya no llamarán noble al necio
ni tratarán de excelencia al pícaro,
6porque el necio dice necedades
y por dentro planea el crimen,
practica el vicio
y habla perversamente del Señor,
deja vacío al hambriento,
priva de agua al sediento.
7El pícaro usa malas artes
y maquina sus intrigas:
perjudica a los hombres con mentiras
y al desvalido
que defiende su derecho.
8En cambio, el noble
tiene planes nobles
y está firme en su noble sentir.
Contra las mujeres frívolas
(3,16-24; Am 4,1-3)
9Mujeres despreocupadas,
levántense, escuchen mi voz,
damas confiadas,
presten oído a mi discurso:
10Dentro de un año y unos días
temblarán las confiadas,
porque se consumirá la vendimia
y no habrá cosecha.
11Estremézcanse las despreocupadas,
tiemblen las confiadas,
desnúdense del todo
y cíñanse un sayal,
12golpéense los pechos en duelo
por los campos preciados,
por las viñas fecundas,
13por las tierras de mi pueblo
donde crecen zarzas y cardos,
por las casas alegres
y la ciudad divertida.
14Porque el palacio está vacío,
la ciudad populosa desierta,
la colina y la torre de guardia,
convertidos en cuevas
para siempre, en delicia de asnos
y pastizal de rebaños.
Restauración
(65,16-25)
15Hasta que se derrame
sobre nosotros
un aliento de lo alto;
entonces el desierto será un jardín,
el jardín parecerá un bosque,
16en el desierto morará la justicia,
y el derecho habitará en el jardín,
17el efecto de la justicia será la paz,
la función de la justicia,
calma y tranquilidad perpetuas;
18mi pueblo habitará
en un lugar pacífico,
en moradas tranquilas,
en mansiones sosegadas;
19aunque sea talado el bosque,
aunque sea abatida la ciudad.
20Dichosos ustedes
que siembran junto al agua
y dejan sueltos al toro y al asno.
Esperanza en el Señor
33 1¡Ay de ti, devastador,
nunca devastado;
saqueador, nunca saqueado!
Cuando acabes de devastar
te devastarán a ti,
cuando termines de saquear
te saquearán a ti.
2¡Piedad, Señor, que esperamos en ti!,
sé nuestro brazo por la mañana
y nuestra salvación en el peligro.
3A tu voz atronadora
se desbandaron los pueblos,
al levantarte tú
se dispersaron las naciones,
4y se recogía botín
como se recoge la langosta,
se abalanzaban a él
como avalancha de saltamontes.
5El Señor es sublime,
porque habita en lo alto,
él ha llenado a Sión
de justicia y derecho;
6la fidelidad será su adorno,
la sabiduría y el conocimiento
serán su provisión salvadora,
el respeto del Señor será su tesoro.
7Oigan, los enviados gimen en la calle,
los mensajeros de paz
lloran amargamente:
8están destruidas las calzadas
y ya no transitan caminantes.
Ha roto la alianza,
despreciando a los testigos
y no respetando al hombre.
9Languidece y se marchita el país,
el Líbano se decolora y queda mustio,
el Sarón está hecho una estepa,
están pelados el Basán y el Carmelo.
10Ahora me pongo de pie,
dice el Señor;
ahora me yergo, ahora me alzo:
11Concebirán paja y darán a luz polvo,
y mi aliento como fuego
los consumirá;
12los pueblos serán calcinados,
como cardos segados arderán.
13Los lejanos,
escuchen lo que he hecho;
los cercanos, reconozcan mi valor.
14Temen en Sión los pecadores,
un temblor se apodera
de los perversos:
¿Quién de nosotros habitará
en un fuego devorador,
quién de nosotros habitará
en una hoguera perpetua?
15–El que procede con justicia,
habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión;
el que sacude la mano
rechazando el soborno
y tapa su oído
a propuestas sanguinarias;
el que cierra los ojos
para no complacerse en el mal,
16ése morará en las alturas:
picachos rocosos
serán su fortificación,
con abundancia de pan
y provisión de agua.
17Un rey en su esplendor
contemplarán tus ojos,
verán un país dilatado,
18y te dirás sobrecogido:
¿Dónde está el que contaba,
dónde está el que pesaba,
dónde el que contaba las torres?
19Ya no verás al pueblo violento,
cuya lengua es oscura
y no se entiende,
que pronuncia de modo extraño
e incomprensible.
20Contempla a Sión,
ciudad de nuestras fiestas:
tus ojos verán a Jerusalén,
morada tranquila,
tienda permanente,
cuyas estacas no se arrancarán,
cuyas cuerdas no se soltarán.
21Que allí el Señor
es nuestro capitán,
en un lugar de ríos
y canales anchísimos,
que no surcan barcas de remo
ni la nave capitana los cruza:
23a están flojas sus cuerdas,
no sujetan el mástil
ni despliegan las velas.
22Porque el Señor es nuestro juez,
el Señor nuestro gobernador,
el Señor nuestro rey; él nos salvará:
23b entonces el ciego
repartirá enorme botín
y hasta los cojos se darán al saqueo;
24y ningún vecino dirá:
Me siento mal,
porque al pueblo que allí habita
le han perdonado la culpa.
ESCATOLOGÍA DE ISAÍAS II
Juicio
(13,21s; 66,15-17; Jl 4,1-8; Sof 1,14-18)
34 1Acérquense, pueblos,
a escuchar;
naciones, atiendan;
escuche la tierra y los que la llenan,
el mundo y cuanto produce;
2porque el Señor está irritado
con todas las naciones,
enojado con todos sus ejércitos;
los consagra al exterminio,
los entrega a la matanza.
3Sus muertos son arrojados
y de los cadáveres
se levanta el hedor,
los montes chorrean sangre
4y los valles se resquebrajan,
el cielo se enrolla como un pliego
y se marchitan sus ejércitos,
como se marchita el follaje de la vid,
como se marchita
la hoja de la higuera.
5Porque la espada del Señor
se embriaga en el cielo:
mírenla bajar hacia Edom
para ejecutar a un pueblo condenado.
6La espada del Señor chorrea sangre,
está grasienta de sebo,
sangre de corderos y machos cabríos,
sebo de entrañas de carneros.
Porque el Señor hace
carnicería en Bosra,
gran matanza en Edom;
7y caen juntos búfalos
con toros y novillos.
Se empapa la tierra de su sangre,
el polvo está grasiento de su sebo;
8porque es el día
de la venganza del Señor,
año de desquite
para la causa de Sión.
9Sus arroyos se transforman en brea
y el polvo en azufre,
su territorio se vuelve brea ardiente,
10que no se apaga de día ni de noche,
y su humareda sube perpetuamente;
de edad en edad seguirá desolada,
por siglos de siglos
nadie la transitará.
11Se adueñan de ella
el pelícano y el erizo,
la lechuza y el cuervo la habitan.
El Señor le aplica la plomada del caos
y el nivel del vacío;
12y no queda nombre
con que llamar a su reino,
sus jefes vuelven a la nada.
13En sus palacios crecen espinos;
en sus torreones, cardos y ortigas;
se convierte en morada de chacales,
en guarida de avestruces;
14se reúnen hienas y gatos salvajes,
el chivo llama a su compañero,
allí descansa el búho
y encuentra dónde posarse;
15allí anida la serpiente,
pone, incuba y empolla sus huevos;
allí se juntan los buitres
sin que falten a las hembras
compañeros.
16Estudien el libro del Señor:
ni uno solo de ellos falta,
porque lo ha mandado
la boca del Señor
y su aliento los ha reunido.
17Echa la suerte para ellos
y con la cuerda de medir en su mano
les reparte el país:
lo poseerán para siempre,
de edad en edad lo habitarán.
Vuelta a Sión
(43,19s; 55,12s)
35 1El desierto y la tierra reseca
se regocijarán,
el arenal de alegría florecerá,
2como flor de narciso florecerá,
desbordando de gozo y alegría;
tiene la gloria del Líbano,
la belleza del Carmelo y del Sarón;
ellos verán la gloria del Señor,
la belleza de nuestro Dios.
3Fortalezcan las manos débiles,
afirmen las rodillas vacilantes.
4Digan a los cobardes:
Sean fuertes, no teman;
ahí está su Dios,
que trae el desquite,
viene en persona,
los desagraviará y los salvará.
5Se despegarán los ojos del ciego,
los oídos del sordo se abrirán,
6saltará como ciervo el tullido,
la lengua del mudo cantará;
porque ha brotado agua
en el desierto,
arroyos en la estepa,
7el arenal será un estanque,
lo reseco un manantial,
la hierba cañas y juncos,
en la cueva
donde se tumbaban chacales.
8Lo cruzará una calzada
que llamarán Vía Sacra,
no pasará por ella el impuro,
los inexpertos no se extraviarán.
9No habrá por allí leones,
no se acercarán bestias feroces,
sino que caminarán los redimidos
10y volverán por ella
los rescatados del Señor:
volverán a Sión con cánticos:
en cabeza, alegría perpetua,
siguiéndolos, gozo y alegría;
pena y aflicción se alejarán.
SECCIÓN HISTÓRICA
Invasión de Senaquerib
(2 Re 18; Is 8,5-8; 10,28-32)
36 1El año catorce del reinado de Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, subió contra las ciudades fortificadas de Judá y las conquistó.
2Desde Laquis el rey de Asiria despachó al copero mayor para que fuera con un fuerte destacamento a Jerusalén, al rey Ezequías. El copero mayor se detuvo ante el canal del Estanque de Arriba, junto al camino del Campo del Tintorero. 3Salieron a recibirlo Eliacín, hijo de Jelcías, mayordomo de palacio; Sobná, el secretario, y Yoaj, el canciller, hijo de Asaf. 4El copero mayor les dijo:
–Digan a Ezequías: Así dice el emperador, el rey de Asiria: ¿En qué fundas tu confianza? 5Tú piensas que la estrategia y la valentía militares son cuestión de palabras. ¿En quién confías para rebelarte contra mí? 6¿Te fías de ese bastón de caña quebrada que es Egipto? Al que se apoya en él se le clava en la mano y se la atraviesa. Eso es el faraón para los que confían en él. 7Y si me replicas: Confiamos en el Señor, nuestro Dios, ¿no es éste el Dios cuyos lugares de culto y altares ha suprimido Ezequías, exigiendo a Judá y a Jerusalén que se postren solamente ante ese altar? 8Por tanto, haz una apuesta con mi señor, el rey de Asiria, y te daré dos mil caballos, si es que tienes quien los monte. 9¿Cómo te atreves a desairar a uno de los últimos siervos de mi señor, el rey de Asiria, confiando en que Egipto te proporcionará carros y jinetes? 10¿Te crees que he subido a devastar este país sin contar con el Señor? Fue el Señor quien me dijo que subiera a devastar este país.
11Eliacín, Sobná y Yoaj dijeron al copero mayor:
–Por favor, háblanos en arameo, que lo entendemos; no nos hables en hebreo ante la gente que está en las murallas.
12Pero el copero les replicó:
–¿Crees que mi Señor me ha enviado para que les comunique a ti y a tu señor este mensaje? También es para los hombres que están en la muralla, y que con ustedes tendrán que comer su excremento y beber su orina.
13E irguiéndose el copero mayor, gritó bien fuerte en hebreo:
–Escuchen las palabras del emperador, rey de Asiria:
14Así dice el rey: que no los engañe Ezequías, porque no podrá librarlos. 15Que Ezequías no los haga confiar en el Señor, diciendo: El Señor nos librará y no entregará esta ciudad al rey de Asiria. 16No hagan caso a Ezequías, porque esto dice el rey de Asiria: ríndanse y hagan la paz conmigo, y cada uno comerá de su viña y su higuera y beberá de su pozo; 17hasta que llegue yo, para llevarlos a una tierra como la de ustedes, tierra de grano y de vino nuevo, tierra de pan y de viñas. 18Que no los engañe Ezequías, diciendo: El Señor nos librará. ¿Acaso los dioses de las naciones libraron a sus países de la mano del rey de Asiria? 19¿Dónde están los dioses de Jamat y Arpad, dónde los dioses de Sefarvaín? ¿Han librado a Samaría de mi poder? 20¿Qué dios de esos países ha podido librar sus territorios de mi mano? ¿Y va el Señor a librar a Jerusalén de mi mano?
21Ellos callaron y no le respondieron palabra. Tenían orden del rey de no responder. 22Entonces Eliacín, hijo de Jelcías, el mayordomo de palacio, Sobná, el secretario, y Yoaj el canciller, hijo de Asaf, se presentaron al rey Ezequías con las vestiduras rasgadas y le comunicaron las palabras del copero mayor.
Recurso a Isaías
(2 Re 19; Is 14,24-27)
37 1Cuando el rey Ezequías oyó esto, se rasgó las vestiduras, se vistió un sayal y se dirigió al templo del Señor, 2y despachó a Eliacín, el mayordomo de palacio; a Sobná, el secretario, y a los sacerdotes más ancianos, vestidos de sayal, para que fueran a decirle al profeta Isaías, hijo de Amós:
3–Así dice Ezequías: Hoy es un día de angustia, de castigo y de vergüenza; los hijos llegan al parto, y no hay fuerza para darlos a luz. 4Ojalá oiga el Señor las palabras del copero mayor, a quien su señor, el rey de Asiria, ha enviado para ultrajar al Dios vivo, y castigue las palabras que el Señor, tu Dios, ha oído. Reza por el resto que todavía subsiste.
5Los ministros del rey Ezequías se presentaron a Isaías 6y él les respondió:
–Digan a su señor: Así dice el Señor: No te asustes por esas palabras que has oído, por las blasfemias de los criados del rey de Asiria. 7Yo mismo les meteré un espíritu, y cuando oiga ciertas noticias, se volverá a su país, y en su país lo haré morir a espada.
Segunda versión de la embajada
(10,5-16)
8El copero mayor regresó y encontró al rey de Asiria combatiendo contra Alba, porque había oído que el rey se había retirado de Laquis 9al recibir la noticia de que Tajarca, rey de Nubia, había salido para luchar contra él.
Senaquerib envió de nuevo mensajeros a Ezequías a decirle:
10–Digan a Ezequías, rey de Judá: Que no te engañe tu Dios, en quien confían, pensando que Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria. 11 Tú mismo has oído cómo han tratado los reyes de Asiria a todos los países, exterminándolos, ¿y tú te vas a librar? 12¿Los salvaron a ellos los dioses de los pueblos que mis predecesores destruyeron: Gozán, Jarrán, Résef y los adanitas de Telasar? 13¿Dónde están el rey de Jamat, el rey de Arpad, el rey de Sefarvaín, de Hená y de Avá?
Oración de Ezequías
(Sal 44)
14Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó: 15después subió al templo, la desplegó ante el Señor y oró:
16Señor Todopoderoso,
Dios de Israel,
sentado sobre querubines:
tú solo eres el Dios
de todos los reinos del mundo,
tú hiciste el cielo y la tierra.
17Presta oído, Señor, y escucha;
abre tus ojos, Señor, y mira.
Escucha el mensaje
que ha enviado Senaquerib
para ultrajar al Dios vivo.
18Es verdad, Señor: los reyes de Asiria
han asolado todas las naciones
y sus territorios,
19han quemado todos sus dioses
–porque no son dioses,
sino hechura de manos humanas,
leño y piedra– y los han destruido.
20Ahora, Señor, Dios nuestro,
sálvanos de su mano,
para que sepan
todos los reinos del mundo
que tú sólo, Señor, eres Dios.
Respuesta de Isaías
(2 Re 19,20-28; Is 10,5-16)
21Isaías, hijo de Amós, mandó decir a Ezequías:
–Así dice el Señor, Dios de Israel: He oído lo que me pides acerca de Senaquerib, rey de Asiria. 22Ésta es la sentencia que el Señor pronuncia contra él:
Te desprecia
y se burla de ti
la doncella, la ciudad de Sión:
menea la cabeza a tu espalda
la ciudad de Jerusalén.
23¿A quién has ultrajado e insultado,
contra quién has alzado la voz
y levantado tus ojos a lo alto?
¡Contra el Santo de Israel!
24Por medio de tus servidores
has ultrajado al Señor:
Con mis numerosos carros
yo he subido
a las cimas de los montes,
a las cumbres del Líbano;
he talado la estatura de sus cedros
y sus mejores cipreses;
llegué hasta la última cumbre,
hasta lo más denso de su bosque.
25Yo excavé pozos
y bebí aguas extranjeras;
sequé bajo la planta de mis pies
todos los canales de Egipto.
26–¿No lo has oído?
Desde antiguo lo decidí,
en tiempos remotos lo preparé,
y ahora lo realizo;
por eso tú reduces
las ciudades fortificadas
a montones de escombros.
27Sus habitantes, faltos de fuerza,
con la vergüenza de la derrota,
fueron como hierba del campo,
como verde de los prados,
como grama de las azoteas
marchitada antes de crecer.
28Sé cuándo te sientas y te levantas,
cuándo entras y sales;
29porque te agitas contra mí
y tu arrogancia
sube a mis oídos,
te pondré mi argolla en la nariz
y mi freno en el hocico,
y te llevaré por el camino
por donde viniste.
Signo para Ezequías
(2 Re 19,29-34)
30Esto te servirá de señal:
Este año comerán el grano caído;
el año que viene,
lo que brote sin sembrar;
el año tercero sembrarán
y cosecharán,
plantarán viñas
y comerán sus frutos.
31De nuevo
el resto de la casa de Judá
echará raíces por abajo
y dará frutos por arriba;
32porque de Jerusalén saldrá un resto,
los supervivientes, del Monte Sión:
¡el celo del Señor Todopoderoso
lo cumplirá!
33Por eso, así dice el Señor
acerca del rey de Asiria:
No entrará en esta ciudad,
no disparará contra ella su flecha,
no se acercará con escudo
ni levantará contra ella un terraplén;
34por el camino por donde vino
se volverá,
pero no entrará en esta ciudad
–oráculo del Señor–.
35Yo defenderé a esta ciudad
para salvarla,
por mi honor y el de David, mi siervo.
Desenlace
36Aquella misma noche salió el ángel del Señor e hirió en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil hombres; por la mañana, al despertar, los encontraron cadáveres.
37Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, se volvió a Nínive, y se quedó allí. 38Y un día, mientras estaba postrado en el templo de su dios Nisroc, sus hijos Adramélec y Saréser lo mataron con la espada, y escaparon al territorio de Ararat. Y le sucedió en el trono su hijo Asaradón.
Enfermedad y sanación de Ezequías
(2 Re 20,1-11)
38 1En aquel tiempo, Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo y le dijo:
–Así dice el Señor: Haz testamento, porque vas a morir sin remedio.
2Entonces, Ezequías volvió la cara a la pared y oró al Señor:
3–Señor, ten presente que he procedido de acuerdo contigo, con corazón sincero e íntegro, y que he hecho lo que te agrada.
Y lloró con largo llanto.
4El Señor dirigió la palabra a Isaías:
5–Ve y dile a Ezequías: Así dice el Señor, Dios de tu padre David: He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas. Mira, añado a tus días otros quince años. 6Los libraré de las manos del rey de Asiria, a ti y a esta ciudad, y la protegeré.
21Isaías ordenó:
–Que traigan un ungüento de higos y lo apliquen a la herida para que se sane.
22Ezequías dijo:
–¿Cuál es la señal de que subiré a la casa del Señor?
7Respondió:
–Ésta es la señal del Señor, de que cumplirá el Señor la palabra dada: 8En el reloj de sol de Ajaz haré que la sombra retroceda los diez grados que ha avanzado.
Y desanduvo el sol en el reloj los diez grados que había avanzado.
Cántico de Ezequías
(Sal 30; 88)
9Cántico de Ezequías, rey de Judá, cuando enfermó y sanó de la enfermedad:
10–Yo pensé: En lo mejor de mis días,
tengo que marchar
hacia las puertas del abismo;
me privan del resto de mis años.
11Yo pensé: Ya no veré más al Señor
en la tierra de los vivos,
ya no miraré a los hombres
entre los habitantes del mundo.
12Levantan y enrollan mi morada
como tienda de pastores.
Como un tejedor enrollaba yo mi vida,
y me cortan la trama.
Día y noche me estabas acabando,
13sollozo hasta el amanecer.
Me quiebras los huesos como un león,
día y noche me estás acabando.
14Como una golondrina estoy piando,
gimo como una paloma.
Mis ojos mirando al cielo
se consumen:
¡Señor, que me oprimen,
sal fiador por mí!
15¿Qué le diré y qué pensaré
si él es quien lo hace?
Huye de mí el sueño
por la amargura de mi alma.
16Los que Dios protege, viven,
y entre ellos vivirá mi espíritu:
me has sanado,
me has hecho revivir.
17La amargura se me volvió paz
cuando detuviste mi vida
ante la tumba vacía
y volviste la espalda
a todos mis pecados.
18El abismo no te da gracias,
ni la muerte te alaba,
ni esperan en tu fidelidad
los que bajan a la fosa.
19Los vivos, los vivos son
quienes te dan gracias:
como yo ahora.
El padre enseña a sus hijos
tu fidelidad.
20Sálvame, Señor,
y tocaremos nuestras arpas
todos nuestros días
en la casa del Señor.
Embajada del rey de Babilonia
(2 Re 20,12-19)
39 1En aquel tiempo, Merodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y regalos al rey Ezequías cuando se enteró de que se había restablecido de su enfermedad.
2Ezequías se alegró y enseñó a los mensajeros su tesoro: la plata y el oro, los perfumes y ungüentos, toda la vajilla y cuanto había en sus depósitos. No quedó nada en su palacio y en sus dominios que Ezequías no les enseñase.
3Pero el profeta Isaías se presentó al rey Ezequías y le dijo:
–¿Qué ha dicho esa gente y de dónde vienen a visitarte?
Ezequías contestó:
–De una tierra lejana han venido a visitarme: de Babilonia.
4Isaías preguntó:
–¿Qué han visto en tu casa?
Ezequías contestó:
–Han visto toda mi casa; no he dejado de enseñarles nada de mis tesoros.
5Isaías le replicó:
–Escucha la Palabra del Señor Todopoderoso: 6Mira: llegarán días en que todo lo que hay en tu casa, cuanto atesoraron tus abuelos hasta hoy, se lo llevarán a Babilonia. No quedará nada, dice el Señor. 7Y a los hijos que de ti salieron, que tú engendraste, se los llevarán a Babilonia para que sirvan como palaciegos del rey.
8Ezequías contestó:
–Es favorable la Palabra del Señor que has pronunciado.
Porque se decía: Mientras yo viva habrá paz y seguridad.
Isaías II
(Deuteroisaías)
Autor y época. Es hoy opinión común que estos capítulos son obras de un profeta anónimo que ejerció su ministerio entre los desterrados de Babilonia, durante el ascenso de Ciro (553-539 a.C.). Tras conquistar Ecbatana, capital de los medos (553 a.C.), Ciro marcha contra Lidia y se apodera de gran parte de Asia Menor (Is 41,2s; 45,1-3). Toma la capital de Babilonia en el 539 a.C., se proclama emperador e inaugura una política de tolerancia que culmina con el edicto de repatriación de los judíos (538 a.C.).
Los deportados se repartían en tres categorías aproximadamente: los instalados en la nueva patria, los resignados sin esperanza, y los que resisten y sueñan con el retorno. Podemos imaginar sus reacciones al observar los acontecimientos políticos.
El mensaje de Isaías II. Este profeta anónimo es un extraordinario teólogo y un magnífico poeta. Concibe su obra como un segundo Éxodo, semejante y más glorioso que el primero. Conserva la estructura base y muchos motivos del primero y los trasfigura y exalta.
El destierro es para nuestro profeta el lugar de la redención de Israel, de la que saldrá purificado como un nuevo pueblo, guiado por el Dios de la historia a través de un nuevo éxodo hacia el cumplimiento escatológico y definitivo de la promesa. Isaías II anuncia el futuro, no en forma puntual y circunstancial, sino con arrebato poético, con imágenes y símbolos gloriosos, con horizonte ilimitado.
Los símbolos acogen la realidad puntual y circunstancial desbordándola; porque apuntan a una realidad superior, suprema: la liberación auténtica que las otras preparan y prefiguran y que abarca ya a todas las naciones de la tierra, una alianza que Jeremías verá impresa en el corazón de todos los humanos.
Para su tarea, el profeta, que lleva el nuevo título de «evangelista» o heraldo de buenas noticias, dispone solo de la «palabra», la cual enmarca la obra entera, 40,8 y 51,11; es eficaz, es como promesa de Dios
De múltiples resistencias tiene que triunfar el Señor. Primero de Babilonia, cruel y soberbia, confiada en sus dioses y en sus magos. Segundo, de los dioses de Babilonia a quienes el Señor desafía a que demuestren su capacidad de predecir y realizar. La tercera resistencia es la más grave, porque es la del pueblo judío que se resiste a esperar.
El pueblo se cansa y protesta (40,20); tiene miedo (41,13s); es ciego y sordo (42,18-20); nostálgico (43,18); pecador (43,23); no comprende la elección de un extranjero (45,9-11); es falso y obstinado (48,1-8); se cree abandonado (49,14).
El profeta tiene que convertir a la esperanza a ese pueblo fracasado o resignado o desalentado. No basta creer (7,9), hay que esperar, pues cuando suene la hora, solo los esperanzados harán real el objeto de su esperanza: se pondrán en camino y volverán.
El Siervo. Aunque varios personajes están al servicio del Señor, hay un personaje anónimo que lleva el título de Siervo y que emerge del contexto próximo en cuatro cantos: 42,1-4 (prolongado en 42,5-13); 49,1-7 (prolongado en 49,8-13); 50,4-9, y 52,13–53,12. Su vocación es profética y semejante a la de Moisés, es dramática por la actitud del pueblo, es trágica y gloriosa.
Su figura contrasta con la del pueblo. Israel es cobarde (40,27; 41,28; 44s), él es valiente (49,4; 50,7-9); Israel es pecador (43,27; 48,4), él es inocente (50,5; 53,9); Israel es impaciente (40,27; 49,14), él es paciente (53,7); Israel ha de expiar por sí (43,22; 47,6; 50,1; 54,7), él expía por otros (53,4-6.8-11).
¿Quién es este misterioso personaje? Es difícil de saber si el autor se refiere simbólicamente a una persona individual, o a un grupo o al pueblo entero de Israel. El judaísmo posterior dio una interpretación mesiánica a estos cantos misteriosos, pero fue Jesús de Nazaret el que se identificó a sí mismo como el Siervo. La profecía del deuteroisaías es uno de los textos mas citados del Nuevo Testamento; el evangelio de Juan, aunque sin citarlo, está bajo su influjo.
La Buena Noticia
(52,7-10)
40 1Consuelen,
consuelen a mi pueblo,
dice su Dios:
2hablen al corazón de Jerusalén,
anúncienle
que se ha cumplido su condena
y está pagado su crimen,
ya que de la mano del Señor
ha recibido
doble castigo por sus pecados.
3Una voz grita: En el desierto
preparen un camino al Señor;
tracen en la llanura
un sendero para nuestro Dios;
4que los valles se levanten,
que montes y colinas se aplanen,
que lo torcido se enderece
y lo escabroso se nivele;
5y se revelará la gloria del Señor
y la verán
todos los hombres juntos
–ha hablado la boca del Señor–.
6Dice una voz: Grita.
Respondo: ¿Qué debo gritar?
Toda carne es hierba
y su belleza como flor campestre:
7se seca la hierba,
se marchita la flor,
cuando el aliento del Señor
sopla sobre ellos;
8se seca la hierba,
se marchita la flor,
pero la Palabra de nuestro Dios
se cumple siempre.
9Súbete a un monte elevado,
mensajero de Sión;
alza fuerte la voz,
mensajero de Jerusalén;
álzala, no temas,
di a las ciudades de Judá:
Aquí está su Dios.
10Miren,
el Señor Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Miren, viene con él su salario,
delante de él su recompensa.
11Como un pastor
que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.
Polémica de Dios con los ídolos
(41,21-29; 44,6-8; Sab 13–15)
12¿Quién ha medido a puñados el mar,
o mensurado a palmos el cielo,
o a cuartillos el polvo de la tierra?
¿Quién ha pesado
en la balanza los montes
y en la báscula las colinas?
13¿Quién ha medido
el Espíritu del Señor?
¿Quién le ha sugerido su proyecto?
14¿Con quién se aconsejó
para entenderlo,
para que le enseñara
el camino exacto?,
¿para que le enseñara el saber
y le sugiriese el método inteligente?
15Miren, las naciones
son gotas de un balde
y valen lo que el polvillo de balanza.
Miren, las islas
pesan lo que un grano,
16el Líbano no basta para leña,
sus fieras no bastan
para el holocausto.
17Frente a él las naciones
todas son como si no existieran,
para él no cuentan
absolutamente nada.
18¿Con quién podrán
ustedes comparar a Dios,
qué imagen van a contraponerle?
19¿La estatua que funde el escultor
y el orfebre recubre de oro
y le suelda cadenas de plata?
41 6Ellos se ayudan uno a otro,
dicen a su compañero: Ánimo,
7y el escultor anima al orfebre;
el que forja a martillo
al que golpea el yunque,
diciendo: Buena soldadura,
y la sujetan con clavos
para que no se mueva.
40 20El demasiado modesto
para hacer esa ofrenda
escoge una madera incorruptible,
se busca un hábil escultor
que le haga una estatua
que no se mueva.
21¿No saben, no lo han oído,
no se lo han anunciado
de antemano;
no lo han comprendido
desde la fundación del mundo?
22El que se sienta
sobre la cúpula de la tierra
–sus habitantes
parecen saltamontes–;
el que tendió como toldo el cielo
y lo desplegó
como tienda que se habita;
23el que reduce a nada a los príncipes
y convierte a los gobernantes
en nulidad:
24apenas plantados,
apenas sembrados,
apenas arraigan sus brotes en tierra,
sopla sobre ellos y se marchitan,
y el vendaval
los arrebata como paja.
25¿A quién podrán compararme?
¿A quién me asemejo?
–dice del Santo–.
26Levanten los ojos a lo alto y miren:
¿quién creó aquello?
El que cuenta y despliega su ejército
y a cada uno lo llama por su nombre;
tan grande es su poder,
tan robusta su fuerza,
que no falta ninguno.
Polémica de Dios con el pueblo
(43,22-28; 45,9-14; 50,13)
27¿Por qué andas hablando, Jacob,
y diciendo, Israel:
Mi suerte está oculta al Señor,
mi Dios ignora mi causa?
28¿Acaso no lo sabes,
es que no lo has oído?
El Señor es un Dios eterno
y creó los confines del mundo.
No se cansa, no se fatiga,
es insondable su inteligencia.
29Él da fuerza al cansado,
acrecienta el vigor del inválido;
30aun los muchachos
se cansan, se fatigan,
los jóvenes tropiezan y vacilan;
31pero los que esperan en el Señor
renuevan sus fuerzas,
echan alas como las águilas,
corren sin cansarse,
marchan sin fatigarse.
Dios promete la liberación a Israel:
Vocación de Ciro
(45,1-8; 48,12-19)
41 1Islas, callen ante mí;
naciones, esperen mi desafío.
Que se acerquen a hablar,
comparezcamos juntos a juicio.
2¿Quién lo ha mandado
desde oriente
y convoca la victoria a su paso,
le entrega los pueblos,
le somete los reyes?
Su espada los tritura
y su arco los dispersa como paja;
3los persigue y avanza seguro
por sendas que sus pies no pisaban
4¿Quién lo ha hecho y ejecutado?
El que anuncia
el futuro de antemano.
Yo, el Señor, que soy el primero,
yo estoy con los últimos.
5Véanlo, islas, y estremézcanse,
tiemblen los confines del mundo.
Israel, siervo del Señor
(44,1-5; Sal 48)
8Tú, Israel, siervo mío;
Jacob, mi elegido;
estirpe de Abrahán, mi amigo.
9Tú, a quien tomé
en los confines del mundo,
y llamé de las regiones
más remotas,
a quien dije: Tú eres mi siervo,
te he elegido y no te he rechazado.
10No temas, que yo estoy contigo;
no te angusties, que yo soy tu Dios:
te fortalezco y te auxilio
y te sostengo
con mi diestra victoriosa.
11Mira: se avergonzarán derrotados
los que se enardecen contra ti;
serán aniquilados y perecerán
los que pleitean contra ti;
12buscarás sin encontrarlos
a los que pelean contra ti;
serán aniquilados, dejarán de existir
los que guerrean contra ti.
13Porque yo, el Señor, tu Dios
te agarro de la diestra,
y te digo: No temas,
yo mismo te auxilio.
14No temas, gusanito de Jacob,
oruga de Israel,
yo mismo te auxilio
–oráculo del Señor–,
tu redentor es el Santo de Israel.
15Mira, te convierto
en un instrumento de trillar, afilado,
nuevo, dentado:
trillarás los montes y los triturarás,
convertirás en paja las colinas;
16los echarás al viento,
y el viento los arrebatará,
el vendaval los dispersará;
y tú te alegrarás con el Señor,
te gloriarás del Santo de Israel.
Nuevo éxodo
(43,14-21; 48,20-22; 52,11s)
17Los pobres y los indigentes
buscan agua, y no la hay;
su lengua está reseca de sed.
Yo, el Señor, les responderé;
yo, el Dios de Israel,
no los abandonaré.
18Haré brotar ríos en las dunas;
en medio de las valles,
manantiales;
transformaré el desierto en estanque
y el arenal en fuentes de agua;
19pondré en el desierto cedros,
y acacias, y mirtos, y olivos;
plantaré en la estepa cipreses,
junto con olmos y alerces.
20Para que vean y conozcan,
reflexionen y aprendan de una vez
que la mano del Señor lo ha hecho,
que el Santo de Israel lo ha creado.
Pleito con los dioses
(43,8-13)
21Expongan su caso, dice el Señor;
presenten sus pruebas,
dice el Rey de Jacob;
22que se adelanten
y nos anuncien lo que va a suceder.
Nárrennos sus predicciones pasadas
y prestaremos atención;
anúnciennos el futuro,
y comprobaremos el desenlace;
23narren los sucesos futuros,
y sabremos que son dioses.
Hagan algo, bueno o malo,
que nos demos cuenta
y lo veamos todo.
24Miren, ustedes son nada;
sus obras, vacío;
es despreciable elegirlos.
25Yo lo hice aparecer en el norte,
y ha venido;
en oriente lo llamo por su nombre;
pisará gobernantes como barro,
como pisa el alfarero la arcilla.
26¿Quién lo anunció de antemano
para que lo supiéramos,
por adelantado para que dijéramos:
Tiene razón?
Ninguno lo narra, ninguno lo anuncia,
nadie oye el discurso de ustedes.
27Lo anuncié yo el primero en Sión
y envié un mensajero a Jerusalén.
28Busqué;
pero entre ellos no había nadie,
ningún consejero a quien preguntarle
para que me informara.
29Todos juntos eran nada;
sus obras, vacío;
aire y nulidad sus estatuas.
Primer cántico del siervo:
Presentación
(49,1-13; 50,4-11; 52,12–53,12; Mt 12,18-21)
42 1Miren a mi siervo,
a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mi Espíritu,
para que promueva
el derecho en las naciones.
2No gritará, no clamará,
no voceará por las calles.
3No romperá la caña quebrada,
no apagará la mecha vacilante.
Promoverá fielmente el derecho,
4no vacilará ni se quebrará,
hasta implantar
el derecho en la tierra,
y su ley que esperan las islas.
5Así dice el Señor Dios,
que creó y desplegó el cielo,
afianzó la tierra con su vegetación,
dio el respiro al pueblo que la habita
y el aliento
a los que se mueven en ella.
6Yo, el Señor,
te he llamado para la justicia,
te he tomado de la mano,
te he formado
y te he hecho alianza de un pueblo,
luz de las naciones.
7Para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión
y de la cárcel
a los que habitan en tinieblas:
8Yo soy el Señor, éste es mi Nombre,
no cedo mi gloria a nadie
ni mi honor a los ídolos.
9Lo antiguo ya ha sucedido,
y algo nuevo yo anuncio,
antes de que brote se los comunico.
Himno
(Sal 96; 98)
10Canten al Señor un cántico nuevo,
y llegue su alabanza
a los confines de la tierra;
los que se hacen al mar,
los que lo pueblan,
las costas y sus habitantes.
11Alégrese el desierto con sus tiendas,
los poblados que habita Cadar;
exulten los vecinos de Petra,
clamen desde la cumbre
de las montañas;
12den gloria al Señor,
pronuncien su alabanza
en las costas.
13El Señor sale como un héroe,
excita su ardor como un guerrero,
lanza el alarido
desafiando al enemigo.
Nueva salvación
14Desde antiguo guardé silencio,
me callaba, aguantaba;
como parturienta, jadeo y resuello.
15Arrasaré montes y colinas,
secaré toda su hierba,
convertiré los ríos en tierra árida,
secaré los estanques;
16conduciré a los ciegos
por un camino que desconocen,
los guiaré por senderos que ignoran.
Ante ellos convertiré
las tinieblas en luz,
lo escabroso en llano.
Esto es lo que pienso hacer,
y no dejaré de hacerlo.
17Retrocederán defraudados
los que confían en el ídolo,
los que dicen a una estatua:
Tú eres nuestro Dios.
Ceguera del pueblo
(6,9s; 22,8-11)
18Sordos, escuchen y oigan;
ciegos, miren y vean:
19¿quién es ciego sino mi siervo,
quién es sordo
sino el mensajero que envío?
¿Quién es ciego como mi enviado,
quién es sordo
como el siervo del Señor?
20Mucho mirar y no sacabas nada,
con los oídos abiertos no te enterabas.
21El Señor, por amor de su justicia,
quería glorificar y engrandecer su ley;
22pero son un pueblo saqueado
y despojado,
atrapados todos en cuevas,
encerrados en cárceles.
Lo saqueaban, y nadie lo libraba;
lo despojaban,
y nadie decía: Devuélvelo.
23¿Quién de ustedes
prestará oído a esto,
y atento escuchará el futuro?
24¿Quién entregó a Jacob al saqueo,
a Israel al despojo?
¿No fue el Señor,
contra quien pecamos
no queriendo seguir sus caminos
ni obedecer su ley?
25Descargó sobre él el ardor de su ira,
el furor de la guerra;
lo rodeaban sus llamas,
y no se daba cuenta;
lo quemaban, y no hacía caso.
Rescate del pueblo
43 1Y ahora, así dice el Señor,
el que te creó, Jacob;
el que te formó, Israel:
No temas, que te he redimido,
te he llamado por tu nombre,
tú eres mío.
2Cuando cruces las aguas,
yo estaré contigo,
la corriente no te anegará;
cuando pases por el fuego,
no te quemarás,
la llama no te abrasará.
3Porque yo soy el Señor, tu Dios,
el Santo de Israel, tu salvador.
Como rescate tuyo
entregué a Egipto,
a Etiopía y Sabá a cambio de ti;
4porque te aprecio y eres valioso
y yo te quiero,
entregaré hombres a cambio de ti,
pueblos a cambio de tu vida:
5no temas, que contigo estoy yo;
desde oriente
traeré a tu descendencia,
desde occidente te reuniré.
6Diré al Norte: Entrégalo;
al Sur: No lo retengas;
tráeme a mis hijos de lejos
y a mis hijas del confín de la tierra;
7a todos los que llevan mi Nombre,
a los que creé para mi gloria,
a los que hice y formé.
El pueblo, testigo de Dios
8Saquen al pueblo ciego,
aunque tiene ojos;
a los sordos, aunque tienen oídos;
9que se reúnan las naciones
y se junten los pueblos:
¿quién de ellos puede contárnoslo
o informarnos
de predicciones pasadas?
Que presenten testigos
para ganar su causa,
que lo oigamos, y diremos: Es verdad.
10Ustedes son mis testigos
–oráculo del Señor–
y mis siervos, a quienes escogí,
para que conocieran y me creyeran,
para que comprendieran quién soy yo.
Antes de mí
no habían fabricado ningún dios
y después de mí ninguno habrá:
11Yo soy el Señor;
fuera de mí no hay salvador.
12Yo predije, y salvé; yo anuncié,
y no tenían dios extranjero.
Ustedes son mis testigos
–oráculo del Señor–;
13yo soy Dios,
desde siempre lo soy.
No hay quien libre de mi mano;
lo que yo hago, ¿quién lo deshará?
Salvación
14Así dice el Señor,
su Redentor, el Santo de Israel:
A causa de ustedes
yo he mandado gente a Babilonia,
he arrancado todos los cerrojos
de las prisiones,
y los caldeos rompen en lamentos.
15Yo soy el Señor, su Santo,
el creador de Israel, su Rey.
16Así dice el Señor,
que abrió camino en el mar
y senda en las aguas impetuosas;
17que sacó a batalla carros y caballos,
tropa con sus valientes:
caían para no levantarse,
se apagaron como mecha
que se extingue.
18No recuerden lo de antaño,
no piensen en lo antiguo;
19miren que realizo algo nuevo;
ya está brotando, ¿no lo notan?
Abriré un camino por el desierto,
ríos en el arenal;
20me glorificarán las fieras salvajes,
chacales y avestruces,
porque ofreceré agua en el desierto,
ríos en el arenal,
para apagar la sed de mi pueblo,
de mi elegido.
21El pueblo que yo me formé,
para que proclamara mi alabanza.
Requisitoria contra el pueblo
(45,9-14; 50,1-3)
22Pero tú no me invocabas, Jacob;
ni te esforzabas por mí, Israel;
23no me ofrecías ovejas
en holocausto,
no me honrabas con tus sacrificios;
yo no te avasallé
exigiéndote ofrendas,
ni te cansé pidiéndote incienso,
24no me comprabas
canela con dinero,
no me saciabas
con la grasa de tus sacrificios;
pero me avasallabas
con tus pecados,
y me cansabas con tus culpas.
25Yo, yo era quien por mi cuenta
borraba tus crímenes
y no me acordaba de tus pecados;
26recuérdamelo tú, y discutiremos;
razona tú, y saldrás absuelto.
27Ya tu primer padre pecó,
tus jefes se rebelaron contra mí;
28por eso profané
a príncipes consagrados,
entregué a Jacob al exterminio
y a Israel a los insultos.
Dios consuela a su pueblo
44 1Y ahora escucha,
Jacob, siervo mío;
Israel, mi elegido:
2Así dice el Señor que te hizo,
que te formó en el vientre
y te auxilia:
No temas, siervo mío,
Jacob, mi cariño, mi elegido;
3voy a derramar agua
sobre el suelo sediento
y torrentes en la tierra seca;
voy a derramar mi aliento
sobre tu descendencia
y mi bendición sobre tus retoños.
4Crecerán como hierba
junto a la fuente,
como sauces junto a las acequias.
5Uno dirá: Soy del Señor;
otro se pondrá el nombre de Jacob;
uno se tatuará en el brazo:
Del Señor, y se apellidará Israel.
6Así dice el Señor, Rey de Israel,
su redentor, el Señor Todopoderoso:
Yo soy el primero y yo soy el último;
fuera de mí no hay dios.
7¿Quién se parece a mí?, que hable,
que lo explique y me lo exponga.
¿Quién anunció
de antemano el porvenir,
quién nos predice
lo que ha de suceder?
8No teman, no tiemblen:
¿no lo anuncié
y lo predije por adelantado?
Ustedes son testigos:
¿Hay un dios fuera de mí?
No existe roca que yo no conozca.
Sátira contra la idolatría
(Jr 10,1-16; Sab 13–15; Bar 6)
9Los que modelan ídolos
no valen nada,
y es inútil lo que ellos aman,
sus devotos no ven nada ni conocen;
por eso quedan defraudados.
10¿Quién modela un dios
o funde una imagen
si no es para sacar algo?
11Miren: todos sus seguidores
quedarán defraudados,
porque los que los fabrican
no son más que hombres.
Que se reúnan todos
para comparecer:
sentirán espanto
y vergüenza a la vez.
12El herrero trabaja el ídolo en las brasas, lo va modelando con el martillo, lo trabaja con brazo robusto; pasa hambre, se agota, no bebe y está exhausto. 13El tallista aplica la regla, lo diseña a lápiz, lo trabaja con la gubia y lo delinea con el compás: le da figura de hombre y belleza humana, para instalarlo en un templo.
14Se corta cedros, se escoge una encina o un roble, dejándolos crecer entre los árboles del bosque, o planta un fresno que crece con la lluvia. 15A la gente le sirve de leña, lo toman para calentarse o también para hacer fuego y cocer pan; pero él hace un dios y lo adora, fabrica una imagen y se postra ante ella. 16Con una parte hace fuego: asa carne sobre las brasas, se la come, queda satisfecho, se calienta y dice: Bueno, estoy caliente y tengo luz. 17Con el resto se hace la imagen de un dios, se postra, lo adora y le reza: Líbrame, que tú eres mi dios.
18No comprenden ni distinguen, tienen los ojos cegados y no ven, la mente, y no entienden. 19No reflexiona, no tiene inteligencia ni criterio para decir: La mitad la he quemado en el fuego; he cocido pan sobre las brasas, he asado carne para comer. ¿Y voy a hacer del resto un ídolo? ¿Y a postrarme ante un trozo de madera? 20Él se alimenta de ceniza, una mente ilusa lo extravía, no es capaz de liberarse diciendo: ¿No es un engaño lo que tengo en mi mano?
Redención de Israel
21Acuérdate de esto, Jacob;
de que eres mi siervo, Israel.
Te formé, y eres mi siervo,
Israel, no te olvidaré.
22He disipado como niebla
tus rebeliones;
como nube tus pecados:
vuelve a mí, que soy tu redentor.
23Aclamen, cielos,
porque el Señor ha actuado;
griten de alegría,
profundidades de la tierra,
rompan en aclamaciones, montañas,
y tú, bosque, con todos tus árboles;
porque el Señor ha redimido a Jacob
y se gloría de Israel.
Yo soy el Señor
(45,16-25)
24Así dice el Señor, tu redentor,
que te formó en el vientre:
Yo soy el Señor, creador de todo;
Yo solo desplegué el cielo,
yo afiancé la tierra.
Y, ¿quién me ayudaba?
25Yo soy el que frustra
los presagios de los magos
y muestra la necedad de los adivinos;
el que echa atrás a los sabios
y muestra que su saber es ignorancia;
26pero realiza
la palabra de sus siervos,
cumple el proyecto
de sus mensajeros;
el que dice:
¡Jerusalén, serás habitada;
ciudades de Judá,
serán reconstruidas;
ruinas, las levantaré!;
27el que dice: Océano, aridece,
secaré tus corrientes;
28el que dice: Ciro, tú eres mi pastor
y cumplirás todo mi designio;
el que dice: Jerusalén,
serás reconstruida;
templo, serás cimentado.
Investidura de Ciro
(41,1-5; 48,12-19)
45 1Así dice el Señor
a su ungido, Ciro,
a quien lleva de la mano:
Doblegaré ante él naciones,
desarmaré a los reyes,
abriré ante él las puertas,
los batientes no se le cerrarán.
2Yo iré delante de ti
allanándote cerros;
haré trizas las puertas de bronce,
arrancaré los cerrojos de hierro,
3te daré tesoros ocultos,
caudales escondidos.
Así sabrás que yo soy el Señor,
que te llamo por tu nombre,
el Dios de Israel.
4Por mi siervo, Jacob;
por Israel, mi elegido.
Te llamé por tu nombre,
te di un título,
aunque no me conocías.
5Yo soy el Señor, y no hay otro;
fuera de mí no hay dios.
Te pongo la insignia,
aunque no me conoces,
6para que sepan de oriente a occidente
que no hay otro fuera de mí.
Yo soy el Señor, y no hay otro:
7artífice de la luz,
creador de las tinieblas,
autor de la paz,
creador de la desgracia;
yo, el Señor, hago todo esto.
8Cielos, destilen el rocío;
nubes, derramen la victoria;
ábrase la tierra y brote la salvación,
y con ella germine la justicia:
yo, el Señor, lo he creado.
9¡Ay del que pleitea con su artífice,
vasija contra el alfarero!
¿Acaso dice la arcilla al artesano:
Qué estás haciendo,
tu vasija no tiene asas?
10¡Ay del que le dice al padre:
¿Qué engendras?,
o a la mujer: ¿Por qué te retuerces?
11Así dice el Señor,
el Santo de Israel, su artífice:
Y ustedes, ¿van a pedirme
cuentas de mis hijos?
¿Me van a dar instrucciones
sobre la obra de mis manos?
12Yo hice la tierra
y creé sobre ella al hombre;
mis propias manos
desplegaron el cielo,
y doy órdenes a su entero ejército.
13Yo lo he suscitado para la victoria
y allanaré todos sus caminos:
él reconstruirá mi ciudad,
libertará a mis deportados
sin precio ni soborno
–dice el Señor Todopoderoso–.
14Así dice el Señor:
Los obreros de Egipto,
los mercaderes de Nubia
y los sabeos de alta estatura
a ti pasarán, tuyos serán,
tras de ti marcharán,
desfilarán en cadenas;
se postrarán ante ti y te suplicarán:
Sólo en ti está Dios,
y no hay más dioses.
15Es verdad:
Tú eres el Dios escondido,
el Dios de Israel, el Salvador.
16Derrotados, fracasados todos juntos,
se marchan con su fracaso
los fabricantes de ídolos,
17mientras el Señor salva a Israel
con una salvación perpetua,
y no serán derrotados
ni fracasarán nunca jamás.
18Así dice el Señor, creador del cielo
–él es Dios–,
el que modeló la tierra,
la fabricó y la afianzó;
no la creó vacía,
sino que la formó habitable:
Yo soy el Señor y no hay otro.
19No hablé a escondidas,
en un país tenebroso;
no dije a la estirpe de Jacob:
Búsquenme en el vacío.
Yo soy el Señor
que pronuncia sentencia
y declara lo que es justo.
20Reúnanse, vengan,
acérquense juntos,
supervivientes de las naciones:
No discurren los que llevan
su ídolo de madera
y rezan a un dios
que no puede salvar.
21Declaren, expongan las pruebas,
que deliberen juntos:
¿quién anunció esto desde antiguo,
quién lo predijo desde entonces?
¿No fui yo, el Señor?
No hay otro Dios fuera de mí.
Yo soy un Dios justo y salvador,
y no hay ninguno más.
22Vengan a mí para ser salvados,
confines de la tierra,
porque yo soy Dios, y no hay otro.
23Lo juro por mi Nombre,
de mi boca sale una sentencia,
una palabra irrevocable:
Ante mí se doblará toda rodilla,
por mí jurará toda lengua.
24Dirán: Sólo el Señor
tiene la justicia y el poder.
A él vendrán derrotados
los que se enfurecían contra él,
25por el Señor triunfará
y se gloriará la estirpe de Israel.
Contra los dioses de Babilonia
(Dn 14)
46 1Se encorva Bel,
se desploma Nebo;
cargan sus imágenes
sobre bestias y animales de carga,
y las estatuas que les cargan en andas
son una carga abrumadora;
2a una se encorvan y se desploman:
incapaces de librar al que los lleva,
ellos mismos marchan al destierro.
3Escúchenme, casa de Jacob,
resto de la casa de Israel,
con quien he cargado
desde que nacieron,
a quien he llevado
desde que salieron de las entrañas:
4hasta que envejezcan
yo seré el mismo,
hasta las canas yo los sostendré;
yo lo he hecho,
yo los seguiré llevando,
yo los sostendré y los libraré.
5¿A quién me compararán,
me igualarán
o me asemejarán?
¿Quién se me puede comparar?
6Sacan oro de la bolsa
y pesan plata en la balanza;
asalarian un orfebre
que con ello fabrique un dios,
se postran y lo adoran.
7Se lo cargan a hombros,
lo transportan;
donde lo ponen, allí se queda;
no se mueve de su sitio.
Por mucho que le griten,
no responde,
no los salva del peligro.
Dios, dueño del futuro
(48,1-11)
8Recuerden esto y medítenlo:
reflexionen, rebeldes,
9recordando el pasado predicho.
Yo soy Dios, y no hay otro;
no hay otro dios como yo.
10De antemano yo anuncio el futuro;
por adelantado,
lo que aún no ha sucedido.
Digo: Mi designio se cumplirá,
mi voluntad la realizo.
11Llamo al buitre de oriente,
de tierra lejana
al hombre de mi designio.
Tal como lo dije, lo haré;
así como lo pensé, lo realizaré.
12Escúchenme, los valientes,
que se quedan lejos de la victoria:
13Yo acerco mi victoria,
no está lejos;
mi salvación no tardará;
traeré la salvación a Sión
y mi honor a Israel.
Humillación de Babilonia y de sus magos
(Jr 50s; Ez 28; Ap 18)
47 1Baja, siéntate en el polvo,
joven Babilonia;
siéntate en tierra, sin trono,
capital de los caldeos,
que ya no te volverán a llamar
blanda y refinada.
2Agarra un molino, muele harina,
quítate el velo, alza las faldas,
descubre el muslo, cruza los canales,
3aparezca tu desnudez,
véanse tus vergüenzas.
Tomaré venganza inexorable.
4Nuestro redentor,
que se llama el Señor Todopoderoso,
el Santo de Israel, dice:
5Siéntate y calla,
entra en las tinieblas,
capital de los caldeos,
que ya no te llamarán Emperatriz.
6Airado contra mi pueblo,
profané mi herencia,
la entregué en tus manos:
no tuviste compasión de ellos,
abrumaste con tu yugo a los ancianos,
7diciéndote:
Seré señora por siempre jamás,
sin considerar esto,
sin pensar en el desenlace.
8Pero ahora escúchalo,
sedienta de placeres,
que reinabas confiada,
que te decías: Yo y nadie más.
No me quedaré viuda,
no perderé a mis hijos.
9Las dos cosas te sucederán,
de repente en un solo día:
viuda y sin hijos te verás a la vez,
a pesar de tus muchas brujerías
y del gran poder de tus sortilegios.
10Tú te sentías segura en tu maldad,
diciéndote: Nadie me ve;
tu sabiduría y tu ciencia
te han trastornado,
mientras pensabas: Yo y nadie más.
11Porque vendrá sobre ti una desgracia
que no sabrás conjurar,
caerá sobre ti un desastre
del que no te podrás librar;
vendrá sobre ti de repente
una catástrofe que no te imaginabas.
12Insiste en tus sortilegios,
en tus muchas brujerías,
que han sido tu tarea desde joven;
quizá te aprovechen,
quizá los espantes.
13Estás harta de consejos:
que se levanten y te salven
los que conjuran el cielo,
los que observan las estrellas,
los que pronostican cada mes
lo que te va a suceder.
14Míralos convertidos en paja:
el fuego los consume
y no pueden librarse
del poder de las llamas;
ni siquiera son brasas para calentarse
ni hogar para sentarse enfrente.
15En eso han terminado
aquellos con quienes traficabas,
con quien te atareabas desde joven:
cada uno se pierde por su lado,
y no hay quien te salve.
Pleito con el pueblo
(43,22-28; 50,1-3)
48 1Escuchen esto, casa de Jacob,
que llevan el nombre de Israel,
y brotan de la semilla de Judá,
que juran por el Nombre del Señor,
e invocan al Dios de Israel,
pero sin verdad ni rectitud,
2aunque toman nombre
de la Ciudad Santa
y se apoyan en el Dios de Israel,
cuyo nombre es
Señor Todopoderoso.
3El pasado lo predije de antemano:
de mi boca salió y lo anuncié;
de repente lo realicé y sucedió.
4Porque sé que eres obstinado,
que tu cuello es una barra de hierro
y tu frente es de bronce;
5por eso te lo anuncié de antemano,
antes de que sucediera te lo predije,
para que no dijeras:
Mi ídolo lo ha hecho,
mi estatua de leño
o metal lo ha ordenado.
6Lo oíste; míralo todo,
¿por qué no lo anuncias?,
y ahora te predigo algo nuevo,
secretos que no conoces;
7ahora son creados, y no antes,
ni de antemano los oíste,
para que no digas: Ya lo sabía.
8Ni lo habías oído ni lo sabías,
aún no estaba abierta tu oreja;
porque yo sabía lo pérfido que eres,
que desde el vientre de tu madre
te llaman rebelde.
9Por mi Nombre modero mi cólera,
por mi honor me contengo
para no aniquilarte.
10Mira,
yo te he refinado como plata,
te he probado
en el crisol de la desgracia;
11por mí, por mí lo hago:
porque mi Nombre
no ha de ser profanado
y mi gloria no la cedo a nadie.
Misión de Ciro
(41,1-5; 45,1-8)
12Escúchame, Jacob;
Israel, a quien llamé:
yo soy, yo soy el primero
y yo soy el último.
13Mi mano cimentó la tierra,
mi diestra desplegó el cielo;
cuando yo los llamo,
se presentan juntos.
14Reúnanse todos y escuchen:
¿quién de ellos lo ha predicho?
Mi amigo cumplirá mi voluntad
contra Babilonia
y la raza de los caldeos.
15Yo, yo mismo he hablado
y lo he llamado,
lo he traído
y he dado éxito a su empresa.
16Acérquense y escuchen esto:
No hago predicciones en secreto,
y cuando sucede, ya estoy yo allí
–y ahora el Señor Dios
me ha enviado con su espíritu–.
17Así dice el Señor,
tu redentor, el Santo de Israel:
Yo, el Señor, tu Dios,
te enseño para tu provecho,
te guío por el camino que sigues.
18Si hubieras atendido
a mis mandatos,
sería tu paz como un río,
tu justicia como las olas del mar;
19tu descendencia
sería como la arena,
como sus granos,
los retoños de tus entrañas;
tu nombre no sería aniquilado
ni destruido ante mí.
Salida de Babilonia
(52,11-12; 55,12-13)
20¡Salgan de Babilonia,
huyan de los caldeos!
Con gritos de júbilo
anúncienlo y proclámenlo,
publíquenlo hasta el confín de la tierra.
Digan: el Señor ha redimido
a su siervo Jacob.
21No pasaron sed
cuando los guió por el desierto,
agua de la roca hizo brotar,
partió la roca y brotó agua.
Segundo cántico del siervo:
La misión
(42,1-9; 50,4-11; 52,13–53,12)
49 1Escúchenme, islas;
presten atención, pueblos lejanos:
Estaba yo en el vientre,
y el Señor me llamó;
en las entrañas maternas,
y pronunció mi nombre.
2Hizo de mi boca una espada afilada,
me escondió en la sombra de su mano;
me hizo flecha puntiaguda,
me guardó en su aljaba
3y me dijo:
Tú eres mi siervo –Israel–,
de quien estoy orgulloso.
4Mientras yo pensaba:
En vano me he cansado,
en viento y en nada
he gastado mis fuerzas;
en realidad mi derecho
lo defendía el Señor,
mi salario lo tenía mi Dios.
5Y ahora habla el Señor,
que ya en el vientre
me formó siervo suyo,
para que le trajese a Jacob,
para que lo reuniese a Israel
–tanto me honró el Señor,
y mi Dios fue mi fuerza–:
6Es poco que seas mi siervo
y restablezcas las tribus de Jacob
y conviertas
a los supervivientes de Israel;
te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance
hasta el confín de la tierra.
7Así dice el Señor,
redentor y Santo de Israel,
al despreciado,
al aborrecido de las naciones,
al esclavo de los tiranos:
Te verán los reyes, y se pondrán de pie;
los príncipes, y se postrarán;
porque el Señor es fiel,
porque el Santo de Israel
te ha elegido.
8Así dice el Señor:
En tiempo de gracia te he respondido,
en el día de la salvación
te he auxiliado;
te he defendido
y constituido alianza del pueblo;
para restaurar el país,
para repartir
las herencias devastadas,
9para decir a los cautivos: Salgan;
a los que están en tinieblas:
Vengan a la luz;
aun por los caminos pastarán,
tendrán praderas en todas las dunas;
10no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño
el viento ardiente ni el sol;
porque los conduce
el que los compadece
y los guía a manantiales de agua.
11Convertiré mis montes en caminos
y mis senderos se nivelarán.
12Miren,
unos vienen de un país remoto;
miren, otros del norte y del occidente,
y aquellos del país de Siene.
13Grita de alegría, cielo;
alégrate, tierra;
prorrumpan en aclamaciones,
montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y se compadece
de los desamparados.
Consuelo de Sión
(54; 66,7-14; Bar 4,30–5,9)
14–Decía Sión:
Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado.
15–¿Puede una madre
olvidarse de su criatura,
dejar de querer
al hijo de sus entrañas?
Pero, aunque ella se olvide,
yo no te olvidaré.
16Mira, en mis palmas te llevo tatuada,
tus muros están siempre ante mí;
17los que te construyen
van más aprisa
que los que te destruían,
los que te arrasaban se alejan de ti.
18Levanta los ojos
a tu alrededor y mira:
todos se reúnen para venir a ti;
por mi vida –oráculo del Señor–,
a todos los llevarás
como vestido precioso,
serán tu cinturón de novia.
19Porque tus ruinas,
tus escombros, tu país desolado,
resultarán estrechos
para tus habitantes,
mientras se alejarán
los que te devoraban.
20Los hijos que dabas por perdidos
te dirán otra vez:
Mi lugar es estrecho,
hazme sitio para habitar.
21–Pero tú te preguntarás:
¿Quién me engendró a éstos?
Yo, sin hijos y estéril,
¿quién los ha criado?
Me habían dejado sola,
¿de dónde vienen éstos?
22–Esto dice el Señor:
Mira, con la mano
hago seña a las naciones,
alzo mi estandarte para los pueblos:
traerán a tus hijos en brazos,
a tus hijas las llevarán al hombro.
23Sus reyes serán tus tutores;
sus princesas, tus niñeras;
rostro en tierra te rendirán homenaje,
lamerán el polvo de tus pies,
y sabrás que yo soy el Señor,
que no defraudo a los seres
que esperan en mí.
24–Pero, ¿se le puede quitar
la presa a un soldado,
se le escapa su prisionero a un tirano?
25–Esto responde el Señor:
Si a un soldado
le quitan su prisionero
y la presa se le escapa a un tirano,
yo mismo defenderé tu causa,
yo mismo salvaré a tus hijos.
26Haré a tus opresores
comerse su propia carne,
se embriagarán de su sangre
como de vino;
y sabrá todo el mundo
que yo soy el Señor, tu salvador,
y que tu redentor
es el Fuerte de Jacob.
Pleito con el pueblo
(40,27-31; 41,21-29; 44,6-8)
50 1Así dice el Señor:
¿Dónde está el acta de divorcio
con que despedí
a la madre de ustedes?
¿O a cuál de mis acreedores
los he vendido?
Miren, por sus culpas
fueron vendidos,
por sus crímenes
fue repudiada su madre.
2¿Por qué cuando vengo no hay nadie,
cuando llamo nadie responde?
¿Tan corta es mi mano
que no puede redimir?
¿O es que no tengo fuerza para librar?
Miren: con un bramido seco el mar,
convierto los ríos en desierto;
por falta de agua se pudren sus peces,
muertos de sed.
3Yo visto el cielo de luto,
lo cubro de sayal.
Tercer cántico del siervo:
Sufrimiento y confianza
(42,1-9; 49,1-13; 52,13–53,12)
4Mi Señor me ha dado
una lengua de discípulo,
para saber decir al abatido
una palabra de aliento.
Cada mañana me despierta el oído,
para que escuche como un discípulo.
5El Señor me abrió el oído:
yo no me resistí ni me eché atrás:
6ofrecí la espalda
a los que me apaleaban,
las mejillas
a los que me arrancaban la barba;
no me tapé el rostro ante ultrajes
y salivazos.
7El Señor me ayuda,
por eso no me acobardaba;
por eso endurecí el rostro como piedra,
sabiendo que no quedaría defraudado.
8Tengo cerca a mi defensor,
¿quién pleiteará contra mí?
Comparezcamos juntos.
¿Quién tiene algo contra mí?
Que se me acerque.
9Miren, el Señor me ayuda,
¿quién me condenará?
Miren, todos se gastan como ropa,
los roe la polilla.
10¿Quién de ustedes respeta al Señor
y obedece a su siervo?
Aunque camine en tinieblas,
sin un rayo de luz,
que confíe en el Señor
y se apoye en su Dios.
11Atención, ustedes,
los que atizan el fuego
y preparan flechas encendidas:
caerán a la hoguera de su fuego,
bajo las flechas que han encendido.
Así los tratará mi mano,
quedarán tendidos en el tormento.
Palabras de consuelo a Jerusalén
51 1Escúchenme,
los que van tras la justicia,
los que buscan al Señor:
Miren la roca
de la que fueron tallados,
la cantera de donde los extrajeron;
2miren a Abrahán, su padre;
a Sara, que los dio a luz:
cuando lo llamé, era uno,
pero lo bendije y lo multipliqué.
3El Señor consuela a Sión,
consuela a sus ruinas:
convertirá su desierto en un edén,
su arenal en paraíso del Señor;
allí habrá gozo y alegría,
con acción de gracias
al son de instrumentos.
4Hazme caso, pueblo mío;
nación mía, dame oído;
porque de mí sale la ley,
mi mandato es la luz de los pueblos.
5En un momento
haré llegar mi victoria,
amanecerá
como el día mi salvación,
mi brazo gobernará los pueblos:
me están aguardando las islas,
ponen su esperanza en mi brazo.
6Levanten los ojos al cielo,
Miren abajo, a la tierra:
el cielo se disipa como humo,
la tierra se gasta como ropa,
sus habitantes mueren
como mosquitos;
pero mi salvación dura por siempre,
mi victoria no tendrá fin.
7Escúchenme
los entendidos en derecho,
el pueblo que lleva mi ley
en el corazón:
no teman la afrenta de los hombres,
no desmayen por sus ultrajes:
8Porque la polilla
los roerá como a la ropa,
como los gusanos roen la lana;
pero mi victoria dura por siempre,
mi salvación de edad en edad.
9¡Despierta, despierta;
revístete de fuerza, brazo del Señor;
despierta como en los días antiguos,
como en las generaciones pasadas!
¿No eres tú
quien destrozó al monstruo
y traspasó al dragón?
10¿No eres tú quien secó el mar
y las aguas del Gran Océano;
el que hizo un camino
por el fondo del mar
para que pasaran los redimidos?
11Los rescatados del Señor volverán:
vendrán a Sión con cánticos,
en cabeza alegría perpetua,
siguiéndolos gozo y alegría,
pena y aflicción se alejarán.
12Yo, yo soy tu consolador.
¿Quién eres tú
para temer a un mortal,
a un hombre que será como hierba?
13Olvidaste al Señor que te hizo,
que desplegó el cielo
y cimentó la tierra.
Y temías sin cesar, todo el día,
la furia del opresor,
cuando se disponía a destruir.
¿Dónde ha quedado
la furia del opresor?
14Se suelta a toda prisa
el preso encorvado,
no morirá en el calabozo
ni le faltará el pan.
15Yo, el Señor, tu Dios,
agito el mar, y rugen sus olas:
mi Nombre es Señor Todopoderoso.
16Puse en tu boca mi Palabra,
te cubrí con la sombra de mi mano;
extiendo el cielo, cimento la tierra,
y digo a Sión: Mi pueblo eres tú.
17¡Despiértate, despiértate,
levántate, Jerusalén!,
que bebiste de la mano del Señor
la copa de su ira,
y bebiste hasta el fondo
una copa, un cáliz embriagador.
18Entre los hijos que engendró,
no hay quien la guíe;
entre los hijos que crió,
no hay quien la lleve de la mano:
19esos dos males te han sucedido,
¿quién te compadece?;
ruina y destrucción, hambre y espada,
¿quién te consuela?
20Tus hijos yacen desfallecidos
en las encrucijadas,
como antílope en la red,
repletos de la ira del Señor,
del reproche de tu Dios.
21Por tanto, escúchalo, desgraciada;
borracha y no de vino.
22Así dice el Señor, tu Dios,
defensor de su pueblo:
Mira, yo quito de tu mano
la copa del vértigo,
no volverás a beber
del cuenco de mi ira;
23lo pondré en la mano
de tus verdugos, que te decían:
Dobla el cuello,
que pasemos encima;
y presentaste la espalda como suelo,
como calle para los transeúntes.
Despierta, Sión
52 1¡Despierta, despierta,
vístete de tu fuerza, Sión;
vístete el traje de gala,
Jerusalén, Santa Ciudad!,
porque no volverán a entrar en ti
incircuncisos ni impuros.
2Sacúdete el polvo,
ponte de pie, Jerusalén cautiva;
desátate las correas del cuello,
3porque así dice el Señor:
por nada fueron vendidos
y sin pagar los rescataré.
4Porque así dice el Señor:
Al principio mi pueblo bajó a Egipto,
para residir allí como extranjero;
al final, Asur lo oprimió.
5Pero ahora, ¿qué hago yo aquí?
–oráculo del Señor–.
A mi pueblo se lo llevan por nada,
sus dominadores lanzan aullidos
–oráculo del Señor–
y todo el día sin cesar
desprecian mi Nombre.
6Por eso mi pueblo
reconocerá mi Nombre,
comprenderá aquel día
que era yo el que hablaba,
y aquí estoy.
El mensajero de paz
(40,1-10; Nah 2,1-3)
7¡Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero
que anuncia la paz,
que trae la buena nueva,
que pregona la victoria,
que dice a Sión: Ya reina tu Dios!
8Escucha: tus vigías gritan,
cantan a coro,
porque ven cara a cara
al Señor, que vuelve a Sión.
9Estallen en gritos de alegría,
ruinas de Jerusalén,
que el Señor consuela a su pueblo,
rescata a Jerusalén.
10El Señor desnuda su santo brazo
a la vista de todas las naciones,
y verán los confines de la tierra
la victoria de nuestro Dios.
11¡Fuera, fuera! Salgan de allí,
no toquen nada impuro.
¡Salgan de ella! ¡Purifíquense,
los que llevan los vasos del Señor!
12No saldrán apresurados
ni se irán huyendo,
porque al frente de ustedes
marcha el Señor,
y en la retaguardia, el Dios de Israel.
Cuarto cántico del siervo:
Su pasión y gloria
(42,1-9; 49,1-13; 50,4-11; Lam 3; Hch 8,26-40)
13Miren, mi siervo tendrá éxito,
subirá y crecerá mucho.
14Cómo muchos se espantaron de él,
porque desfigurado
no parecía hombre
ni tenía aspecto humano;
15así asombrará a muchos pueblos;
ante él los reyes cerrarán la boca,
al ver algo que nunca se había visto
y contemplar algo inaudito.
53 1¿Quién creyó nuestro anuncio?
¿A quién mostró el Señor su brazo?
2Creció en su presencia como brote,
como raíz en tierra árida:
no tenía presencia ni belleza
que atrajera nuestras miradas
ni aspecto que nos cautivase.
3Despreciado y evitado de la gente,
un hombre habituado a sufrir,
curtido en el dolor;
al verlo se tapaban la cara;
despreciado, lo tuvimos por nada;
4a él,
que soportó nuestros sufrimientos
y cargó con nuestros dolores,
lo tuvimos por un contagiado,
herido de Dios y afligido.
5Él, en cambio, fue traspasado
por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros crímenes.
Sobre él descargó
el castigo que nos sana
y con sus cicatrices
nos hemos sanado.
6Todos errábamos como ovejas,
cada uno por su lado,
y el Señor cargó sobre él
todos nuestros crímenes.
7Maltratado,
aguantaba, no abría la boca;
como cordero llevado al matadero,
como oveja muda ante el esquilador,
no abría la boca.
8Sin arresto, sin proceso,
lo quitaron de en medio,
¿quién meditó en su destino?
Lo arrancaron de la tierra de los vivos,
por los pecados de mi pueblo
lo hirieron.
9Le dieron sepultura con los malvados
y una tumba con los malhechores,
aunque no había cometido crímenes
ni hubo engaño en su boca.
10El Señor quería triturarlo
con el sufrimiento:
si entrega su vida como expiación,
verá su descendencia,
prolongará sus años
y por su medio triunfará
el plan del Señor.
11Por los trabajos soportados
verá la luz, se saciará de saber;
mi siervo inocente
rehabilitará a todos
porque cargó con sus crímenes.
12Por eso le asignaré
una porción entre los grandes
y repartirá botín con los poderosos:
porque desnudó el cuello para morir
y fue contado entre los pecadores,
él cargó con el pecado de todos
e intercedió por los pecadores.
Fecundidad de la estéril
(49,14-26; 62,1-9; 66,7)
54 1Canta de gozo, la estéril
que no dabas a luz;
rompe a cantar de júbilo,
la que no tenías dolores;
porque la abandonada
tendrá más hijos
que la casada –dice el Señor–.
2Ensancha el espacio de tu tienda,
despliega sin miedo tus lonas,
alarga tus cuerdas,
clava bien tus estacas;
3porque te extenderás
a derecha e izquierda,
tu descendencia heredará naciones
y poblará ciudades desiertas.
4No temas,
no tendrás que avergonzarte,
no te sonrojes, no te afrentarán;
olvidarás la vergüenza de tu soltería,
ya no recordarás
el desprecio de tu viudez.
5Porque el que te hizo
te toma por esposa:
su Nombre es Señor Todopoderoso.
Tu redentor es el Santo de Israel,
se llama Dios de toda la tierra.
6Como a mujer abandonada y abatida
te vuelve a llamar el Señor;
como a esposa de juventud,
repudiada –dice tu Dios–.
7Por un instante te abandoné,
pero con gran cariño te recogeré.
8En un arrebato de ira
te escondí un instante mi rostro,
pero con lealtad eterna te quiero
–dice el Señor, tu redentor–.
9Me sucede como en tiempo de Noé:
juré que las aguas del diluvio
no volverían a cubrir la tierra;
así juro no enojarme contra ti
ni reprocharte.
10Aunque se retiren los montes
y vacilen las colinas,
no te retiraré mi lealtad
ni mi alianza de paz vacilará
–dice el Señor, que te quiere–.
Reconstrucción de Jerusalén
(60,10-18; Bar 4,30–5,9)
11¡Oh afligida, zarandeada,
desconsolada!
Mira, yo mismo te coloco
piedras de azabache,
te cimento con zafiros,
12te pongo almenas de rubí,
y puertas de esmeralda,
y muralla de piedras preciosas.
13Tus hijos serán discípulos del Señor,
tendrán gran paz tus hijos.
14Tendrás firme asiento en la justicia;
quedará lejos la opresión,
y no tendrás que temer,
y el terror, que no se te acercará.
15Si alguno te asedia,
no es de parte mía;
si lucha contigo, caerá frente a ti.
16Yo he creado al herrero
que aviva las brasas
y saca una herramienta,
y yo he creado
al devastador funesto:
17ningún arma forjada contra ti
dará resultado;
y a la lengua que te acuse en juicio
le probarás que es culpable.
Ésta es la herencia
de los siervos del Señor,
yo soy su vengador
–oráculo del Señor–.
Alianza del Señor
(2 Sm 7; Sal 89)
55 1¡Atención, sedientos!,
vengan por agua,
también los que no tienen dinero:
vengan, compren trigo,
coman sin pagar,
vino y leche gratis.
2¿Por qué gastan dinero
en lo que no alimenta?,
¿y el salario
en lo que no deja satisfecho?
Escúchenme atentos,
y comerán bien,
se deleitarán con platos sustanciosos.
3Presten atención y vengan a mí,
escúchenme y vivirán.
Sellaré con ustedes alianza perpetua,
la promesa que aseguré a David:
4a él lo hice mi testigo
para los pueblos,
caudillo y soberano de naciones;
5tú llamarás a un pueblo desconocido,
un pueblo que no te conocía
correrá hacia ti:
por el Señor, tu Dios;
por el Santo de Israel, que te honra.
La Palabra del Señor
(40,6-8)
6Busquen al Señor
mientras se deje encontrar,
llámenlo mientras esté cerca;
7que el malvado abandone su camino
y el criminal sus planes;
que regrese al Señor,
y él tendrá piedad;
a nuestro Dios,
que es rico en perdón.
8Mis planes no son sus planes,
sus caminos no son mis caminos
–oráculo del Señor–.
9Como el cielo está
por encima de la tierra,
mis caminos están
por encima de los suyos
y mis planes de sus planes.
10Como bajan la lluvia
y la nieve del cielo,
y no vuelven allá,
sino que empapan la tierra,
la fecundan y la hacen germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan para comer,
11así será mi Palabra,
que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que hará mi voluntad
y cumplirá mi encargo.
Epílogo: Salida de Babilonia
(48,20-22; 52,11-12)
12Saldrán con alegría,
los llevarán seguros:
montes y colinas
romperán a cantar ante ustedes
y aplaudirán los árboles silvestres.
13En vez de espinos, crecerá el ciprés;
en vez de ortigas, el arrayán:
serán el renombre del Señor
y monumento perpetuo,
indestructible.
ISAÍAS III
(Tritoisaías)
Contexto y autores de la tercera parte del libro. Al volver del destierro y no cumplirse las maravillosas promesas del profeta (40–55), sucede el desencanto, decae la fidelidad al Señor; se forman y se consolidan grupos opuestos de conservadores realistas o exclusivistas y de idealistas ilusionados.
Al «tritoisaías» tocará mantener vivas las esperanzas. Comparando los diversos oráculos de esta última parte del libro de Isaías, se observan claras tensiones entre la preocupación presente y la esperanza futura, la denuncia de delitos y los mensajes de aliento, el desencanto presente y la expectación mesiánica, la apertura a los extranjeros y la condena sin matices. La proyección escatológica cobra fuerza y se afirma al final, como sucesora de la profecía. Pasa a segundo plano el tema del éxodo y ocupa el primer plano la futura Jerusalén, la ciudad transfigurada por el cumplimiento de las promesas.
Asignar el bloque de los capítulos 56–66 a un Isaías III o Tritoisaías fue durante mucho tiempo opinión difundida, abandonada ya. Hoy se piensa que forman una colección de oráculos heterogéneos. Indudablemente muchos fragmentos continúan el estilo del maestro: poca construcción, amplitud al desarrollar, imágenes visionarias.
Fin del exclusivismo
(Hch 8,26-40)
56 1Así dice el Señor:
Observen el derecho,
practiquen la justicia,
que mi salvación está para llegar
y se va a revelar mi victoria.
2Dichoso el hombre que obra así,
dichoso el mortal
que persevera en ello,
que guarda el sábado
sin profanarlo
y guarda su mano
de hacer cualquier mal.
3No diga el extranjero
que se ha unido al Señor:
El Señor me excluirá de su pueblo.
No diga el eunuco:
Yo soy un árbol seco.
4Porque así dice el Señor:
A los eunucos
que guarden mis sábados,
que escojan lo que me agrada
y perseveren en mi alianza,
5les daré en mi casa y en mis murallas
un monumento y un nombre
mejores que hijos e hijas;
nombre eterno les daré
que no se extinguirá.
6A los extranjeros que se hayan unido
al Señor, para servirlo,
para amar al Señor
y ser sus servidores,
que guarden el sábado sin
profanarlo
y perseveren en mi alianza,
7los traeré a mi Monte Santo,
los alegraré en mi casa de oración;
aceptaré sobre mi altar
sus holocaustos y sacrificios;
porque mi casa es casa de oración,
y a mi casa la llamarán
todos los pueblos Casa de Oración.
8Oráculo del Señor,
que reúne a los dispersos de Israel,
y reunirá otros a los ya reunidos.
Perros mudos
9Fieras salvajes, vengan a comer;
fieras todas de la selva:
10que los guardianes están ciegos
y no se dan cuenta de nada,
son perros mudos incapaces de ladrar,
vigilantes tumbados,
amigos de dormir,
11son perros
con un hambre insaciable,
son pastores
incapaces de comprender;
cada cual va por su camino
y a su ganancia, sin excepción.
12¡Vengan! Voy a buscar vino,
emborrachémonos de licor;
y mañana lo mismo que hoy,
hay provisión abundante.
57 1Perece el inocente,
y nadie hace caso;
se llevan a los hombres fieles,
y nadie comprende que ante la maldad
se llevan al inocente,
2para que entre en la paz
y descanse en su lecho
el que procedía con sinceridad.
Idolatría
(65,1-7; Ez 16)
3Acérquense ustedes, hijos de bruja,
raza de un adúltero y una prostituta:
4¿de quién se burlan abriendo la boca
y sacando la lengua?
¿No son ustedes hijos ilegítimos,
una raza bastarda?
5Ustedes que arden de lujuria
entre los robles,
bajo cualquier árbol frondoso;
que inmolan niños junto a los arroyos
y entre las grietas de las rocas.
6ac Las piedras lisas del arroyo
serán tu herencia,
ellas te tocarán en suerte:
en su honor derramabas libaciones
y ofrecías sacrificios.
7Sobre un monte alto y elevado
colocabas tu cama;
allá subías a ofrecer sacrificios.
6d ¿Podrá eso aplacarme?
8Detrás de los postes de la puerta
colocabas tu amuleto;
te olvidabas de mí, te desnudabas,
subías al lecho y hacías sitio;
hacías trato con tus amantes,
con los que te gustaba acostarte;
mirando su desnudez,
fornicabas con ellos sin cesar.
9Ibas a Moloc con ungüento,
prodigando perfumes;
despachabas lejos a tus mensajeros,
los hacías bajar hasta el abismo.
10Te cansabas de tanto caminar,
pero no decías es inútil,
recobrabas fuerzas y no desfallecías.
11¿Quién te asustaba,
a quién temías para negarme
y no acordarte de mí ni pensar en mí?
¿No es que yo callaba y disimulaba,
y por eso no me temías?
12Pero yo te denunciaré,
tu justicia y tus obras no te servirán;
13tus ídolos ni te librarán cuando grites,
a todos los barrerá el viento,
un soplo los arrebatará.
Pero el que se refugia en mí,
heredará el país
y poseerá mi Monte Santo.
Consuelo
(63,10-12)
14Abran paso, abran paso,
despejen el camino,
quiten todo tropiezo
del camino de mi pueblo,
15porque así dice el Alto y Excelso,
Morador eterno,
cuyo Nombre es Santo:
Yo habito en la altura sagrada,
pero estoy con los de espíritu
humilde y arrepentido,
para reanimar a los humildes,
para reanimar el corazón arrepentido.
16No estaré recriminando siempre
ni me irritaré constantemente,
porque entonces
sucumbirían ante mí el espíritu
y el aliento que yo he creado.
17Por su delito me irrité un momento,
lo herí y me oculté irritado,
él se apartó y siguió por su camino.
18Yo vi su conducta, pero lo sanaré,
lo guiaré, lo llenaré de consuelos;
y a los que hacen duelo por él,
19les haré brotar
en los labios este canto:
Paz al lejano, paz al cercano
–dice el Señor–, y lo sanaré.
20Los malvados
son como el mar agitado,
que no pueden calmarse:
sus aguas remueven fango y barro.
21No hay paz para los malvados
–dice mi Dios–.
El ayuno
(1,10-20; Zac 7)
58 1Grita con fuerte voz,
no te contengas;
alza la voz como una trompeta,
denuncia a mi pueblo sus delitos,
a la casa de Jacob sus pecados.
2Consultan mi oráculo a diario,
muestran deseo
de conocer mi camino
como si fueran un pueblo
que practicara la justicia
y no abandonase
el mandato de su Dios.
Me piden sentencias justas,
desean tener cerca a Dios.
3¿Para qué ayunar, si no haces caso?
¿Mortificarnos, si tú no te fijas?
Miren: el día de ayuno
buscan su propio interés,
y maltratan a sus servidores;
4miren:
ayunan entre peleas y disputas,
dando puñetazos sin piedad.
No ayunen como ahora,
haciendo oír en el cielo sus voces.
5¿Es ése el ayuno que el Señor desea,
el día en que el hombre se mortifica?
Doblar la cabeza como un junco,
acostarse sobre estera y ceniza,
¿a eso lo llaman ayuno,
día agradable al Señor?
6El ayuno que yo quiero es éste:
abrir las prisiones injustas,
hacer saltar los cerrojos de los cepos,
dejar libres a los oprimidos,
romper todos los cepos;
7compartir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
vestir al que ves desnudo
y no despreocuparte de tu hermano.
8Entonces brillará
tu luz como la aurora,
tus heridas sanarán rápidamente;
tu justicia te abrirá camino,
detrás irá la gloria del Señor.
9Entonces llamarás al Señor,
y te responderá;
pedirás auxilio, y te dirá: Aquí estoy.
Si destierras de ti toda opresión,
y el señalar con el dedo,
y la palabra maligna;
10si das tu pan al hambriento
y sacias el estómago del necesitado,
surgirá tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad se volverá mediodía.
11El Señor te guiará siempre,
en el desierto saciará tu hambre,
hará fuertes tus huesos,
serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas
cuyas aguas nunca se agotan,
12reconstruirás viejas ruinas,
levantarás
sobre los cimientos antiguos;
te llamarán reparador de brechas,
restaurador de casas en ruinas.
El sábado
(Jr 17,19-27)
13Si detienes tus pies el sábado,
y no haces negocios en mi día santo;
si llamas al sábado tu delicia,
y honras el día consagrado al Señor;
si lo honras absteniéndote de viajes,
de buscar tu interés,
de tratar tus negocios,
14entonces el Señor será tu delicia.
Te haré cabalgar
sobre las alturas de la tierra,
te alimentaré con la herencia
de tu padre Jacob
–ha hablado la boca del Señor–.
Liturgia penitencial
El pecado, obstáculo a la salvación
(1,10-20; Jr 2)
59 1Mira, la mano del Señor
no se queda corta para salvar
ni es duro de oído para oír;
2son las culpas de ustedes
las que se interponen
entre ustedes y su Dios;
son sus pecados
los que les ocultan su rostro,
e impiden que los oiga;
3pues las manos de ustedes
están manchadas de sangre,
sus dedos, de crímenes;
sus labios dicen mentiras,
sus lenguas susurran maldades.
4No hay quien invoque la justicia
ni quien vaya a juicio con sinceridad;
se apoyan en la mentira,
afirman la falsedad,
conciben el crimen
y dan a luz la maldad.
5Incuban huevos de serpiente
y tejen telarañas:
quien coma esos huevos morirá;
si se rompen, salen víboras.
6Sus telas no sirven para vestidos;
son tejidos que no pueden cubrir.
Sus obras son obras criminales,
sus manos ejecutan la violencia.
7Sus pies corren hacia el mal,
tienen prisa por derramar
sangre inocente;
sus planes son planes criminales,
destrozos y ruinas dejan a su paso.
8No conocen el camino de la paz,
no existe el derecho en sus senderos,
se abren sendas torcidas;
quien las sigue, no conoce la paz.
9Por eso está lejos de nosotros
el derecho
y no nos alcanza la justicia:
esperamos la luz, y vienen tinieblas;
claridad, y caminamos a oscuras.
10Como ciegos
vamos palpando la pared,
andamos a tientas
como gente sin vista;
en pleno día tropezamos
como al anochecer,
en pleno vigor
estamos como los muertos.
11Gruñimos todos igual que osos
y nos quejamos como palomas.
Esperamos en el derecho, pero nada;
en la salvación,
y está lejos de nosotros.
12Porque nuestros crímenes
contra ti son muchos,
y nuestros pecados nos acusan;
tenemos presentes
nuestros crímenes
y reconocemos nuestras culpas:
13rebelarnos y negar al Señor,
volver la espalda a nuestro Dios,
hablar de opresión y revuelta,
planear por dentro engaños;
14y así se tuerce el derecho
y la justicia se queda lejos,
porque en la plaza
tropieza la honradez,
y a la sinceridad no la dejan entrar;
15la lealtad está ausente,
y despojan a quien evita el mal.
Interviene el Señor
El Señor contempla disgustado
que ya no existe la justicia.
16Ve que no hay nadie,
se extraña de que nadie intervenga.
Entonces su brazo le dio la victoria,
y su justicia lo mantuvo:
17por coraza se puso la justicia
y por casco la salvación;
por traje se vistió la venganza
y por manto
se envolvió en la indignación.
18A cada uno va a pagar
lo que merece:
a su enemigo, furia;
a su adversario, castigo.
19Los de occidente temerán al Señor,
los de oriente respetarán su gloria;
porque vendrá
como río encajonado,
empujado por el soplo del Señor.
20Pero a Sión vendrá un Redentor
para alejar los crímenes de Jacob
–oráculo del Señor–.
Oráculo de salvación
(Jr 31,31-33)
21Por mi parte, dice el Señor,
ésta es mi alianza con ellos:
el Espíritu mío, que te envié;
las Palabras mías,
que puse en tu boca,
no se caerán de tu boca,
ni de la boca de tus hijos,
ni de la boca de tus nietos,
nunca jamás –lo ha dicho el Señor–.
La luz de la nueva Jerusalén
(Ap 21,10-14.23-25)
60 1¡Levántate, brilla,
que llega tu luz;
la gloria del Señor amanece sobre ti!
2Mira: las tinieblas cubren la tierra,
la oscuridad los pueblos;
pero sobre ti amanecerá el Señor,
su gloria aparecerá sobre ti;
3y acudirán los pueblos a tu luz,
los reyes al resplandor de tu aurora.
4Echa una mirada
a tu alrededor y observa:
todos ésos se han reunido,
vienen a ti;
tus hijos llegan de lejos,
a tus hijas las traen en brazos.
5Entonces lo verás,
radiante de alegría;
tu corazón se asombrará,
se ensanchará,
cuando vuelquen sobre ti
los tesoros del mar
y te traigan
las riquezas de los pueblos.
6Te inundará
una multitud de camellos,
de dromedarios de Madián y de Efá.
Vienen todos de Sabá,
trayendo incienso y oro
y proclamando
las alabanzas del Señor.
7Reunirá para ti los rebaños de Cadar
y los carneros de Nebayot
estarán a tu servicio;
subirán a mi altar
como víctimas gratas
y honraré mi noble casa.
8¿Quiénes son ésos
que vuelan como nubes
y como palomas al palomar?
9Son navíos que acuden a mí,
en primera línea las naves de Tarsis,
trayendo a tus hijos de lejos,
y con ellos su plata y su oro,
por la fama del Señor, tu Dios,
del Santo de Israel, que así te honra.
Homenaje de los pueblos
(49,14-26; 54,11-17)
10Extranjeros
reconstruirán tus murallas
y sus reyes te servirán;
si te herí con ira,
con amor te compadezco.
11Tus puertas
estarán siempre abiertas,
ni de día ni de noche se cerrarán:
para traerte
las riquezas de los pueblos
con sus reyes desfilando.
12El pueblo y el rey
que no se te sometan, perecerán;
las naciones serán arrasadas.
13Vendrá a ti el orgullo del Líbano,
con el ciprés y el abeto y el pino,
para adornar el lugar de mi santuario
y ennoblecer el lugar
donde se posan mis pies.
14Los hijos de tus opresores
vendrán a ti encorvados,
y los que te despreciaban
se postrarán a tus pies;
te llamarán Ciudad del Señor,
Sión del Santo de Israel.
15Estuviste abandonada, aborrecida,
sin un transeúnte,
pero te haré el orgullo de los siglos,
la delicia de todas las edades.
16Mamarás la leche de los pueblos,
mamarás al pecho de reyes;
y sabrás que yo,
el Señor, soy tu salvador,
que el Fuerte de Jacob
es tu redentor.
17En lugar de bronce, te traeré oro;
en lugar de hierro, te traeré plata;
en lugar de madera, bronce,
y en lugar de piedra, hierro;
te daré por magistrado la paz,
y por gobernador, la justicia.
18No se oirá más en tu tierra
¡Violencia!,
ni dentro de tus fronteras
¡Ruina, destrucción!;
tu muralla se llamará Salvación,
y tus puertas, Alabanza.
Luz perpetua
(Zac 14,6s; Ap 21,23; 22,5)
19Ya no será el sol tu luz en el día,
ni te alumbrará la claridad de la luna;
será el Señor tu luz perpetua,
y tu Dios será tu esplendor;
20tu sol ya no se pondrá
ni desaparecerá tu luna,
porque el Señor será tu luz perpetua
y se habrán acabado
los días de tu luto.
21En tu pueblo todos serán justos
y poseerán por siempre la tierra:
es el brote que yo he plantado,
la obra de mis manos, para gloria mía.
22El pequeño crecerá hasta mil,
y el menor se hará pueblo numeroso:
yo soy el Señor
y haré que pronto suceda.
Misión del profeta
(42,1-4; Lc 4,18s)
61 1El Espíritu del Señor
está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar
una buena noticia a los que sufren,
para vendar
los corazones desgarrados,
para proclamar
la liberación a los cautivos
y a los prisioneros la libertad,
2para proclamar
el año de gracia del Señor,
el día del desquite de nuestro Dios;
para consolar a los afligidos;
3para cambiar su ceniza en corona,
su luto en perfume de fiesta,
su abatimiento en traje de gala.
Los llamarán Robles del Justo,
plantados por el Señor, para su gloria.
Restauración
4Reconstruirán las viejas ruinas,
levantarán los antiguos escombros;
renovarán las ciudades en ruinas,
los escombros
de muchas generaciones.
5Se presentarán extranjeros
a pastorear sus rebaños,
y forasteros
serán sus labradores y viñadores.
6Ustedes se llamarán
Sacerdotes del Señor,
dirán de ustedes:
Ministros de nuestro Dios.
Comerán la opulencia de los pueblos,
y tomarán posesión de sus riquezas.
7A cambio de su vergüenza
e insultos,
ellos obtendrán una porción doble;
poseerán el doble en su país,
y gozarán de alegría perpetua.
8Porque yo, el Señor, amo la justicia,
detesto la rapiña y el crimen.
Les daré su salario fielmente
y haré con ellos una alianza perpetua.
9Su descendencia
será célebre entre las naciones,
y sus vástagos entre los pueblos.
Quienes los vean reconocerán
que son la descendencia
que bendijo el Señor.
11Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín
hace germinar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y su fama frente a todos los pueblos.
La nueva Jerusalén
(49,14-26; 54,11-17; 60)
10Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto
en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona
o novia que se adorna con sus joyas.
62 1Por amor de Sión no callaré,
por amor de Jerusalén
no descansaré,
hasta que irrumpa
la aurora de su justicia
y su salvación brille como antorcha.
2Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes, tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo
impuesto por la boca del Señor.
3Serás corona espléndida
en la mano del Señor
y diadema real en la palma de tu Dios.
4Ya no te llamarán la Abandonada
ni a tu tierra la Devastada,
a ti te llamarán mi Preferida
y a tu tierra la Desposada,
porque el Señor te prefiere a ti,
y tu tierra tendrá esposo.
5Como un joven se casa con su novia,
así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra
el esposo con su esposa
la encontrará tu Dios contigo.
6Sobre tus murallas, Jerusalén,
he colocado centinelas:
nunca callan, ni de día ni de noche,
los que invocan al Señor
no se den descanso;
7no le den descanso
hasta que la establezca,
hasta que haga de Jerusalén
la admiración de la tierra.
8El Señor lo ha jurado por su diestra
y por su brazo poderoso:
ya no entregará tu trigo
para que se lo coman tus enemigos;
ya no se beberán extranjeros tu vino,
por el que tú trabajaste.
9Los que lo cosechan lo comerán
y alabarán al Señor;
los que lo vendimian lo beberán
en mis atrios sagrados.
Llegada del salvador victorioso
(40,3-10; 57,14-17)
10Pasen, pasen por las puertas,
abran camino al pueblo;
nivelen, nivelen el sendero,
límpienlo de piedras,
levanten un estandarte
para los pueblos.
11El Señor envía un mensaje
hasta el confín de la tierra:
Digan a la ciudad de Sión:
Mira a tu Salvador, que llega,
el premio de su victoria lo acompaña,
la recompensa lo precede;
12los llamarán Pueblo Santo,
redimidos del Señor,
a ti te llamarán la Buscada,
Ciudad no abandonada.
63 1¿Quién es ése
que viene de Edom,
de Bosra,
con las ropas teñidas de rojo?
¿Quién es ése vestido de gala
que avanza lleno de fuerza?
–Yo, que sentencio con justicia
y soy poderoso para salvar.
2–¿Por qué están rojos
tus vestidos y la túnica,
como quien pisa la uva?
3–Yo solo he pisado la uva
y de otros pueblos nadie me ayudaba.
Los pisé con cólera,
los estrujé con furor:
su sangre salpicó mis vestidos
y me manché toda la ropa.
4Porque es el día
que pienso vengarme,
el año del rescate ha llegado.
5Miraba sin encontrar un ayudante,
espantado
al no haber quien me apoyara;
pero mi brazo me dio la victoria,
mi furor fue mi apoyo;
6pisoteé a los pueblos con mi cólera,
los embriagué con mi furor,
para que su sangre bajara a la tierra.
Meditación histórica
(Sal 77,12-21)
7Voy a recordar
la misericordia del Señor,
las alabanzas del Señor:
todo lo que hizo por nosotros el Señor,
sus muchos beneficios
a la casa de Israel,
lo que hizo con su compasión
y su gran misericordia.
8Él dijo: Son mi pueblo,
hijos que no engañarán.
Él fue su salvador 9en el peligro:
no fue un mensajero ni un enviado,
él en persona los salvó,
por su amor y su clemencia
los rescató, y los liberó
y los llevó siempre en brazos
en todos los peligros.
10Pero ellos se rebelaron
e irritaron su Santo Espíritu;
entonces él se volvió su enemigo
y luchó contra ellos.
11Se acordaron del pasado,
del que sacó a su pueblo:
¿Dónde está el que sacó de las aguas
al pastor de su rebaño?
¿Dónde el que metió en su pecho
su Santo Espíritu?
12¿El que estuvo
a la derecha de Moisés
guiándolo con su brazo glorioso?
¿El que dividió el mar ante ellos,
ganándose renombre perpetuo?
13¿El que los hizo andar
por el fondo del mar
como el caballo
por el desierto sin tropezar,
14y como ganado que baja al valle?,
el Espíritu del Señor
los llevó al descanso:
así condujiste a tu pueblo
ganándote renombre glorioso.
Invocación a Dios Padre
(Sal 103)
15Observa desde el cielo,
mira desde tu morada santa
y gloriosa:
¿dónde está tu celo y tu valor,
tu entrañable ternura y compasión?
No la reprimas,
16que tú eres nuestro padre:
Abrahán no sabe de nosotros,
Israel no nos conoce;
tú, Señor, eres nuestro padre,
tu Nombre de siempre es
Nuestro Redentor.
17Señor, ¿por qué nos extravías
lejos de tus caminos
y endureces nuestro corazón
para que no te respete?
Vuélvete, por amor a tus siervos,
a las tribus que te pertenecen.
18Por un momento nuestros enemigos
se apoderaron de tu pueblo santo,
y pisotearon tu santuario.
19Estamos como antiguamente,
cuando no nos gobernabas
y no llevábamos tu Nombre.
El pueblo pide una teofanía
(Sal 68)
¡Ojalá rasgases el cielo y bajases,
derritiendo los montes
64 1con tu presencia,
como fuego que prende
en los sarmientos
o hace hervir el agua!
Para mostrar a tus enemigos
quién eres,
para que tiemblen ante ti
las naciones,
2cuando hagas maravillas
que no esperábamos.
3Jamás oído oyó ni ojo vio
un Dios fuera de ti
que hiciera tanto
por el que espera en él.
4Sales al encuentro del que practica
gozosamente la justicia
y tiene presentes tus caminos.
Confesión del pecado y súplica
(59,9-15; Sal 79)
Estabas enojado,
y nosotros fracasamos:
aparta nuestras culpas,
y seremos salvos.
5Todos estábamos contaminados,
nuestra justicia era un trapo sucio;
todos nos marchitábamos
como follaje,
nuestras culpas nos arrebataban
como el viento.
6Nadie invocaba tu Nombre
ni se esforzaba por aferrarse a ti;
porque nos ocultabas tu rostro
y nos entregabas
en poder de nuestra culpa.
7Y, sin embargo, Señor,
tú eres nuestro padre,
nosotros la arcilla y tú el alfarero:
somos todos obra de tu mano.
8No te irrites tanto, Señor,
no recuerdes siempre nuestra culpa:
mira que somos tu pueblo.
9Tus santas ciudades son un desierto,
Sión se ha vuelto un desierto,
Jerusalén una desolación.
10Nuestro templo, nuestro orgullo,
donde te alabaron nuestros padres,
ha sido incendiado,
y lo que más queríamos
está reducido a escombros.
11¿Te quedas insensible
a todo esto, Señor,
te callas y nos afliges sin medida?
Denuncia y amenaza
(57,3-13)
65 1Yo ofrecía respuesta
a los que no preguntaban,
salía al encuentro
de los que no me buscaban;
decía: Aquí estoy,
aquí estoy al pueblo
que no invocaba mi Nombre.
2Tenía mis manos extendidas
todo el día hacia un pueblo rebelde,
que andaba por el mal camino,
siguiendo sus antojos,
3pueblo que me provocaba
en la cara continuamente,
que sacrificaba en los jardines
y ofrecía incienso sobre los ladrillos,
4que se sentaba en los sepulcros
y pernoctaba en las grutas,
que comía la carne de cerdo
y caldo abominable en las tazas;
5que decía: Retírate, no te acerques,
que estoy consagrado.
Eso hace humear mi cólera
como fuego que arde todo el día.
6Lo tengo escrito delante
y no descansaré
hasta que les de su merecido
por 7sus culpas y las de sus padres,
todas juntas –dice el Señor–.
Porque ofrecían incienso
en las montañas
y me ultrajaban en las colinas,
les mediré su paga
y se la echaré encima.
Suerte de buenos y malos
(Dt 27s; Jos 8,30-35; Mt 25,31-46)
8Así dice el Señor:
Como al encontrar jugo
en un racimo se dice:
No lo eches a perder,
que es una bendición,
así haré yo
en atención a mis siervos:
no lo echaré a perder todo.
9Sacaré descendencia
de Jacob, de Judá,
quienes posean mis montañas:
las poseerán mis elegidos
y mis siervos habitarán allí.
10El Sarón será un redil de ovejas,
y el Valle de Acor, pastizal de vacas,
para mi pueblo que me ha buscado.
11Pero a ustedes
que abandonaron al Señor
olvidando mi Monte Santo,
que preparaban la mesa
en honor de la Fortuna
y levantaron la copa
en honor del Destino,
12yo los destino a la espada,
y todos se encorvarán
para el degüello:
porque llamé y no respondieron,
hablé y no escucharon,
hicieron lo que no me agrada,
eligieron lo que no quiero.
13Por eso, así dice el Señor:
Miren: mis siervos comerán,
y ustedes pasarán hambre;
miren: mis siervos beberán,
y ustedes tendrán sed;
miren: mis siervos estarán alegres,
y ustedes avergonzados;
14miren: mis siervos cantarán
de puro contento,
y ustedes gritarán de puro dolor
y aullarán con el corazón desgarrado.
15Dejarán su nombre a mis elegidos
como fórmula de imprecación.
A ustedes el Señor les dará muerte,
y a sus siervos
les dará otro nombre.
16El que quiera felicitarse en el país,
se felicitará con el Dios fiel;
el que quiera jurar en el país,
jurará por el Dios fiel.
Sí, se olvidarán
las angustias del pasado
y hasta de mi vista desaparecerán.
Nueva creación
17Miren, yo voy a crear un cielo nuevo
y una tierra nueva;
de lo pasado no quedará recuerdo
ni se lo traerá a la memoria,
18más bien gócense
y alégrense siempre
por lo que voy a crear;
miren, voy a transformar
a Jerusalén en alegría
y a su población en gozo;
19me alegraré de Jerusalén
y me gozaré de mi pueblo,
y ya no se oirán en ella
gemidos ni llantos;
20ya no habrá allí niños
que mueran al nacer
ni adultos que no completen sus años,
pues será joven
el que muera a los cien años,
y el que no los alcance
se tendrá por maldito.
21Construirán casas y las habitarán,
plantarán viñas y comerán sus frutos,
22no construirán
para que otro habite,
ni plantarán para que otro coma;
porque los años de mi pueblo
serán los de un árbol
y mis elegidos podrán gastar
lo que sus manos fabriquen.
23No se fatigarán en vano,
no engendrarán hijos
para la catástrofe;
porque serán la descendencia
de los benditos del Señor,
y como ellos, sus retoños.
24Antes de que me llamen
yo les responderé,
aún estarán hablando
y los habré escuchado.
25El lobo y el cordero pastarán juntos,
el león como el buey comerá paja.
No harán daño ni estrago
por todo mi Monte Santo
–dice el Señor–.
El culto auténtico
(Jr 7; Sal 50)
66 1Así dice el Señor:
El cielo es mi trono,
y la tierra, el estrado de mis pies:
¿Qué templo podrán construirme
o qué lugar para mi descanso?
2Todo esto lo hicieron mis manos,
y así existió todo esto
–oráculo del Señor–.
Pero en ése pondré mis ojos:
en el humilde y en el abatido
que se estremece ante mis palabras.
3Hay quien inmola un toro,
y es como si matara a un hombre;
hay quien sacrifica una oveja,
y es como si desnucara un perro;
hay quien trae una ofrenda,
y es como si fuera sangre de cerdo;
hay quien inciensa invocando,
y es como si bendijera a un ídolo.
Todos ellos eligieron su camino
y escogieron
sus prácticas idolátricas,
4pues yo también elegiré sus castigos
y les mandaré lo que más temen;
porque llamé, y nadie contestó;
hablé, y no escucharon;
hicieron lo que no me agrada,
escogieron lo que no quería.
Juicio
5Escuchen la Palabra del Señor,
los que tiemblan ante sus palabras:
Dicen sus hermanos,
los que los detestan,
los que los rechazan por mi Nombre:
Que el Señor muestre su gloria,
y disfrutemos de la alegría de ustedes.
Pues ellos serán confundidos.
6Una voz retumba en la ciudad,
una voz sale del templo:
es la voz del Señor,
que da su merecido a sus enemigos.
Un pueblo renace
(54,1-10)
7Antes de las contracciones dio a luz,
antes que le llegaran los dolores
ha dado vida a un varón:
8¿Quién ha oído tal cosa
o quién ha visto algo semejante?
¿Se engendra todo un país
en un solo día,
se da luz a un pueblo de una sola vez?
Apenas sintió los dolores,
Sión dio a luz a sus hijos.
9Abro yo la matriz,
¿y no haré que dé a luz?
–dice el Señor–.
Yo, que hago dar a luz,
¿la voy a cerrar? –dice tu Dios–.
10Festejen a Jerusalén,
gocen con ella, todos los que la aman;
alégrense de su alegría
los que por ella estaban de duelo;
11mamarán de sus pechos
y se saciarán de sus consuelos,
y saborearán las delicias
de sus pechos abundantes.
12Porque así dice el Señor:
Yo haré correr hacia ella,
como un río, la paz;
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Ella los amamantará
y los llevará en brazos,
y sobre las rodillas los acariciará;
13como a un niño
a quien su madre consuela,
así los consolaré yo.
14Al verlo se alegrará su corazón
y sus huesos
florecerán como un prado;
la mano del Señor
se manifestará a sus siervos,
y su cólera, a sus enemigos.
Juicio de los pueblos
(Jl 4,1-8)
15Porque el Señor llegará con fuego
y sus carros como torbellino,
para desahogar con furor su ira
y su indignación con llamas.
16Porque el Señor va a juzgar
con su fuego y con su espada
a todo mortal:
serán muchas las víctimas del Señor.
17Los que se consagran y purifican
para entrar en los jardines
tras uno que ocupa el centro,
los que comen carne de cerdo
y reptiles y ratas,
sus obras y sus planes perecerán juntos
–oráculo del Señor–.
Reunión de todos los pueblos
(2,2-5)
18Pero yo vendré para reunir
a las naciones de toda lengua:
vendrán para ver mi gloria;
19les daré una señal,
y de entre ellos despacharé
supervivientes a las naciones:
a Tarsis, Etiopía, Libia,
Masac, Tubal y Grecia;
a las costas lejanas,
que nunca oyeron mi fama
ni vieron mi gloria,
y anunciarán mi gloria
a las naciones.
20Y de todas las naciones,
como ofrenda al Señor,
traerán a todos sus hermanos
a caballo y en carros y en literas,
en mulos y dromedarios,
hasta mi Monte Santo de Jerusalén
–dice el Señor–,
como los israelitas traen la ofrenda
en una vasija pura
al templo del Señor.
21De entre ellos escogeré sacerdotes
y levitas –dice el Señor–.
22Como el cielo nuevo
y la tierra nueva,
que voy a hacer, durarán ante mí
–oráculo del Señor–,
así durará su descendencia
y el nombre de ustedes.
23Cada luna nueva y cada sábado
vendrá todo mortal a postrarse
ante mí –dice el Señor–.
24Y al salir verán los cadáveres
de los que se rebelaron contra mí:
su gusano no muere,
su fuego no se apaga,
y serán el horror
de todos los mortales.