Capítulos del Génesis
La creación
(Sal 104; Eclo 43; Prov 8,22-31)
1 1Al principio Dios creó el cielo y la tierra. 2La tierra no tenía forma; las tinieblas cubrían el abismo. Y el soplo de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.
3Dijo Dios:
–Que exista la luz.
Y la luz existió. 4Vio Dios que la luz era buena; y Dios separó la luz de las tinieblas; 5llamó Dios a la luz: día, y a las tinieblas: noche. Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día primero.
6Y dijo Dios:
–Que exista un firmamento entre las aguas, que separe aguas de aguas.
7E hizo Dios el firmamento para separar las aguas de debajo del firmamento, de las aguas de encima del firmamento. Y así fue. 8Y Dios llamó al firmamento: cielo. Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día segundo.
9Y dijo Dios:
–Que se junten las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezcan los continentes.
Y así fue. 10Y Dios llamó a los continentes: tierra, y a la masa de las aguas la llamó: mar. Y vio Dios que era bueno.
11Y dijo Dios:
–Produzca la tierra pasto y hierbas que den semilla, y árboles frutales que den fruto según su especie y que lleven semilla sobre la tierra.
Y así fue. 12La tierra produjo hierba verde que engendraba semilla según su especie, y árboles que daban fruto y llevaban semilla según su especie. Y vio Dios que era bueno. 13Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día tercero.
14Y dijo Dios:
–Que existan astros en el firmamento del cielo para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años; 15y sirvan como lámparas del cielo para alumbrar a la tierra.
Y así fue. 16E hizo Dios los dos grandes astros: el astro mayor para regir el día, el astro menor para regir la noche, y las estrellas. 17Y los puso Dios en el firmamento del cielo para dar luz sobre la tierra; 18para regir el día y la noche, para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. 19Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día cuarto.
20Y dijo Dios:
–Llénense las aguas de multitud de vivientes, y vuelen pájaros sobre la tierra frente al firmamento del cielo.
21Y creó Dios los cetáceos y los vivientes que se deslizan y que llenan las aguas según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno.
22Y Dios los bendijo, diciendo:
–Crezcan, multiplíquense y llenen las aguas del mar; y que las aves se multipliquen en la tierra.
23Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día quinto.
24Y dijo Dios:
–Produzca la tierra vivientes según sus especies: animales domésticos, reptiles y fieras según sus especies.
Y así fue. 25E hizo Dios las fieras de la tierra según sus especies, los animales domésticos según sus especies y los reptiles del suelo según sus especies. Y vio Dios que era bueno.
26Y dijo Dios:
–Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que ellos dominen los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles.
27Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó.
28Y los bendijo Dios y les dijo:
–Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los animales que se mueven sobre la tierra.
29Y dijo Dios:
–Miren, les entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la tierra; y todos los árboles frutales que engendran semilla les servirán de alimento; 30 y a todos los animales de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra –a todo ser que respira–, la hierba verde les servirá de alimento.
Y así fue. 31Y vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: éste fue el día sexto.
2 1Y quedaron concluidos el cielo, la tierra y todo el universo.
2Para el día séptimo había concluido Dios toda su tarea; y descansó el día séptimo de toda su tarea.
3Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque ese día Dios descansó de toda su tarea de crear.
4a Ésta es la historia de la creación del cielo y de la tierra.
El Paraíso
(Ez 28,12-19)
4bCuando el Señor Dios hizo la tierra y el cielo, 5no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia a la tierra, ni había hombre que cultivase el campo 6y sacase un manantial de la tierra para regar la superficie del campo.
7Entonces el Señor Dios modeló al hombre con arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en un ser vivo.
8El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia el oriente, y colocó en él al hombre que había modelado.
9El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además, hizo brotar el árbol de la vida en mitad del jardín y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
10En Edén nacía un río que regaba el jardín y después se dividía en cuatro brazos: 11el primero se llama Pisón y rodea todo el territorio de Javilá, donde hay oro; 12el oro de esa región es de calidad, y también hay allí ámbar y ónice. 13El segundo río se llama Guijón, y rodea toda la Nubia. 14El tercero se llama Tigris, y corre al este de Asiria. El cuarto es el Éufrates.
15El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín del Edén, para que lo guardara y lo cultivara. 16El Señor Dios mandó al hombre:
–Puedes comer de todos los árboles del jardín; 17pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comas; porque el día en que comas de él, quedarás sujeto a la muerte.
18El Señor Dios se dijo:
–No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle una ayuda adecuada.
19Entonces el Señor Dios modeló de arcilla todas las fieras salvajes y todos los pájaros del cielo, y se los presentó al hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre le pusiera. 20Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a los pájaros del cielo y a las fieras salvajes. Pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada.
21Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y el hombre se durmió. Luego le sacó una costilla y llenó con carne el lugar vacío. 22De la costilla que le había sacado al hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre.
23El hombre exclamó:
–¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque la han sacado del Hombre. 24Por eso el hombre abandona padre y madre, se junta a su mujer y se hacen una sola carne.
25Los dos estaban desnudos, el hombre y su mujer, pero no sentían vergüenza.
El pecado
3 1La serpiente era el animal más astuto de cuantos el Señor Dios había creado; y entabló conversación con la mujer:
–¿Conque Dios les ha dicho que no coman de ningún árbol del jardín?
2La mujer contestó a la serpiente:
–¡No! Podemos comer de todos los árboles del jardín; 3solamente del árbol que está en medio del jardín nos ha prohibido Dios comer o tocarlo, bajo pena de muerte.
4La serpiente replicó:
–¡No, nada de pena de muerte! 5Lo que pasa es que Dios sabe que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como Dios, conocedores del bien y del mal.
6Entonces la mujer cayó en la cuenta de que el árbol tentaba el apetito, era una delicia de ver y deseable para adquirir conocimiento. Tomó fruta del árbol, comió y se la convidó a su marido, que comió con ella.
7Se les abrieron los ojos a los dos, y descubrieron que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se hicieron unos taparrabos. 8Oyeron al Señor Dios que se paseaba por el jardín tomando el fresco. El hombre y su mujer se escondieron entre los árboles del jardín, para que el Señor Dios no los viera.
9Pero el Señor Dios llamó al hombre:
–¿Dónde estás?
10Él contestó:
–Te oí en el jardín, me entró miedo porque estaba desnudo, y me escondí.
11El Señor Dios le replicó:
–Y, ¿quién te ha dicho que estabas desnudo? ¿A que has comido del árbol prohibido?
12El hombre respondió:
–La mujer que me diste por compañera me convidó el fruto y comí.
13El Señor Dios dijo a la mujer:
–¿Qué has hecho?
Ella respondió:
–La serpiente me engañó y comí.
14El Señor Dios dijo a la serpiente:
–Por haber hecho eso,
maldita seas entre todos los animales domésticos y salvajes;
te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida;
15pongo enemistad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y la suya:
ella te herirá la cabeza cuando tú hieras su talón.
16A la mujer le dijo:
–Multiplicaré los sufrimientos de tus embarazos,
darás a luz hijos con dolor,
tendrás ansia de tu marido, y él te dominará.
17Al hombre le dijo:
–Porque le hiciste caso a tu mujer
y comiste del árbol prohibido,
maldito el suelo por tu culpa:
con fatiga sacarás de él tu alimento mientras vivas;
18te dará cardos y espinas, y comerás hierba del campo.
19Comerás el pan con el sudor de tu frente,
hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella te sacaron;
porque eres polvo y al polvo volverás.
20El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
21El Señor Dios hizo unas túnicas de pieles para el hombre y su mujer y los vistió.
22Y el Señor Dios dijo:
–El hombre es ya como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal, ahora sólo le falta echar mano al árbol de la vida, tomar, comer y vivir para siempre.
23Y el Señor Dios lo expulsó del Edén, para que trabajara la tierra de donde lo había sacado.
24Echó al hombre, y a oriente del jardín del Edén colocó a querubines y una espada de fuego zigzagueante para cerrar el camino del árbol de la vida.
Caín y Abel
4 1Adán se unió a Eva, su mujer; ella concibió, dio a luz a Caín y dijo:
–He obtenido un varón con la ayuda del Señor.
2Después dio a luz al hermano de Caín, Abel. Abel era pastor de ovejas, Caín era labrador. 3Pasado un tiempo, Caín presentó ofrenda al Señor, algunos frutos del campo. 4También Abel presentó como ofrendas las primeras y mejores crías del rebaño. El Señor se fijó en Abel y en su ofrenda 5y se fijó menos en Caín y su ofrenda. Caín se irritó sobremanera y andaba cabizbajo. 6El Señor dijo a Caín:
–¿Por qué estás resentido y con la cabeza baja? 7Si obras bien, andarás con la cabeza levantada. Pero si obras mal, el pecado acecha a la puerta de tu casa para someterte, sin embargo tú puedes dominarlo.
8Caín dijo a su hermano Abel:
–Vamos al campo.
Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín sobre su hermano Abel y lo mató.
9El Señor dijo a Caín:
–¿Dónde está Abel, tu hermano?
Contestó:
–No sé, ¿soy yo, acaso, el guardián de mi hermano?
10Pero el Señor replicó:
–¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. 11Por eso te maldice esa tierra que se ha abierto para recibir la sangre de tu hermano que tu mano derramó.
12Cuando cultives el campo, no te entregará su fertilidad. Andarás errante y vagando por el mundo.
13Caín respondió al Señor:
–Mi culpa es demasiado grave para soportarla. 14Si hoy me expulsas de la superficie de la tierra y tengo que ocultarme de tu presencia, andaré errante y vagando por el mundo; y cualquiera que me encuentre, me matará.
15Le respondió el Señor:
–No es así. El que mate a Caín lo pagará multiplicado por siete.
Y el Señor marcó a Caín, para que no lo matara quien lo encontrara. 16 Caín se alejó de la presencia del Señor y habitó en la tierra de Nod, al este de Edén.
La descendencia de Caín
17Caín se unió a su mujer, que concibió y dio a luz a Henoc. Caín edificó una ciudad y le puso el nombre de su hijo, Henoc.
18Henoc engendró a Irad, Irad a Mejuyael, éste a Metusael y éste a Lamec.
19Lamec tomó dos mujeres: una llamada Ada y otra llamada Sila; 20Ada dio a luz a Yabal, el antepasado de los pastores nómadas; 21su hermano se llamaba Yubal, el antepasado de los que tocan la cítara y la flauta.
22Sila, a su vez, dio a luz a Tubalcaín, forjador de herramientas de bronce y hierro; tuvo una hermana que se llamaba Naamá.
23Lamec dijo a Ada y Sila, sus mujeres:
–Escúchenme, mujeres de Lamec,
pongan atención a mis palabras:
mataré a un hombre por herirme,
a un joven por golpearme.
24Si la venganza de Caín
valía por siete,
la de Lamec
valdrá por setenta y siete.
Setitas
(1 Cr 1,2-4; Eclo 44,16; 49,16)
25Adán se unió otra vez a su mujer, que concibió, dio a luz un hijo y lo llamó Set, porque dijo:
–Dios me ha dado otro descendiente a cambio de Abel, asesinado por Caín.
26También Set tuvo un hijo, que se llamó Enós, el primero que invocó el Nombre del Señor.
5 1Lista de los descendientes de Adán. Cuando Dios creó al hombre, lo hizo a su propia imagen, 2varón y mujer los creó, los bendijo y los llamó Adán al crearlos.
3Cuando Adán cumplió ciento treinta años, engendró a su imagen y semejanza y llamó a su hijo Set; 4después vivió ochocientos años, engendró hijos e hijas, 5y a la edad de novecientos treinta años murió.
6Set tenía ciento cinco años cuando engendró a Enós, 7después vivió ochocientos siete años, engendró hijos e hijas, 8y a la edad de novecientos doce años murió.
9Enós tenía noventa años cuando engendró a Quenán; 10después vivió ochocientos quince años, engendró hijos e hijas, 11y a la edad de novecientos cinco años murió.
12Quenán tenía setenta años cuando engendró a Mahlalel; 13después vivió ochocientos cuarenta años, engendró hijos e hijas, 14y a la edad de novecientos diez años murió.
15Mahlalel tenía sesenta y cinco años cuando engendró a Yéred; 16después vivió ochocientos treinta años, engendró hijos e hijas, 17y a la edad de ochocientos noventa y cinco años murió.
18Yéred tenía ciento sesenta y dos años cuando engendró a Henoc; 19después vivió ochocientos años, engendró hijos e hijas, 20y a la edad de novecientos sesenta y dos años murió.
21Henoc tenía sesenta y cinco años cuando engendró a Matusalén; 22Henoc trataba con Dios. Después de nacer Matusalén, vivió trescientos años, engendró hijos e hijas; 23vivió un total de trescientos sesenta y cinco años. 24 Henoc trató con Dios y después desapareció, porque Dios se lo llevó.
25Matusalén tenía ciento ochenta y siete años cuando engendró a Lamec; 26después vivió setecientos ochenta y dos años, engendró hijos e hijas, 27y a la edad de novecientos sesenta y nueve años murió.
28Lamec tenía ciento ochenta y dos años cuando engendró a un hijo, 29y lo llamó Noé, pues dijo:
–Alivió nuestras tareas y trabajos en la tierra que maldijo el Señor.
30Después vivió quinientos noventa y cinco años, engendró hijos e hijas, 31 y a la edad de setecientos setenta y siete años murió.
32Noé tenía quinientos años cuando engendró a Sem, Cam y Jafet.
Pecado de los hombres
(Eclo 44,17s)
6 1Cuando los hombres se fueron multiplicando sobre la tierra y engendraron hijas, 2los hijos de Dios vieron que las hijas del hombre eran bellas, escogieron algunas como esposas y se las llevaron. 3Pero el Señor se dijo:
–Mi espíritu no durará por siempre en el hombre; puesto que es de carne no vivirá más que ciento veinte años.
4En aquel tiempo –es decir, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas del hombre y engendraron hijos– habitaban la tierra los gigantes –se trata de los famosos héroes de la antigüedad–.
5Al ver el Señor que en la tierra crecía la maldad del hombre y que toda su actitud era siempre perversa, 6se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra, y le pesó de corazón. 7Y dijo el Señor:
–Borraré de la superficie de la tierra al hombre que he creado; al hombre con los cuadrúpedos, reptiles y aves, porque me arrepiento de haberlos hecho.
8Pero Noé alcanzó el favor del Señor.
El diluvio: Dios, Noé y su familia
9Descendientes de Noé: Noé fue en su época un hombre recto y honrado, y trataba con Dios, 10y engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet.
11La tierra estaba corrompida ante Dios y llena de crímenes. 12Dios vio la tierra corrompida, porque todos los vivientes de la tierra se habían corrompido en su proceder.
13Y Dios dijo a Noé:
–Veo que todo lo que vive tiene que terminar, porque por su culpa la tierra está llena de crímenes; los voy a exterminar con la tierra. 14Tú fabrícate un arca de madera resinosa con compartimientos, y recúbrela con brea por dentro y por fuera. 15Sus dimensiones serán: ciento cincuenta metros de largo, veinticinco de ancho y quince de alto. 16Hazle una ventana a medio metro del techo; una puerta al costado y tres pisos superpuestos. 17Voy a enviar el diluvio a la tierra, para que extermine a todo viviente que respira bajo el cielo; todo lo que hay en la tierra perecerá. 18Pero contigo estableceré una alianza: Entra en el arca con tu mujer, tus hijos y sus mujeres. 19Toma una pareja de cada viviente, es decir, macho y hembra, y métela en el arca, para que conserve la vida contigo: 20pájaros por especies, cuadrúpedos por especies, reptiles por especies; de cada una entrará una pareja contigo para conservar la vida. 21Reúne toda clase de alimentos y almacénalos para ti y para ellos.
22Noé hizo todo lo que le mandó Dios.
7 1El Señor dijo a Noé:
–Entra en el arca con toda tu familia, porque tú eres el único hombre honrado que he encontrado en tu generación. 2De cada animal puro toma siete parejas, macho y hembra; de los no puros, una pareja, macho y hembra; 3y lo mismo de los pájaros, siete parejas, macho y hembra, para que conserven la especie en la tierra. 4Dentro de siete días haré llover sobre la tierra cuarenta días con sus noches, y borraré de la superficie de la tierra a todos los seres que he creado.
5Noé hizo todo lo que le mandó el Señor. 6Tenía Noé seiscientos años cuando vino el diluvio a la tierra.
7Noé entró en el arca con sus hijos, mujer y nueras, refugiándose del diluvio. 8De los animales puros e impuros, de las aves y reptiles, 9entraron parejas en el arca detrás de Noé, como Dios se lo había mandado. 10Pasados siete días vino el diluvio a la tierra. 11 Tenía Noé seiscientos años cuando reventaron las fuentes del océano y se abrieron las compuertas del cielo. Era exactamente el diecisiete del mes segundo.
12Estuvo lloviendo sobre la tierra cuarenta días con sus noches. 13Aquel mismo día entró Noé en el arca con sus hijos, Sem, Cam y Jafet, su mujer, sus tres nueras, 14y también animales de toda clases: cuadrúpedos por especies, reptiles por especies y aves por especies –pájaros de todo plumaje–; 15entraron con Noé en el arca parejas de todos los vivientes que respiran, 16entraron macho y hembra de cada especie, como lo había mandado Dios. Y el Señor cerró el arca por fuera.
17El diluvio cayó durante cuarenta días sobre la tierra. El agua, al crecer, levantó el arca, de modo que iba más alta que el suelo. 18El agua subía y crecía sin medida sobre la tierra, y el arca flotaba sobre el agua, 19el agua crecía más y más sobre la tierra, hasta cubrir las montañas más altas bajo el cielo; 20el agua alcanzó una altura de siete metros y medio por encima de las montañas. 21Y perecieron todos los seres vivientes que se mueven en la tierra: aves, ganado y fieras y todo lo que habita en la tierra; y todos los hombres. 22Todo lo que respira por la nariz con aliento de vida, todo lo que había en la tierra firme, murió. 23Quedó borrado todo lo que se levanta sobre el suelo; hombres, ganado, reptiles y aves del cielo fueron borrados de la tierra; sólo quedó Noé y los que estaban con él en el arca.
24El agua dominó sobre la tierra ciento cincuenta días.
8 1Entonces Dios se acordó de Noé y de todas las fieras y ganado que estaban con él en el arca; hizo soplar el viento sobre la tierra, y el agua comenzó a bajar; 2se cerraron las fuentes del océano y las compuertas del cielo, y cesó la lluvia del cielo. 3El agua se fue retirando de la tierra y disminuyó, de modo que a los ciento cincuenta días, 4el día diecisiete del mes séptimo, el arca encalló en los montes de Ararat.
5El agua fue disminuyendo hasta el mes décimo, y el día primero de ese mes asomaron los picos de las montañas. 6Pasados cuarenta días, Noé abrió la ventana que había hecho en el arca 7y soltó el cuervo, que voló de un lado para otro, hasta que se secó el agua en la tierra. 8Después soltó la paloma, para ver si las aguas ya habían bajado. 9La paloma, no encontrando dónde posarse, volvió al arca con Noé, porque todavía había agua sobre la superficie. Noé alargó el brazo, la agarró y la metió con él en el arca. 10 Esperó otros siete días y de nuevo soltó la paloma desde el arca; 11ella volvió al atardecer con una hoja de olivo arrancada en el pico. Noé comprendió que la tierra se iba secando; 12esperó otros siete días, y soltó la paloma, que ya no volvió.
13El año seiscientos uno, el día primero del primer mes se secó el agua en la tierra. Noé abrió la ventana del arca, miró y vio que la superficie estaba seca; 14el día diecisiete del mes segundo la tierra estaba seca.
15Entonces dijo Dios a Noé:
16–Sal del arca con tus hijos, tu mujer y tus nueras; 17todos los seres vivientes que estaban contigo, todos los animales, aves, cuadrúpedos o reptiles, hazlos salir contigo, para que se vayan por toda la tierra y crezcan y se multipliquen en la tierra.
18Salió Noé, con sus hijos, su mujer y sus nueras; 19y todos los animales, cuadrúpedos, aves y reptiles salieron por grupos del arca.
20Noé construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar.
21El Señor olió el aroma agradable y se dijo:
–No volveré a maldecir la tierra a causa del hombre. Sí, el corazón del hombre se pervierte desde la juventud; pero no volveré a matar a los vivientes como acabo de hacerlo. 22Mientras dure la tierra no han de faltar siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, día y noche.
Alianza de Dios con Noé
9 1Dios bendijo a Noé y a sus hijos diciéndoles:
–Sean fecundos,
multiplíquense y llenen la tierra.
2Ante ustedes
todos los animales de la tierra
sentirán temor y respeto:
aves del cielo, reptiles del suelo,
peces del mar, están en sus manos.
3Todo lo que vive y se mueve
les servirá de alimento:
yo se los entrego
lo mismo que los vegetales.
4Pero no coman carne con sangre,
que es su vida.
5Yo pediré cuentas de la sangre
y la vida de cada uno de ustedes,
se las pediré a cualquier animal;
y al hombre le pediré cuentas
de la vida de su hermano.
6Si uno derrama
la sangre de un hombre,
otro hombre derramará su sangre;
porque Dios
hizo al hombre a su imagen.
7Ustedes, sean fecundos
y multiplíquense,
llenen la tierra y domínenla.
8Dios dijo a Noé y a sus hijos:
9–Yo hago una alianza con ustedes y con sus descendientes, 10con todos los animales que los acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra.
11Hago alianza con ustedes: El diluvio no volverá a destruir la vida ni habrá otro diluvio que destruya la tierra.
12Y Dios añadió:
–Ésta es la señal de la alianza que hago con ustedes y con todos los seres vivientes que viven con ustedes, para todas las edades: 13Pondré mi arco en el cielo, como señal de alianza con la tierra.
14Cuando yo envíe nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco, 15y recordaré mi alianza con ustedes y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes. 16Saldrá el arco en las nubes, y al verlo recordaré mi alianza perpetua: Alianza de Dios con todos los seres vivos, con todo lo que vive en la tierra.
17Dios dijo a Noé:
–Ésta es la señal de la alianza que hago con todo lo que vive en la tierra.
Los hijos de Noé
18Los hijos de Noé que salieron del arca eran Sem, Cam y Jafet –Cam es antepasado de Canaán–. 19Éstos son los tres hijos de Noé que se propagaron por toda la tierra. 20Noé, que era labrador, fue el primero que plantó una viña. 21Bebió el vino, se emborrachó y se desnudó en medio de su tienda de campaña. 22Cam –antecesor de Canaán– vio la desnudez de su padre y salió a contárselo a sus hermanos. 23Sem y Jafet tomaron una capa, se la echaron sobre los hombros de ambos y caminando de espaldas cubrieron la desnudez de su padre. Vueltos de espaldas, no vieron la desnudez de su padre. 24 Cuando se le pasó la borrachera a Noé y se enteró de lo que le había hecho su hijo menor, 25dijo:
–¡Maldito Canaán! Sea siervo de los siervos de sus hermanos.
26Y añadió:
–¡Bendito sea el Señor Dios de Sem! Canaán será su siervo.
27Agrande Dios a Jafet, habite en las tiendas de Sem. Canaán será su siervo.
28Noé vivió después del diluvio trescientos cincuenta años, 29y a la edad de novecientos cincuenta murió.
Noaquitas: tabla de los pueblos
(1 Cr 1,5-23)
10 1Descendientes de los tres hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, nacidos después del diluvio:
2Descendientes de Jafet: Gómer, Magog, Maday, Yaván, Tubal, Mésec y Tirás. 3Descendientes de Gómer: Asquenaz, Rifat y Togarma. 4Descendientes de Yaván: alasios, tartaseos, queteos, rodenses. 5De ellos se separaron los pueblos marítimos.
Hasta aquí los descendientes de Jafet, cada uno con tierra y lenguas propias, por familias y pueblos.
6Descendientes de Cam: Nubia, Egipto, Put y Canaán. 7Descendientes de Nubia: Sebá, Javilá, Sabtá, Ramá y Sabtecá. Descendientes de Ramá: Sebá y Dedán. 8Nubia engendró a Nemrod, el primer soldado del mundo; 9fue, según el Señor, un intrépido cazador, de donde el dicho: intrépido cazador, según el Señor, como Nemrod. 10Las capitales de su reino fueron Babel, Erec, Acad y Calno en territorio de Senaar. 11De allí procede Asur, que construyó Nínive, Rejobot-Ir, Calaj 12y Resen entre Nínive y Calaj; ésta última es la mayor. 13Egipto engendró a los lidios, anamitas y lehabitas, naftujitas, 14patrositas, caslujitas y cretenses, de los que proceden los filisteos. 15Canaán engendró a Sidón, su primogénito, y a Het 16y también a los jebuseos, amorreos, guirgaseos, 17heveos, arquitas, sinitas, 18arvadeos, semareos y jamateos. Después se dividieron las familias de Canaán; 19el territorio cananeo se extendía desde Sidón hasta Guerar y Gaza; siguiendo después por Sodoma, Gomorra, Adamá y Seboín, junto a Lasa.
20Hasta aquí los hijos de Cam, por familias y lenguas, territorios y naciones.
21También engendró hijos Sem, hermano mayor de Jafet y padre de los hebreos.
22Descendientes de Sem: Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram. 23Descendientes de Aram: Us, Jul, Guéter y Mésec. 24Arfaxad engendró a Sélaj y éste a Héber. 25Héber engendró dos hijos: uno se llamó Péleg, porque en su tiempo se dividió la tierra; su hermano se llamó Yoctán. 26Yoctán engendró a Almodad, Sélef, Jasarmaut, Yéraj, 27Hadorán, Uzal, Diclá, 28Obel, Abimael, Sebá, 29Ofir, Javilá y Yobab: todos descendientes de Yoctán. 30Su territorio se extendía desde Mesa hasta Sefar, la montaña oriental.
31Hasta aquí los descendientes de Sem, por familias, lenguas, territorios y naciones.
32Hasta aquí las familias descendientes de Noé, por naciones; de ellas se ramificaron las naciones del mundo después del diluvio.
La torre de Babel
(Hch 2,1-11)
11 1El mundo entero hablaba la misma lengua con las mismas palabras. 2Al emigrar de oriente, encontraron una llanura en el país de Senaar, y se establecieron allí. 3Y se dijeron unos a otros:
–Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos –empleando ladrillos en vez de piedras y alquitrán en vez de cemento–.
4Y dijeron:
–Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance al cielo, para hacernos famosos y para no dispersarnos por la superficie de la tierra.
5El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres; 6y se dijo:
–Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. 7Vamos a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo.
8El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y dejaron de construir la ciudad. 9Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.
Semitas
(1 Cr 1,24-27)
10Descendientes de Sem:
Tenía Sem cien años cuando engendró a Arfaxad, dos años después del diluvio; 11después vivió quinientos años, y engendró hijos e hijas.
12Tenía Arfaxad treinta y cinco años cuando engendró a Sélaj; 13después vivió cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas.
14Tenía Sélaj treinta años cuando engendró a Héber; 15después vivió cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas.
16Tenía Héber treinta y cuatro años cuando engendró a Péleg; 17después vivió cuatrocientos treinta años, y engendró hijos e hijas.
18Tenía Péleg treinta años cuando engendró a Reú; 19después vivió doscientos nueve años, y engendró hijos e hijas.
20Tenía Reú treinta y dos años cuando engendró a Sarug; 21después vivió doscientos siete años, y engendró hijos e hijas.
22Tenía Sarug treinta años cuando engendró a Najor; 23después vivió doscientos años, y engendró hijos e hijas.
24Tenía Najor veintinueve años cuando engendró a Téraj; 25después vivió ciento diecinueve años, y engendró hijos e hijas.
26Tenía Téraj setenta años cuando engendró a Abrán, Najor y Harán.
27Descendientes de Téraj: Téraj engendró a Abrán, Najor y Harán; Harán engendró a Lot.
28Harán murió viviendo aún su padre, Téraj, en su tierra natal, en Ur de los caldeos.
29Abrán y Najor se casaron: la mujer de Abrán se llamaba Saray; la de Najor era Milcá, hija de Harán, padre de Milcá y Yiscá.
30Saray era estéril y no tenía hijos.
31Téraj tomó a Abrán, su hijo; a Lot, su nieto, hijo de Harán; a Saray, su nuera, mujer de su hijo Abrán, y con ellos salió de Ur de los caldeos en dirección a Canaán; llegado a Jarán, se estableció allí.
32Téraj vivió doscientos cinco años y murió en Jarán.
Ciclo patriarcal
En este punto comienzan la historia y las tradiciones del pueblo, tantas veces contadas y recontadas en las asambleas y fiestas religiosas, tantas veces revisadas y replanteadas para no perder el norte en medio de los sucesos de la historia. A través de leyendas, aventuras y sagas sobre personajes antiguos, muchos grupos humanos, unos más grandes, otros más pequeños, se fueron configurando como un pueblo, como una única familia procedente de un único tronco, Abrahán, padre de todos. En los momentos críticos por los que pasaron estos «descendientes» de Abrahán recurrían a las tradiciones sobre sus padres, a sus acciones y aventuras en uno u otro lugar del territorio, a sus palabras y, sobre todo, a las situaciones concretas en las que transmitieron aquello que movió a Abrahán a salir de su tierra y de su parentela para establecerse en Canaán: la promesa de Dios y su bendición.
Pues bien, a este inicio de la «Historia» de Israel le faltaba algo, y era la «historia» de los orígenes del mundo. Como queda dicho en la Introducción al Pentateuco, las circunstancias históricas vividas por Israel en el siglo VI a.C. lo pusieron a un paso de desaparecer, pero la tenacidad de unos cuantos dirigentes religiosos lograron formar de nuevo la mentalidad e identidad del pueblo. Ya no se aferran sólo a cuanto se contaba sobre los patriarcas, sino al plan de Dios «desde el principio».
De este modo, la escuela sacerdotal (P) logra varios propósitos: en primer lugar, ampliar el horizonte histórico hasta los orígenes mismos de la humanidad y del mundo para enmarcar la historia de Israel dentro de la universal, en la cual Dios se hace presente para quedarse de manera definitiva con este pueblo especialmente elegido y bendecido. Pero, además, logra el otro propósito que hemos venido resaltando: dota de unas claves de interpretación a esa sucesión de hechos y experiencias, a esos personajes y a sus acciones, y así puede comprender cada situación del pasado y afrontar con mayor eficacia y sentido el futuro. Eso es lo que hizo la escuela sacerdotal de los primeros once capítulos del Génesis, una clave para poder leer y entender lo que sigue de aquí en adelante: la historia de los patriarcas, la historia de la elección del pueblo, de su esclavitud en Egipto y su liberación, la travesía por el desierto (Éxodo–Números), la conquista y posesión de la tierra (Josué) y la evolución sociopolítica en ella (Jueces–2 Reyes).
En términos muy simples podríamos decir que, con esta herramienta, el pueblo tenía con qué juzgar los hechos y a sus protagonistas: cuando se ajustaron al plan divino de justicia y de vida, las cosas funcionaron muy bien; pero cuando se dejaron atrapar por el egoísmo, la codicia y la sed de poder y de dominio, la historia tomó otro rumbo, aunque no se vieran al instante los resultados negativos.
He ahí por qué la Biblia nunca oculta los comportamientos negativos o contrarios a la voluntad divina de ninguno de sus personajes, ni siquiera de figuras tan venerables como los patriarcas. Es que todos, absolutamente todos, han de pasar –y hemos de pasar– por este criterio de juicio, que es la justicia.
Ciclo patriarcal: Abrahán
Vocación de Abrán
(Eclo 44,19-21; Heb 11,8-10)
12 1El Señor dijo a Abrán:
–Sal de tu tierra nativa
y de la casa de tu padre,
a la tierra que te mostraré.
2Haré de ti un gran pueblo,
te bendeciré, haré famoso tu nombre,
y servirá de bendición.
3Bendeciré a los que te bendigan,
maldeciré a los que te maldigan.
En tu nombre se bendecirán
todas las familias del mundo.
4Abrán marchó, como le había dicho el Señor, y con él marchó Lot. Abrán tenía setenta y cinco años cuando salió de Jarán.
5Abrán llevó consigo a Saray, su mujer; a Lot, su sobrino; todo lo que había adquirido y todos los esclavos que había ganado en Jarán. Salieron en dirección de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán.
6Abrán atravesó el país hasta la región de Siquén y llegó a la encina de Moré –en aquel tiempo habitaban allí los cananeos–.
7El Señor se apareció a Abrán y le dijo:
–A tu descendencia le daré esta tierra.
Él construyó allí un altar en honor del Señor, que se le había aparecido.
8Desde allí continuó hacia las montañas al este de Betel, y estableció allí su campamento, con Betel al oeste y Ay al este; construyó allí un altar al Señor e invocó el Nombre del Señor.
9Abrán se trasladó por etapas al Negueb.
Abrán en Egipto
(20; 26,1-11)
10Pero sobrevino una carestía en el país y, como había mucha hambre, Abrán bajó a Egipto para residir allí.
11Cuando estaba llegando a Egipto, dijo a Saray, su mujer:
–Mira, eres una mujer muy hermosa; 12cuando te vean los egipcios, dirán: es su mujer. Me matarán a mí y a ti te dejarán viva. 13Por favor, di que eres mi hermana, para que me traten bien en atención a ti, y así, gracias a ti, salvaré la vida.
14Cuando Abrán llegó a Egipto, los egipcios vieron que su mujer era muy hermosa, 15la vieron también los ministros del faraón, y elogiaron su belleza ante el faraón, tanto que la mujer fue llevada al palacio del faraón. 16A Abrán le trataron bien, en atención a ella, y adquirió ovejas, vacas, asnos, esclavos y esclavas, borricas y camellos.
17Pero el Señor afligió al faraón y a su corte con graves dolencias a causa de Saray, mujer de Abrán. 18Entonces el faraón llamó a Abrán y le dijo:
–¿Qué me has hecho? ¿Por qué no me confesaste que es tu mujer? 19¿Por qué me dijiste que era tu hermana? Ya la he tomado por esposa. Mira, si es tu mujer, tómala y vete de aquí.
20El faraón dio una escolta a Abrán y lo despidió con su mujer y sus posesiones.
Abrán y Lot
13 1Abrán con su mujer y todo lo suyo subió al Negueb; y Lot con él.
2Abrán poseía muchos rebaños y plata y oro. 3Se trasladó por etapas del Negueb a Betel, el lugar donde había puesto al principio su campamento, entre Betel y Ay. 4Al lugar donde había erigido al comienzo un altar donde había invocado Abrán el Nombre del Señor. 5También Lot, que acompañaba a Abrán, tenía ovejas y vacas y tiendas. 6El país no les permitía vivir juntos porque sus posesiones eran inmensas, de modo que no podían vivir juntos. 7Por eso surgieron peleas entre los pastores de Abrán y los pastores de Lot. En aquel tiempo cananeos y fereceos habitaban en el país. 8Abrán dijo a Lot:
–No haya peleas entre nosotros ni entre nuestros pastores, que somos hermanos. 9Tienes delante todo el país: si vas a la izquierda, yo iré a la derecha; si vas a la derecha, yo iré a la izquierda.
10Lot echó una mirada y vio que toda la vega del Jordán hasta la entrada de Zoar era de regadío, como un paraíso, como Egipto. Eso era antes de que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra. 11Lot se escogió la vega del Jordán y marchó hacia el este. Así se separaron los dos hermanos. 12Abrán habitó en Canaán y Lot habitó en las ciudades de la vega, acampando junto a Sodoma. 13Los vecinos de Sodoma eran perversos y pecaban gravemente contra el Señor.
14Cuando Lot se hubo separado de él, el Señor dijo a Abrán:
–Desde el lugar donde te encuentras echa una mirada y contempla el norte, y el sur, el este y el oeste. 15Todo el país que contemplas te lo daré a ti y a tu descendencia para siempre. 16Haré a tu descendencia como el polvo de la tierra: si se puede contar el polvo de la tierra, se contará tu descendencia. 17 Anda, recorre el país a lo largo y a lo ancho, que a ti te lo daré.
18Abrán levantó su tienda y fue a establecerse al encinar de Mambré en Hebrón. Allí erigió un altar al Señor.
El rescate de Lot
14 1Siendo Amrafel rey de Senaar, Arioc, rey de Elasar, Codorlahomer, rey de Elam, Tideal, rey de Pueblos, 2declararon la guerra a Bera, rey de Sodoma, a Birsa, rey de Gomorra, a Sinab, rey de Admá, a Semabar, rey de Seboín y al rey de Bela –o Soar–. 3Todos ellos se reunieron en Valsidín –o Mar de la Sal–. 4Doce años habían sido vasallos de Codorlahomer, el decimotercero se rebelaron. 5El decimocuarto llegó Codorlahomer con los reyes aliados y derrotó a los refaitas en Astarot Carnain, a los zuzeos en Ham, a los emeos en Savé de Quiriataym 6y a los hurritas en la montaña de Seír hasta el Parán junto al desierto. 7Se volvieron, llegaron a En Mispat –o Cades– y derrotaron a los jefes amalecitas y a los amorreos que habitaban en Hasason Tamar.
8Entonces salieron el rey de Sodoma, el rey de Gomorra, el rey de Admá, el rey de Seboín y el rey de Bela –o Soar–, y presentaron batalla en Valsidín 9a Codorlahomer, rey de Elam, Tideal, rey de Pueblos, Amrafel, rey de Senaar, y Arioc, rey de Elasar: cinco reyes contra cuatro. 10Valsidín está lleno de pozos de asfalto: los reyes de Sodoma y Gomorra, al huir, cayeron en ellos; los demás huyeron al monte. 11Los vencedores tomaron las posesiones de Sodoma y Gomorra con todas las provisiones y se marcharon. 12También se llevaron a Lot, sobrino de Abrán, con sus posesiones, ya que él habitaba en Sodoma.
13Un fugitivo fue y se lo contó a Abrán el hebreo, que habitaba en el Encinar de Mambré el amorreo, hermano de Escol y Aner, aliados de Abrán. 14Cuando oyó Abrán que su hermano había caído prisionero, reunió a los esclavos nacidos en su casa, trescientos dieciocho, y salió en su persecución hasta Dan; 15cayó sobre ellos de noche; él con su tropa los derrotó y los persiguió hasta Joba, al norte de Damasco. 16Recuperó todas las posesiones, también recuperó a Lot su hermano con sus posesiones, las mujeres y su gente. 17Cuando Abrán volvía vencedor de Codorlahomer y sus reyes aliados, el rey de Sodoma salió a su encuentro en Valsavé –el valle del Rey–.
Abrán y Melquisedec
18Melquisedec, rey de Salén, sacerdote de Dios Altísimo, trajo pan y vino, 19y lo bendijo diciendo: Bendito sea Abrán por el Dios Altísimo, creador de cielo y tierra; 20bendito sea el Dios Altísimo, que te ha entregado tus enemigos. Y Abrán le dio la décima parte de todo lo que llevaba.
21El rey de Sodoma dijo a Abrán:
–Dame la gente, quédate con las posesiones.
22Abrán replicó al rey de Sodoma:
–Juro por el Señor Dios Altísimo, creador de cielo y tierra, 23que no aceptaré ni una hebra ni una correa de sandalia ni nada de lo que te pertenezca; no vayas a decir luego que has enriquecido a Abrán. 24Sólo acepto lo que han comido mis mozos y la parte de los que me acompañaron. Que Aner, Escol y Mambré se lleven su parte.
Alianza de Abrán con el Señor
15 1Después de estos sucesos, Abrán recibió en una visión la Palabra del Señor:
–No temas, Abrán; yo soy tu escudo y tu paga será abundante.
2Abrán contestó:
–Señor mío, ¿de qué me sirven tus dones si soy estéril y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?
3Y añadió:
–No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará.
4Pero el Señor le dijo lo siguiente:
–Él no te heredará; uno salido de tus entrañas te heredará.
5Y el Señor lo sacó afuera y le dijo:
–Mira al cielo; cuenta las estrellas si puedes.
Y añadió:
–Así será tu descendencia.
6Abrán creyó al Señor y el Señor se lo tuvo en cuenta para su justificación.
7El Señor le dijo:
–Yo soy el Señor que te saqué de Ur de los caldeos para darte en posesión esta tierra.
8Él replicó:
–Señor mío, ¿cómo sabré que voy a poseerla?
9Respondió el Señor:
–Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón de paloma.
10Abrán los trajo y los partió por en medio colocando una mitad frente a otra, pero no descuartizó las aves. 11 Los buitres bajaban a los cadáveres y Abrán los espantaba. 12Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él.
13El Señor dijo a Abrán:
–Tienes que saber que tu descendencia vivirá como forastera en tierra ajena, tendrá que servir y sufrir opresión durante cuatrocientos años; 14pero yo juzgaré al pueblo a quien han de servir, y al final saldrán cargados de riquezas. 15Tú te reunirás en paz con tus abuelos y te enterrarán ya muy viejo.
16Sólo a la cuarta generación tus descendientes volverán a este tierra, porque todavía no ha llegado al colmo la maldad de los amorreos.
17El sol se puso y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. 18Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos:
–A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al gran río Éufrates: 19la tierra de los quenitas, quenizitas, cadmonitas, 20hititas, fereceos, refaítas, 21amorreos, cananeos, guirgaseos y jebuseos.
Ismael
(1 Sm 1; Gál 4,21-31)
16 1Saray, la mujer de Abrán, no le daba hijos; pero tenía una sierva egipcia llamada Agar.
2Y Saray dijo a Abrán:
–El Señor no me deja tener hijos; únete a mi sierva a ver si ella me da hijos.
Abrán aceptó la propuesta.
3A los diez años de habitar Abrán en Canaán, Saray, la mujer de Abrán, tomó a Agar, la esclava egipcia, y se la dio a Abrán, su marido, como esposa. 4Él se unió a Agar y ella concibió. Y al verse encinta le perdió el respeto a su señora.
5Entonces Saray dijo a Abrán:
–Tú eres responsable de esta injusticia; yo he puesto en tus brazos a mi esclava, y ella, al verse encinta, me pierde el respeto. Sea el Señor nuestro juez.
6Abrán dijo a Saray:
–De tu esclava dispones tú; trátala como te parezca.
Saray la maltrató y ella se escapó.
7El ángel del Señor la encontró junto a una fuente de la estepa, la fuente del camino de Sur, 8y le dijo:
–Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas?
Ella respondió:
–Vengo huyendo de mi señora.
9El ángel del Señor le dijo:
–Vuelve a tu señora y sométete a ella.
10Y el ángel del Señor añadió:
–Haré tan numerosa tu descendencia, que no se podrá contar.
11Y el ángel del Señor dijo:
–Mira, estás encinta y darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor te ha escuchado en la aflicción. 12Será un potro salvaje: él contra todos y todos contra él; vivirá separado de sus hermanos.
13Agar invocó el Nombre del Señor, que le había hablado:
–Tú eres Dios, que me ve, y se decía: ¡He visto al que me ve!
14Por eso se llama aquel pozo: Pozo del que vive y me ve, y está entre Cades y Bared.
15Agar dio un hijo a Abrán, y Abrán llamó Ismael al hijo que le había dado Agar. 16Abrán tenía ochenta y seis años cuando Agar dio a luz a Ismael.
Alianza del Señor con Abrán
(12; 15)
17 1Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo:
–Yo soy Dios Todopoderoso. Camina en mi presencia y sé honrado, 2y haré una alianza contigo: haré que te multipliques sin medida.
3Abrán cayó rostro en tierra y Dios le habló así:
4–Mira, ésta es mi alianza contigo: serás padre de una multitud de pueblos. 5Ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque te hago padre de una multitud de pueblos. 6Te haré fecundo sin medida, sacando pueblos de ti, y reyes nacerán de ti. 7Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. 8Les daré a ti y a tu descendencia futura la tierra de tus andanzas –la tierra de Canaán– como posesión perpetua. Y seré su Dios.
9Dios añadió a Abrahán:
–Tú guarda la alianza que hago contigo y tus descendientes futuros. 10Ésta es la alianza, que hago con ustedes y con sus descendientes futuros y que han de guardar: todos los varones deberán ser circuncidados; 11circuncidarán el prepucio, y será una señal de mi alianza con ustedes. 12A los ocho días de nacer, todos los varones de cada generación serán circuncidados; también los esclavos nacidos en casa o comprados a extranjeros que no sean de la sangre de ustedes. 13Circunciden a los esclavos nacidos en casa o comprados. Así llevarán en la carne mi alianza como alianza perpetua. 14Todo varón incircunciso, que no ha circuncidado su prepucio, será apartado de su pueblo por haber quebrantado mi alianza.
Sara
15Dios dijo a Abrahán:
–Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara. 16La bendeciré y te dará un hijo y lo bendeciré; de ella nacerán pueblos y reyes de naciones.
17Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonriendo:
–¿Un centenario va a tener un hijo, y Sara va a dar a luz a los noventa?
18Y Abrahán dijo a Dios:
–Me contento con que Ismael viva bajo tu protección.
19Dios replicó:
–No; es Sara quien te va a dar un hijo, a quien llamarás Isaac; con él estableceré mi alianza y con sus descendientes, una alianza perpetua. 20En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré multiplicarse sin medida, engendrará doce príncipes y haré de él un pueblo numeroso. 21Pero mi alianza la establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara el año que viene por estas fechas.
22Cuando Dios terminó de hablar con Abrahán se retiró.
Circuncisión de los hombres de la casa de Abrahán
23Entonces Abrahán tomó a su hijo Ismael, a los esclavos nacidos en casa o comprados, a todos los varones de la casa de Abrahán, y los circuncidó aquel mismo día, como se lo había mandado Dios.
24Abrahán tenía noventa y nueve años cuando se circuncidó; 25Ismael tenía trece cuando se circuncidó. 26 Aquel mismo día se circuncidaron Abrahán y su hijo Ismael. 27Y todos los varones de casa, nacidos en casa o comprados a extranjeros, se circuncidaron con él.
Aparición y promesa
18 1El Señor se apareció a Abrahán junto al encinar de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de su carpa a la hora de más calor. 2 Alzó la vista y vio a tres hombres de pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la carpa e inclinándose en tierra 3dijo:
–Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. 4Haré que traigan agua para que se laven los pies y descansen bajo el árbol. 5Mientras tanto, ya que pasan junto a este siervo, traeré un pedazo de pan para que recobren fuerzas antes de seguir.
Contestaron:
–Bien, haz lo que dices.
6Abrahán entró corriendo en la carpa donde estaba Sara y le dijo:
–Pronto, toma tres medidas de la mejor harina, amásalas y haz una torta.
7Luego corrió al corral, eligió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo preparase enseguida. 8 Luego buscó cuajada, leche, el ternero guisado y se lo sirvió. Él los atendía bajo el árbol mientras ellos comían.
9Después le dijeron:
–¿Dónde está Sara, tu mujer?
Contestó:
–Ahí, en la tienda de campaña.
10Y añadió uno:
–Para cuando yo vuelva a verte, en un año, Sara habrá tenido un hijo.
Sara lo oyó, detrás de la puerta de la carpa. 11 Abrahán y Sara eran ancianos, de edad muy avanzada, y Sara ya no tenía sus períodos. 12Sara se rió por lo bajo, pensando:
–Cuando ya estoy seca, ¿voy a tener placer, con un marido tan viejo?
13Pero el Señor dijo a Abrahán:
–Por qué se ha reído Sara, diciendo: ¿Cómo que voy a tener un hijo, a mis años? 14¿Hay algo difícil para Dios? Cuando vuelva a visitarte por esta época, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.
15Pero Sara, que estaba asustada, lo negó:
–No me he reído.
Él replicó:
–No lo niegues, te has reído.
Intercesión de Abrahán
16Los hombres se levantaron y dirigieron la mirada a Sodoma; Abrahán los acompañó para despedirlos. 17El Señor se dijo:
–¿Puedo ocultarle a Abrahán lo que voy a hacer? 18Abrahán llegará a ser un pueblo grande y numeroso; por él serán benditos todos los pueblos de la tierra. 19Lo he escogido para que instruya a sus hijos, a su casa y sucesores, a mantenerse en el camino del Señor, practicando la justicia y el derecho. Así cumplirá el Señor a Abrahán cuanto le ha prometido.
20Después dijo el Señor:
–La denuncia contra Sodoma y Gomorra es seria y su pecado es gravísimo. 21Voy a bajar para averiguar si sus acciones responden realmente a la denuncia. 22Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán.
23Entonces Abrahán se acercó y dijo:
–¿De modo que vas a destruir al inocente con el culpable? 24Supongamos que hay en la ciudad cincuenta inocentes, ¿los destruirías en vez de perdonar al lugar en atención a los cincuenta inocentes que hay en él? 25¡Lejos de ti hacer tal cosa! Matar al inocente con el culpable, confundiendo al inocente con el culpable. ¡Lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia?
26El Señor respondió:
–Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.
27Abrahán repuso:
–Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. 28Supongamos que faltan cinco inocentes para los cincuenta, ¿destruirás por cinco toda la ciudad?
Contestó:
–No la destruiré si encuentro allí los cuarenta y cinco.
29Abrahán insistió:
–Supongamos que se encuentran cuarenta.
Respondió:
–No lo haré en atención a los cuarenta.
30Abrahán siguió:
–Que no se enfade mi Señor si insisto. Supongamos que se encuentran treinta.
Respondió:
–No lo haré si encuentro allí treinta.
31Insistió:
–Me he atrevido a hablar a mi Señor. Supongamos que se encuentran veinte.
Respondió:
–No la destruiré, en atención a los veinte.
32Abrahán siguió:
–Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. Supongamos que se encuentran allí diez.
Respondió:
–En atención a los diez no la destruiré.
33Cuando terminó de hablar con Abrahán, el Señor se marchó y Abrahán volvió a su lugar.
El pecado de Sodoma
(Jue 19,20-25; Sab 19,13-17)
19 1Los dos ángeles llegaron a Sodoma por la tarde. Lot, que estaba sentado a la puerta de la ciudad, al verlos se levantó a recibirlos y se postró rostro en tierra. 2Y dijo:
–Señores míos, les ruego que pasen a hospedarse a la casa de este servidor. Lávense los pies y por la mañana seguirán su camino.
Contestaron:
–No; pasaremos la noche en la plaza.
3Pero él insistió tanto, que pasaron y entraron en su casa. Les preparó comida, coció panes y ellos comieron. 4 Aún no se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad rodearon la casa: jóvenes y viejos, toda la población hasta el último. 5Y le gritaban a Lot:
–¿Dónde están los hombres que han entrado en tu casa esta noche? Sácalos para que nos acostemos con ellos.
6Lot se asomó a la entrada, cerrando la puerta al salir, 7y les dijo:
–Hermanos míos, no sean malvados. 8Miren, tengo dos hijas que aún no han conocido varón alguno; se las traeré para que las traten como quieran, pero no hagan nada a estos hombres que se han hospedado bajo mi techo.
9Contestaron:
–Apártate de ahí; este individuo ha venido como inmigrante y ahora se mete a juez. Ahora te trataremos a ti peor que a ellos.
10Y empujaban a Lot intentando forzar la puerta. Pero los visitantes alargaron el brazo, metieron a Lot en casa y cerraron la puerta. 11Y a los que estaban junto a la puerta, pequeños y grandes, los cegaron, de modo que no podían encontrar la puerta.
Liberación de Lot
12Los visitantes dijeron a Lot:
–¿Tienes más familiares aquí? Toma a tus yernos, hijos, hijas, a todos los tuyos y todo lo que tengas en esta ciudad y sácalos de este lugar. 13Vamos a destruir este lugar, porque la acusación presentada al Señor contra este sitio es muy seria, y el Señor nos ha enviado para destruirlo.
14Lot salió a decirles a sus yernos –prometidos de sus hijas–:
–Vamos, salgan de este lugar, que el Señor va a destruir la ciudad.
Pero ellos lo tomaron a broma. 15Al amanecer, los ángeles apuraron a Lot:
–Anda, toma a tu mujer y a esas dos hijas tuyas, para que no perezcan por culpa de la ciudad.
16Y como no se decidía, los agarraron de la mano, a él, a su mujer y a las dos hijas, a quienes el Señor perdonaba; los sacaron y los guiaron fuera de la ciudad. 17Una vez fuera, le dijeron:
–Ponte a salvo; no mires atrás. No te detengas en la región baja; ponte a salvo en los montes para no perecer.
18Lot les respondió:
–No, señores, por favor. 19Sé que gozo del favor de ustedes, porque me han salvado la vida tratándome con gran misericordia; yo no puedo ponerme a salvo en los montes, el desastre me alcanzará y moriré. 20Mira, ahí cerca hay una ciudad pequeña donde puedo refugiarme y escapar del peligro. Como la ciudad es pequeña, salvaré allí la vida.
21Uno de ellos le contestó:
–Accedo a lo que pides: no arrasaré esa ciudad que dices. 22Apúrate, ponte a salvo allí, porque no puedo hacer nada hasta que llegues.
Por eso la ciudad se llama Zoar.
23Cuando Lot llegó a Zoar, salía el sol.
Castigo de Sodoma y Gomorra
(Dt 29,23; Is 1,9; Jr 49,18)
24El Señor desde el cielo hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra. 25Arrasó aquellas ciudades y toda la región baja con los habitantes de las ciudades y la hierba del campo.
26La mujer de Lot miró atrás y se convirtió en estatua de sal.
27Abrahán madrugó y se dirigió al sitio donde había estado con el Señor. 28Miró en dirección de Sodoma y Gomorra, toda la extensión de la región baja, y vio una humareda que subía del suelo, como el humo de un horno.
29Así, cuando Dios destruyó las ciudades de la región baja, se acordó de Abrahán y libró a Lot de la catástrofe con que arrasó las ciudades donde él había vivido.
Las hijas de Lot:
Origen de moabitas y amonitas
(Lv 18)
30Lot subió de Zoar y se instaló en el monte con sus dos hijas, pues temía habitar en Zoar; de modo que se instaló en una cueva con sus dos hijas. 31La mayor dijo a la menor:
–Nuestro padre ya es viejo y en el país ya no hay un hombre que se acueste con nosotras como se hace en todas partes. 32Vamos a emborrachar a nuestro padre y nos acostamos con él: así daremos vida a un descendiente de nuestro padre.
33Aquella noche embriagaron a su padre y la mayor se acostó con él, sin que él se diese cuenta cuando ella se acostó y se levantó. 34Al día siguiente la mayor dijo a la menor:
–Anoche me acosté yo con mi padre. Vamos a embriagarlo también esta noche y tú te acuestas con él: así daremos vida a un descendiente de nuestro padre.
35Embriagaron también aquella noche a su padre, y la menor fue y se acostó con él, sin que él se diese cuenta cuando ella se acostó y se levantó. 36Quedaron encinta las dos hijas de Lot, de su padre.
37La mayor dio a luz un hijo y lo llamó Moab, diciendo: De mi padre –es el antecesor de los moabitas actuales–.
38También la menor dio a luz un hijo y lo llamó Amón diciendo: Hijo de mi pueblo –es el antecesor de los amonitas actuales–.
Abrahán en Guerar
(12,10-20; 26,1-11)
20 1Abrahán levantó el campamento y se dirigió al Negueb, estableciéndose entre Cades y Sur. Mientras residía en Guerar, 2decía que Sara era hermana suya. Abimelec, rey de Guerar, mandó que le trajeran a Sara. 3Dios se apareció de noche, en sueños, a Abimelec y le dijo:
–Vas a morir por haber tomado esa mujer que es casada.
4Abimelec, que no se había acercado a ella, respondió:
–Pero, Señor, ¿vas a matar a un inocente? 5Si él me dijo que era su hermana, y ella que era su hermano. Lo he hecho de buena fe y con las manos limpias.
6Dios le replicó en sueños:
–Ya sé yo que lo has hecho de buena fe; por eso no te dejé pecar contra mí ni te dejé tocarla.
7Pero ahora devuelve esa mujer casada a su marido; él es profeta y rezará por ti para que conserves la vida; pero si no se la devuelves, debes saber que morirás tú con todos los tuyos.
8Abimelec madrugó, llamó a sus ministros y les contó todo el asunto. Los hombres se asustaron mucho. 9 Después Abimelec llamó a Abrahán y le dijo:
–¿Qué has hecho con nosotros? ¿Qué mal te he hecho para que nos expusieras a mí y a mi reino a cometer un pecado tan grave? Te has portado conmigo como no se debe.
10Y añadió:
–¿Temías algo para obrar de este modo?
11Abrahán le contestó:
–Pensé que en este país no respetan a Dios y que me matarían por causa de mi mujer.
12Además, es realmente hermana mía; de padre, aunque no de madre, y la tomé por mujer. 13Cuando Dios me hizo vagar lejos de mi casa paterna, le dije: Hazme este favor: en todos los sitios a donde lleguemos, di que soy tu hermano.
14Entonces Abimelec tomó ovejas, vacas, siervos y siervas y se los dio a Abrahán, devolviéndole además a Sara, su mujer. 15Y le dijo:
–Ahí tienes mi tierra, vive donde te parezca.
16Y a Sara le dijo:
–He dado a tu hermano mil pesos de plata; así podrás mirar a la cara a todos los tuyos.
17Abrahán rezó a Dios y Dios sanó a Abimelec, a su mujer y a sus concubinas, y dieron a luz. 18Porque el Señor había cerrado el vientre a todas en casa de Abimelec por causa de Sara, mujer de Abrahán.
Nacimiento de Isaac
21 1Como lo había prometido, el Señor se ocupó de Sara, el Señor realizó con Sara lo que había anunciado. 2Sara concibió y dio un hijo al viejo Abrahán en la fecha que le había anunciado Dios. 3Al hijo que le había nacido, que había dado a luz Sara, Abrahán lo llamó Isaac. 4Abrahán circuncidó a su hijo Isaac el octavo día, como le había mandado Dios. 5 Cien años tenía Abrahán cuando le nació su hijo Isaac. 6Sara comentó:
–El Señor me ha hecho bailar: los que se enteren bailarán conmigo.
7Y añadió:
–¿Quién le hubiera dicho a Abrahán que Sara iba a criar hijos? ¡Porque le he dado un hijo en su vejez!
8El niño creció y lo destetaron. Abrahán ofreció un gran banquete el día que destetaron a Isaac.
9Pero Sara vio que el hijo que Abrahán había tenido de Agar la egipcia jugaba con Isaac, 10y dijo a Abrahán:
–Expulsa a esa sierva y a su hijo, porque no heredará el hijo de esa sierva con mi hijo, con Isaac.
11Abrahán se puso muy triste ya que el otro también era su hijo. 12Pero Dios dijo a Abrahán:
–No te aflijas por el muchacho y por la sierva. En todo lo que te dice haz caso a Sara. Pues es Isaac quien prolongará tu descendencia. 13Aunque también del hijo de la sierva sacaré un gran pueblo, porque también es descendiente tuyo.
14Abrahán madrugó, tomó pan y un odre de agua, los puso en los hombros de Agar y la despidió con el niño. Ella se marchó y fue vagando por el desierto de Berseba. 15Cuando se le acabó el agua del odre, colocó al niño debajo de unas matas; 16se apartó y se sentó a solas a la distancia de un tiro de arco, diciéndose: No puedo ver morir a mi hijo. Y se sentó a distancia. El niño rompió a llorar. 17Dios oyó la voz del niño, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, preguntándole:
–¿Qué te pasa, Agar? No temas, que Dios ha oído la voz del niño que está ahí. 18Levántate, toma al niño, estáte tranquila por él, porque sacaré de él un gran pueblo.
19Dios le abrió los ojos y divisó un pozo de agua; fue allá, llenó el odre y dio de beber al muchacho. 20Dios estaba con el muchacho, que creció, habitó en el desierto y se hizo un experto arquero; 21vivió en el desierto de Farán, y su madre le buscó una mujer egipcia.
Abrahán y Abimelec
(26,15-25)
22Por aquel tiempo, Abimelec, con Ficol, su capitán, dijo a Abrahán:
–Dios está contigo en todo lo que haces. 23Por tanto, júrame por Dios, aquí mismo, que no me engañarás ni a mí ni a mi estirpe ni a mi linaje, y que me tratarás a mí y a esta tierra mía donde resides con la misma lealtad con que yo te he tratado.
24Abrahán respondió:
–Lo juro.
25Pero Abrahán reclamó a Abimelec por el asunto del pozo del que se habían apoderado sus criados.
26Abimelec dijo:
–No sé quién lo habrá hecho; tú no me lo habías dicho y hasta hoy no me había enterado.
27Entonces Abrahán tomó ovejas y vacas, se las dio a Abimelec y los dos hicieron una alianza.
28Pero Abrahán apartó siete ovejas del rebaño.
29Abimelec preguntó a Abrahán:
–¿Qué significan esas siete ovejas que has apartado?
30Respondió:
–Estas siete ovejas que recibes de mi mano son la prueba de que yo cavé este pozo.
31Por eso el lugar se llama Berseba, porque allí juraron los dos.
32Concluida la alianza en Berseba, Abimelec, con Ficol, su capitán, se volvieron al país filisteo.
33Abrahán plantó un tamarisco en Berseba e invocó el Nombre del Señor Dios eterno.
34Abrahán residió en país filisteo muchos años.
Sacrificio de Isaac
(Heb 11,17-19)
22 1Después de estos sucesos, Dios puso a prueba a Abrahán, diciéndole:
–¡Abrahán!
Respondió:
–Aquí me tienes.
2Dios le dijo:
–Toma a tu hijo único, a tu querido Isaac, vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré.
3Abrahán madrugó, ensilló el asno y se llevó a dos criados y a su hijo Isaac; cortó leña para el sacrificio y se encaminó al lugar que le había indicado Dios. 4Al tercer día, levantó Abrahán los ojos y divisó el sitio a lo lejos. 5 Abrahán dijo a sus criados:
–Quédense aquí con el asno; yo y el muchacho iremos hasta allá para adorar a Dios, y después volveremos con ustedes.
6Abrahán tomó la leña para el holocausto, se la cargó a su hijo Isaac y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos.
7Isaac dijo a Abrahán, su padre:
–Padre.
Él respondió:
–Aquí estoy, hijo mío.
El muchacho dijo:
–Tenemos fuego y leña, pero, ¿dónde está el cordero para el holocausto?
8Abrahán le contestó:
–Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío.
Y siguieron caminando juntos.
9Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí un altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. 10Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; 11pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
–¡Abrahán, Abrahán!
Él contestó:
–Aquí estoy.
12Dios le ordenó:
–No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ya he comprobado que respetas a Dios, porque no me has negado a tu hijo, tu único hijo.
13Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en los matorrales. Abrahán se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. 14Abrahán llamó a aquel sitio: El Señor provee; por eso se dice aún hoy: el monte donde el Señor provee.
15Desde el cielo, el ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán:
16–Juro por mí mismo –oráculo del Señor–: Por haber obrado así, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, 17te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos. 18Todos los pueblos del mundo se bendecirán nombrando a tu descendencia, porque me has obedecido.
19Abrahán volvió a sus criados, y juntos se pusieron en camino hacia Berseba. Abrahán se quedó a vivir en Berseba.
Allegados a Abrahán
20Algún tiempo más tarde le comunicaron a Abrahán:
–También Milcá ha dado hijos a Najor, tu pariente: 21Us el primogénito, Bus su hermano y Camuel, padre de Aram. 22Quésed, Jazó, Fildás, Yidlaf y Betuel. 23Betuel fue padre de Rebeca. Milcá dio estos ocho hijos a Najor, hermano de Abrahán. 24Y una concubina, llamada Rauma, también le dio hijos: Tébaj, Gajan, Tajas y Maacá.
Muerte y sepultura de Sara
23 1Sara vivió ciento veintisiete años; 2y murió en Quiriat Arbá –hoy Hebrón–, en país cananeo. Abrahán fue a hacer duelo y a llorar a su mujer. 3Después dejó a su difunta y habló a los hititas:
4–Yo soy un forastero residente entre ustedes. Denme un sepulcro en propiedad, en su terreno, para enterrar a mi difunta.
5Los hititas respondieron a Abrahán:
6–Escúchanos, señor: tú eres un jefe insigne entre nosotros; entierra a tu difunta en el mejor de nuestros sepulcros; nadie de nosotros te negará una sepultura para tu difunta.
7Abrahán se levantó, hizo una inclinación a los propietarios hititas 8y les habló así:
–Si realmente tienen voluntad de que entierre a mi difunta, escúchenme: supliquen en mi nombre a Efrón, hijo de Sójar, 9que me ceda la cueva de Macpela, que se encuentra en el extremo de su campo. Que me la ceda por su precio, en presencia de ustedes, como sepulcro en propiedad.
10Efrón estaba sentado entre los hititas; Efrón, el hitita, respondió a Abrahán, en presencia de los hititas que asistían al concejo:
11–No, señor mío; escucha: el campo te lo regalo, y la cueva que hay en él te la regalo también; te la regalo en presencia de mis compatriotas; entierra a tu difunta.
12Abrahán hizo una inclinación a los propietarios, 13y oyéndolo ellos se dirigió a Efrón:
–Si te parece, escúchame tú: yo te pago el precio del campo; acéptalo y enterraré allí a mi difunta.
14Efrón contestó a Abrahán:
15–Señor mío, escucha: el terreno vale cuatro kilos de plata; entre nosotros dos, ¿qué significa eso? Entierra a tu difunta cuando quieras.
16Abrahán aceptó y pagó a Efrón, en presencia de los hititas, el precio establecido: cuatro kilos de plata, pesos comerciales. 17Y así el campo de Efrón en Macpela, frente a Mambré, el campo con la cueva y con todos los árboles dentro de sus linderos, 18pasó a ser propiedad de Abrahán, siendo testigos los hititas que asistían al concejo.
19Después Abrahán enterró a Sara, su mujer, en la cueva del campo de Macpela, frente a Mambré –hoy Hebrón–, en país cananeo.
20El campo con la cueva pasó de los hititas a Abrahán como sepulcro en propiedad.
Boda de Isaac
24 1Abrahán era viejo, de edad avanzada, y el Señor lo había bendecido en todo. 2Abrahán dijo al criado más viejo de su casa, que administraba todas las posesiones:
–Pon tu mano bajo mi muslo, 3y júrame por el Señor Dios del cielo y Dios de la tierra que cuando busques mujer a mi hijo no la escogerás entre los cananeos, en cuya tierra habito, 4 sino que irás a mi tierra nativa y allí buscarás mujer a mi hijo Isaac.
5El criado contestó:
–Y si la mujer no quiere venir conmigo a esta tierra, ¿tengo que llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?
6Abrahán le replicó:
–En ningún caso lleves a mi hijo allá. 7El Señor Dios del cielo, que me sacó de la casa paterna y del país nativo y que juró dar esta tierra a mi descendencia, enviará su ángel delante de ti y podrás traer mujer para mi hijo. 8 En caso de que la mujer no quiera venir contigo, quedas libre del juramento. Sólo que a mi hijo no lo lleves allá.
9El criado puso su mano bajo el muslo de Abrahán, su amo, y le juró hacerlo así.
10Entonces el criado agarró diez camellos de su amo, y llevando toda clase de regalos de su amo, se encaminó a Aram Naharaim, ciudad de Najor. 11 Hizo arrodillarse a los camellos fuera de la ciudad, junto a un pozo, al atardecer, cuando suelen salir las mujeres a buscar agua. 12Y dijo:
–Señor Dios de mi amo Abrahán, dame hoy una señal propicia y trata con bondad a mi amo Abrahán. 13Yo estaré junto a la fuente cuando las muchachas de la ciudad salgan por agua. 14Diré a una de las muchachas: Por favor, inclina tu cántaro para que beba. La que me diga: Bebe tú, mientras yo voy a dar de beber a tus camellos, ésa es la que has destinado para tu siervo Isaac. Así sabré que tratas con bondad a mi amo.
15No había acabado de hablar, cuando salía Rebeca –hija de Betuel, el hijo de Milcá, la mujer de Najor, el hermano de Abrahán– con el cántaro al hombro. 16La muchacha era muy hermosa y doncella; aún no había conocido varón alguno. Bajó a la fuente, llenó el cántaro y subió.
17El criado corrió a su encuentro y le dijo:
–Déjame beber un poco de agua de tu cántaro.
18Ella contestó:
–Bebe, señor mío.
Y enseguida bajó el cántaro al brazo y le dio de beber. 19Cuando terminó, le dijo:
–Voy a sacar agua también para tus camellos, para que beban todo lo que quieran.
20Y enseguida vació el cántaro en el bebedero, corrió al pozo a sacar más y sacó para todos los camellos. 21El hombre la estaba mirando, en silencio, esperando, a ver si el Señor daba éxito a su viaje o no.
22Cuando los camellos terminaron de beber, el hombre tomó un anillo de oro de cinco gramos de peso, y se lo puso en la nariz, y dos pulseras de oro de diez gramos, y se las puso en las muñecas. 23Y le preguntó:
–Dime de quién eres hija y si en casa de tu padre encontraremos sitio para pasar la noche.
24Ella contestó:
–Soy hija de Betuel, el hijo de Milcá y de Najor.
25Y añadió:
–Tenemos abundancia de paja y forraje y sitio para pasar la noche.
26El hombre se inclinó, adorando al Señor, y dijo:
–Bendito sea el Señor Dios de mi amo Abrahán, que no ha olvidado su bondad 27y lealtad con su siervo. El Señor me ha guiado a la casa del hermano de mi amo.
28La muchacha fue corriendo a casa a contárselo todo a su madre.
29Rebeca tenía un hermano llamado Labán. Cuando vio el anillo y las pulseras de su hermana y oyó lo que contaba su hermana Rebeca de lo que había dicho el hombre, 30salió corriendo hacia la fuente en busca del hombre, y lo encontró esperando con los camellos, junto a la fuente. 31Y le dijo:
–Ven, el Señor te bendiga, ¿qué esperas aquí fuera? Yo te he preparado alojamiento y sitio para los camellos.
32El hombre entró en la casa, desensilló los camellos, les dio paja y forraje, y trajo agua para que se lavasen los pies el criado y sus acompañantes. 33Cuando le ofrecieron de comer, él rehusó:
–No comeré hasta explicar mi asunto.
Y le dijeron:
–Habla.
34Entonces él comenzó.
–Soy criado de Abrahán. 35El Señor ha bendecido inmensamente a mi amo y le ha hecho rico; le ha dado ovejas y vacas, oro y plata, siervos y siervas, camellos y asnos. 36Sara, la mujer de mi amo, ya vieja, le ha dado un hijo, que lo hereda todo. 37Mi amo me tomó juramento: Cuando le busques mujer a mi hijo, no la escogerás de los cananeos, en cuya tierra habito, 38sino que irás a casa de mi padre y mis parientes y allí le buscarás mujer a mi hijo. 39Yo le contesté: ¿Y si la mujer no quiere venir conmigo? 40Él replicó: El Señor, a quien agrada mi proceder, enviará su ángel contigo, dará éxito a tu viaje y encontrarás mujer para mi hijo en casa de mi padre y mis parientes; 41pero no incurrirás en mi maldición si, llegado a casa de mis parientes, no te la quieren dar, entonces quedarás libre del juramento. 42Al llegar hoy a la ciudad dije: Señor, Dios de mi amo Abrahán, si quieres dar éxito al viaje que he emprendido, 43yo me pondré junto a la fuente, y diré a la muchacha que salga a sacar agua: Dame de beber un poco de agua de tu cántaro. 44Si me dice: Bebe tú, que voy a sacar para los camellos, ella es la que destina el Señor para el hijo de mi amo. 45No había acabado de decirme esto, cuando salía Rebeca con el cántaro al hombro; bajó a la fuente, sacó agua, y yo le pedí: Dame de beber. 46Ella enseguida bajó el cántaro y me dijo: Bebe tú, que voy a dar de beber a tus camellos; bebí yo y ella dio de beber a los camellos. 47Entonces le pregunté: ¿De quién eres hija? Me dijo: De Betuel, hijo de Najor y Milcá. Entonces le puse un anillo en la nariz y pulseras en las muñecas, 48y me incliné adorando al Señor, bendiciendo al Señor, Dios de mi amo Abrahán, que me ha guiado por el camino justo para llevar al hijo de mi amo la hija de su hermano. 49Por tanto, díganme si quieren o no ofrecer a mi amo una prueba de amistad. Así podré actuar en consecuencia.
50Labán y Betuel le contestaron:
–Es cosa del Señor, nosotros no podemos responderte ni sí ni no. 51Ahí tienes a Rebeca, tómala y vete, y sea la mujer del hijo de tu amo, como el Señor ha dicho.
52Cuando el criado de Abrahán oyó esto, se postró en tierra ante el Señor. 53Después sacó objetos de plata y oro y vestidos, y se los ofreció a Rebeca, y ofreció regalos al hermano y a la madre.
54Comieron y bebieron él y sus compañeros, pasaron la noche, y a la mañana siguiente se levantaron y dijeron:
–Permítanme que vuelva a la casa de mi amo.
55El hermano y la madre replicaron:
–Deja que la chica se quede con nosotros unos diez días, después se marchará.
56Pero él replicó:
–No me detengan, después que el Señor ha dado éxito a mi viaje; permítanme volver a la casa de mi amo. 57 Contestaron:
–Vamos a llamar a la chica y a preguntarle su opinión.
58Llamaron a Rebeca y le preguntaron:
–¿Quieres ir con este hombre?
Ella respondió:
–Sí.
59Entonces despidieron a Rebeca y a su nodriza, al criado de Abrahán y a sus compañeros.
60Y bendijeron a Rebeca:
–Tú eres nuestra hermana,
sé madre de miles y miles;
que tu descendencia conquiste
las ciudades enemigas.
61Rebeca y sus compañeras se levantaron, montaron en los camellos y siguieron al hombre; y así se llevó a Rebeca el criado de Abrahán.
62Isaac se había trasladado del Pozo del que vive y ve al territorio del Negueb. 63Una tarde salió a pasear por el campo, y alzando la vista vio acercarse unos camellos. 64También Rebeca alzó la vista y, al ver a Isaac, bajó del camello, 65y dijo al criado:
–¿Quién es aquel hombre que viene en dirección nuestra por el campo?
Respondió el criado:
–Es mi amo.
Ella tomó el velo y se cubrió.
66El criado le contó a Isaac todo lo que había hecho. 67Isaac la metió en la tienda de campaña de Sara, su madre, la tomó por esposa y con su amor se consoló de la muerte de su madre.
Muerte de Abrahán
(1 Cr 1,29-32)
25 1Abrahán tomó otra mujer, llamada Quetura, 2la cual le dio hijos: Zimrán, Yoxán, Medán, Madián, Yisbac y Suj. 3Yoxán engendró a Sebá y Dedán; los hijos de Dedán fueron los asirios, latusios y lemios.
4Los hijos de Madián fueron Efá, Efer, Henoc, Abidá y Eldaá. Todos descendientes de Quetura.
5Abrahán hizo a Isaac heredero universal, 6mientras que a los hijos de las concubinas les dio legados, y todavía en vida los despachó hacia el país de oriente, lejos de su hijo.
7Abrahán vivió ciento setenta y cinco años. 8Abrahán expiró y murió en buena vejez, colmado de años, y se reunió con los suyos. 9Isaac e Ismael, sus hijos, lo enterraron en la cueva de Macpela, en el campo de Efrón, hijo de Sojar, el hitita, frente a Mambré. 10En el campo que compró Abrahán a los hititas fueron enterrados Abrahán y Sara, su mujer.
11Muerto Abrahán, Dios bendijo a su hijo Isaac, y éste se estableció en: Pozo del que vive y ve.
12Descendientes de Ismael, hijo de Abrahán y Agar, su criada egipcia. 13 Nombres de los hijos de Ismael por orden de nacimiento: Nebayot el primogénito, Quedar, Adbeel, Mibsán, 14Mismá, Dumá, Masá. 15Jadad, Temá, Yetur, Nafís y Quedma. 16Éstos son los hijos de Ismael y sus nombres por cercados y campamentos: doce jefes de tribu.
17Ismael vivió ciento treinta y siete años. Expiró, murió y se reunió con los suyos. 18Ellos se extendieron desde Javilá hasta Sur, junto a Egipto, según se llega a Asur; se instaló frente a sus hermanos.
Ciclo Patriarcal: Isaac
Descendencia de Isaac
19Descendientes de Isaac, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac.
20Cuando Isaac tenía cuarenta años, tomó por esposa a Rebeca, hija de Betuel, arameo de Padán Aram, y hermana de Labán, arameo. 21Isaac rezó a Dios por su mujer, que era estéril. El Señor le escuchó y Rebeca, su mujer, quedó embarazada. 22Pero las criaturas se maltrataban en su vientre y ella dijo:
–En estas condiciones, ¿vale la pena vivir?
Y fue a consultar al Señor.
23El Señor le respondió:
–Dos naciones hay en tu vientre,
dos pueblos se separan
en tus entrañas:
un pueblo vencerá al otro
y el mayor servirá al menor.
24Cuando llegó el parto, resultó que tenía gemelos en el vientre.
25Salió primero uno, todo pardo y peludo como un manto, y lo llamaron Esaú. 26Detrás salió su hermano, agarrando con la mano del talón de Esaú, y lo llamaron Jacob. Tenía Isaac sesenta años cuando nacieron.
27Crecieron los chicos. Esaú se hizo un experto cazador, hombre agreste, mientras que Jacob se hizo honrado beduino. 28Isaac prefería a Esaú porque le gustaban los platos de caza, Rebeca prefería a Jacob.
29Un día que Jacob estaba guisando un potaje, volvía Esaú agotado del campo.
30Esaú dijo a Jacob:
–Déjame comer un poco de esa comida rojiza, que estoy agotado –por eso le llaman Edom–.
31Respondió Jacob:
–Véndeme ahora mismo tus derechos de primogenitura.
32Esaú replicó:
–Yo estoy que me muero: ¿qué me importan los derechos de primogénito?
33Dijo Jacob:
–Júramelo ahora mismo.
Se lo juró y vendió a Jacob sus derechos de primogénito. 34Jacob dio a Esaú pan con guiso de lentejas. Él comió, bebió, se alzó, se fue y así malvendió Esaú sus derechos de primogénito.
Isaac en Guerar
(12,10-20; 20)
26 1Sobrevino una carestía en el país –distinta de la que hubo en tiempos de Abrahán–, e Isaac se dirigió a Guerar, donde Abimelec era rey de los filisteos.
2El Señor se le apareció y le dijo:
–No bajes a Egipto, quédate en el país que te indicaré. 3Reside en este país: estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tus descendientes he de dar todas estas tierras. Así cumpliré la promesa que le hice a tu padre Abrahán. 4Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, daré a tu descendencia todas estas tierras, y todos los pueblos de la tierra desearán las bendiciones de tu descendencia.
5Porque Abrahán me obedeció y guardó mis preceptos, mandatos, normas y leyes.
6Isaac se quedó a vivir en Guerar. 7 La gente del lugar le preguntó quién era la mujer y él dijo que era su hermana; pues temía que la gente del lugar lo matase por la belleza de Rebeca.
8Pasado bastante tiempo, Abimelec, rey de los filisteos, miraba un día por la ventana y vio que Isaac acariciaba a Rebeca, su mujer.
9Abimelec llamó a Isaac y le dijo:
–Si es tu mujer, ¿por qué dijiste que es tu hermana?
Le contestó Isaac:
–Porque temí que me matasen por causa de ella.
10Abimelec le dijo:
–¿Qué es lo que nos has hecho? Si uno de los nuestros llega a acostarse con tu mujer, incurrimos todos en culpa.
11Abimelec dio un decreto para toda la población:
–El que toque a este hombre o a su mujer será condenado a muerte.
Pozos
(21,22-34)
12Isaac sembró en aquella tierra y aquel año cosechó el ciento por uno, porque el Señor le bendijo. 13El hombre prosperaba y prosperaba hasta el colmo de la prosperidad. 14Tenía rebaños de ovejas y vacas, gran servidumbre, tanto que le envidiaban los filisteos. 15Todos los pozos que habían cavado los criados de su padre en vida de Abrahán, los filisteos los llenaron con tierra. 16Abimelec dijo a Isaac:
–Apártate de nosotros, porque eres mucho más poderoso que nosotros.
17Isaac se apartó de allí, acampó junto al torrente de Guerar y allí se estableció. 18Isaac volvió a cavar los pozos cavados en vida de su padre Abrahán, que los filisteos habían tapado después de morir Abrahán. Y los llamó con los mismos nombres que les había puesto su padre.
19Los criados de Isaac cavaron junto al torrente y dieron con un manantial.
20Los pastores de Guerar riñeron con los pastores de Isaac, reclamando la propiedad del agua. Y llamó al pozo Esec porque lo habían desafiado. 21Cavaron otro pozo y también riñeron por él, y lo llamó Sitna. 22Se apartó de allí y cavó otro pozo, y por éste no riñeron. Y lo llamó Rehobot diciendo:
–El Señor nos ha dado su espacio para crecer en el país.
23Desde allí subió a Berseba. 24El Señor se le apareció aquella noche y le dijo:
–Yo soy el Dios
de tu padre Abrahán,
no temas, que estoy contigo.
Te bendeciré y multiplicaré
tu descendencia
en atención a Abrahán
mi siervo.
25Levantó allí un altar, invocó el Nombre del Señor y plantó allí su campamento. Los siervos de Isaac abrieron allí un pozo.
26Desde Guerar fue a visitarlo Abimelec con Ajuzá, su consejero y Ficol, su capitán. 27Isaac les dijo:
–¿Por qué vienen a visitarme, si fueron ustedes los que me trataron con hostilidad y me echaron de su territorio?
28Le contestaron:
–Hemos comprobado que el Señor está contigo y pensamos que entre tú y nosotros debe haber un acuerdo por eso queremos hacer una alianza contigo. 29Tú no nos harás mal alguno, ya que nosotros no te hemos lesionado, te hemos tratado siempre bien y te hemos despedido en paz. Ahora que el Señor te bendiga.
30Él les ofreció un banquete: comieron y bebieron. 31Por la mañana se levantaron y pronunciaron los juramentos mutuos. Isaac los despidió y ellos marcharon en paz. 32Aquel día vinieron los siervos de Isaac trayéndole noticias del pozo que habían cavado:
–Hemos encontrado agua.
33Y llamaron al pozo Siba. Por eso todavía hoy se llama la ciudad Berseba.
34Cuando Esaú cumplió cuarenta años, se casó con Judit, hija de Beeri, el hitita, y con Basmat, hija de Elón, el hitita. 35Trajeron muchos disgustos a Isaac y Rebeca.
Isaac bendice a Jacob
27 1Cuando Isaac se hizo viejo y perdió la vista, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo:
–¡Hijo mío!
Le contestó:
–Aquí estoy.
2Le dijo:
–Mira, ya estoy viejo y no sé cuándo voy a morir. 3Así que toma tus armas, arco y aljaba, y sal a campo a cazarme algún animal silvestre. 4Después me lo guisas como a mí me gusta y me lo traes para que lo coma. Porque quiero darte mi bendición antes de morir.
5Rebeca escuchaba lo que Isaac decía a su hijo Esaú. Esaú salió a campo para cazar y traer algún animal silvestre. 6Rebeca dijo a su hijo Jacob:
–He oído a tu padre que decía a Esaú tu hermano: 7Tráeme un animal silvestre y guísamelo, yo lo comeré y te bendeciré en presencia del Señor antes de morir. 8Ahora, hijo mío, obedece mis instrucciones: 9Vete al rebaño, selecciona dos cabritos hermosos y yo se los guisaré a tu padre como a él le gusta. 10Tú se lo llevarás a tu padre para que coma; y así te bendecirá antes de morir.
11Replicó Jacob a Rebeca su madre:
–Sabes que Esaú mi hermano es peludo y yo soy lampiño. 12Si mi padre me palpa y quedo ante él como embustero, me acarrearé maldición en vez de bendición.
13Su madre le dijo:
–Yo cargo con la maldición, hijo mío. Tú obedece, ve y tráemelos.
14Él fue, los escogió y se los trajo a su madre; y su madre los guisó como le gustaba a su padre. 15Rebeca tomó el traje de su hijo mayor Esaú, el traje de fiesta que guardaba en el baúl, y se lo vistió a Jacob, su hijo menor. 16Con la piel de los cabritos le cubrió las manos y la parte lisa del cuello. 17Después puso en manos de su hijo Jacob el guiso que había preparado con el pan.
18Él entró adonde estaba su padre y le dijo:
–Padre mío.
Le contestó:
–Aquí estoy. ¿Quién eres tú, hijo mío?
19Jacob respondió a su padre:
–Yo soy Esaú, tu primogénito. He hecho lo que me mandaste. Incorpórate, siéntate y come de la caza; y después me bendecirás.
20Isaac dijo a su hijo:
–¡Qué prisa te has dado para encontrarla, hijo mío!
Le contestó:
–Es que el Señor tu Dios me la puso al alcance.
21Isaac dijo a Jacob:
–Acércate que te palpe, hijo mío, a ver si eres tú mi hijo Esaú o no.
22Se acercó Jacob a Isaac, su padre, el cual palpándolo dijo:
–La voz es la voz de Jacob, las manos son las manos de Esaú.
23No le reconoció porque sus manos eran peludas como las de su hermano Esaú. Y se dispuso a bendecirlo. 24Preguntó:
–¿Eres tú mi hijo Esaú?
Contestó:
–Lo soy.
25Le dijo:
–Hijo mío, acércame la caza, que coma; y después te bendeciré.
Se la acercó y comió, luego le sirvió vino, y bebió.
26Isaac, su padre, le dijo:
–Acércate y bésame, hijo mío.
27Se acercó y lo besó. Y al oler el aroma del traje, lo bendijo diciendo:
–Mira, el aroma de mi hijo
como aroma de un campo
que ha bendecido el Señor.
28Que Dios te conceda
rocío del cielo,
fertilidad de la tierra,
trigo y vino en abundancia;
29te sirvan pueblos
y te rindan homenaje las naciones.
Serás el señor de tus hermanos,
que te rindan homenaje
los hijos de tu madre.
¡Maldito quien te maldiga,
bendito quien te bendiga!
30Apenas terminó Isaac de bendecir a Jacob, mientras salía Jacob de donde estaba su padre, Esaú volvía de cazar. 31También él hizo un guiso, se lo llevó a su padre y dijo a su padre:
–Incorpórese, padre, y coma de la caza de su hijo; y así me bendecirá.
32Su padre Isaac le preguntó:
–¿Quién eres?
Contestó:
–Soy tu primogénito, Esaú.
33Isaac fue presa de un terror espantoso y dijo:
–Entonces ¿quién es el que fue a cazar y me lo trajo y comí de todo antes de que tú llegaras? Lo he bendecido y será bendecido.
34Al oír Esaú las palabras de su padre, dio un grito atroz, lleno de amargura y pidió a su padre:
–Bendíceme a mí también, padre mío.
35Le contestó:
–Ha venido tu hermano con trampas y se ha llevado tu bendición.
36Comentó Esaú:
–Con razón se llama Jacob, ya me ha hecho trampa dos veces; se llevó mis derechos de primogénito y ahora se ha llevado mi bendición.
Y añadió:
–¿No te queda otra bendición para mí?
37Respondió Isaac a Esaú:
–Mira, lo he nombrado señor tuyo, he declarado siervos suyos a sus hermanos, le he asegurado el grano y el vino; ¿qué puedo hacer ya por ti, hijo mío?
38Esaú dijo a su padre:
–¿Es que sólo tienes una bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío.
Y Esaú se echó a llorar ruidosamente. 39Entonces su padre Isaac le dijo:
Sin fertilidad de la tierra,
sin rocío del cielo
será tu morada.
40Vivirás de la espada,
sometido a tu hermano.
Pero cuando te rebeles,
sacudirás el yugo del cuello.
41Esaú guardaba rencor a Jacob por la bendición con que lo había bendecido su padre. Esaú se decía:
–Cuando llegue el luto por mi padre, mataré a Jacob mi hermano.
42Le contaron a Rebeca lo que decía su hijo mayor Esaú, mandó llamar a Jacob, el hijo menor, y le dijo:
–Mira, Esaú tu hermano piensa vengarse matándote. 43Por tanto, hijo mío, anda, huye a Jarán, a casa de mi hermano Labán.
44Quédate con él una temporada, hasta que se le pase la cólera a tu hermano, 45hasta que se le pase la ira a tu hermano y se olvide de lo que has hecho; entonces te mandaré llamar. Que no quiero perder a mis dos hijos el mismo día.
46Rebeca dijo a Isaac:
–Estas mujeres hititas me hacen la vida imposible. Si también Jacob toma mujeres hititas del país, como éstas, ¿de qué me sirve vivir?
Ciclo Patriarcal: Jacob
Jacob peregrino
28 1Isaac llamó a Jacob, lo bendijo y le dio instrucciones:
–No te cases con una mujer cananea. 2Vete a Padán Aram, a casa de Betuel, tu abuelo materno, y cásate con una de las hijas de Labán, tu tío materno. 3El Dios Todopoderoso te bendiga, te haga crecer y multiplicarte hasta ser un grupo de tribus. 4Él te conceda la bendición de Abrahán, a ti y a tu descendencia, para que poseas la tierra que has recorrido, que Dios entregó a Abrahán.
5Isaac, pues, despidió a Jacob, el cual se dirigió a Padán Aram, a casa de Labán, hijo de Betuel arameo, hermano de Rebeca, la madre de Jacob y Esaú.
6Se enteró Esaú de que Isaac había bendecido a Jacob y lo había enviado a Padán Aram para que se buscase allí una mujer, y que, al bendecirlo, le había encargado que no se casase con una mujer cananea; 7y que Jacob, obedeciendo a su padre y su madre, se había dirigido a Padán Aram. 8Esaú comprendió que las cananeas no agradaban a su padre Isaac. 9Entonces Esaú se dirigió a Ismael y, además de las que tenía, tomó por mujer a Majalat, hija de Ismael, hijo de Abrahán, y hermana de Nebayot.
Jacob en Betel
(cfr. 46,1-7; Os 12,5; Sab 10,10)
10Jacob salió de Berseba y se dirigió a Jarán. 11Acertó a llegar a un lugar; y como se había puesto el sol, se quedó allí a pasar la noche. Tomó una piedra del lugar, se la puso como almohada y se acostó en aquel lugar.
12Tuvo un sueño: una escalinata, plantada en tierra, tocaba con el extremo el cielo. Mensajeros de Dios subían y bajaban por ella. 13El Señor estaba en pie sobre ella y dijo:
–Yo soy el Señor, Dios de Abrahán tu padre y Dios de Isaac. La tierra en la que te encuentras te la daré a ti y a tu descendencia. 14Tu descendencia será como el polvo de la tierra; te extenderás a occidente y oriente, al norte y al sur. Por ti y por tu descendencia todos los pueblos del mundo serán benditos. 15Yo estoy contigo, te acompañaré adonde vayas, te haré volver a este país y no te abandonaré hasta cumplirte cuanto te he prometido.
16Despertó Jacob del sueño y dijo:
–Realmente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía.
17Y añadió aterrorizado:
–¡Qué terrible es este lugar! Es nada menos que casa de Dios y Puerta del Cielo.
18Jacob se levantó de mañana, tomó la piedra que le había servido de almohada, la colocó como piedra conmemorativa y derramó aceite en la punta. 19Y llamó al lugar Casa de Dios –la ciudad se llamaba antes Luz–. 20 Jacob pronunció una promesa:
–Si Dios está conmigo y me guarda en el viaje que estoy haciendo y me da pan para comer y vestido con que cubrirme, 21y si vuelvo sano y salvo a casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios, 22y esta piedra conmemorativa que acabo de erigir será una casa de Dios y te daré un diezmo de todo lo que me des.
Jacob y Raquel
(24; Éx 2,15)
29 1Jacob se puso en camino y se dirigió al país de los orientales.
2Cuando he aquí que en campo abierto vio un pozo y tres rebaños de ovejas descansando junto a él, porque en ese pozo daban de beber a los rebaños. La piedra que tapaba el pozo era enorme, 3tanto que se reunían allí todos los pastores, corrían la piedra de la boca del pozo y daban de beber a las ovejas; después colocaban de nuevo la piedra en su sitio en la boca del pozo. 4 Jacob les dijo:
–Hermanos, ¿de dónde son?
Contestaron:
–Somos de Jarán.
5Les preguntó:
–¿Conocen a Labán hijo de Najor?
Contestaron:
–Lo conocemos.
6Les dijo:
–¿Qué tal está?
Contestaron:
–Está bien. Justamente Raquel su hija está llegando con las ovejas.
7Él dijo:
–Todavía es pleno día, no es hora de recoger el ganado. ¿Por qué no dan de beber a las ovejas y las llevan a pastar?
8Replicaron:
–No podemos hasta que se reúnan todos los rebaños. Entonces corremos la piedra de la boca del pozo y damos de beber a las ovejas.
9Todavía estaba hablando con ellos, cuando llegó Raquel, que era pastora, con las ovejas de su padre. 10Cuando Jacob vio a Raquel, hija de Labán, su tío materno, y las ovejas de Labán, su tío materno, corrió la piedra de la boca del pozo y dio de beber a las ovejas de Labán, su tío materno.
11Después Jacob besó a Raquel y rompió a llorar ruidosamente. 12Jacob explicó a Raquel que era hermano de su padre, hijo de Rebeca. Ella corrió a contárselo a su padre. 13Cuando Labán oyó la noticia sobre Jacob, hijo de su hermana, corrió a su encuentro, lo abrazó, lo besó y lo llevó a su casa. Jacob contó a Labán todo lo sucedido.
14Labán le dijo:
–¡Eres de mi carne y sangre!
Y se quedó con él un mes.
15Labán dijo a Jacob:
–El que seas mi hermano no es razón para que me sirvas gratuitamente; dime qué salario quieres.
16Labán tenía dos hijas: la mayor se llamaba Lía, la menor se llamaba Raquel. 17Lía tenía ojos apagados, Raquel era guapa y de buen tipo. 18Jacob estaba enamorado de Raquel, y le dijo:
–Te serviré siete años por Raquel, tu hija menor.
19Contestó Labán:
–Más vale dártela a ti que dársela a un extraño. Quédate conmigo.
20Jacob sirvió por Raquel siete años y estaba tan enamorado, que le parecieron unos días.
21Jacob dijo a Labán:
–Se ha cumplido el tiempo, dame a mi mujer, que me acueste con ella.
22Labán reunió a todos los hombres del lugar y les ofreció un banquete.
23Anochecido, tomó a su hija Lía, se la llevó a él y él se acostó con ella. 24Labán entregó su criada Zilpa a su hija Lía como criada. 25Al amanecer descubrió que era Lía, y protestó a Labán:
–¿Qué me has hecho? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué me has engañado?
26Contestó Labán:
–No es costumbre en nuestro lugar dar la pequeña antes de la mayor. 27 Termina esta semana y te daré también la otra en pago de que me sirvas otros siete años.
28Jacob aceptó, terminó aquella semana y él le dio por mujer a su hija Raquel. 29Labán entregó a su hija Raquel su criada Bilha como criada. 30Se acostó también con Raquel y quiso a Raquel más que a Lía; y se quedó a servir otros siete años.
Hijos de Jacob
(cfr. 46,8-25; Sal 127,3; 128,3)
31Viendo el Señor que Lía no era correspondida, la hizo fecunda; mientras Raquel seguía estéril. 32Lía concibió, dio a luz a un hijo y lo llamó Rubén diciendo:
–Ha visto el Señor mi aflicción y ahora me querrá mi marido.
33Volvió a concebir, dio a luz un hijo y comentó:
–Ha oído el Señor que no era correspondida y me ha dado este hijo. Y lo llamó Simeón.
34Volvió a concebir, dio a luz un hijo y comentó:
–Esta vez mi marido se sentirá ligado a mí, pues le he dado tres hijos.
Por eso lo llamó Leví. 35Volvió a concebir, dio a luz un hijo y comentó:
–Esta vez doy gracias al Señor.
Por eso lo llamó Judá. Y dejó de dar a luz.
30 1Vio Raquel que no daba hijos a Jacob, y envidiosa de su hermana, Raquel dijo a Jacob:
–¡Dame hijos o me muero!
2Se indignó Jacob con Raquel y le dijo:
–¿Hago yo las veces de Dios para negarte el fruto del vientre? 3Ella replicó:
–Ahí tienes a mi sierva Bilha. Acuéstate con ella para que dé a luz en mis rodillas. Así, por ella, yo también tendré hijos.
4Y le entregó a su sierva Bilha como esposa. Jacob se acostó con ella; 5ella concibió, dio a luz un hijo para Jacob. 6Raquel comentó:
–Dios me ha hecho justicia y me ha escuchado y me ha dado un hijo.
Por eso lo llamó Dan. 7Volvió a concebir Bilha, criada de Raquel, y dio a luz un segundo hijo para Jacob. 8Raquel comentó:
–Una competición divina: he competido con mi hermana y la he podido.
Y lo llamó Neftalí.
9Viendo Lía que había cesado de dar a luz, tomó a su criada Zilpa y se la dio a Jacob como mujer. 10Zilpa, criada de Lía, dio a luz un hijo para Jacob. 11Lía comentó:
–¡Qué suerte!
Y lo llamó Gad. 12Zilpa, criada de Lía, dio a luz un segundo hijo para Jacob. 13Y Lía comentó:
–¡Qué felicidad! Las mujeres me felicitarán.
Y lo llamó Aser.
14Durante la cosecha del trigo fue Rubén al campo y encontró unas mandrágoras; y se las llevó a su madre Lía. Raquel dijo a Lía:
–Dame algunas mandrágoras de tu hijo.
15Y le contestó:
–¿Te parece poco quitarme a mi marido, que me quieres quitar también las mandrágoras de mi hijo?
Replicó Raquel:
–Bueno, que duerma contigo esta noche a cambio de las mandrágoras de tu hijo.
16Cuando Jacob volvía del campo al atardecer, Lía le salió al encuentro y le dijo:
–Acuéstate conmigo, que he pagado por ti con las mandrágoras de mi hijo.
Aquella noche la pasó con ella. 17 Dios escuchó a Lía, que concibió y dio a luz el quinto hijo para Jacob. 18 Lía comentó:
–Dios me ha pagado el haberle yo dado mi criada a mi marido.
Y lo llamó Isacar. 19Volvió a concebir Lía y dio a luz para Jacob el sexto hijo. 20Lía comentó:
–Dios me ha hecho un buen regalo. Ahora me honrará mi marido, pues le he dado seis hijos.
Y lo llamó Zabulón.
21Después dio a luz una hija y la llamó Dina.
22Dios se acordó de Raquel, Dios la escuchó y la hizo fecunda.
23Ella concibió, dio a luz y comentó:
–Dios ha borrado mi afrenta.
24Y lo llamó José, diciendo:
–El Señor me dé otro hijo.
Jacob y Labán
(Sab 10,11)
25Cuando Raquel dio a luz a José, Jacob dijo a Labán:
–Déjame volver a mi lugar y a mi tierra. 26Dame las mujeres por las que te he servido, y los hijos, y me marcharé; tú sabes lo mucho que te he servido.
27Labán le respondió:
–¡Por favor! He sabido por un oráculo que el Señor me ha bendecido por tu causa. 28Señala tu salario y te lo pagaré.
29Le replicó:
–Tú sabes cómo te he servido y cómo le ha ido al rebaño que me has confiado. 30Lo poco que antes tenías ha crecido inmensamente porque el Señor te ha bendecido por mi causa. Es hora de que haga algo también por mi familia.
31Le preguntó:
–¿Qué quieres que te dé?
Contestó Jacob:
–No me des nada. Sólo haz lo que te digo, que yo volveré a pastorear y guardar tu rebaño.
32Pasaré hoy por todo el rebaño y aparta todas las ovejas oscuras y todos los cabritos manchados; ése será mi salario. 33Así mañana, cuando llegue el momento de pagarme, mi honradez responderá por mí: si llego a tener en mi poder algún cabrito no manchado o alguna cordera que no sea oscura en mi poder serán robados.
34Respondió Labán:
–Está bien, sea lo que tú dices.
35El mismo día apartó todos los cabritos rayados o manchados y todas las cabras manchadas o con manchas blancas y todas las corderas oscuras, y se las confió a sus hijos.
36Labán se alejó unas tres jornadas de camino mientras Jacob pastoreaba el resto del rebaño de Labán.
37Jacob tomó unas ramas verdes de álamo, almendro y plátano, peló en ellas tiras blancas descubriendo lo blanco de las ramas, 38y colocó las ramas peladas en los bebederos. Allí era donde los machos se unían con las hembras cuando venían a beber. 39Lo hacían frente a las varas y las cabras parían crías rayadas o manchadas. 40 Jacob apartó las ovejas y las apareó con machos oscuros o rayados y mantuvo separado su rebaño sin mezclarlo con el de Labán.
41Cuando los animales más robustos entraban en celo, colocaba las varas frente al ganado en el bebedero, para que se apareasen frente a las varas. 42Cuando los animales eran débiles, no lo hacía de modo que los débiles eran para Labán y los robustos para Jacob. Y resultó que el ganado débil le tocó a Labán, el robusto a Jacob. 43De este modo se enriqueció muchísimo: tenía muchos rebaños, siervos y siervas, camellos y asnos.
Huida de Jacob
31 1Jacob oyó decir a los hijos de Labán:
–Se ha llevado Jacob todas las propiedades de nuestro padre y se ha enriquecido a costa de nuestro padre.
2Observó Jacob la actitud de Labán y ya no era la de antes.
3El Señor dijo a Jacob:
–Vuelve a la tierra de tus padres, tu tierra nativa, y estaré contigo.
4Entonces Jacob mandó llamar a Raquel y Lía al campo de sus ovejas. 5 Y les dijo:
–He observado la actitud de su padre, y ya no es para mí como antes. Pero el Dios de mi padre ha estado conmigo. 6Ustedes saben que he servido a mi suegro con todas mis fuerzas; 7pero él me ha defraudado cambiándome el salario diez veces, aunque Dios no le ha permitido perjudicarme. 8 Porque cuando decía que mi salario serían los animales manchados, todas las ovejas los parían manchados; y cuando decía que mi salario serían los animales rayados, todas las ovejas los parían rayados. 9Dios le ha quitado el ganado al padre de ustedes y me lo ha dado a mí. 10Una vez durante el período que el rebaño entra en celo, mirando en un sueño vi que todos los machos que cubrían a las ovejas eran rayados o manchados. 11El ángel de Dios me dijo en el sueño:
–Jacob.
–Aquí estoy, le contesté.
12Me dijo:
–Fíjate bien y verás que todos los machos que cubren a las ovejas son rayados o manchados. He visto cómo te trata Labán. 13Yo soy el Dios de Betel, donde ungiste una piedra conmemorativa y me hiciste una promesa. Ahora levántate, sal de esta tierra y vuelve a tu tierra nativa.
14Raquel y Lía le contestaron:
–¿Nos queda parte o herencia en nuestra casa paterna? 15¿Acaso no nos considera extrañas? Nos ha vendido y se ha gastado el dinero que recibió por nosotras. 16Toda la riqueza que Dios le ha quitado a nuestro padre, es ahora nuestra y de nuestros hijos. Por tanto, haz todo lo que Dios te ha dicho.
17Jacob se levantó, puso a los hijos y las mujeres en camellos 18y guiando todo el ganado y todas las posesiones que había adquirido en Padán Aram, se encaminó a casa de su padre Isaac, en tierra cananea.
Persecución y encuentro
19Labán se marchó a esquilar las ovejas y Raquel robó los amuletos de su padre. 20Jacob había disimulado con Labán el arameo, sin darle a entender que se escapaba. 21Así se escapó con todo lo suyo, cruzó el río y se dirigió a los montes de Galaad. 22Al tercer día informaron a Labán de que Jacob se había escapado. 23Reunió a su gente y salió en su persecución. A los siete días de marcha le dio alcance en los montes de Galaad.
24Aquella noche se le apareció Dios en sueños a Labán el arameo y le dijo:
–¡Cuidado con meterte con Jacob para bien o para mal!
25Labán se acercó a Jacob. Éste había acampado en una altura y Labán acampó en la montaña de Galaad. 26 Labán dijo a Jacob:
–¿Qué has hecho? ¿Por qué has disimulado conmigo y te has llevado a mis hijas como cautivas de guerra? 27 ¿Por qué has huido a escondidas, furtivamente, sin decirme nada? Yo te habría despedido con festejos, con cantos y cítaras y panderos. 28Ni siquiera me dejaste besar a mis hijas y a mis nietos. ¡Qué imprudente has sido! 29Podría hacerles daño, pero el Dios de tu padre me dijo anoche: ¡Cuidado con meterte con Jacob para bien o para mal! 30Pero si te has marchado por nostalgia de la casa paterna, ¿por qué me has robado mis dioses?
31Jacob contestó a Labán:
–Tenía miedo pensando que me ibas a arrebatar a tus hijas. Pero aquél a quien le encuentres tus dioses no quedará con vida. 32En presencia de tu gente, si reconoces que tengo algo tuyo, tómalo.
No sabía Jacob que Raquel los había robado.
33Entró Labán en la tienda de campaña de Jacob y en la tienda de Lía y en la tienda de las dos criadas y no encontró nada. Salió de la tienda de Lía y entró en la tienda de Raquel. 34Raquel había recogido los amuletos, los había escondido en una montura de camello y estaba sentada encima. Labán registró toda la tienda y no encontró nada. 35Ella dijo a su padre:
–No te enfades, señor, si no puedo levantarme delante de ti; es que me ha venido la cosa de las mujeres.
Y él, por más que buscó, no encontró los amuletos.
36Entonces Jacob, irritado, discutió con Labán y le dijo:
–¿Cuál es mi crimen, cuál mi pecado, para que me acoses? 37Después de revolver todas mis cosas, ¿qué has encontrado que pertenezca a tu casa? Ponlo aquí delante de mis parientes y los tuyos, y ellos decidan quién tiene razón. 38Veinte años he pasado contigo. Tus ovejas y cabras no han abortado, no he comido los carneros de tu rebaño. 39Lo que las fieras despedazaban no te lo presentaba, sino que lo reponía con lo mío; me exigías cuentas de lo robado de día y de noche. 40De día me consumía el calor, de noche el frío, y no conciliaba el sueño. 41De estos veinte años que he pasado en tu casa, catorce te he servido por tus dos hijas, seis por las ovejas, y tú me has cambiado el salario diez veces. 42Si el Dios de mi padre, el Dios de Abrahán, y el Terrible de Isaac no hubiera estado conmigo, me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios se fijó en mi aflicción y en la fatiga de mis manos y me ha defendido anoche.
43Labán replicó a Jacob:
–Mías son las hijas, míos son los nietos, mío es el rebaño, cuanto ves es mío. ¿Qué puedo hacer hoy por estas hijas mías y por los hijos que han dado a luz?
44Por eso, hagamos una alianza que sirva de garantía a los dos.
Alianza de Labán y Jacob
(26,28-33)
45Jacob tomó una piedra, la erigió como piedra conmemorativa 46y dijo a su gente:
–Recojan piedras.
Reunieron piedras, las amontonaron; y comieron allí junto al montón de piedras. 47Labán lo llamó Yegar Sahduta, Jacob lo llamó Gal’ed.
48Dijo Labán:
–Este montón de piedras es hoy testigo de los dos –por eso se llama Gal’ed–. 49Lo llamó Mispá diciendo:
–Vigile el Señor a los dos cuando no nos podamos ver. 50Si maltratas a mis hijas o tomas además de ellas otras mujeres, aunque nadie lo vea, Dios lo verá y será testigo entre nosotros.
51Labán dijo a Jacob:
–Mira el montón de piedras y la piedra conmemorativa que he erigido entre los dos. 52Una y otra cosa son testigos de que ni yo traspasaré el montón de piedras para entrar por las malas en tu territorio ni tú traspasarás el montón de piedras o la piedra conmemorativa para entrar por las malas en mi territorio. 53El Dios de Abrahán y el Dios de Najor serán nuestros jueces.
Jacob juró por el Terrible de Isaac su padre. 54Jacob ofreció un sacrificio en el monte e invitó a comer a su gente. Comieron y pasaron la noche en el monte.
Jacob vuelve a Canaán
32 1Labán se levantó temprano, besó a sus hijos e hijas, los bendijo y se volvió a su lugar. 2Jacob seguía su camino cuando se tropezó con unos mensajeros de Dios. 3Al verlos comentó:
–Es un campamento de Dios.
Y llamó a aquel lugar Majnaym.
4Jacob despachó por delante mensajeros a Esaú, su hermano, al país de Seír, a la campiña de Edom. 5Y les encargó:
–Esto dirán a mi señor Esaú: Esto dice tu siervo Jacob: He prolongado hasta ahora mi estancia con Labán. 6 Tengo vacas, asnos, ovejas, siervos y siervas; envío este mensaje a mi señor para congraciarme con él.
7Los mensajeros volvieron a Jacob con la noticia:
–Nos acercamos a tu hermano Esaú: Viene a tu encuentro con cuatrocientos hombres.
8Jacob, lleno de miedo y angustia, dividió en dos caravanas su gente, sus ovejas, vacas y camellos, 9calculando: si Esaú ataca una caravana y la destroza, se salvará la otra. 10Jacob oró:
–¡Dios de mi padre Abrahán, Dios de mi padre Isaac! Señor que me has mandado volver a mi tierra nativa para colmarme de beneficios. 11No soy digno de los favores y la lealtad con que has tratado a tu siervo; pues con un bastón atravesé este Jordán y ahora llevo dos caravanas. 12Líbrame del poder de mi hermano, del poder de Esaú, porque tengo miedo de que venga y me mate, también a las madres con mis hijos. 13 Tú me has prometido colmarme de beneficios y hacer mi descendencia como la arena incontable del mar.
14Pasó allí la noche. Después, de lo que tenía a mano escogió unos presentes para su hermano Esaú: 15doscientas cabras y veinte machos, doscientas corderas y veinte carneros, 16 treinta camellas de leche con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte borricas y diez asnos. 17Los dividió en rebaños que confió a sus criados encargándoles:
–Vayan por delante, dejando un trecho entre cada dos rebaños.
18Dio instrucciones al primero:
–Cuando te alcance mi hermano Esaú y te pregunte de quién eres, a dónde vas, para quién es eso que conduces, 19le responderás: De parte de tu siervo Jacob, un presente que envía a su señor Esaú. Él viene detrás.
20Las mismas instrucciones dio al segundo y al tercero y a todos los que guiaban los rebaños:
–Esto dirán a Esaú cuando lo encuentren. 21Y añadirán: Mira, tu siervo Jacob viene detrás.
Porque se decía: lo aplacaré con los presentes que van por delante. Después me presentaré a él: quizá me reciba bien.
22Los regalos pasaron delante; él se quedó aquella noche en el campamento. 23Todavía de noche se levantó, tomó a las dos mujeres, las dos criadas y los once hijos y cruzó el vado del Yaboc. 24A ellos y a cuanto tenía los hizo pasar el río. 25Y se quedó Jacob solo.
Un hombre peleó con él hasta despuntar la aurora. 26Viendo que no le podía, le golpeó la articulación del fémur; y el fémur de Jacob se dislocó mientras peleaba con él.
27Dijo:
–Suéltame, que despunta la aurora.
Pero Jacob respondió:
–No te suelto si no me bendices.
28Le dijo:
–¿Cómo te llamas?
Contestó:
–Jacob.
29Repuso:
–Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con dioses y hombres y has podido.
30Jacob a su vez le preguntó:
–Dime tu nombre.
Contestó:
–¿Por qué preguntas por mi nombre?
Y lo bendijo allí.
31Jacob llamó al lugar Penuel, diciendo:
–He visto a Dios cara a cara, y he salido vivo.
32Salía el sol cuando atravesaba Penuel; y marchaba cojeando 33–por eso los israelitas no comen, hasta la fecha, el nervio ciático que está en la articulación del fémur; porque Jacob fue herido en la articulación del fémur, en el nervio ciático–.
Encuentro de Jacob con Esaú
33 1Alzó Jacob la vista y, viendo que se acercaba Esaú con sus cuatrocientos hombres, repartió sus hijos entre Lía, Raquel y las dos criadas. 2Puso delante a las criadas con sus hijos, detrás a Lía con los suyos, la última Raquel con José. 3Él se adelantó y se fue postrando en tierra siete veces hasta alcanzar a su hermano. 4Esaú corrió a recibirlo, lo abrazó, se le echó al cuello y lo besó llorando.
5Después, echando una mirada, vio a las mujeres con los hijos y preguntó:
–¿Qué relación tienen éstos contigo?
Respondió:
–Son los hijos con que Dios ha favorecido a tu siervo.
6Se le acercaron las criadas con sus hijos y se postraron; 7después se acercó Lía con sus hijos y se postraron; finalmente se acercó José con Raquel y se postraron.
8Le preguntó Esaú:
–¿Qué significa toda esta caravana que he ido encontrando?
Contestó:
–Es para congraciarme con mi señor.
9Replicó Esaú:
–Yo tengo bastante, hermano mío; quédate con lo tuyo.
10Jacob insistió:
–De ninguna manera. Hazme el favor de aceptarme estos presentes. Porque he visto tu rostro benévolo y era como ver el rostro de Dios. 11Acepta este obsequio que te he traído: me lo ha regalado Dios y es todo mío.
Y, como insistía, lo aceptó. 12Después propuso:
–¡En marcha! Yo iré a tu lado.
13Le replicó:
–Mi señor sabe que los niños son débiles, que las ovejas y vacas están criando: si los hago caminar una jornada, se me morirá todo el rebaño. 14 Pase mi señor delante de su siervo; yo procederé despacio al paso de la comitiva que va delante y al paso de los niños, hasta alcanzar a mi señor en Seír.
15Esaú dijo:
–Te daré alguno de mis hombres como escolta.
Replicó:
–¡Por favor, no te molestes!
16Aquel día Esaú prosiguió camino de Seír 17y Jacob se trasladó a Sucot, donde se construyó una casa e hizo establos para el ganado. Por eso se llama el lugar Sucot.
18Jacob llegó sano y salvo a Siquén, en tierra de Canaán, proveniente de Padán Aram, y acampó fuera, frente a la ciudad. 19Y el terreno donde puso su campamento se lo compró a los hijos de Jamor, antepasado de Siquén, por cien monedas. 20Allí levantó un altar y lo dedicó al Dios de Israel.
Dina en Siquén
(Éx 22,15s; Dt 22,28s; 2 Sm 13; Jdt 9,2-4)
34 1Un día salió Dina, la hija que Lía dio a Jacob, a ver las mujeres del país. 2La vio Siquén, hijo de Jamor heveo, príncipe del país, la agarró, se acostó con ella y la violó. 3Cautivado por ella y enamorado de ella, cortejó a la muchacha.
4Siquén habló a su padre Jamor:
–Consígueme esa chica como mujer.
5Jacob oyó que su hija Dina había sido violada; pero, como sus hijos estaban en el campo con el ganado, esperó en silencio a que volvieran. 6 Jamor, padre de Siquén, salió a visitar a Jacob para hablar con él. 7Los hijos de Jacob volvían del campo; cuando aquellos hombres oyeron la noticia se enfurecieron, porque era una ofensa a Israel haberse acostado con la hija de Jacob; una cosa que no se hace. 8Jamor habló con ellos:
–Mi hijo Siquén se ha encariñado con esta muchacha, permítanle casarse con ella. 9Así emparentaremos: nos darán sus hijas y tomarán las nuestras 10y vivirán con nosotros. El país está a disposición de ustedes: habiten en él, hagan negocios y adquieran propiedades.
11Siquén dijo al padre y a los hermanos:
–Háganme este favor, que les daré lo que me pidan. 12Señalen una dote alta y regalos valiosos por la muchacha y les daré lo que pidan, con tal de que me la den en matrimonio.
13Los hijos de Jacob respondieron a Siquén y a su padre Jamor con engaño, porque su hermana Dina había sido ultrajada. 14Les dijeron:
–No podemos hacer lo que piden, entregar nuestra hermana a un hombre no circuncidado, porque es una ofensa para nosotros. 15Aceptamos con esta condición: que sean como nosotros, circuncidando a todos los varones. 16Entonces les daremos nuestras hijas y tomaremos las de ustedes, habitaremos con ustedes y seremos un solo pueblo.
17Pero si no aceptan circuncidarse, nos llevaremos a nuestra chica.
18Pareció bien la propuesta a Jamor y a su hijo Siquén. 19Y no tardó el muchacho en ejecutarlo, porque quería a la hija de Jacob y era la persona más importante en casa de su padre. 20Fue pues Jamor con su hijo Siquén a la plaza y dirigió la palabra a los hombres de la ciudad:
21–Estos hombres son gente pacífica. Que habiten con nosotros en el país, comerciando, que hay suficiente espacio para ellos; tomaremos sus hijas por esposas y les daremos las nuestras. 22Sólo que acceden a vivir entre nosotros y a ser un solo pueblo con esta condición: que circuncidemos a todos los varones como hacen ellos.
23Sus ganados, sus posesiones, sus bestias serán nuestras. Aceptemos y habitarán entre nosotros.
24Todos los asistentes aceptaron la propuesta de Jamor y de su hijo Siquén y circuncidaron a todos los varones.
25Al tercer día, cuando convalecían, los dos hijos de Jacob y hermanos de Dina, Simeón y Leví, empuñaron la espada, entraron en la ciudad confiada, mataron a todos los varones, 26ejecutaron a espada a Jamor y a su hijo Siquén y sacaron a Dina de casa de Siquén.
27Los hijos de Jacob penetraron entre los muertos y saquearon la ciudad que había ultrajado a su hermana: 28ovejas, vacas y asnos, cuanto había en la ciudad y en el campo se lo llevaron; 29todas las riquezas, los niños y las mujeres como cautivos y cuanto había en las casas.
30Jacob dijo a Simeón y Leví:
–Me han arruinado, haciéndome odioso a la gente del país, a cananeos y fereceos. Si se juntan contra nosotros y nos matan, pereceré yo con mi familia.
31Le contestaron:
–¿Y a nuestra hermana la iban a tratar como a una prostituta?
Jacob vuelve a Betel
(28)
35 1Dios dijo a Jacob:
–Levántate, sube a Betel, y levanta allí un altar al Dios que se te apareció cuando huías de tu hermano Esaú.
2Jacob ordenó a su familia y a toda su gente:
–Dejen de lado los dioses extranjeros que tengan con ustedes, purifíquense y cambien de ropa. 3Vamos a subir a Betel, donde haré un altar al Dios que me escuchó en el peligro y me acompañó en mi viaje.
4Ellos entregaron a Jacob los dioses extranjeros que conservaban y los pendientes que llevaban. Jacob los enterró bajo la encina que hay junto a Siquén.
5Durante su marcha un pánico sagrado se apoderaba de las poblaciones de la región, y no persiguieron a los hijos de Jacob.
6Llegó Jacob a Luz de Canaán –hoy Betel–, él con toda su gente. 7Construyó allí un altar y llamó al lugar Betel, porque allí se le había revelado Dios cuando huía de su hermano.
8Débora, nodriza de Rebeca, murió y la enterraron al pie de Betel, junto a la encina, que llamaron Encina del Llanto.
9Al volver Jacob de Padán Aram, Dios se le apareció de nuevo y lo bendijo 10y le dijo:
–Tu nombre es Jacob:
tu nombre ya no será Jacob,
tu nombre será Israel.
Le impuso el nombre de Israel 11y le dijo Dios:
–Yo soy el Dios Todopoderoso:
crece y multiplícate.
Un pueblo, un grupo de pueblos
nacerá de ti;
reyes saldrán de tus entrañas.
12La tierra que di a Abrahán e Isaac
a ti te la doy;
y a la descendencia que te suceda
le daré la tierra.
13Dios se marchó del lugar donde había hablado con él. 14Jacob erigió una piedra conmemorativa en el lugar donde había hablado con él. Derramó sobre ella una libación, derramó sobre ella aceite.
15Y, al lugar donde había hablado Dios con él, Jacob lo llamó, Betel.
Nacimiento de Benjamín y muerte de Raquel
(1 Sm 4,19-22)
16Después se marchó de Betel; y cuando faltaba un buen trecho para llegar a Efrata, le llegó a Raquel el trance de parir y el parto venía difícil. 17Como sentía la dificultad del parto, le dijo la comadrona:
–No te asustes, que tienes un niño.
18Con su último aliento, a punto de morir, lo llamó Benoní; pero su padre lo llamó Benjamín.
19Murió Raquel y la enterraron en el camino de Efrata –hoy Belén–. 20Jacob erigió una piedra conmemorativa sobre su sepulcro. Es la piedra conmemorativa del sepulcro de Raquel, que dura hasta hoy.
21Israel se marchó de allí y acampó más allá de Migdal Eder.
Muerte de Isaac
22Mientras habitaba Israel en aquella tierra, Rubén fue y se acostó con Bilha, concubina de su padre. Israel se enteró.
Los hijos de Jacob fueron doce: 23 Hijos de Lía: Rubén, primogénito de Jacob, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. 24Hijos de Raquel: José y Benjamín. 25Hijos de Bilha, criada de Raquel: Dan y Neftalí.
26Hijos de Zilpa, criada de Lía: Gad y Aser. Éstos son los hijos de Jacob nacidos en Padán Aram.
27Jacob volvió a casa de su padre Isaac, a Mambré en Qiryat Arba –hoy Hebrón–, donde habían residido Abrahán e Isaac. 28Isaac vivió ciento ochenta años. 29Isaac expiró; murió y se reunió con los suyos, anciano y colmado de años. Y lo enterraron Jacob y Esaú, sus hijos.
Descendencia de Esaú
36 1Descendientes de Esaú, es decir, Edom:
2Esaú tomó mujeres cananeas: Ada, hija de Elón, el hitita; Ohlibamá, hija de Aná, hijo de Sibeón, el heveo, 3 y Basemat, hija de Ismael y hermana de Nebayot. 4Ada dio a Esaú Elifaz; Basemat a Regüel, 5y Ohlibamá a Yeús, Yalán y Córaj.
Hasta aquí los hijos de Esaú nacidos en el país de Canaán.
6Esaú tomó sus mujeres, hijos e hijas, sus criados, su ganado, animales y cuanto había adquirido en el país de Canaán y se dirigió a Seír, lejos de su hermano Jacob, 7porque tenían demasiadas posesiones para vivir juntos y la tierra donde residían no podía mantenerlos a ellos con sus ganados.
8Esaú habitó en la montaña de Seír –Esaú equivale a Edom–.
9Descendientes de Esaú, padre de los edomitas, en la montaña de Seír. 10 Lista de los hijos de Esaú: Elifaz, hijo de Ada, mujer de Esaú; Regüel, hijo de Basemat, mujer de Esaú. 11Hijos de Elifaz: Temán, Omar, Sefó, Gatán y Quenaz. 12Elifaz, hijo de Esaú, tenía una concubina llamada Timná, que le dio a Amalec. Estos últimos son los descendientes de Ada, mujer de Esaú. 13Hijos de Regüel: Nájat, Zéraj, Samá y Mizá. Éstos son los hijos de Basemat, mujer de Esaú. 14Hijos de Ohlibamá, hija de Aná, hijo de Sibeón, mujer de Esaú: Yeús, Yalán y Córaj.
15Jefes de los hijos de Esaú: Hijos de Elifaz, primogénito de Esaú: los jefes de Temán, Omar, Sefó, Quenaz, 16Córaj, Gatán y Amalec. Éstos son los jefes de Elifaz, en tierra de Edom, descendientes de Ada. 17Los siguientes son los hijos de Regüel, hijo de Esaú: jefes de Nájat, Zéraj, Samá y Mizá. Éstos son los jefes de Regüel en el país de Edom: descendientes de Basemat, mujer de Esaú. 18Los siguientes son los hijos de Ohlibamá, mujer de Esaú: jefes de Yeús, Yalán y Córaj. 19Éstos son los jefes de Ohlibamá, hija de Aná, mujer de Esaú.
20Hasta aquí los hijos y los jefes de Esaú, es decir, de Edom.
Hijos de Seír, el hurrita, habitantes del país: Lotán, Sobal, Sibeón, Aná, 21 Disón, Eser y Disán. Éstos son los jefes hurritas de los hijos de Seír en tierra de Edom. 22Hijos de Lotán: Horí y Hemán; hermana de Lotán: Timná. 23Hijos de Sobal: Albán, Manájat, Ebal, Sefí y Onán. 24Hijos de Sibeón: Ayá y Aná. Este Aná es el que encontró agua en el desierto cuando pastoreaba los asnos de su padre Sibeón. 25Hijos de Aná: Disón y Ohlibamá, hija de Aná. 26Hijos de Disón: Jamrán, Esbán, Yitrán y Querán. 27Hijos de Eser: Bilhán, Zaván y Acán. 28Hijos de Disán: Us y Arán. 29 Jefes de Horí: jefes de Lotán, Sobal, Sibeón, Aná, 30Disón, Eser y Disán. Hasta aquí los jefes de Horí en tierra de Seír.
31Reyes que reinaron en tierra de Edom antes que los israelitas tuvieran rey. 32En Edom fue rey Bela, hijo de Beor; su ciudad se llamaba Dinhaba. 33 Murió Bela y le sucedió en el trono Yobab, hijo de Zéraj, natural de Bosra. 34Murió Yobab y le sucedió en el trono Jusán, natural de Temán. 35Murió Jusán y le sucedió en el trono Hadad, hijo de Badad, el que derrotó a Madián en el campo de Moab; su ciudad se llamaba Avit. 36Murió Hadad y le sucedió en el trono Samlá, natural de Masreca. 37Murió Samlá y le sucedió en el trono Saúl, natural de Merjobot Hannahar. 38 Murió Saúl y le sucedió en el trono Baal Janán, hijo de Acbor. 39Murió Baal Janán, hijo de Acbor, y le sucedió en el trono Hadar; su ciudad se llamaba Pau y su mujer Mehetabel, hija de Matred, hijo de Mezahab.
40Jeques de Esaú por grupos, localidades y nombres: Timná, Alvá, Yátet, 41Ohlibamá, Elá, Finón, 42Quenazí, Temán, Mibsar, 43Magdiel e Irán. Hasta aquí los jeques de Edom, según los países propios en que habitan –Esaú es el padre de los edomitas–.
Ciclo Patriarcal: José
Sueños de José
(Eclo 34,1-8)
37 1Jacob se estableció en el país cananeo, la tierra donde había residido su padre.
2Ésta es la historia de la familia de Jacob. José tenía diecisiete años y pastoreaba el rebaño con sus hermanos. Ayudaba a los hijos de Bilha y Zilpa, mujeres de su padre, y trajo a su padre malos informes de sus hermanos. 3Israel prefería a José entre sus hijos, porque le había nacido en edad avanzada, y le hizo una túnica con mangas. 4Sus hermanos, al ver que su padre lo prefería entre los hermanos, le tomaron rencor y hasta le negaban el saludo.
5José tuvo un sueño y se lo contó a sus hermanos, con lo cual a ellos les aumentó el rencor. 6Les dijo:
–Escuchen lo que he soñado. 7Estábamos atando gavillas en el campo, de pronto mi gavilla se alzó y se tenía en pie mientras las gavillas de ustedes, formaban un círculo en torno a la mía y se postraban ante ella.
8Le contestaron sus hermanos:
–¿Vas a ser tú nuestro rey? ¿Vas a ser tú nuestro señor?
Y les crecía el rencor por los sueños que les contaba. 9José tuvo otro sueño y se lo contó a sus hermanos:
–He tenido otro sueño: El sol y la luna y once estrellas se postraban ante mí.
10Cuando se lo contó a su padre y a sus hermanos, su padre le reprendió:
–¿Qué es eso que has soñado? ¿Es que yo y tu madre y tus hermanos vamos a postrarnos por tierra ante ti?
11Sus hermanos le tenían envidia, pero su padre se guardó el asunto.
12Sus hermanos se trasladaron a Siquén a apacentar el rebaño de su padre.
13Israel dijo a José:
–Tus hermanos se encuentran pastoreando en Siquén. Quiero enviarte allá.
Contestó él:
–Aquí me tienes.
14Le dijo:
–Vete a ver qué tal están tus hermanos y qué tal el rebaño y tráeme noticias.
Así lo envió desde el valle de Hebrón y él se dirigió a Siquén.
15Un hombre lo encontró perdido por el campo y le preguntó qué buscaba; 16él dijo:
–Busco a mis hermanos; te ruego que me digas dónde pastorean.
17El hombre le contestó:
–Se han marchado de aquí; les oí decir que iban hacia Dotán.
José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. 18Cuando ellos lo vieron venir a lo lejos, antes de que se acercara tramaron su muerte. 19Y comentaban:
–¡Ahí viene ese soñador! 20Vamos a matarlo y echarlo en un pozo; después diremos que lo ha devorado una fiera, y veremos en qué terminan sus sueños.
21Cuando Rubén oyó esto, intentó librarlo de sus manos y les dijo:
–No cometamos un homicidio.
22Y añadió Rubén:
–No derramen sangre; échenlo en este pozo, aquí en el desierto y no pongan las manos sobre él.
Era para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre.
José vendido por sus hermanos
23Cuando José llegó adonde estaban sus hermanos, ellos le quitaron la túnica con mangas que llevaba, 24lo agarraron y echaron en un pozo; era un pozo vacío, sin agua. 25Después se sentaron a comer. Levantando la vista vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma de aromas, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. 26Judá propuso a sus hermanos:
–¿Qué ganamos con matar a nuestro hermano y echar tierra sobre su sangre? 27Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pongamos las manos en él; que al fin es hermano nuestro, de nuestra carne y sangre.
Los hermanos aceptaron. 28Al pasar unos mercaderes madianitas, retiraron a José del pozo y lo vendieron a los ismaelitas por veinte pesos de plata. Éstos se llevaron a José a Egipto. 29 Entre tanto Rubén volvió al pozo, y al ver que José no estaba en el pozo, se rasgó las vestiduras, 30volvió a sus hermanos y les dijo:
–El muchacho no está; y yo, ¿a dónde voy yo ahora?
31Ellos tomaron la túnica de José, degollaron un cabrito, empaparon en sangre la túnica y 32enviaron la túnica con manchas a su padre con este recado:
–Hemos encontrado esto; mira a ver si es la túnica de tu hijo o no.
33Él al reconocerla dijo:
–¡Es la túnica de mi hijo! Una fiera lo ha devorado, ha descuartizado a José.
34Jacob se rasgó las vestiduras, se vistió de luto y estuvo mucho tiempo de duelo por su hijo. 35Vinieron todos sus hijos e hijas para consolarlo. Pero él rehusó el consuelo diciendo:
–Bajaré a la tumba haciendo duelo por mi hijo.
Su padre lo lloró. 36Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Putifar, ministro y jefe de la guardia del faraón.
Judá y Tamar
(Dt 25,5-10; Mt 22,24; Rut)
38 1Por aquel tiempo Judá se apartó de sus hermanos y se fue a vivir con un tal Jira, adulamita. 2 Judá vio allí una mujer cananea, llamada Sua. La tomó por esposa y tuvo relaciones con ella. 3Ella concibió y dio a luz un hijo y lo llamó Er; 4volvió a concebir y dio a luz un hijo y lo llamó Onán; 5de nuevo dio a luz un hijo y lo llamó Sela, estaba en Cazib cuando dio a luz.
6Judá le procuró una mujer llamada Tamar a su primogénito Er.
7Pero Er, el primogénito de Judá, desagradaba al Señor y el Señor lo hizo morir. 8Judá dijo a Onán:
–Toma la mujer de tu hermano, según tu obligación de cuñado, y procúrale descendencia a tu hermano.
9Pero Onán, sabiendo que la descendencia no iba a ser suya, cuando se acostaba con la mujer de su hermano, derramaba por tierra para no procurarle descendencia a su hermano. 10El Señor reprobó lo que hacía y también a él lo hizo morir. 11Judá dijo a Tamar, su nuera:
–Vive como viuda en casa de tu padre hasta que crezca mi hijo Sela.
Porque temía que muriera también él como sus hermanos. Tamar se fue y habitó en casa de su padre.
12Pasado bastante tiempo, murió la mujer de Judá, Sua. Terminado el luto, Judá subió, con su socio adulamita, a Timná, donde estaban los esquiladores. 13Avisaron a Tamar:
–Tu suegro está subiendo a Timná a esquilar.
14Ella se quitó el traje de viuda, se cubrió con un velo disfrazándose y se sentó junto a Enaim, en el camino de Timná; pues veía que Sela había crecido y no la tomaba por esposa. 15Al verla Judá creyó que era una prostituta, pues se cubría la cara. 16Se acercó a ella por el camino y le propuso:
–Deja que me acueste contigo.
Porque no sabía que era su nuera. Respondió ella:
–¿Qué me das por acostarte conmigo?
17Contestó:
–Yo te enviaré un cabrito del rebaño.
Replicó ella:
–Sólo si me dejas una prenda hasta enviármelo.
18Le preguntó:
–¿Qué prenda quieres que te deje?
Contestó:
–El anillo del sello con la cinta y el bastón que llevas.
Se los dio, se acostó con ella y ella quedó embarazada. 19Se levantó, se fue, se quitó el velo y se vistió el traje de viuda.
20Judá le envió el cabrito por medio de su socio adulamita para retirar la prenda a la mujer; pero éste no la encontró. 21Preguntó a unos hombres del lugar:
–¿Dónde está la ramera, la que se ponía en Enaim junto al camino?
Le contestaron:
–Aquí no había ninguna ramera.
22Se volvió a Judá y le informó:
–No la he encontrado, y unos hombres del lugar me han dicho que allí no había ninguna ramera.
23Judá replicó:
–Que se quede con ello, no se vayan a burlar de nosotros. Yo le he enviado el cabrito y tú no la has encontrado.
24Pasados tres meses le informaron a Judá:
–Tu nuera Tamar se ha prostituido y ha quedado embarazada.
Ordenó Judá:
–Que la saquen afuera y la quemen.
25Mientras la conducían, envió un mensaje a su suegro:
–El dueño de estos objetos me ha dejado embarazada. A ver si reconoces a quién pertenecen el anillo del sello con la cinta y el bastón.
26Los reconoció Judá y dijo:
–Ella es inocente y no yo, porque no le he dado a mi hijo Sela.
Y no volvió a tener relaciones con ella.
27Cuando llegó el parto, tenía mellizos. 28Al dar a luz, uno sacó una mano, la comadrona se la agarró y le ató a la muñeca una cinta roja, diciendo:
–Éste salió el primero.
29Pero él retiró la mano y salió su hermano. Ella comentó:
–¡Buena brecha te has abierto!
Y lo llamó Fares. 30Después salió su hermano, el de la cinta roja a la muñeca, y ella lo llamó Zéraj.
José, mayordomo de Putifar
39 1Cuando llevaron a José a Egipto, Putifar, un egipcio ministro y mayordomo del faraón, se lo compró a los ismaelitas que lo habían traído.
2El Señor estaba con José y le dio suerte, de modo que lo dejaron en casa de su amo egipcio.
3Su amo, viendo que el Señor estaba con él y que hacía prosperar todo lo que él emprendía, 4le tomó afecto y lo puso a su servicio personal, poniéndolo al frente de su casa y encomendándole todas sus cosas. 5Desde que lo puso al frente de la casa y de todo lo suyo, el Señor bendijo la casa del egipcio en atención a José, y vino la bendición del Señor sobre todo lo que poseía, en casa y en el campo. 6Putifar lo puso todo en manos de José, sin preocuparse de otra cosa que del pan que comía. José era guapo y de buena presencia.
Tentación, calumnia y cárcel
(Prov 7; Dn 13)
7Pasado cierto tiempo, la mujer del amo puso los ojos en José y le propuso:
–Acuéstate conmigo.
8Él rehusó, diciendo a la mujer del amo:
–Mira, mi amo no se ocupa de nada de la casa, todo lo suyo lo ha puesto en mis manos; 9no ejerce en casa más autoridad que yo, y no se ha reservado nada sino a ti, que eres su mujer. ¿Cómo voy a cometer yo semejante crimen pecando contra Dios?
10Ella insistía un día y otro para que se acostase con ella o estuviese con ella, pero él no le hacía caso. 11Un día de tantos, entró él en casa a despachar sus asuntos, y no estaba en casa ninguno de los empleados, 12ella lo agarró por el traje y le dijo:
–Acuéstate conmigo.
13Pero él soltó el traje en sus manos y salió fuera corriendo. Ella, al ver que le había dejado el traje en la mano y había corrido afuera, 14llamó a los criados y les dijo:
–Miren, nos han traído un hebreo para que se aproveche de nosotros; ha entrado en mi habitación para acostarse conmigo, pero yo he gritado fuerte; 15al oír que yo levantaba la voz y gritaba, soltó el traje junto a mí y salió afuera corriendo.
16Y retuvo consigo el manto hasta que volviese a casa su marido, 17y le contó la misma historia:
–El esclavo hebreo que trajiste ha entrado en mi habitación para aprovecharse de mí, 18yo alcé la voz y grité y él dejó el traje junto a mí y salió corriendo.
19Cuando el marido oyó la historia que le contaba su mujer: tu esclavo me ha hecho esto, enfureció, 20tomó a José y lo metió en la cárcel, donde estaban los presos del rey; así fue a parar a la cárcel.
21Pero el Señor estaba con José, le concedió favores e hizo que cayese en gracia al jefe de la cárcel. 22Éste encomendó a José todos los presos de la cárcel, de modo que todo se hacía allí según su deseo. 23El jefe de la cárcel no vigilaba nada de lo que estaba a su cargo, pues el Señor estaba con José, y cuanto éste emprendía, el Señor lo hacía prosperar.
Sueños del copero y del panadero reales
(Dn 2; 4)
40 1Pasado cierto tiempo, el copero y el panadero del rey de Egipto ofendieron a su amo. 2El faraón, enfurecido contra sus dos ministros, el copero mayor y el panadero mayor, 3 los hizo custodiar en casa del mayordomo, en la cárcel donde José estaba preso. 4El mayordomo se los encomendó a José para que les sirviera.
Pasaron varios días en la cárcel, 5y el copero y el panadero del rey de Egipto tuvieron los dos un sueño y la misma noche, cada sueño con su propio sentido. 6Por la mañana entró José donde ellos estaban y los encontró deprimidos, 7y preguntó a los ministros del faraón que estaban presos con él, en casa de su señor:
–¿Por qué tienen hoy ese aspecto?
8Contestaron:
–Hemos soñado un sueño y no hay quien lo interprete.
Replicó José:
–Dios interpreta los sueños; cuéntenmelos.
9El copero contó su sueño a José:
–Soñé que tenía una vid delante; 10 la vid tenía tres ramas, echó brotes y flores y maduraron las uvas en racimos. 11Yo tenía en una mano la copa del faraón. Estrujé los racimos, los aplasté en la copa y puse la copa en la mano del faraón.
12José le dijo:
–Ésta es la interpretación: las tres ramas son tres días. 13Dentro de tres días se acordará de ti, te restablecerá en tu cargo y pondrás la copa en la mano del faraón como antes, cuando eras su copero. 14Pero acuérdate de mí cuando te vaya bien y hazme este favor: menciónale mi nombre al faraón para que me saque de esta prisión, 15 porque me trajeron secuestrado del país de lo hebreos, y aquí no he cometido nada malo para que me pusieran en el calabozo.
16Viendo el panadero que había interpretado bien, le contó a José:
–Pues yo soñé que llevaba tres cestos de mimbre en la cabeza; 17en el cesto superior había toda clase de repostería para el faraón, pero los pájaros lo picoteaban en la cesta que yo llevaba en la cabeza.
18José respondió:
–Ésta es la interpretación: las tres cestas son tres días. 19Dentro de tres días el faraón se fijará en ti y te colgará de un palo y las aves picotearán la carne de tu cuerpo.
20Al tercer día, el faraón celebraba su cumpleaños y dio un banquete a todos sus ministros, y entre todos se fijó en el copero mayor y el panadero mayor: 21al copero mayor lo restableció en su cargo de copero, para que pusiera la copa en la mano del faraón; 22al panadero mayor lo colgó, como José había interpretado. 23Pero el copero mayor no se acordó de José, sino que se olvidó de él.
José interpreta los sueños del faraón
(Dn 2; 4)
41 1Pasaron dos años y el faraón tuvo un sueño: Estaba en pie junto al Nilo 2cuando vio salir del Nilo siete vacas hermosas y bien cebadas que se pusieron a pastar entre los juncos. 3Detrás de ellas salieron del Nilo otras siete vacas flacas y mal alimentadas, y se pusieron, junto a las otras, a la orilla del Nilo, 4y las vacas flacas y mal alimentadas se comieron las siete vacas hermosas y bien cebadas. El faraón despertó.
5Volvió a dormirse y tuvo un segundo sueño: Siete espigas brotaban de un tallo, hermosas y granadas, 6y siete espigas secas y quemadas por el viento del este brotaban detrás de ellas. 7 Las siete espigas secas devoraban a las siete espigas granadas y llenas. El faraón despertó; había sido un sueño.
8A la mañana siguiente, agitado, mandó llamar a todos los magos de Egipto y a sus sabios, y les contó el sueño, pero ninguno sabía interpretárselo al faraón. 9Entonces el copero mayor dijo al faraón:
–Tengo que confesar hoy mi pecado. 10Cuando el faraón se irritó contra sus siervos y nos metió en la cárcel en casa del mayordomo, a mí y al panadero mayor, 11él y yo tuvimos un sueño la misma noche; cada sueño con su propio sentido. 12Había allí con nosotros un joven hebreo, siervo del mayordomo; le contamos el sueño y él lo interpretó, a cada uno dio su interpretación. 13Y tal como él lo interpretó así sucedió: a mí me restablecieron en mi cargo, a él lo colgaron.
14El faraón mandó llamar a José. Lo sacaron aprisa del calabozo; se afeitó, se cambió el traje y se presentó al faraón. 15El faraón dijo a José:
–He soñado un sueño y nadie sabe interpretarlo. He oído decir de ti que oyes un sueño y lo interpretas.
16Respondió José al faraón:
–Sin mérito mío, Dios dará al faraón respuesta conveniente.
17El faraón dijo a José:
–Soñaba que estaba de pie junto al Nilo, 18cuando vi salir del Nilo siete vacas hermosas y bien cebadas, y se pusieron a pastar entre los juncos; 19 detrás de ellas salieron otras siete vacas flacas y mal alimentadas, en los huesos; no las he visto peores en todo el país de Egipto. 20Las vacas flacas y mal alimentadas se comieron las siete vacas anteriores, las cebadas. 21Y cuando las comieron, nadie hubiera dicho que las tenían en su vientre, pues su aspecto seguía tan malo como al principio. Y me desperté.
22Tuve otro sueño: Siete espigas brotaban de un tallo, hermosas y granadas, 23y siete espigas crecían detrás de ellas, mezquinas, secas y quemadas por el viento del este; 24las siete espigas secas devoraban a las siete espigas hermosas. Se lo conté a mis magos y ninguno pudo interpretármelo.
25José dijo al faraón:
–Se trata de un único sueño: Dios anuncia al faraón lo que va a hacer. 26 Las siete vacas gordas son siete años de abundancia y las siete espigas hermosas son siete años: es el mismo sueño. 27Las siete vacas flacas y desnutridas, que salían detrás de las primeras, son siete años y las siete espigas vacías y quemadas son siete años de hambre. 28Es lo que he dicho al faraón: Dios ha mostrado al faraón lo que va a hacer. 29Van a venir siete años de gran abundancia en todo el país de Egipto; 30detrás vendrán siete años de hambre que harán olvidar la abundancia en Egipto, porque el hambre acabará con el país. 31No habrá rastro de abundancia en el país a causa del hambre que seguirá, porque será terrible. 32El haber soñado el faraón dos veces indica que Dios confirma su palabra y que se apresura a cumplirla. 33Por tanto, que el faraón busque un hombre sabio y prudente y lo ponga al frente de Egipto; 34establezca inspectores que dividan el país en regiones y administren durante los siete años de abundancia. 35Que reúnan toda clase de alimentos durante los siete años buenos que van a venir, metan grano en los graneros por orden del faraón y los guarden en las ciudades. 36Los alimentos se depositarán para los siete años de hambre que vendrán después en Egipto, y así no perecerá de hambre el país.
37El faraón y sus ministros aprobaron la propuesta, 38y el faraón dijo a sus ministros:
–¿Podemos encontrar un hombre como éste, dotado de un espíritu sobrehumano?
39Y el faraón dijo a José:
–Ya que Dios te ha enseñado todo eso, nadie será tan sabio y prudente como tú. 40Tú estarás al frente de mi casa y todo el pueblo obedecerá tus órdenes; sólo en el trono te precederé.
41Y añadió:
–Mira, te pongo al frente de todo el país.
42Y el faraón se quitó el anillo de sello de la mano y se lo puso a José; le vistió traje de lino y le puso un collar de oro al cuello. 43Lo hizo sentarse en la carroza de su lugarteniente y la gente gritaba ante él: ¡Gran Visir! Y así lo puso al frente de Egipto.
44El faraón dijo a José:
–Yo soy el faraón; sin contar contigo nadie moverá mano o pie en todo Egipto.
45Y llamó a José Zafnat-Panej, y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. José salió a recorrer Egipto.
46Treinta años tenía cuando se presentó al faraón, rey de Egipto; saliendo de su presencia, viajó por todo Egipto. 47La tierra produjo generosamente los siete años de abundancia; 48durante ellos acumuló alimentos en las ciudades: en cada una metió las cosechas de los campos de la región.
49Reunió grano en cantidad como arena de la playa, hasta que dejó de medirlo porque no alcanzaba a hacerlo.
50Antes del primer año de hambre le nacieron a José dos hijos de Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On. 51Al primogénito lo llamó Manasés, diciendo: Dios me ha hecho olvidar mis trabajos y la casa paterna. 52Al segundo lo llamó Efraín, diciendo: Dios me ha hecho crecer en la tierra de mi aflicción.
53Se acabaron los siete años de abundancia en Egipto 54y comenzaron los siete años de hambre, como había anunciado José. Hubo hambre en todas las regiones, y sólo en Egipto había pan. 55Llegó el hambre a todo Egipto, y el pueblo reclamaba pan al faraón; el faraón decía a los egipcios:
–Diríjanse a José y hagan lo que él les diga.
56La carestía cubrió todo el país. José abrió los graneros y vendió grano a los egipcios, mientras el hambre arreciaba en Egipto.
57Todo el mundo venía a Egipto, a comprar grano a José, porque el hambre arreciaba en todas partes.
Los hermanos de José: primer encuentro
42 1Al enterarse Jacob de que en Egipto había grano, dijo a sus hijos:
–¿Por qué se quedan ahí sin hacer nada? 2He oído que hay grano en Egipto: Vayan allá y compren algo de grano para nosotros. Así viviremos y no moriremos.
3Bajaron, entonces, diez hermanos de José a comprar grano en Egipto.
4Jacob no envió con sus hermanos a Benjamín, hermano de José, no le fuera a suceder alguna desgracia. 5Los hijos de Israel llegaron en medio de otros viajeros a comprar grano, porque en el país cananeo se pasaba hambre.
6En el país mandaba José, él vendía el grano a todo el mundo; así que los hermanos de José llegaron y se postraron ante él rostro en tierra. 7Al ver a sus hermanos, José los reconoció, pero disimuló y les habló con dureza:
–¿De dónde vienen?
Contestaron:
–De Canaán, a comprar alimentos.
8José reconoció a sus hermanos, pero ellos no lo reconocieron. 9Se acordó José de los sueños que había soñado sobre ellos y les dijo:
–¡Ustedes son espías! Han venido a inspeccionar las zonas desguarnecidas del país.
10Le contestaron:
–¡De ningún modo, señor! Tus servidores han venido a comprar alimentos. 11Somos todos hijos de un mismo padre, gente honrada; tus servidores no son espías.
12Replicó:
–¿Cómo que no? Han venido a inspeccionar las zonas desguarnecidas del país.
13Le dijeron:
–Éramos doce hermanos tus servidores, hijos del mismo padre, de Canaán. El menor se ha quedado con su padre, otro ha desaparecido.
14Respondió José:
–Lo que yo decía: ustedes son espías. 15Los pondré a prueba: no saldrán de aquí, ¡por vida del faraón!, si no viene acá su hermano menor. 16Despachen a uno de ustedes por su hermano, mientras los demás quedarán presos. Así probarán ustedes que han dicho la verdad; de lo contrario, ¡por vida del faraón!, no habrá duda de que ustedes son espías.
17Y los hizo encarcelar por tres días. 18Al tercer día José les dijo:
–Hagan lo siguiente y quedarán con vida; porque yo respeto a Dios. 19Si ustedes son gente honrada, uno de sus hermanos quedará aquí encarcelado y los demás irán a llevar grano a sus familias hambrientas.
20Pero me traerán a su hermano menor. Así probarán que han dicho la verdad y no morirán.
Ellos estuvieron de acuerdo. 21Y se decían:
–Estamos pagando el delito contra nuestro hermano: cuando lo veíamos suplicarnos angustiado y no le hicimos caso. Ahora nos toca a nosotros estar angustiados.
22Les respondió Rubén:
–¿No les decía yo que no cometieran ese delito contra su hermano? Pero no me hicieron caso. Ahora nos piden cuentas de su sangre.
23No sabían que José los entendía, porque había usado un traductor para hablar con ellos.
24Él se retiró y lloró; después volvió para hablarles. Escogió a Simeón y lo hizo encadenar en su presencia.
25José mandó que les llenaran las bolsas de grano, que metieran el dinero pagado en cada una de las bolsas y que les dieran provisiones para el viaje. Así se hizo. 26Ellos cargaron el grano en los asnos y se marcharon.
27En la posada uno de ellos abrió la bolsa para dar de comer a su asno y descubrió el dinero allí, en la boca de la bolsa.
28Y dijo a sus hermanos:
–¡Me han devuelto el dinero!
Se les encogió el corazón del susto y se dijeron:
–¿Qué es lo que nos ha hecho Dios?
29Llegados a casa de su padre Jacob, en Canaán, le contaron todo lo sucedido.
30–El señor del país nos habló con dureza declarándonos espías de su tierra. 31Le contestamos que somos gente honrada, que no somos espías. 32 Que éramos doce hermanos, hijos de un padre; que uno había desaparecido y el menor se había quedado con su padre en Canaán.
33El señor del país nos contestó: Así sabré que son gente honrada: dejarán conmigo a uno de los hermanos, llevarán provisiones a sus familias hambrientas 34y me traerán a su hermano menor. Así sabré que no son espías, sino gente honrada; entonces les devolveré a su hermano y podrán comerciar en mi país.
35Cuando vaciaron las bolsas, encontró cada uno su dinero. Viendo el dinero, ellos y su padre se asustaron. 36 Jacob, su padre, les dijo:
–¡Me dejarán solo! ¡José ha desaparecido, Simeón ha desaparecido y ahora quieren llevarse a Benjamín. Todo se vuelve contra mí!
37Rubén contestó a su padre:
–Da muerte a mis dos hijos si no te lo traigo. Ponlo en mis manos y te lo devolveré.
38Contestó:
–¡Mi hijo no bajará con ustedes! Su hermano ha muerto y sólo me queda él. Si le sucede una desgracia en el viaje que van a realizar, ustedes me matarán de pena.
Benjamín es llevado a Egipto: segundo encuentro
43 1Había mucha hambre en el país. 2Cuando se terminaron los víveres que habían traído de Egipto, su padre les dijo:
–Regresen a Egipto a comprarnos más provisiones.
3Le contestó Judá:
–Aquel hombre nos aseguró: No se presenten ante mí sin su hermano. 4Si permites a nuestro hermano venir con nosotros, bajaremos a comprarte provisiones. 5De lo contrario, no bajaremos. Porque aquel hombre nos dijo: No se presenten ante mí sin su hermano.
6Israel les dijo:
–¿Por qué me han causado este dolor diciendo a ese hombre que les quedaba otro hermano?
7Replicaron:
–Aquel hombre nos preguntaba por nosotros y por nuestra familia: si vivía nuestro padre, si teníamos otro hermano. Y nosotros respondimos a sus preguntas. ¿Cómo íbamos a imaginar que él nos diría: Traigan aquí a su hermano?
8Judá dijo a Israel, su padre:
–Deja que el muchacho venga conmigo. Así iremos y salvaremos la vida y no moriremos nosotros, tú y los niños. 9Yo respondo por él, a mí me pedirás cuentas de él. Si no te lo traigo y no te lo pongo delante, rompes conmigo para siempre. 10Ya estaríamos de vuelta la segunda vez, si no nos hubiéramos entretenido tanto.
11Respondió su padre Israel:
–Si no queda más remedio, háganlo. Pongan productos del país en sus equipajes y llévenlos como regalo a aquel señor: un poco de bálsamo, algo de miel, goma, mirra, pistacho y almendras. 12Y lleven doble cantidad de dinero, para devolver el dinero que les pusieron en la boca de las bolsas, quizá por descuido. 13Tomen a su hermano y vuelvan a ver a ese señor. 14El Dios Todopoderoso lo haga compadecerse de ustedes para que les devuelva a su hermano y también a Benjamín. Si tengo que quedarme privado de hijos, me quedaré.
15Ellos tomaron consigo los regalos, doble cantidad de dinero y a Benjamín.
Partieron, bajaron a Egipto y se presentaron a José. 16Cuando José vio con ellos a Benjamín, dijo a su mayordomo:
–Hazlos entrar en casa. Que maten un animal y preparen comida porque esos hombres comerán conmigo al mediodía.
17El hombre cumplió las órdenes de José y los condujo a casa de José. 18 Ellos se asustaron porque los llevaban a casa de José y se decían:
–Lo hacen a causa del dinero que metieron entonces en las bolsas; es un pretexto para acusarnos, condenarnos, retenernos como esclavos y quedarse con los asnos.
19Acercándose al mayordomo de José, le hablaron a la puerta de la casa.
20–Mira, señor: nosotros bajamos en otra ocasión a comprar víveres. 21 Cuando llegamos a la posada y abrimos las bolsas, cada uno encontró en la boca de la bolsa el dinero, era la misma cantidad que habíamos pagado. Aquí lo traemos de vuelta, 22y también traemos otro tanto para comprar provisiones. No sabemos quién lo metió en las bolsas.
23Respondió:
–Quédense tranquilos y no teman: Su Dios, el Dios de su padre, puso ese dinero en las bolsas. El dinero que ustedes pagaron lo recibí yo.
Y les trajo a Simeón. 24El mayordomo los hizo entrar en casa de José, les trajo agua para lavarse los pies y echó pasto a los burros. 25Ellos prepararon los regalos, esperando la llegada de José al mediodía; porque habían oído decir que comerían allí.
26Cuando llegó José a casa, le presentaron los regalos que habían traído y se postraron en tierra ante él. 27Él les preguntó:
–¿Qué tal están? Su anciano padre, del que me hablaron, ¿vive todavía?
28Le contestaron:
–Estamos bien tus siervos y nuestro padre; todavía vive.
Y se postraron.
29Al levantar los ojos, vio José a Benjamín, su hermano materno, y preguntó:
–¿Es ése el hermano menor, del que me hablaron?
Y añadió:
–Dios te favorezca, hijo mío.
30A José se le conmovieron las entrañas por su hermano, y le vinieron ganas de llorar; y entrando rápidamente en una habitación, lloró allí. 31Después se lavó la cara y salió, y dominándose mandó:
–Sirvan la comida.
32Le sirvieron a él por un lado, a ellos por otro y a los comensales egipcios por otro. Porque los egipcios no pueden comer con los hebreos: sería abominable para los egipcios. 33Se sentaron frente a él, empezando por el mayor y terminando por el menor. Ellos se miraban asombrados. 34José les hacía pasar porciones de su mesa, y la porción para Benjamín era cinco veces mayor. Bebieron hasta embriagarse con él.
Prueba final: Benjamín, culpable
44 1Después encargó al mayordomo:
–Llena de víveres las bolsas de esos hombres, todo lo que quepa, y pon el dinero dentro de cada bolsa, 2y mi copa de plata la pones en la bolsa del menor con el dinero de la compra.
Él cumplió el encargo de José.
3Al amanecer dejaron partir a los hombres con sus asnos. 4Apenas salidos, no se habían alejado de la ciudad, José dijo al mayordomo:
–Sal en persecución de esos hombres y, cuando los alcances, les dices: ¿Por qué han pagado mal por bien? 5¿Por qué han robado la copa de plata? Es la que usa mi señor para beber y para adivinar. Está muy mal lo que han hecho.
6Cuando los alcanzó, les repitió estas palabras. 7Ellos respondieron:
–¿Por qué dice eso nuestro señor? ¡Lejos de nosotros obrar de tal manera!
8Si el dinero que encontramos en las bolsas te lo hemos traído desde Canaán, ¿por qué íbamos a robar en casa de tu amo oro o plata? 9Que muera aquel de tus servidores al que se le encuentre la copa; y nosotros seremos esclavos de nuestro señor.
10Respondió él:
–Sea lo que han dicho: a quien se la encuentre, será mi esclavo; los demás quedarán libres.
11Rápidamente bajaron sus bolsas al suelo y cada uno abrió la suya.
12Él las fue registrando empezando por la del mayor y terminando por la del menor: la copa fue hallada en la bolsa de Benjamín. 13Al ver esto se rasgaron las vestiduras, cargó cada uno su asno y volvieron a la ciudad.
14Judá y sus hermanos entraron en casa de José –él estaba todavía allí– y se postraron. 15José les dijo:
–¿Qué es lo que han hecho? ¿No saben que uno como yo es capaz de adivinar?
16Contestó Judá:
–¿Qué podemos responder a nuestro señor? ¿Qué diremos para probar nuestra inocencia? Dios ha descubierto la culpa de tus servidores. Somos esclavos de nuestro señor, tanto nosotros como aquél a quien se le encontró la copa.
17Respondió José:
–¡Lejos de mí hacer tal cosa! Al que se le encontró la copa será mi esclavo; ustedes suban en paz a casa de su padre.
18Entonces Judá se acercó a él y le dijo:
–Permite, señor, a tu servidor dirigir unas palabras en tu presencia; no te impacientes conmigo porque tú eres como el faraón. 19Mi señor preguntó a sus servidores si teníamos padre o algún hermano. 20Nosotros respondimos a mi señor: Tenemos un padre anciano con un chico pequeño nacido en su vejez. Un hermano suyo murió y sólo le queda éste de aquella mujer. Su padre lo adora. 21Tú dijiste a tus servidores que te lo trajéramos para conocerlo personalmente. 22Respondimos a mi señor: El muchacho no puede dejar a su padre; si lo deja, su padre morirá. 23Tú dijiste a tus servidores: Si no baja su hermano menor con ustedes, no volverán a verme. 24Cuando volvimos a casa de tu servidor, nuestro padre, y le comunicamos lo que decía mi señor, 25nuestro padre respondió: Vuelvan a comprarnos víveres. 26Le dijimos: No podemos bajar si no viene con nosotros nuestro hermano menor; porque no podemos ver a aquel hombre si no nos acompaña nuestro hermano menor. 27 Nos respondió tu servidor, nuestro padre: Saben que mi mujer me dio dos hijos: 28uno se alejó de mí y pienso que lo descuartizó una fiera, ya que no he vuelto a verlo. 29Si arrancan también a éste de mi lado y le sucede una desgracia, bajaré a la tumba lleno de tristeza. 30Ahora bien, si regreso a tu servidor, mi padre, sin llevar conmigo al muchacho, a quien quiere con toda su alma, 31cuando vea que falta el muchacho, morirá; y nosotros seremos culpables de que tu servidor, mi padre, haya muerto de pena. 32Además tu servidor ha salido fiador por el muchacho, ante mi padre, asegurando: Si no te lo traigo, padre, rompe conmigo para siempre. 33En conclusión: deja que tu servidor se quede como esclavo de mi señor en lugar del muchacho y que el muchacho vuelva con sus hermanos. 34¿Cómo podré volver a mi padre sin llevar al muchacho conmigo? No quiero ver la desgracia que se abatirá sobre mi padre.
Reconocimiento y reconciliación
(Sal 133)
45 1José no pudo contenerse en presencia de su corte y ordenó:
–Salgan todos de mi presencia.
Y no quedó nadie con él cuando José se dio a conocer a sus hermanos. 2Se puso a llorar tan fuerte, que los egipcios lo oyeron y la noticia llegó a casa del faraón. 3José dijo a sus hermanos:
–Yo soy José. ¿Vive todavía mi padre?
Sus hermanos, confundidos y avergonzados, no supieron qué responder. 4José dijo a sus hermanos:
–Acérquense.
Se acercaron, y les dijo:
–Yo soy José, su hermano, el que vendieron a los egipcios. 5Pero ahora no se aflijan ni les pese haberme vendido aquí; porque para salvar vidas me envió Dios por delante. 6Llevamos dos años de hambre en el país y nos quedan cinco sin siembra ni siega. 7Dios me envió por delante para que puedan sobrevivir en este país, para conservar la vida a muchos supervivientes. 8No fueron ustedes quienes me enviaron aquí, fue Dios; me hizo ministro del faraón, señor de toda su corte y gobernador de Egipto.
9Ahora regresen cuanto antes a casa de mi padre y díganle: Esto dice tu hijo José: Dios me ha hecho señor de todo Egipto; baja acá conmigo sin tardar. 10Habitarás en la región de Gosén y estarás cerca de mí: tú y tus hijos y tus nietos, tus ovejas y vacas y todas tus posesiones. 11Quedan cinco años de hambre: yo te mantendré allí, para que no les falte nada a ti ni a tu familia ni a tus posesiones. 12Ustedes son testigos, y también mi hermano Benjamín lo es, que les hablo en persona. 13Cuéntenle a mi padre mi prestigio en Egipto y todo lo que han visto y traigan cuanto antes a mi padre acá.
14Y echándose al cuello de Benjamín, su hermano, se puso a llorar y lo mismo hizo Benjamín.
15Después besó llorando a todos los hermanos. Sólo entonces le hablaron sus hermanos.
16Cuando llegó al palacio del faraón la noticia de que habían venido los hermanos de José, el faraón y su corte se alegraron. 17El faraón dijo a José:
–Da las siguientes instrucciones a tus hermanos: carguen los animales y regresen a Canaán,
18tomen a su padre y a su familia y vuelvan acá; yo les daré lo mejor de Egipto y comerán lo más sustancioso del país. 19Mándales también: Tomen carros de Egipto para transportar en ellos a niños y mujeres y a su padre, y regresen. 20No se preocupen por las cosas que dejan, porque lo mejor de Egipto será de ustedes.
21Así lo hicieron los hijos de Israel. José les dio carros, según las órdenes del faraón, y provisiones para el viaje. 22Además dio a cada uno una muda de ropa y a Benjamín trescientos pesos de plata y cinco mudas de ropa. 23A su padre le envió diez asnos cargados de productos de Egipto, diez borricas cargadas de grano y víveres para el viaje de su padre. 24Despidió a sus hermanos y, cuando se iban, les dijo:
–No peleen por el camino.
25Subieron de Egipto, llegaron a Canaán, a casa de su padre Jacob 26y le comunicaron la noticia:
–José está vivo y es gobernador de Egipto.
A Jacob se le encogió el corazón sin poder creerlo. 27Ellos le repitieron cuanto les había dicho José. Cuando vio los carros que José había enviado para transportarlo, su padre Jacob recobró el aliento. 28Y dijo Israel:
–¡Ya es suficiente! Mi hijo José está vivo; lo veré antes de morir.
Jacob va a Egipto
(cfr. 28,10-22)
46 1Israel se puso en camino con todo lo suyo; llegó a Berseba y allí ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. 2De noche, en una visión, Dios dijo a Israel:
–¡Jacob, Jacob!
Respondió:
–Aquí estoy.
3Le dijo:
–Yo soy Dios, el Dios de tu padre. No temas bajar a Egipto, porque allí te convertiré en un pueblo numeroso. 4Yo bajaré contigo a Egipto y yo te haré subir. José te cerrará los ojos.
5Jacob partió de Berseba. Los hijos de Israel montaron a su padre Jacob, a los niños y las mujeres en los carros que el faraón había enviado para su transporte.
6Tomaron el ganado y las posesiones adquiridas en Canaán y se dirigieron a Egipto, Jacob con toda su descendencia. 7A sus hijos y nietos, a sus hijas y nietas, a todos los descendientes los llevó consigo a Egipto.
(cfr. 29,31–30,24)
8Nombres de los hijos de Israel que emigraron a Egipto: Rubén, primogénito de Jacob; 9hijos de Rubén: Henoc, Falú, Jesrón y Carmí; 10hijos de Simeón: Yemuel, Yamín, Ohad, Yaquín, Sójar y Saúl, hijo de la cananea; 11hijos de Leví: Guersón, Quehat y Merarí; 12 hijos de Judá: Er, Onán, Selá, Fares y Zéraj; Er y Onán habían muerto en Canaán; hijos de Fares: Jesrón y Jamul; 13hijos de Isacar: Tolá, Puvá, Yasub y Simrón; 14hijos de Zabulón: Séred, Elón y Yajleel. 15Hasta aquí los descendientes de Lía y Jacob en Padán Aram, además la hija Dina; total entre hombres y mujeres, treinta y tres.
16Hijos de Gad: Sifión, Jaguí, Suní, Esbón, Erí, Arodí y Arelí; 17hijos de Aser: Yimná, Yisvá, Yisví, Beriá y su hermana Seraj; hijos de Beriá: Héber y Malquiel. 18Hasta aquí los hijos de Jacob y Zilpa, la criada que Labán dio a su hija Lía; total, dieciséis personas.
19Hijos de Raquel, la mujer de Jacob: José y Benjamín. 20Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On, dio a José dos hijos en Egipto: Manasés y Efraín. 21Hijos de Benjamín: Bela, Béquer y Asbel; hijos de Bela: Guerá, Naamán, Ejí, Ros, Mupín, Jupín y Ared. 22Hasta aquí los descendientes de Raquel y Jacob; total, catorce personas.
23Hijos de Dan: Jusín; 24hijos de Neftalí: Yajseel, Guní, Yéser y Silén. 25 Hasta aquí los hijos de Jacob y Bilha, la criada que Labán dio a su hija Raquel; total, siete personas.
26Todas las personas que emigraron con Jacob a Egipto, nacidos de él, sin contar las nueras, eran en total sesenta y seis. 27Añadiendo los dos hijos nacidos a José en Egipto, la familia de Jacob que emigró a Egipto hace un total de setenta.
28Israel despachó por delante a Judá a casa de José, para que preparara el camino de Gosén. Cuando se dirigían a Gosén, 29José mandó enganchar la carroza y subió hacia Gosén a recibir a su padre Israel. Al llegar a su presencia, se le echó al cuello y lloró abrazado a él. 30Israel dijo a José:
–Ahora puedo morir, después de haberte visto en persona y vivo.
31José dijo a sus hermanos y a la familia de su padre:
–Voy a subir a informar al faraón: Mis hermanos y la familia de mi padre, que vivían en Canaán, han venido a verme. 32Son pastores de ovejas, que cuidan del ganado; se han traído las ovejas y las vacas y todas sus posesiones. 33Cuando el faraón los llame para informarse de la ocupación de ustedes 34le dirán: Tus siervos son pastores desde la juventud hasta hoy, lo mismo nosotros que nuestros padres. Y los dejará habitar en Gosén –porque los egipcios consideran impuros a los pastores–.
Jacob en Egipto
47 1José fue a informar al faraón:
–Mi padre y mis hermanos, con sus ovejas y vacas y todas sus posesiones, han venido de Canaán y se encuentran en Gosén.
2Entre sus hermanos, escogió cinco, y se los presentó al faraón.
3El faraón les preguntó:
–¿A qué se dedican?
Respondieron:
–Tus siervos son pastores de ovejas, lo mismo nosotros que nuestros padres.
4Y añadieron:
–Hemos venido a residir en esta tierra, porque en Canaán aprieta el hambre y no hay pastos para los rebaños de tus siervos; permite a tus siervos establecerse en Gosén.
5a El faraón dijo a José:
6b –Que se establezcan en Gosén, y si conoces entre ellos algunos con experiencia, ponlos a cargo de mi ganado.
5b Cuando Jacob y sus hijos llegaron a Egipto, se enteró el faraón, rey de Egipto, y dijo a José:
–Tu padre y tus hermanos han llegado a verte; 6a la tierra de Egipto está a tu disposición, instala a tu padre y a tus hermanos en lo mejor de la tierra.
7José hizo venir a su padre Jacob y se lo presentó al faraón. Jacob bendijo al faraón. 8El faraón preguntó a Jacob:
–¿Cuántos años tienes?
9Jacob contestó al faraón:
–Ciento treinta han sido los años de mis andanzas, pocos y malos han sido los años de mi vida, y no llegan a los años de mis padres, ni al tiempo de sus andanzas.
10Jacob bendijo al faraón y salió de su presencia.
11José instaló a su padre y a sus hermanos y les dio propiedades en Egipto, en lo mejor del país, en la región de Ramsés, como había mandado el faraón. 12Y dio pan a su padre, a sus hermanos y a toda la familia de su padre, incluidos los niños.
Política agraria de José
13En todo el país faltaba el pan, porque el hambre apretaba y agotaba la tierra de Egipto y la de Canaán. 14José acumuló todo el dinero que había en Egipto y en Canaán a cambio de los víveres que ellos compraban, y reunió todo el dinero en casa del faraón.
15En Egipto y en Canaán se acabó el dinero, de modo que acudían a José, diciendo:
–Danos pan o moriremos aquí mismo, porque se nos ha acabado el dinero.
16José contestó:
–Si ya no hay más dinero entreguen su ganado y yo se lo cambiaré por pan.
17Ellos traían el ganado a José, y éste les daba pan a cambio de caballos, de ovejas, de vacas, de asnos; durante un año los estuvo alimentando a cambio de todo su ganado.
18Pasado aquel año, volvieron a él al año siguiente, diciendo:
–No podemos negar a nuestro señor que, terminado el dinero y el ganado y los animales cobrados por nuestro señor, sólo nos queda que ofrecer a nuestro señor nuestras personas y nuestros campos.
19¿Por qué perecer en tu presencia nosotros y nuestros campos? Tómanos a nosotros y a nuestros campos a cambio de pan, y nosotros, con nuestros campos, seremos siervos del faraón; danos semilla para que vivamos y no muramos, y nuestros campos no queden desolados.
20José compró para el faraón toda la tierra de Egipto, porque todos los egipcios, acosados por el hambre, vendían sus campos. Sí, la tierra vino a ser propiedad del faraón, 21y a todo el pueblo lo hizo siervo, de un extremo a otro del país. 22Sólo dejó de comprar las tierras de los sacerdotes, porque el faraón les pasaba una porción y vivían de la porción que les daba el faraón; por eso no tuvieron que vender sus campos.
23José dijo al pueblo:
–Hoy los he comprado a ustedes, con sus tierras, para el faraón. Aquí tienen semillas para sembrar los campos. 24Cuando llegue la cosecha, darán la quinta parte al faraón, las otras cuatro partes les servirán para sembrar y como alimento para ustedes, sus familias y sus niños.
25Ellos respondieron:
–Nos has salvado la vida, hemos alcanzado el favor de nuestro señor; seremos siervos del faraón.
26Y José estableció una ley en Egipto, hoy todavía en vigor: que una quinta parte es para el faraón. Solamente las tierras de los sacerdotes no pasaron a ser propiedad del faraón.
27Israel se estableció en Egipto, en el territorio de Gosén; adquirió propiedades allí y creció y se multiplicó en gran manera. 28Jacob vivió en Egipto diecisiete años, y toda su vida fueron ciento cuarenta y siete años.
Últimos deseos de Jacob
29Cuando se acercaba para Israel la hora de morir, llamó a su hijo José y le dijo:
–Si he alcanzado tu favor, coloca tu mano bajo mi muslo y promete tratarme con bondad y lealtad; no me entierres en Egipto. 30Cuando me duerma con mis padres, sácame de Egipto y entiérrame en la sepultura con ellos.
Contestó José:
–Haré lo que pides.
31Insistió él:
–Júramelo.
Y se lo juró.
Entonces Israel hizo una inclinación hacia la cabecera de la cama.
Jacob bendice a Efraín y Manasés
(27)
48 1Después de estos sucesos le avisaron a José que su padre estaba grave. Él tomó consigo a sus dos hijos, Manasés y Efraín. 2Le comunicaron a Jacob que estaba llegando su hijo José. Israel, haciendo un esfuerzo, se incorporó en la cama. 3Jacob dijo a José:
–Dios Todopoderoso se me apareció en Luz de Canaán y me bendijo, 4diciéndome: Yo te haré crecer y multiplicarte hasta ser un grupo de tribus; a tus descendientes entregaré esta tierra en posesión perpetua. 5Pues bien, los dos hijos que te nacieron en Egipto antes de venir yo a vivir contigo, serán míos: Efraín y Manasés serán para mí como Rubén y Simeón. 6En cambio los que te nazcan después serán tuyos y en nombre de sus hermanos recibirán su herencia.
7Cuando volvía de Padán, se me murió Raquel, en Canaán, en el camino, un buen trecho antes de llegar a Efrata, y en el camino de Efrata –hoy Belén– la enterré.
8Viendo Israel a los hijos de José, preguntó:
–¿Quiénes son?
9Contestó José a su padre:
–Son mis hijos, que Dios me dio aquí.
Le dijo:
–Acércamelos que los bendiga.
10Israel había perdido vista con la vejez y casi no veía. Cuando se los acercaron, los besó y abrazó. 11Israel dijo a José:
–No contaba con verte; ahora resulta que Dios me ha dejado verte a ti y a tus descendientes.
12José se los retiró de las rodillas y se postró rostro en tierra. 13Después tomó José a los dos: a Efraín con la derecha lo puso a la izquierda de Israel, a Manasés con la izquierda lo puso a la derecha de Israel; y se los acercó. 14Israel extendió la mano derecha y la colocó sobre la cabeza de Efraín, el menor, y la izquierda sobre la cabeza de Manasés; cruzando los brazos, pues Manasés era el primogénito. 15Y los bendijo:
– El Dios en cuya presencia caminaron mis padres, Abrahán e Isaac; el Dios que fue mi pastor desde mi nacimiento hasta hoy; 16el ángel que me redime de todo mal bendiga a estos muchachos; que ellos lleven mi nombre y el de mis padres, Abrahán e Isaac, que crezcan y se multipliquen en medio de la tierra.
17Viendo José que su padre había colocado la derecha sobre la cabeza de Efraín, lo tomó a mal; agarró la mano de su padre y la pasó de la cabeza de Efraín a la de Manasés, 18mientras decía a su padre:
–No es así, padre, éste es el primogénito, pon la mano sobre su cabeza.
19El padre rehusó diciendo:
–Lo sé, hijo mío, lo sé. También llegará a ser una tribu y crecerá. Pero su hermano menor será más grande que él y su descendencia será toda una nación. 20Entonces los bendijo:
–El pueblo de Israel usará sus nombres para las bendiciones diciendo: ¡Dios te haga como a Efraín y a Manasés!
Así colocó a Efraín delante de Manasés.
21Israel dijo a José:
–Yo estoy para morir; Dios estará con ustedes y los llevará otra vez a la tierra de sus padres.
22Yo te doy más que a tus hermanos, te entrego Siquén, la que conquisté a los amorreos con mi espada y mi arco.
Testamento profético de Jacob
(Dt 33)
49 1Jacob llamó a sus hijos y les dijo:
–Reúnanse, que les voy a contar lo que sucederá en el futuro. 2Reúnanse y escúchenme, hijos de Jacob, oigan a su padre Israel:
3Tú, Rubén, mi primogénito,
mi fuerza y primicia de mi virilidad,
primero en rango, primero en poder;
4precipitado como agua,
no serás de provecho,
porque subiste a la cama de tu padre
profanando mi lecho con tu acción.
5Simeón y Leví, hermanos,
mercaderes en armas criminales.
6No quiero asistir a sus consejos,
no he de participar en su asamblea,
porque mataron hombres ferozmente
y a capricho destrozaron bueyes.
7Maldita su furia, tan cruel,
y su cólera tan feroz.
Los repartiré entre Jacob
y los dispersaré por Israel.
8A ti, Judá, te alabarán tus hermanos,
pondrás la mano
sobre la nuca de tus enemigos,
se postrarán ante ti los hijos de tu padre.
9Judá, hijo mío eres,
como un cachorro de león:
cuando regresa de cazar;
se agacha y se tumba
como león o como leona,
¿quién se atreve a desafiarlo?
10No se apartará de Judá el cetro
ni el bastón de mando
de entre sus rodillas,
hasta que le traigan tributo
y le rindan homenaje los pueblos.
11Ata su burro a una viña,
la cría a la cepa más escogida;
lava su ropa en vino
y su túnica en sangre de uvas.
12Sus ojos son más oscuros que vino
y sus dientes más blancos que leche.
13Zabulón habitará junto a la costa,
será un puerto para los barcos,
su frontera llegará hasta Sidón.
14Isacar es un asno robusto
que se tumba entre las alforjas;
15viendo que es bueno el establo
y que es hermosa la tierra,
inclina el lomo a la carga
y acepta trabajos de esclavo.
16Dan gobernará a su pueblo
como uno a las tribus de Israel.
17Dan es culebra junto al camino,
áspid junto a la senda:
muerde al caballo en la pezuña,
y el jinete es despedido hacia atrás.
18Espero tu salvación, Señor.
19Gad: le atacarán los bandidos
y él los atacará por la espalda.
20Aser tendrá comidas sustanciosas,
y ofrecerá manjar de reyes.
21Neftalí es cierva suelta
que tiene crías hermosas.
22José es un potro salvaje,
un potro junto a la fuente,
asnos salvajes junto al muro.
23Los arqueros los irritan,
los desafían y los atacan.
24Pero el arco se les queda rígido
y les tiemblan manos y brazos
ante el Campeón de Jacob,
el Pastor y Piedra de Israel.
25El Dios de tu padre te auxilia,
el Todopoderoso te bendice:
bendiciones que bajan del cielo,
bendiciones del océano,
acostado en lo hondo,
bendiciones de vientres y ubres,
26bendiciones de espigas abundantes,
bendiciones de montañas antiguas,
ambición de colinas perdurables,
bajen sobre la cabeza de José,
coronen al elegido entre sus hermanos.
27Benjamín es un lobo rapaz:
por la mañana devora la presa,
por la tarde reparte despojos.
28Éstas son las doce tribus de Israel, y esto es lo que su padre les dijo al bendecirlos, dando una bendición especial a cada uno.
Muerte de Jacob
29Y les dio las siguientes instrucciones:
–Cuando me reúna con los míos, entiérrenme con mis padres en la cueva del campo de Efrón, el hitita, 30la cueva del campo de Macpela, frente a Mambré, en Canaán, la que compró Abrahán a Efrón, el hitita, como sepulcro en propiedad. 31Allí enterraron a Abrahán y Sara, su mujer; allí enterraron a Isaac y a Rebeca, su mujer; allí enterré yo a Lía. 32El campo y la cueva fueron comprados a los hititas.
33Cuando Jacob terminó de dar instrucciones a sus hijos, recogió los pies en la cama, expiró y se reunió con los suyos.
Funeral de Jacob
50 1José se echó sobre él llorando y besándole. 2Después ordenó a los médicos de su servicio que embalsamaran a su padre, y los médicos embalsamaron a Israel. 3Les llevó cuarenta días, que es lo que suele llevar el embalsamar, y los egipcios le guardaron luto setenta días. 4Pasados los días del duelo, dijo José a los cortesanos del faraón:
–Si he alcanzado su favor, díganle personalmente al faraón: 5Mi padre me hizo jurar: cuando muera, me enterrarás en el sepulcro que me hice en Canaán. Ahora, pues, déjame subir a enterrar a mi padre, y después volveré.
6Contestó el faraón:
–Sube y entierra a tu padre, como lo has jurado.
7Cuando José subió a enterrar a su padre, lo acompañaron los ministros del faraón, los ancianos de la corte y los concejales de los pueblos, 8y toda su familia, sus hermanos, la familia de su padre; sólo quedaron en Gosén los niños, las ovejas y las vacas. 9Subieron también carros y jinetes, y la caravana era inmensa.
10Llegados a Goren Ha-Atad, al otro lado del Jordán, hicieron un funeral solemne y magnífico, y le hicieron duelo siete días. 11Viendo los cananeos que habitaban el país el funeral de Goren Ha-Atad comentaron:
–El funeral de los egipcios es solemne.
Por eso llamaron el lugar: Duelo de Egipcios –está al otro lado del Jordán–.
12Sus hijos cumplieron lo que les había mandado: 13lo llevaron a Canaán, lo enterraron en la cueva del campo de Macpela, frente a Mambré, el campo que Abrahán había comprado a Efrón, el hitita, como sepulcro en propiedad.
14Volvieron a Egipto José con sus hermanos y con los que lo habían acompañado a enterrar a su padre una vez que lo hubieron enterrado.
15Al ver los hermanos de José que su padre había muerto, se dijeron:
–A ver si José nos guarda rencor y quiere pagarnos el mal que le hicimos.
16Y enviaron un mensaje a José:
–Antes de morir, tu padre nos mandó 17que te dijéramos: Perdona a tus hermanos su crimen y su pecado y el mal que te hicieron. Por tanto, perdona el crimen de los siervos del Dios de tu padre.
José al oírlo, se echó a llorar. 18Entonces vinieron sus hermanos, se echaron al suelo ante él y le dijeron:
–Aquí nos tienes, somos tus siervos.
19José les respondió:
–No teman. ¿Ocupo yo el puesto de Dios? 20Ustedes intentaron hacerme mal, Dios intentaba convertirlo en bien, conservando así la vida a una multitud, como somos hoy. 21Por tanto, no teman. Yo los mantendré a ustedes y a sus niños.
Y los consoló llegándoles al corazón.
Muerte de José
22José vivió en Egipto con la familia de su padre y cumplió ciento diez años; 23llegó a conocer a los hijos de Efraín hasta la tercera generación, y también a los hijos de Maquir, hijo de Manasés, y se los puso en el regazo.
24José dijo a sus hermanos:
–Yo voy a morir. Dios se ocupará de ustedes y los llevará de esta tierra a la tierra que prometió a Abrahán, Isaac y Jacob.
25Y los hizo jurar:
–Cuando Dios se ocupe de ustedes, se llevarán mis huesos de aquí.
26José murió a los ciento diez años de edad. Lo embalsamaron y lo metieron en un ataúd en Egipto.