Capítulos del Exodo

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ÉXODO

 

Esclavitud y genocidio

1 1Lista de los israelitas que fueron a Egipto con Jacob, cada uno con su familia: 2Rubén, Simeón, Leví, Judá, 3Isacar, Zabulón, Benjamín, 4Dan, Neftalí, Gad, Aser. 5Descendientes directos de Jacob, setenta personas; José ya estaba en Egipto.

6Muerto José, sus hermanos y toda aquella generación, 7los israelitas crecían y se propagaban, se multiplicaban y se hacían fuertes en extremo e iban llenando todo el país.

8Subió al trono en Egipto un nuevo faraón que no había conocido a José, 9y dijo a su pueblo:

–Miren, los israelitas se están volviendo más numerosos y fuertes que nosotros; 10vamos a vencerlos con astucia, porque si no crecerán; y si se declara la guerra, se aliarán con el enemigo, nos atacarán y después se marcharán de nuestra tierra.

11Entonces, nombraron capataces que los explotaran con trabajos forzados en la construcción de las ciudades granero de Pitón y Ramsés. 12Pero cuanto más los oprimían, ellos más crecían y se propagaban. Hartos de los israelitas, 13los egipcios les impusieron trabajos penosos, 14y les amargaron la vida con dura esclavitud, imponiéndoles los duros trabajos de la preparación de la arcilla, de la fabricación de los ladrillos y toda clase de trabajos del campo.

15El rey de Egipto ordenó a las parteras hebreas –una se llamaba Séfora y otra Fuá–:

16–Cuando asistan a las hebreas en el parto y les llegue el momento de dar a luz, si es niño lo matarán, si es niña la dejarán con vida.

17Pero las parteras respetaban a Dios, y en vez de hacer lo que les mandaba el rey de Egipto dejaban con vida a los recién nacidos.

18El rey de Egipto llamó a las parteras y las interrogó:

–¿Por qué obran así y dejan con vida a las criaturas?

19Contestaron al faraón:

–Es que las mujeres hebreas no son como las egipcias: son robustas y dan a luz antes de que lleguen las parteras.

20Dios premió a las parteras: el pueblo crecía y se hacía muy fuerte, 21y a ellas, como respetaban a Dios, también les dio familia.

22Entonces, el faraón ordenó a todos sus hombres:

–Cuando les nazca un niño, deben arrojarlo al Nilo; si es niña, déjenla con vida.

Infancia de Moisés

2 1Un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu; 2ella concibió y dio a luz un niño. Viendo lo hermoso que era, lo tuvo escondido tres meses. 3No pudiendo tenerlo escondido por más tiempo, tomó una cesta de mimbre, la embadurnó de barro y alquitrán, colocó en ella a la criatura y la depositó entre los juncos, a la orilla del Nilo.

4Una hermana del niño observaba a distancia para ver en qué terminaba todo aquello. 5La hija del faraón bajó a bañarse en el Nilo, mientras sus criadas la seguían por la orilla. Al descubrir la cesta entre los juncos, mandó a la criada a recogerla. 6La abrió, miró dentro y encontró un niño llorando. Conmovida, comentó:

–Es un niño de los hebreos.

7Entonces, la hermana del niño dijo a la hija del faraón:

–¿Quieres que vaya a buscar una nodriza hebrea que te críe el niño?

8Respondió la hija del faraón:

–Anda.

La muchacha fue y llamó a la madre del niño.

9La hija del faraón le dijo:

–Llévate este niño y críamelo, y yo te pagaré.

La mujer tomó al niño y lo crió.

10Cuando creció el muchacho, se lo llevó a la hija del faraón, que lo adoptó como hijo y lo llamó Moisés, diciendo: Lo he sacado del agua.

Juventud de Moisés

11Pasaron los años, Moisés creció, salió adonde estaban sus hermanos y los encontró transportando cargas. Y vio cómo un egipcio maltrataba a un hebreo, uno de sus hermanos. 12Miró a uno y otro lado, y viendo que no había nadie, mató al egipcio y lo enterró en la arena.

13Al día siguiente, salió y encontró a dos hebreos riñendo, y dijo al culpable:

–¿Por qué maltratas a tu compañero?

14Él le contestó:

–¿Quién te ha nombrado jefe y juez nuestro? ¿Es que pretendes matarme como mataste al egipcio?

Moisés se asustó pensando que la cosa se había sabido.

15Cuando el faraón se enteró del hecho, buscó a Moisés para darle muerte; pero Moisés huyó del faraón y se refugió en el país de Madián. Allí se sentó junto a un pozo.

16El sacerdote de Madián tenía siete hijas, que solían salir a sacar agua y a llenar los bebederos para dar de beber al rebaño de su padre. 17Llegaron unos pastores e intentaron echarlas. Entonces Moisés se levantó, defendió a las muchachas y dio de beber a su rebaño. 18Ellas volvieron a casa de Raguel, su padre, y él les preguntó:

–¿Cómo así que hoy han vuelto tan pronto?

19Contestaron:

–Un egipcio nos ha librado de los pastores, nos ha sacado agua y ha dado de beber al rebaño.

20Replicó el padre:

–¿Dónde está? ¿Cómo lo han dejado marchar? Llámenlo que venga a comer.

21Moisés accedió a vivir con él, y éste le dio a su hija Séfora por esposa. 22Ella dio a luz un niño y Moisés lo llamó Guersón, diciendo: Soy forastero en tierra extranjera.

23Pasaron muchos años, murió el rey de Egipto, y los israelitas se quejaban de la esclavitud y clamaron. Los gritos de auxilio de los esclavos llegaron a Dios. 24Dios escuchó sus quejas y se acordó de la alianza con Abrahán, Isaac y Jacob; 25y viendo a los israelitas, Dios se interesó por ellos.

Vocación de Moisés

(Jue 6,11-16)

3 1Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; una vez llevó el rebaño más allá del desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. 2El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.

3Moisés dijo:

–Voy a acercarme a mirar este espectáculo tan admirable: cómo es que no se quema la zarza.

4Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:

–Moisés, Moisés.

Respondió él:

–Aquí estoy.

5Dijo Dios:

–No te acerques. Quítate las sandalias de los pies, porque el sitio que pisas es terreno sagrado.

6Y añadió:

–Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.

Moisés se tapó la cara temeroso de mirar a Dios.

7El Señor le dijo:

–He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. 8Y he bajado a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel, el país de los cananeos, hititas, amorreos, fereceos, heveos y jebuseos. 9La queja de los israelitas ha llegado a mí, y he visto cómo los tiranizan los egipcios. 10Y ahora, anda, que te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas.

11Moisés replicó a Dios:

–¿Quién soy yo para acudir al faraón o para sacar a los israelitas de Egipto?

12Respondió Dios:

–Yo estoy contigo, y ésta es la señal de que yo te envío: que cuando saques al pueblo de Egipto, darán culto a Dios en esta montaña.

13Moisés replicó a Dios:

–Mira, yo iré a los israelitas y les diré: el Dios de sus padres me ha enviado a ustedes. Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?

14Dios dijo a Moisés:

–Soy el que soy. Esto dirás a los israelitas: Yo soy me envía a ustedes.

15Dios añadió a Moisés:

–Esto dirás a los israelitas: El Señor Dios de sus padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a ustedes. Éste es mi Nombre para siempre: así me llamarán de generación en generación. 16Vete, reúne a las autoridades de Israel y diles: El Señor Dios de sus padres, de Abrahán, de Isaac y de Jacob, se me apareció y me ha dicho: Los tengo presentes y veo cómo los tratan los egipcios. 17He decidido sacarlos de la opresión egipcia y hacerlos subir al país de los cananeos, hititas, amorreos, fereceos, heveos y jebuseos, a una tierra que mana leche y miel. 18Ellos te harán caso, y tú, con las autoridades de Israel, te presentarás al rey de Egipto y le dirás: El Señor Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro, y nosotros tenemos que hacer un viaje de tres jornadas por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor nuestro Dios. 19Yo sé que el rey de Egipto no los dejará marchar si no es a la fuerza; 20pero yo extenderé la mano, heriré a Egipto con prodigios que haré en el país, y entonces los dejará marchar. 21Y haré que este pueblo se gane el favor de los egipcios, de modo que al salir no se marchen con las manos vacías. 22Las mujeres pedirán a sus vecinas, o a las dueñas de las casas donde se alojen, objetos de plata y oro y ropa para vestir a sus hijos e hijas. Así se llevarán botín de Egipto.

 

4 1Moisés replicó:

–¿Y si no me creen ni me hacen caso, y dicen que no se me ha aparecido el Señor?

2El Señor le preguntó:

–¿Qué tienes en la mano?

Contestó:

–Un bastón.

3Dios le dijo:

–Tíralo al suelo.

Él lo tiró al suelo, y al instante se convirtió en serpiente. Moisés retrocedió asustado.

4El Señor dijo a Moisés:

–Extiende tu mano y agárrala por la cola.

Moisés extendió la mano, y al agarrarla en su mano la serpiente se convirtió nuevamente en un bastón.

5–Esto es para que crean que se te ha aparecido el Señor, Dios de sus padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob.

6El Señor siguió diciéndole:

–Mete la mano en el pecho.

Él la metió, y al sacarla tenía la piel descolorida como la nieve, enferma de lepra.

7Le dijo:

–Métela otra vez en el pecho.

La metió, y al sacarla ya estaba tan sana como todo su cuerpo.

8–Si no te creen ni te hacen caso al primer signo, te creerán al segundo. 9Y si no te creen ni hacen caso a ninguno de los dos, toma agua del Nilo, derrámala en tierra, y el agua que hayas sacado del Nilo se convertirá en sangre.

10Pero Moisés insistió al Señor:

–Yo no tengo facilidad de palabra, ni antes ni ahora que has hablado a tu servidor; soy torpe de boca y de lengua.

11El Señor replicó:

–¿Quién da la boca al hombre? ¿Quién lo hace mudo o sordo o perspicaz o ciego? ¿No soy yo, el Señor? 12Por tanto, ve; yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que tienes que decir.

13Insistió:

–No, Señor; envía el que tengas que enviar.

14El Señor se irritó con Moisés y le dijo:

–Aarón, tu hermano, el levita, sé que habla bien. Él viene ya a tu encuentro y se alegrará al verte. 15Háblale y ponle mis palabras en la boca. Yo estaré en tu boca y en la suya, y les enseñaré lo que tienen que hacer. 16Él hablará al pueblo en tu nombre, él será tu boca, tú serás su dios. 17Tú toma el bastón con el que realizarás los signos.

Moisés vuelve a Egipto

18Moisés volvió a casa de Jetró, su suegro, y le dijo:

–Voy a volver a Egipto a ver si mis hermanos viven todavía.

Jetró le contestó:

–Puedes irte en paz.

19El Señor dijo a Moisés en Madián:

–Vuelve a Egipto, que han muerto los que intentaban matarte.

20Moisés tomó a su mujer y a sus hijos, los montó en asnos y se encaminó a Egipto. En la mano llevaba el bastón prodigioso.

21El Señor dijo a Moisés:

–Mientras vuelves a Egipto, fíjate en los prodigios que he puesto a tu disposición, porque los tienes que hacer delante del faraón. Yo lo pondré terco y no dejará salir al pueblo. 22Tú le dirás: Así dice el Señor: Israel es mi hijo primogénito, 23y yo te ordeno que dejes salir a mi hijo para que me sirva; si te niegas a soltarlo, yo daré muerte a tu hijo primogénito.

24En un albergue del camino, el Señor le salió al paso para darle muerte. 25Séfora entonces tomó un cuchillo de piedra, le cortó el prepucio a su hijo, lo aplicó a las partes de Moisés y dijo:

–Eres para mí un marido de sangre.

26Y el Señor lo dejó cuando ella dijo: marido de sangre –por la circuncisión–.

27El Señor dijo a Aarón:

–Ve al desierto a recibir a Moisés.

Él fue, lo encontró en el monte de Dios y lo besó.

28Moisés contó a Aarón todas las cosas que el Señor le había encomendado y los signos que le había mandado hacer. 29Moisés y Aarón fueron y reunieron a las autoridades de Israel. 30Aarón repitió todo lo que el Señor había dicho a Moisés, y éste realizó los signos ante el pueblo. 31El pueblo creyó, y al oír que el Señor se ocupaba de los israelitas y se fijaba en su opresión, se inclinaron en actitud de adoración.

Moisés y Aarón ante el faraón

(1 Re 12)

5 1Después Moisés y Aarón se presentaron al faraón, y le dijeron:

–Así dice el Señor Dios de Israel: Deja salir a mi pueblo, para que celebre mi fiesta en el desierto.

2Respondió el faraón:

–¿Quién es el Señor para que tenga que obedecerle dejando marchar a los israelitas? Ni reconozco al Señor ni dejaré marchar a los israelitas.

3Ellos replicaron:

–El Dios de los hebreos nos ha salido al encuentro: tenemos que hacer un viaje de tres días por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios; de lo contrario, nos herirá con peste o espada.

4El rey de Egipto les dijo:

–¿Por qué ustedes, Moisés y Aarón, alborotan al pueblo en su trabajo? Vuelvan a transportar sus cargas. Y añadió: 5ya son más numerosos que los naturales del país, y ustedes quieren que dejen de transportar cargas.

6El mismo día, el faraón dio órdenes a los capataces y a los inspectores:

7–No sigan entregando paja para fabricar adobes a esta gente como hacían antes; que vayan ellos a buscarse la paja. 8Pero exíjanles la misma cantidad de adobes que hacían antes, sin disminuir nada. Son unos flojos, y por eso andan gritando: Vamos a ofrecer sacrificios a nuestro Dios.

9Impónganles trabajos pesados y que los cumplan, y no hagan caso de sus cuentos.

10Los capataces y los inspectores salieron, y dijeron al pueblo:

–Esto dice el faraón: No les daré más paja; 11vayan ustedes a buscarla y tráiganla de donde puedan, pero no por eso se les va a rebajar la cantidad de adobes que tienen fijada.

12El pueblo se dispersó por todo el territorio egipcio buscando paja.

13Los capataces los apuraban diciendo:

–Completen su trabajo, la tarea de cada día, como cuando se les daba la paja.

14Los capataces golpeaban a los inspectores israelitas que habían nombrado, diciéndoles:

–¿Por qué no completaron hoy la cantidad de adobes como lo hacían antes?

15Entonces, los inspectores israelitas fueron a reclamar al faraón:

–¿Por qué tratas así a tus siervos? 16Nos exigen que hagamos adobes sin darnos paja; tus siervos se llevan los golpes, pero el culpable es tu pueblo.

17Contestó el faraón:

–Flojos, eso es lo que son, unos flojos; por eso andan diciendo: Vamos a ofrecer sacrificios al Señor. 18Y ahora a trabajar; paja no se les dará, pero tendrán que entregar la misma cantidad de adobes.

19Los inspectores israelitas se vieron en un aprieto cuando les dijeron que no disminuiría la cantidad diaria de adobes, 20y encontrando a Moisés y a Aarón, que los esperaban a la salida del palacio del faraón, 21les dijeron:

–El Señor los examine y los juzgue. Nos han hecho odiosos ante él; al faraón y su corte le han puesto en la mano una espada para que nos mate.

22Moisés volvió al Señor, y le dijo:

–Señor, ¿por qué maltratas a este pueblo? ¿Para qué me has enviado? 23Desde que me presenté al faraón para hablar en tu Nombre, el pueblo es maltratado y tú no has librado a tu pueblo.

 

6 1El Señor respondió a Moisés:

–Pronto verás lo que voy a hacer al faraón: los dejará marchar a la fuerza y aun los echará de su territorio.

Misión de Moisés I

(3,7-10)

2Dios dijo a Moisés:

Yo soy el Señor. 3Yo me aparecí a Abrahán, Isaac y Jacob como Dios Todopoderoso, pero no les di a conocer mi Nombre: el Señor. 4Yo hice alianza con ellos prometiéndoles la tierra de Canaán, tierra donde habían residido como emigrantes. 5Yo también, al escuchar las quejas de los israelitas esclavizados por los egipcios, me acordé de la alianza; 6por tanto, diles a los israelitas: Yo soy el Señor, yo les quitaré de encima las cargas de los egipcios, los libraré de su esclavitud, los rescataré con brazo extendido y haciendo justicia solemne. 7Los adoptaré como mi pueblo y seré su Dios; para que sepan que soy el Señor, el Dios de ustedes, el que les quita de encima las cargas de los egipcios, 8los llevaré a la tierra que prometí con juramento a Abrahán, Isaac y Jacob, y se la daré en posesión. Yo, el Señor.

9Moisés comunicó esto a los israelitas, pero no le hicieron caso, porque estaban agobiados por el durísimo trabajo.

10El Señor dijo a Moisés:

11–Ve al faraón, rey de Egipto, y dile que deje salir de su territorio a los israelitas.

12Moisés se dirigió al Señor en estos términos:

–Si los israelitas no me escuchan, ¿cómo me escuchará el faraón a mí, que soy tan torpe de palabra?

13El Señor habló a Moisés y a Aarón, les dio órdenes para los israelitas y para el faraón, rey de Egipto a fin de dejar salir de Egipto a los israelitas.

Lista de los cabezas de familia

(Gn 46,8-11)

14Hijos de Rubén, primogénito de Jacob: Henoc, Falú, Jesrón y Carmí; son los clanes de Rubén.

15Hijos de Simeón: Yemuel, Yamín, Ohad, Yaquín, Sójar y Saúl, hijo de la cananea; son los clanes de Simeón.

16Lista de los hijos de Leví por generaciones: Guersón, Quehat y Merarí      –Leví vivió ciento treinta y siete años–. 17Hijos de Guersón: Libní, Semeí y sus clanes. 18Hijos de Quehat: Amrán, Yishar, Hebrón y Uziel –Quehat vivió ciento treinta y tres años–. 19Hijos de Merarí: Majli y Musí. Hasta aquí los clanes de Leví, por generaciones.

20Amrán se casó con Yoquébed, pariente suya, y ella le dio a Aarón y a Moisés –Amrán vivió ciento treinta y siete años–. 21Hijos de Yishar: Córaj, Néfeg y Zicrí. 22Hijos de Uziel: Misael, Elsafán y Sitrí. 23Aarón se casó con Isabel, hija de Aminadab y hermana de Najsón; ella dio a luz a Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar.

24Hijos de Córaj: Asir, Elcaná y Abiasaf; son los clanes corajitas.

25Eleazar, hijo de Aarón, se casó con una hija de Futiel, y ella dio a luz a Fineés. Hasta aquí los cabezas de familia levitas por clanes.

26Y éstos son Aarón y Moisés, a quienes el Señor dijo: Saquen a los israelitas de Egipto por escuadrones, 27y los que dijeron al faraón, rey de Egipto, que dejara salir a los israelitas de Egipto: Moisés y Aarón.

Misión de Moisés II

28Cuando el Señor habló a Moisés en Egipto, 29le dijo:

–Yo soy el Señor. Repite al faraón de Egipto todo lo que te digo.

30Y Moisés le respondió al Señor:

–Soy torpe de palabra, ¿cómo me va a hacer caso el faraón?

 

7 1El Señor dijo a Moisés:

–Mira, te hago como un dios para el faraón, y Aarón, tu hermano, será tu profeta. 2Tú dirás todo lo que yo te mande, y Aarón le dirá al faraón que deje salir a los israelitas de su territorio. 3Yo pondré terco al faraón y haré muchos signos y prodigios contra Egipto. 4El faraón no los escuchará, pero yo extenderé mi mano contra Egipto y sacaré de Egipto a mis escuadrones, mi pueblo, los israelitas, haciendo solemne justicia. 5Para que los egipcios sepan que yo soy el Señor cuando extienda mi mano contra Egipto y saque a los israelitas de en medio de ellos.

6Moisés y Aarón hicieron puntualmente lo que el Señor les mandaba.

7Cuando hablaron al faraón, Moisés tenía ochenta años, y Aarón ochenta y tres.

El bastón prodigioso

8El Señor dijo a Moisés y a Aarón:

9–Cuando el faraón les diga que hagan algún prodigio, le dirás a Aarón que agarre su bastón y lo tire delante del faraón, y se convertirá en una culebra.

10Moisés y Aarón se presentaron al faraón e hicieron lo que el Señor les había mandado. Aarón tiró el bastón delante del faraón y de sus ministros, y se convirtió en una culebra. 11El faraón llamó a sus sabios y a sus hechiceros, y los magos de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos: 12cada uno tiró su bastón, y se convirtieron en culebras, pero el bastón de Aarón se tragó los otros bastones. 13Y el faraón se puso terco y no les hizo caso, como había anunciado el Señor.

Primera plaga:

el agua convertida en sangre

(Sab 11,6; Ap 8,8s; 16,3-7)

14El Señor dijo a Moisés:

–El faraón se ha puesto terco y se niega a dejar marchar al pueblo. 15Acude mañana al faraón, cuando salga al río, y espéralo a la orilla del Nilo, llevando contigo el bastón que se convirtió en serpiente. 16Y dile: El Señor, Dios de los hebreos, me ha enviado a ti con este encargo: deja salir a mi pueblo para que me rinda culto en el desierto; hasta ahora no me has hecho caso. 17Así dice el Señor: Con esto sabrás que yo soy el Señor: con el bastón que llevo en la mano golpearé el agua del Nilo, y se convertirá en sangre; 18los peces del Nilo morirán, el río apestará y los egipcios no podrán beber agua del Nilo.

19El Señor dijo a Moisés:

–Dile a Aarón: Agarra tu bastón, extiende la mano sobre las aguas de Egipto: ríos, canales, estanques y pozos, y el agua se convertirá en sangre. Y habrá sangre por todo Egipto: en las vasijas de madera y en las de piedra.

20Moisés y Aarón hicieron lo que el Señor les mandaba. Levantó el bastón y golpeó el agua del Nilo a la vista del faraón y de su corte. Toda el agua del Nilo se convirtió en sangre. 21Los peces del Nilo murieron, el Nilo apestaba y los egipcios no podían beber agua, y hubo sangre por todo el país de Egipto.

22Los magos de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos, de modo que el faraón se empeñó en no hacer caso, como lo había anunciado el Señor.

23El faraón se volvió al palacio, pero no aprendió la lección. 24Los egipcios cavaban pozos a los lados del Nilo buscando agua para beber, porque no podían beber el agua del Nilo.

Segunda plaga: ranas

(Sab 11,15s; 16,3; 19,10)

25A los siete días de haber golpeado el Nilo, 26el Señor dijo a Moisés:

–Preséntate al faraón, y dile: Así dice el Señor: deja marchar a mi pueblo para que me rinda culto. 27Si tú te niegas a dejarlo marchar, yo infestaré todo tu territorio de ranas; 28bullirá el Nilo de ranas que subirán, se meterán en tu palacio, por habitaciones y alcobas y hasta tu cama; lo mismo pasará en casa de tus ministros y de tu pueblo, en hornos y en donde amasan el pan. 29Las ranas saltarán sobre ti, sobre tu corte, y sobre todo tu pueblo.

 

8 1El Señor dijo a Moisés:

–Dile a Aarón: Extiende la mano con el bastón sobre ríos, canales y estanques, y haz salir ranas por todo el territorio egipcio.

2Aarón extendió la mano sobre las aguas de Egipto e hizo salir ranas que infestaron todo el territorio egipcio. 3Pero lo mismo hicieron los magos con sus encantamientos: hicieron salir ranas por todo el territorio egipcio.

4El faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les pidió:

–Pídanle al Señor que aleje las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré marchar al pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor.

5Moisés respondió al faraón:

–Dime cuándo tengo que rezar por ti, por tu corte y por tu pueblo, para que se acaben las ranas en tu palacio y queden sólo en el Nilo.

6Respondió el faraón:

–Mañana.

Dijo Moisés:

–Así se hará, para que sepas que no hay otro como el Señor, nuestro Dios. 7Las ranas se alejarán de ti, de tu palacio, de tu corte y de tu pueblo, y quedarán sólo en el Nilo.

8Moisés y Aarón salieron del palacio del faraón. Moisés suplicó al Señor por lo de las ranas, como había convenido con el faraón. 9El Señor cumplió lo que pedía Moisés: las ranas fueron muriendo en casas, patios, campos, 10y las reunían en montones, de modo que todo el país apestaba. 11Viendo el faraón que le daban respiro, se puso terco y no les hizo caso, como lo había anunciado el Señor.

Tercera plaga: mosquitos

(Sab 19,10)

12Dijo el Señor a Moisés:

–Dile a Aarón: Extiende tu bastón y golpea el polvo del suelo, y se convertirá en mosquitos por todo el territorio egipcio.

13Así lo hicieron. Aarón extendió la mano y con el bastón golpeó el polvo del suelo, que se convirtió en mosquitos que atacaban a hombres y animales. Todo el polvo del suelo se convirtió en mosquitos por todo el territorio egipcio.

14Intentaron los magos hacer lo mismo sacando mosquitos con sus encantamientos, y no pudieron. Los mosquitos atacaban a hombres y animales.

15Entonces los magos dijeron al faraón:

–Es el dedo de Dios.

Pero el faraón se empeñó en no hacerles caso, como lo había anunciado el Señor.

Cuarta plaga: moscas

16Dijo el Señor a Moisés:

–Madruga mañana, preséntate al faraón cuando sale hacia el río y dile: Así dice el Señor: deja marchar a mi pueblo para que me rinda culto; 17si tú no sueltas a mi pueblo, yo soltaré moscas contra ti, contra tu corte, tu pueblo y tu familia, se llenarán de moscas las casas de los egipcios y también los terrenos donde viven. 18Ese día daré trato diverso al territorio de Gosén, donde reside mi pueblo, de modo que allí no habrá moscas; para que sepas que yo, el Señor, estoy en el país. 19Haré distinción entre mi pueblo y el tuyo. Mañana sucederá este signo.

20El Señor lo cumplió: nubes de moscas invadieron el palacio del faraón y de su corte y todo el territorio egipcio, de modo que toda la tierra estaba infestada de moscas.

21El faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo:

–Vayan a ofrecer sacrificios a su Dios, pero sin salir del país.

22Respondió Moisés:

–No estaría bien hacerlo así, porque los animales que ofreceremos al Señor, nuestro Dios son sagrados para los egipcios; y si sacrificamos a su vista los animales que ellos adoran, nos apedrearán; 23tenemos que hacer un viaje de tres días por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios, como nos ha mandado.

24Replicó el faraón:

–Yo los dejaré marchar al desierto con sus víctimas para el Señor, su Dios, con la condición de que no se alejen. Recen por mí.

25Dijo Moisés:

–Cuando salga de tu presencia rezaré al Señor para que aleje las moscas de ti, de tu corte y de tu pueblo mañana mismo. Pero que el faraón no vuelva a usar fraudes para no dejar salir al pueblo a ofrecer sacrificios al Señor.

26Moisés salió de la presencia del faraón, y rezó al Señor. 27El Señor hizo lo que Moisés pedía: alejó las moscas del faraón, de su corte y de su pueblo, hasta no quedar ni una. 28Pero el faraón se puso terco también esta vez y no dejó salir al pueblo.

Quinta plaga: peste

9 1El Señor dijo a Moisés:

–Preséntate al faraón y háblale: Así dice el señor, Dios de los hebreos: deja salir a mi pueblo para que me rinda culto. 2Si te niegas a dejarlos salir y sigues reteniéndolos a la fuerza, 3la mano del Señor se hará sentir en el ganado del campo, caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas con una peste maligna. 4Pero el Señor hará distinción entre el ganado de Israel y el egipcio, de modo que no muera ni uno solo de los animales de los israelitas. 5El Señor ha establecido un plazo: mañana cumplirá el Señor su palabra contra el país.

6El Señor cumplió su palabra al día siguiente: murió todo el ganado de los egipcios, y del ganado de los israelitas no murió ni uno solo.

7El faraón mandó averiguar, y del ganado de los israelitas no había muerto ni una res. Pero el faraón se puso terco y no dejó salir al pueblo.

Sexta plaga: úlceras

(Ap 16,2.11)

8El Señor dijo a Moisés y a Aarón:

–Recojan un puñado de hollín del horno y que Moisés lo arroje hacia el cielo a la vista del faraón; 9se convertirá por todo el territorio egipcio en polvo que caerá sobre hombres y animales produciendo úlceras y llagas en todo el territorio egipcio.

10Tomaron hollín del horno, y a la vista del faraón, Moisés lo arrojó hacia el cielo, y hombres y animales se cubrieron de úlceras y llagas.

11Los magos no pudieron resistir delante de Moisés, a causa de las úlceras, que les habían salido como a todos los demás egipcios.

12Pero el Señor hizo que el faraón se empeñase en no hacerles caso, como lo había anunciado el Señor.

Séptima plaga: tormenta y granizo

(Ap 11,19; 16,17s; Sal 18; Sab 16,22)

13El Señor dijo a Moisés:

–Mañana de madrugada, preséntate al faraón y dile: Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: deja salir a mi pueblo para que me rinda culto. 14Porque esta vez voy a soltar todas mis plagas contra ti mismo, tu corte y tu pueblo, para que sepas que no hay nadie como yo en toda la tierra. 15Podía haber soltado ya mi mano para herirlos hasta que desaparecieran. 16Pero con este fin te he mantenido en tu puesto, para mostrarte mi fuerza y para que se difunda mi fama en toda la tierra. 17Todavía alzas tu barrera frente a mi pueblo para no dejarlo marchar. 18Pero mira, mañana a estas horas haré caer una terrible granizada como no ha caído otra igual en toda la historia de Egipto. 19Así que, manda poner en lugar seguro tu ganado y lo que tienes en el campo. A los hombres y a los animales que se encuentren en el campo y no se refugien en los establos, les caerá encima un granizo que los matará.

20Los ministros del faraón que respetaron la Palabra del Señor hicieron refugiarse a sus esclavos y metieron corriendo el ganado en los establos; 21los que no atendieron a la Palabra del Señor, dejaron a sus esclavos y ganado en el campo.

22El Señor dijo a Moisés:

–Extiende tu mano hacia el cielo y caerá granizo en todo el territorio egipcio: sobre hombres y animales y sobre la hierba del campo.

23Moisés extendió su bastón hacia el cielo, y el Señor lanzó truenos, granizo y rayos zigzagueando hacia la tierra; el Señor hizo granizar en el territorio egipcio. 24Vino el granizo, con rayos que se formaban entre el granizo, un pedrisco grueso como no se había visto en Egipto desde que comenzó a ser nación. 25El granizo hizo destrozos en todo el territorio egipcio: hirió a todo lo que se encontraba en el campo, hombres y animales, destrozó la hierba del campo y tronchó los árboles silvestres. 26Pero en territorio de Gosén, donde vivían los israelitas, no cayó granizo.

27Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo:

–Esta vez he obrado mal. El Señor tiene razón, y yo y mi pueblo somos culpables. 28Recen al Señor, que ya basta de truenos y granizo, y los dejaré marchar sin retenerlos más.

29Moisés le contestó:

–Cuando salga de la ciudad extenderé las manos hacia el Señor, y cesarán completamente truenos y granizo, para que sepas que toda la tierra es del Señor. 30Aunque sé que tú y tu corte todavía no respetan al Señor Dios.

31–El lino y la cebada se perdieron, porque la cebada estaba en espiga y el lino estaba floreciendo, 32el trigo y el mijo no se perdieron, porque son tardíos–.

33Moisés salió del palacio y de la ciudad, y extendió las manos al Señor: cesaron truenos y granizo y la lluvia no azotó la tierra. 34Viendo el faraón que habían cesado la lluvia, el granizo y los truenos, volvió a pecar y se puso terco, él con su corte, 35y se empeñó en no dejar salir a los israelitas, como lo había anunciado el Señor por medio de Moisés.

Octava plaga: langostas

(Jl 1,2-12; Ap 9,1-11)

10 1El Señor dijo a Moisés:

–Preséntate al faraón, porque yo lo he puesto terco a él y a su corte, para realizar en medio de ellos mis signos; 2para que puedas contar a tus hijos y nietos cómo traté a los egipcios, y los signos que ejecuté en medio de ellos; así sabrán que yo soy el Señor.

3Moisés y Aarón se presentaron al faraón y le dijeron:

–Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante mí y a dejar marchar a mi pueblo para que me rinda culto? 4Si te niegas a dejar marchar a mi pueblo, mañana enviaré la langosta a tu territorio: 5cubrirá la superficie de la tierra, de modo que no se vea el suelo; se comerá todo lo que se haya salvado del granizo, se comerá todas las plantas que brotan en el campo de ustedes; 6llenarán tu casa, las casas de tus ministros y de todos los egipcios; algo que no vieron tus padres ni tus abuelos desde que poblaron la tierra hasta hoy.

Moisés dio media vuelta y salió de la presencia del faraón.

7Los ministros del faraón dijeron:

–¿Hasta cuándo nos estará llevando ése a la ruina? Deja marchar a esa gente para que rinda culto al Señor, su Dios. ¿No acabas de comprender que Egipto se está arruinando?

8Hicieron volver a Moisés y a Aarón a presencia del faraón, y éste les dijo:

–Vayan a rendir culto al Señor, su Dios, pero antes díganme quiénes tienen que ir. 9Moisés respondió:

–Tenemos que ir con chicos y ancianos, con hijos e hijas, con ovejas y vacas, para celebrar la fiesta del Señor.

10Él replicó:

–El Señor los acompañe, si yo los dejo marchar con sus niños. Se ve con claridad que ustedes tienen malas intenciones. 11No; que vayan solamente los varones a ofrecer culto al Señor; es lo que han pedido.

Y el faraón los despachó.

12El Señor dijo a Moisés:

–Extiende tu mano sobre Egipto, haz que la langosta invada el país y se coma la hierba y cuanto se ha salvado del granizo.

13Moisés extendió la vara sobre Egipto. El Señor hizo soplar sobre el país un viento del este todo el día y toda la noche; a la mañana siguiente, 14el viento trajo la langosta, que invadió todo Egipto, y se posó por todo el territorio; tal cantidad de langosta nunca hubo antes ni la habrá después. 15Cubrió la superficie, destrozó las tierras, devoró la hierba y todos los frutos, cuanto se había salvado del granizo, y no quedó cosa verde, ni árboles ni hierba, en todo el territorio egipcio.

16El faraón llamó inmediatamente a Moisés y a Aarón, y les dijo:

–He pecado contra el Señor, su Dios, y contra ustedes. 17Perdonen esta vez mi pecado, recen al Señor, su Dios, para que aleje de mí este castigo mortal.

18Moisés salió de su presencia, y rezó al Señor. 19El Señor cambió la dirección del viento, que empezó a soplar con toda fuerza del oeste, y se llevó la langosta, empujándola hacia el Mar Rojo: no quedó una sola langosta en todo el territorio.

20Pero el Señor hizo que el faraón se empeñase en no dejar marchar a los israelitas.

Novena plaga: tinieblas

(Sab 17; Ap 16,10)

21El Señor dijo a Moisés:

–Extiende tu mano hacia el cielo, y se extenderá sobre el territorio egipcio una oscuridad palpable.

22Moisés extendió la mano hacia el cielo, y una densa oscuridad cubrió el territorio egipcio durante tres días. 23No se veían unos a otros ni se movieron de su sitio durante tres días, mientras que todos los israelitas tenían luz en sus poblados.

24El faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo:

–Vayan a ofrecer culto al Señor; también los niños pueden ir con ustedes, pero dejen las ovejas y las vacas.

25Respondió Moisés:

–Tienes que dejarnos llevar víctimas para los sacrificios que hemos de ofrecer al Señor Dios nuestro. 26También el ganado tiene que venir con nosotros, sin quedar ni una res, porque nosotros queremos tomar de lo nuestro para ofrecerlo al Señor, nuestro Dios, y no sabremos qué tenemos que ofrecer al Señor hasta que lleguemos allá.

27Pero el Señor hizo que el faraón se empeñara en no dejarlos marchar.

28El faraón, entonces, le dijo:

–Fuera de mi presencia, y cuidado con volver a presentarte; si te vuelvo a ver, morirás inmediatamente.

29Respondió Moisés:

–Tú mismo lo has dicho: no volveré a verte.

Décima plaga: muerte de los primogénitos

11 1El Señor dijo a Moisés:

–Todavía tengo que enviar una plaga al faraón y a su país. Después los dejará marchar de aquí, es decir, los echará a todos de aquí. 2Habla a todo el pueblo: que cada hombre pida a su vecino y cada mujer a su vecina utensilios de plata y oro.

3El Señor hizo que el pueblo se ganase el favor de los egipcios, y también Moisés era muy estimado en Egipto por los ministros del faraón y por el pueblo.

4Dijo Moisés:

–Así dice el Señor: A medianoche yo haré un recorrido entre los egipcios; 5morirán todos los primogénitos de Egipto, desde el primogénito del faraón que se sienta en el trono hasta el primogénito de la sierva que atiende al molino, y todos los primogénitos del ganado. 6Y se oirá un inmenso clamor por todo Egipto como nunca lo ha habido ni lo habrá. 7Mientras que a los israelitas ni un perro les ladrará, ni a los hombres ni a las bestias; para que sepan que el Señor distingue entre egipcios e israelitas. 8Entonces todos estos ministros tuyos acudirán a mí, y de rodillas me pedirán: Váyanse, tú y el pueblo que te sigue. Entonces saldré.

Y salió enojado de la presencia del faraón.

9Así, el Señor dijo a Moisés:

–El faraón no les hará caso, y así se multiplicarán mis prodigios en Egipto.

10Y Moisés y Aarón hicieron todos estos prodigios en presencia del faraón; pero el Señor hizo que el faraón se empeñara en no dejar marchar a los israelitas de su territorio.

Pascua

(Lv 23,5-8; Nm 9,1-14; Dt 16,1-8; Jos 5,10)

12 1En aquellos días, el Señor dijo a Moisés y a Aarón en Egipto:

2–Este mes será para ustedes el principal, será para ustedes el primer mes del año. 3Digan a toda la asamblea de Israel: El diez de este mes cada uno se conseguirá un cordero o un cabrito para su familia, uno por casa. 4Si la familia es demasiado pequeña para terminarlo, que se junte con el vecino de casa; el animal se repartirá según el número de comensales y lo que coma cada uno. 5Será un animal sin defecto, macho, de un año, cordero o cabrito. 6Lo guardarán hasta el día catorce del mes, y entonces toda la asamblea de Israel lo matará al atardecer. 7Con algo de la sangre rociarán el marco de la puerta de la casa donde lo coman. 8Esa noche comerán la carne, asada a fuego, acompañada de pan sin fermentar y verduras amargas. 9No comerán de ella nada crudo ni cocido en agua, sino asado a fuego: con cabeza, patas y entrañas. 10No dejarán restos para la mañana siguiente, y si sobra algo, lo quemarán. 11Y lo comerán así: ceñidos con el cinturón, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y lo comerán rápidamente, porque es la Pascua del Señor. 12Esa noche atravesaré todo el territorio egipcio dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y daré un justo escarmiento a todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. 13La sangre será su contraseña de ustedes en las casas donde estén: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no los tocará la plaga exterminadora cuando yo pase hiriendo a Egipto. 14Este día será para ustedes memorable, en él celebrarán fiesta al Señor. Y lo harán de generación en generación como una ley perpetua.

Los Ázimos

(Nm 9,11; 1 Cor 5,7s)

15–Durante siete días comerán panes sin levadura; el día primero harán desaparecer de sus casas toda levadura, porque el que coma algo fermentado será excluido de Israel. Así del primero al séptimo día. 16El día primero hay asamblea litúrgica y también el día séptimo: en esos días no trabajarán; solamente prepararán lo que haga falta a cada uno para comer. 17Ustedes celebrarán la fiesta de los Ázimos, porque en ese día sacó el Señor a sus escuadrones de Egipto. Harán fiesta ese día: esto es ley perpetua para todas sus generaciones. 18Desde la tarde del día catorce del mes primero a la tarde del día veintiuno comerán panes sin levadura; 19durante siete días no habrá levadura en sus casas, porque quien coma algo fermentado será excluido de la asamblea de Israel, sea forastero o nativo. 20Por lo tanto no coman nada fermentado, dondequiera que ustedes vivan, coman panes sin levadura.

Órdenes de Moisés

21Moisés llamó a todas las autoridades de Israel y les dijo:

–Elijan un cordero o un cabrito por familia y mátenlo para celebrar la pascua. 22Tomen un manojo de ramas de hisopo, mójenlo en la sangre del plato y unten de sangre el marco de la puerta, y ninguno de ustedes salga por la puerta de casa hasta la mañana siguiente. 23El Señor va a pasar hiriendo a Egipto, y cuando vea la sangre en el marco de la puerta, el Señor pasará de largo y no permitirá al exterminador entrar en sus casas para herir. 24Cumplan este mandato del Señor: ésta es una ley perpetua para ustedes y sus hijos. 25Y cuando entren en la tierra que el Señor les va a dar, según lo prometido, deberán seguir celebrando este rito. 26Y cuando sus hijos les pregunten qué significa este rito, 27les responderán: es el sacrificio de la Pascua del Señor. Él pasó en Egipto, junto a las casas de los israelitas, hiriendo a los egipcios y protegiendo nuestras casas.

28El pueblo se inclinó en señal de adoración. Y los israelitas fueron y pusieron por obra lo que el Señor había mandado a Moisés y a Aarón.

Muerte de los primogénitos y salida de Israel

(Sab 18,5-19; Sal 105,36-38)

29A medianoche, el Señor hirió de muerte a todos los primogénitos de Egipto: desde el primogénito del faraón que se sienta en el trono hasta el primogénito del preso encerrado en el calabozo, y los primogénitos de los animales. 30Aún de noche, se levantó el faraón y su corte y todos los egipcios, y se oyó un clamor inmenso en todo Egipto, porque no había casa en que no hubiera un muerto.

31El faraón llamó a Moisés y a Aarón de noche, y les dijo:

–Levántense, salgan inmediatamente de en medio de mi pueblo, ustedes con todos los israelitas, vayan a ofrecer culto al Señor como lo habían pedido; 32llévense también como querían las ovejas y las vacas y váyanse. Y rueguen a Dios por mí.

33Los egipcios apuraban al pueblo para que saliese cuanto antes del país, porque temían morir todos. 34El pueblo sacó la masa sin fermentar, la envolvió en mantas y se la cargó al hombro. 35Además, los israelitas hicieron lo que Moisés les había mandado: pidieron a los egipcios utensilios de plata y oro y ropa; 36el Señor hizo que se ganaran el favor de los egipcios, que les dieron lo que pedían. Así despojaron a Egipto.

37Los israelitas marcharon de Ramsés hacia Sucot: eran seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños; 38y les seguía una turba inmensa, con ovejas y vacas y enorme cantidad de ganado.

39Como no habían tenido tiempo de preparar comida cocieron la masa que habían sacado de Egipto haciendo tortas de pan ázimo, ya que no había fermentado, porque los egipcios los echaban y no podían detenerse y tampoco se llevaron provisiones.

40La permanencia de los israelitas en Egipto duró cuatrocientos treinta años. 41Cumplidos los cuatrocientos treinta años, el mismo día, salieron de Egipto los escuadrones del Señor. 42El Señor veló aquella noche para sacarlos de Egipto: por eso será para los israelitas noche de vela por todas las generaciones.

Rito de la Pascua

43El Señor dijo a Moisés y a Aarón:

–Éste es el rito de la Pascua. Ningún extranjero la comerá. 44Los esclavos que te hayas comprado, circuncídalos y sólo entonces podrán comerla. 45Ni el criado ni el jornalero la comerán. 46Cada cordero se ha de comer dentro de una casa sin sacar afuera nada de la carne, y no le romperán ningún hueso. 47La comunidad entera de Israel la celebrará. 48Y si el emigrante que vive contigo quiere celebrar la Pascua del Señor, hará circuncidar a todos los varones, y sólo entonces podrá tomar parte en ella: será como el nacido en el país. Pero ningún incircunciso la comerá. 49La misma ley vale para el nacido en el país y para el emigrante que vive con ustedes.

50Así lo hicieron los israelitas: todo lo que el Señor había ordenado a Moisés y a Aarón lo cumplieron. 51Y aquel mismo día el Señor sacó de Egipto a los israelitas, por escuadrones.

 

13 1El Señor dijo a Moisés:

2–Conságrame todos los primogénitos israelitas; el primer parto, lo mismo de hombres que de animales, me pertenece.

3Y Moisés dijo al pueblo:

–Guarden siempre el recuerdo de este día, en que han salido de Egipto, de la esclavitud, cuando el Señor con mano fuerte los sacó de allí. Este día no se comerá nada fermentado. 4Salen hoy, en el mes de abril.

Los panes ázimos

5–Cuando el Señor te haya introducido en la tierra de los cananeos, los amorreos, los heveos y los jebuseos, en el país que el Señor te dará, porque así lo juró a tus padres, tierra que mana leche y miel, entonces en este mes celebrarás el siguiente rito: 6Durante siete días comerás panes sin levadura y el día séptimo se hará fiesta en honor del Señor. 7Durante esos siete días se comerá pan sin levadura y no ha de aparecer en todo tu territorio levadura ni nada fermentado. 8Y ese día le explicarás a tu hijo: Esto es por lo que el Señor hizo en mi favor cuando salí de Egipto. 9Este rito te servirá como si tuvieras una señal en el brazo y un recordatorio en la frente, para que tengas en los labios la Ley del Señor, que con mano fuerte te sacó de Egipto. 10Guardarás este mandato todos los años, en su fecha.

Los primogénitos

(Dt 15,19-23; Nm 3,11-13)

11Cuando el Señor te introduzca en la tierra de los cananeos, como juró a ti y a tus padres, y te la entregue, 12dedicarás al Señor todos los primogénitos: el primer parto de tus animales, si es macho, pertenece al Señor. 13La primera cría de asno la rescatarás con un cordero; si no la rescatas, la desnucarás. Pero los primogénitos humanos los rescatarás siempre. 14Y cuando mañana tu hijo te pregunte: ¿Qué significa esto?, le responderás: Con mano fuerte nos sacó el Señor de Egipto, de la esclavitud. 15El faraón se puso terco en no dejarnos salir, entonces el Señor dio muerte a todos los primogénitos de Egipto, lo mismo de hombres que de animales. Por eso yo sacrifico al Señor todo primogénito macho de los animales. Pero los primogénitos de mis hijos los rescato. 16Te servirá como señal en el brazo y signo en la frente de que con mano fuerte te sacó el Señor de Egipto.

Hacia el Mar Rojo

17Cuando el faraón dejó marchar al pueblo, Dios no los guió por el camino de Palestina, que es el más corto, pensando que si se veían atacados, se arrepentirían y volverían a Egipto, 18por eso Dios hizo que el pueblo diese un rodeo por el desierto hacia el Mar Rojo. Los israelitas habían salido de Egipto muy bien equipados. 19Moisés tomó consigo los huesos de José, como se lo había hecho jurar a los israelitas: Cuando Dios se ocupe de ustedes, se llevarán mis huesos de aquí.

20Partieron de Sucot y acamparon en Etán, al borde del desierto. 21El Señor caminaba delante de ellos, de día en una columna de nubes para guiarlos; de noche, en una columna de fuego, para alumbrarles; así podían caminar día y noche. 22No se apartaba delante de ellos ni la columna de nubes de día ni la columna de fuego de noche.

Paso del Mar Rojo

(Sab 19,1-9; Sal 136,13-15)

14 1El Señor dijo a Moisés:

2–Di a los israelitas que se vuelvan y acampen en Fejirot, entre Migdal y el mar, frente a Baal Safón; pongan los campamentos mirando al mar. 3El faraón pensará que los israelitas están perdidos en el país y que el desierto les cierra el paso. 4Haré que el faraón se empeñe en perseguirlos, y me cubriré de gloria derrotando al faraón y a su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy el Señor.

Así lo hicieron los israelitas.

5Cuando comunicaron al rey de Egipto que el pueblo había escapado, el faraón y su corte cambiaron de parecer sobre el pueblo, y se dijeron: ¿Qué  hemos hecho? Hemos dejado marchar a nuestros esclavos israelitas. 6Hizo enganchar su carro y tomó consigo sus tropas: 7seiscientos carros escogidos y los demás carros de Egipto con sus correspondientes oficiales.

8El Señor hizo que el faraón se empeñase en perseguir a los israelitas, mientras éstos salían triunfalmente.

9Los egipcios los persiguieron con caballos, carros y jinetes, y les dieron alcance mientras acampaban en Fejirot, frente a Baal Safón.

10El faraón se acercaba, los israelitas alzaron la vista y vieron a los egipcios que avanzaban detrás de ellos, y muertos de miedo gritaron al Señor. 11Y dijeron a Moisés:

–¿No había sepulcros en Egipto? Nos ha traído al desierto a morir. ¿Qué nos has hecho sacándonos de Egipto? 12¿No te decíamos ya en Egipto: Déjanos en paz, y serviremos a los egipcios; más nos vale servir a los egipcios que morir en el desierto?

13Moisés respondió al pueblo:

–No tengan miedo; manténganse firmes y verán la victoria que el Señor les va a conceder hoy; esos egipcios que están viendo hoy, no los volverán a ver jamás. 14El Señor peleará por ustedes; ustedes esperen en silencio.

15El Señor dijo a Moisés:

–¿Por qué me invocas a gritos? Ordena a los israelitas que avancen. 16Tú alza el bastón y extiende la mano sobre el mar, y se abrirá en dos, de modo que los israelitas puedan atravesarlo a pie, sin mojarse. 17Yo haré que el faraón se empeñe en entrar detrás de ustedes y mostraré mi gloria derrotando al faraón con su ejército, sus carros y jinetes; 18para que sepa Egipto que yo soy el Señor, cuando muestre mi gloria derrotando al faraón con sus carros y jinetes.

19El ángel de Dios, que caminaba delante del campamento israelita, se levantó y pasó a su retaguardia; la columna de nubes que estaba delante de ellos se puso detrás de ellos, 20metiéndose entre el campamento egipcio y el campamento israelita; la nube se oscureció y la noche quedó oscura, de modo que no pudieron acercarse unos a otros en toda la noche.

21Moisés extendió la mano sobre el mar, el Señor hizo retirarse al mar con un fuerte viento del este que sopló toda la noche; el mar quedó seco y las aguas se dividieron en dos. 22Los israelitas entraron por el mar a pie, sin mojarse, y las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda. 23Los egipcios, persiguiéndolos, entraron detrás de ellos por el mar, con los caballos del faraón, sus carros y sus jinetes.

24De madrugada, miró el Señor desde la columna de fuego y de nubes y desbarató al ejército egipcio. 25Trabó las ruedas de los carros, haciéndolos avanzar pesadamente. Los egipcios dijeron:

–Huyamos de los israelitas, porque el Señor combate por ellos contra Egipto.

26Pero Dios dijo a Moisés:

–Tiende tu mano sobre el mar, y las aguas se volverán contra los egipcios, sus carros y sus jinetes.

27Moisés tendió su mano sobre el mar: al despuntar el día el mar recobró su estado ordinario, cuando los egipcios trataron de huir, se toparon con las aguas, y el Señor arrojó a los egipcios en medio del mar. 28Las aguas, al reunirse, cubrieron carros, jinetes y todo el ejército del faraón que había entrado en el mar persiguiendo a Israel, y no escapó uno solo. 29Pero los israelitas pasaron por el mar a pie, sin mojarse, mientras las aguas les hacían de muralla a derecha e izquierda.

30Aquel día el Señor libró a los israelitas de los egipcios, y los israelitas vieron los cadáveres de los egipcios a la orilla del mar. 31Los israelitas vieron la mano magnífica de Dios y lo que hizo a los egipcios. Así, Israel respetó al Señor y tuvo confianza en él y en Moisés, su servidor.

Canto de Moisés

15 1Entonces Moisés y los israelitas cantaron este canto al Señor:

 

Cantaré al Señor, que se ha cubierto de gloria,

                   caballos y jinetes ha arrojado en el mar.

2Mi fuerza y mi poder es el Señor,

                   él fue mi salvación.

Él es mi Dios: yo lo alabaré;

                   el Dios de mi padre: yo proclamaré su grandeza.

3El Señor es un guerrero,

                   su Nombre es el Señor.

4Él arrojó al mar los carros y la tropa del faraón,

                   ahogó en el Mar Rojo a sus mejores capitanes.

5Las olas los cubrieron,

                   bajaron hasta el fondo como piedras.

6Tu mano, Señor, es fuerte y magnífica;

                   tu mano, Señor, tritura al enemigo;

7tu gran victoria destruye al adversario,

                   lanzas tu incendio y los devora como paja.

8Al soplo de tu ira se amontonaron las aguas,

                   las corrientes se alzaron como un dique,

                   las olas se cuajaron en el mar.

9Decía el enemigo: Los perseguiré y alcanzaré,

                   repartiré el botín, se saciará mi codicia,

                   desenvainaré la espada, los agarrará mi mano.

10Pero sopló tu aliento y los cubrió el mar,

                   se hundieron como plomo en las aguas formidables.

11¿Quién hay como tú entre los dioses, Señor,

                   magnífico en tu santidad,

                   temible por tus proezas, autor de prodigios?

12Extendiste tu mano: se los tragó la tierra;

13guiaste con tu fidelidad al pueblo que habías rescatado,

                   los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.

14Lo oyeron los pueblos y temblaron,

                   se estremecieron los jefes filisteos,

15se espantaron los jefes de Edom,

                   un temblor sacude a los príncipes de Moab,

                   perdieron el valor todos los jefes cananeos;

16los asaltaron tu espanto y tu pavor,

                   los dejó petrificados la grandeza de tu brazo,

                   mientras pasaba tu pueblo, Señor,

                   mientras pasaba el pueblo que te habías comprado.

17Lo introduces y lo plantas en el monte de tu herencia,

                   lugar del que hiciste tu trono, Señor;

                   santuario, Señor, que fundaron tus manos.

18El Señor reina por siempre jamás.

19Cuando el caballo del faraón y su carro y sus jinetes entraron por el mar, el Señor volcó sobre ellos las aguas del mar; en cambio, los israelitas atravesaron el mar a pie, sin mojarse.

20María, la profetisa, hermana de Aarón, tomó su pandereta en la mano, y todas las mujeres salieron con panderetas a danzar detrás de ella. 21María entonaba:

Canten al Señor, que se ha cubierto de gloria;

                   caballos y carros ha arrojado en el mar.

Primera etapa en el desierto

Ya está el pueblo fuera de Egipto y todavía no ha llegado a la tierra prometida. Entre las dos fronteras, entre los dos momentos decisivos, se extiende un tiempo de reflexión y prueba en el desierto. Lugar desamparado que reduce al pueblo a las necesidades elementales de la subsistencia y lo pone a prueba, para que conquiste desde dentro la libertad que le han regalado. Tiempo intermedio de dilación, para templar el aguante y cultivar la esperanza, para vivir de la promesa después de haber experimentado el primer favor: la liberación.

Nace así un forcejeo entre el pueblo y su Libertador a través del mediador Moisés, forcejeo rico en experiencias aleccionadoras para los protagonistas y sus descendientes. También esta etapa se convierte en modelo de futuras peregrinaciones por otros desiertos, a la conquista de la libertad y la esperanza. Por su carácter elemental, los sucesos despliegan un valor simbólico de futuras experiencias religiosas: el agua, el maná, que culminarán en la teología simbólica del evangelista Juan.

Los episodios que comienzan aquí continúan en el libro de los Números, especialmente en los capítulos 11–16 y 20.

Murmuraciones por la carencia de agua

22Moisés hizo partir a los israelitas del Mar Rojo y los llevó hacia el desierto del Sur; caminando tres días por el desierto sin encontrar agua, 23llegaron por fin a Mará, pero no pudieron beber el agua porque era amarga –por eso se llama Mará–.

24El pueblo protestó contra Moisés, diciendo:

–¿Qué vamos a beber ahora?

25Él invocó al Señor, y el Señor le indicó una planta; Moisés la echó en el agua, que se convirtió en agua dulce. Allí les dio leyes y mandatos y los puso a prueba, 26diciéndoles:

–Si obedecen al Señor, su Dios, haciendo lo que es justo a sus ojos, escuchando sus mandatos y cumpliendo sus leyes, no les enviaré las enfermedades que he enviado a los egipcios, porque yo soy el Señor, que te cura.

27Llegaron a Elim, donde había doce manantiales y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas.

Maná y codornices

(Nm 11; Sal 78,15s; 106,13-15; Sab 16,20-29)

16 1Toda la comunidad de Israel partió de Elim y llegó al desierto de Sin, entre Elim y Sinaí, el día quince del segundo mes después de salir de Egipto. 2La comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, 3diciendo:

–¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad.

4El Señor dijo a Moisés:

–Yo les haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba, a ver si guarda mi ley o no. 5El día sexto prepararán lo que hayan recogido, y será el doble de lo que recogen a diario.

6Moisés y Aarón dijeron a los israelitas:

–Esta tarde ustedes sabrán que es el Señor quien los ha sacado de Egipto, 7y mañana verán su gloria ya que el Señor ha oído las quejas de ustedes contra él. Porque, ¿quiénes somos nosotros para que ustedes nos critiquen? 8Dijo Moisés:

–Esta tarde el Señor les dará de comer carne y mañana los saciará de pan; el Señor los ha oído protestar contra él; ¿nosotros qué somos? No han protestado contra nosotros, sino contra el Señor.

9Moisés dijo a Aarón:

–Di a la asamblea de los israelitas: Acérquense al Señor, que ha escuchado sus protestas.

10Mientras Aarón hablaba a la asamblea, ellos miraron hacia el desierto y vieron la Gloria del Señor, que aparecía en la nube.

11El Señor dijo a Moisés:

12–He oído las protestas de los israelitas. Diles: Hacia el atardecer comerán carne, por la mañana comerán pan hasta quedar satisfechos, para que sepan que yo soy el Señor, su Dios.

13Por la tarde, una bandada de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. 14Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino parecido a la escarcha. 15Al verlo, los israelitas preguntaron:

–¿Qué es esto?

Porque no sabían lo que era.

Moisés les dijo:

–Es el pan que el Señor les da para comer. 16Éstas son las órdenes del Señor: que cada uno recoja lo que pueda comer, dos litros por cabeza para todas las personas que vivan en cada tienda de campaña.

17Así lo hicieron los israelitas: unos recogieron más, otros menos. 18Y al medirlo en el celemín, no le sobraba al que había recogido más, ni le faltaba al que había recogido menos: había recogido cada uno lo que podía comer.

19Moisés les dijo:

–Que nadie guarde para mañana.

20Pero no le hicieron caso, sino que algunos guardaron para el día siguiente, y entonces salieron gusanos que lo pudrieron. Moisés se enojó con ellos.

21Recogían cada mañana, cada uno lo que iba a comer, porque el calor del sol lo derretía. 22El día sexto recogían el doble, cuatro litros cada uno. Los jefes de la comunidad informaron a Moisés 23y él les contestó:

–Es lo que había dicho el Señor: mañana es sábado, descanso dedicado al Señor; cocinen hoy lo que tengan que cocinar y guisen lo que tengan que guisar, y lo que sobre, guárdenlo para mañana.

24Ellos lo apartaron para el día siguiente, como había mandado Moisés, y no le salieron gusanos ni se pudrió.

25Moisés les dijo:

–Cómanlo hoy, porque hoy es día de descanso dedicado al Señor, y no lo encontrarán en el campo; 26podrán recogerlo durante los seis días, pero el séptimo día es descanso y no habrá nada.

27El día séptimo salieron algunos a recoger y no encontraron nada.

28El Señor dijo a Moisés:

–¿Hasta cuándo se negarán a cumplir mis mandatos y preceptos? 29El Señor es quien les da el descanso; por eso el día sexto se les da el pan de dos días. Que cada uno se quede en su puesto sin salir de su tienda el día séptimo.

30El pueblo descansó el día séptimo.

31Los israelitas llamaron a aquella sustancia maná: era blanca, como semillas de cilantro y era dulce como las tortas amasadas con miel.

32Dijo Moisés:

–Éstas son las órdenes del Señor: Llena de maná una medida de dos litros y guárdenla para que las generaciones futuras puedan ver el pan que les di de comer en el desierto cuando los saqué de Egipto.

33Moisés ordenó a Aarón:

–Toma una jarra, mete en ella dos litros de maná y colócalo ante el Señor; que se conserve para las generaciones futuras.

34Aarón, según el mandato del Señor a Moisés, lo colocó ante el documento de la alianza, para que se conservase.

35Los israelitas comieron maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada. Comieron maná hasta atravesar la frontera de Canaán. 36–El contenedor usado para la medida del maná era de dos litros–.

Agua de la roca

(Nm 20,1-13; Sab 11,4.7)

17 1La comunidad israelita se alejó del desierto de Sin por etapas, según las órdenes del Señor, y acampó en Rafidín, donde el pueblo no encontró agua de beber. 2El pueblo se rebeló contra Moisés, diciendo:

–Danos agua de beber.

Él les respondió:

–¿Por qué se rebelan contra mí y tientan al Señor?

3Pero el pueblo, sediento, protestó contra Moisés:

–¿Por qué nos has sacado de Egipto?, ¿para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y al ganado?

4Moisés clamó al Señor:

–¿Qué hago con este pueblo? Por poco me apedrean.

5El Señor respondió a Moisés:

–Pasa delante del pueblo, acompañado de las autoridades de Israel, empuña el bastón con el que golpeaste el Nilo y camina; 6yo te espero allí, junto a la roca del Horeb. Golpea la roca y saldrá agua para que beba el pueblo.

Moisés lo hizo ante las autoridades israelitas 7y llamó al lugar Masá y Meribá, porque los israelitas se habían quejado y habían tentado al Señor, preguntando: ¿Está o no está con nosotros el Señor?

Victoria sobre Amalec

(Nm 24,20; Sal 83,8)

8Los amalecitas fueron y atacaron a los israelitas en Rafidín.

9Moisés dijo a Josué:

–Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré de pie en la cima del monte con el bastón prodigioso en la mano.

10Hizo Josué lo que le decía Moisés y atacó a los amalecitas; entretanto, Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte.

11Mientras Moisés tenía en alto la mano vencía Israel, mientras la tenía bajada vencía Amalec.

12Y como le pesaban las manos, ellos tomaron una piedra y se la pusieron debajo para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así sostuvo los brazos hasta la puesta del sol.

13Josué derrotó a Amalec y a su tropa a filo de espada.

14El Señor dijo a Moisés:

–Escríbelo en un libro de memorias y léeselo a Josué: Borraré la memoria de Amalec bajo el cielo.

15Moisés levantó un altar y lo llamó: Señor, mi estandarte, 16diciendo:

–Monumento al trono del Señor; el Señor está en guerra con Amalec de generación en generación.

Visita de Jetró

18 1Jetró, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, se enteró de todo lo que había hecho Dios con Moisés y con Israel, su pueblo y cómo el Señor había sacado a Israel de Egipto. 2Jetró, suegro de Moisés, había recogido a Séfora, mujer de Moisés 3y a sus dos hijos, cuando éste la había hecho regresar a su casa. Uno de esos hijos se llamaba Guersón –por aquello que Moisés había dicho: he sido forastero en tierra extranjera–, 4y el otro Eleazar –por aquello que Moisés había dicho: el Dios de mi padre me auxilia y me libró de la espada del faraón– 5Jetró fue a ver a Moisés, con la mujer y los hijos de éste, al desierto donde acampaban, junto al monte de Dios.

6Cuando le informaron a Moisés: Ahí está tu suegro Jetró, que ha venido a verte, con tu mujer y tus hijos, 7salió él a recibirlo, se postró, lo besó y se saludaron los dos; después entraron en la tienda de campaña. 8Moisés contó a su suegro todo lo que había hecho el Señor al faraón y a los egipcios a causa de los israelitas, y las dificultades que habían encontrado por el camino y de las cuales los había librado el Señor. 9Se alegró Jetró de todos los beneficios que el Señor había hecho a Israel, librándolo del poder egipcio, 10y dijo:

–Bendito sea el Señor, que los libró del poder de los egipcios y del faraón; 11ahora sé que el Señor es el más grande de todos los dioses, porque cuando los trataban a ustedes con arrogancia, el Señor libró al pueblo del dominio egipcio.

12Después Jetró, suegro de Moisés, ofreció un holocausto y sacrificios a Dios; Aarón, con todas las autoridades israelitas, entró en la tienda y comieron con el suegro de Moisés, en presencia de Dios.

Distribución de responsabilidades

(Dt 1,9-18; Nm 11,16-25)

13Al día siguiente, Moisés se sentó a resolver los asuntos del pueblo, y todo el pueblo acudía a él de la mañana a la noche. 14Viendo el suegro de Moisés todo lo que hacía éste por el pueblo, le dijo:

–¿Qué es lo que haces con el pueblo? ¿Por qué estás sentado tú solo mientras todo el pueblo acude a ti de la mañana a la noche?

15Moisés respondió a su suegro:

–El pueblo acude a mí para que consulte a Dios; 16cuando tienen pleito vienen a mí a que se lo resuelva y a que les explique las leyes y mandatos de Dios.

17El suegro de Moisés le replicó:

–No está bien lo que haces; 18se están matando, tú y el pueblo que te acompaña; la tarea es demasiado pesada y no puedes realizarla tú solo. 19Acepta mi consejo y que Dios esté contigo: tú representas al pueblo delante de Dios, y le presentas sus asuntos; 20al mismo tiempo debes inculcarle los mandatos y preceptos de Dios, y enseñarle el camino que debe seguir y las acciones que debe realizar.

21Busca entre todo el pueblo algunos hombres hábiles, que respeten a Dios, sinceros, enemigos del soborno, y nombra entre ellos jefes de mil, de cien, de cincuenta y de veinte; 22ellos administrarán justicia al pueblo regularmente: los asuntos graves que te los pasen a ti, los asuntos sencillos que los resuelvan ellos; así se repartirá la carga y tú podrás con la tuya. 23Si haces lo que te digo y Dios te da instrucciones, podrás resistir, y el pueblo se volverá a casa en paz.

24Moisés aceptó el consejo de su suegro e hizo lo que le decía. 25Escogió entre todos los israelitas gente hábil y los puso al frente del pueblo, como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de veinte. 26Ellos administraban justicia al pueblo regularmente: los asuntos complicados se los pasaban a Moisés, los sencillos los resolvían ellos. 27Moisés despidió a su suegro y éste se volvió a su tierra.

 

La Alianza

En el desierto sucede el gran encuentro del pueblo con Dios. La tradición ha fijado un lugar: el valle que se abre a los pies del Safsafá y el Monte de Moisés. Se trata de un encuentro fundacional.

La institución humana de la alianza, sobre todo en forma de alianza entre soberano y vasallo, se emplea para significar y realizar la unión de Dios con un pueblo escogido. Es el «sacramento» fundamental que constituye a Israel en pueblo de Dios. La alianza instaura relaciones, con compromisos bilaterales, aunque salvando la iniciativa y soberanía de Dios. El pueblo tiene que aceptar libremente y comprometerse con decisión.

Dios apoya su oferta en un acto liberador, ofrece y pone condiciones, sanciona con promesas y amenazas. La ceremonia es litúrgica, el pacto queda sellado con un sacrificio.

Las condiciones primarias de Dios son «diez palabras», el «decálogo»; a ellas se añade un «código de Alianza» (20,22–23,19). El decálogo, de origen no determinable, es una serie de preceptos escuetos –un par de ellos provistos de breve razonamiento– que intenta ofrecer una síntesis fundamental que regula las relaciones con Dios y con el prójimo. El «código de la Alianza» recoge leyes del patrimonio común antiguo, incluyendo sentencias judiciales, normas de derecho procesal, algunas prescripciones cúlticas.

Apenas terminada la alianza, el pueblo quebranta el segundo mandamiento. El pecado está descrito en una forma que parece depender del pecado de Jeroboán (1 Re 12,26-30). Moisés, intermediario de la alianza, tiene que interceder solidarizándose con su pueblo. De allí sube a la más alta intimidad con Dios.

Oferta de la Alianza

(24; Dt 29; Jos 24)

19 1Aquel día, al cumplir tres meses de salir de Egipto, los israelitas llegaron al desierto del Sinaí;

2saliendo de Rafidín llegaron al desierto de Sinaí y acamparon allí, frente al monte. 3Moisés subió hacia el monte de Dios y el Señor lo llamó desde el monte, y le dijo:

4–Habla así a la casa de Jacob, diles a los hijos de Israel: Ustedes han visto lo que hice a los egipcios, y cómo a ustedes los llevé en alas de águila y los traje a mí; 5por tanto, si quieren obedecerme y guardar mi alianza, serán mi propiedad entre todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece.

6Ustedes serán para mí un pueblo sagrado, un reino sacerdotal. Esto es lo que has de decir a los israelitas.

7Moisés volvió, convocó a las autoridades del pueblo y les expuso todo lo que le había mandado el Señor.

8Todo el pueblo a una respondió:

–Haremos cuanto dice el Señor.

9Moisés comunicó al Señor la respuesta, y el Señor le dijo:

–Voy a acercarme a ti en una nube espesa, para que el pueblo pueda escuchar lo que hablo contigo y te crea en adelante.

Moisés comunicó al Señor lo que el pueblo había dicho.

Teofanía

(Dt 4,11s; Miq 1,4; Sal 50,1-3)

10Y el Señor dijo a Moisés:

–Vuelve a tu pueblo, purifícalos hoy y mañana, que se laven la ropa, 11y estén preparados para pasado mañana, porque pasado mañana bajará el Señor al monte Sinaí, a la vista del pueblo. 12Traza un límite alrededor del monte y avisa al pueblo que se guarde de subir al monte o acercarse a la falda; el que se acerque al monte será condenado a muerte. 13Lo matarán, sin tocarlo, a pedradas o con flechas, sea hombre o animal; no quedará con vida. Sólo cuando suene el cuerno podrán subir al monte.

14Moisés bajó del monte adonde estaba el pueblo, lo purificó y le hizo lavarse la ropa. 15Después les dijo:

–Estén preparados para pasado mañana, y no toquen a sus mujeres.

16Al tercer día por la mañana hubo truenos y relámpagos y una nube espesa se posó sobre el monte, mientras el toque de la trompeta crecía en intensidad, y el pueblo se puso a temblar en el campamento. 17Moisés sacó al pueblo del campamento para recibir a Dios, y se quedaron firmes al pie de la montaña. 18El monte Sinaí era todo una humareda, porque el Señor bajó a él con fuego; se alzaba el humo como de un horno, y toda la montaña temblaba. 19El toque de la trompeta iba creciendo en intensidad mientras Moisés hablaba y Dios le respondía con el trueno. 20El Señor bajó a la cumbre del monte Sinaí, y llamó a Moisés a la cumbre. Cuando éste subió, 21el Señor le dijo:

–Baja al pueblo y mándales que no traspasen los límites para ver al Señor, porque morirían muchísimos. 22Y a los sacerdotes que se han de acercar al Señor purifícalos, para que el Señor no arremeta contra ellos.

23Moisés contestó al Señor:

–El pueblo no puede subir al monte Sinaí, porque tú mismo nos has mandado trazar un círculo que marque la montaña sagrada.

24El Señor insistió:

–Anda, baja y después sube con Aarón; que el pueblo y los sacerdotes no traspasen el límite para subir adonde está el Señor, no sea que él les quite la vida.

25Entonces Moisés bajó al pueblo y se lo dijo.

Decálogo

(34; Dt 5; Sal 50,16-20)

20 1Dios pronunció las siguientes palabras:

2–Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud.

3»No tendrás otros dioses aparte de mí. 4No te harás una imagen, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua bajo tierra. 5No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso: castigo la culpa de los padres en los hijos, nietos y bisnietos cuando me aborrecen; 6pero actúo con lealtad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos.

7»No pronunciarás el Nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque el Señor no dejará sin castigo a quien pronuncie su Nombre en falso.

8»Fíjate en el sábado para santificarlo. 9Durante seis días trabaja y haz tus tareas, 10pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el emigrante que viva en tus ciudades. 11Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos, y el séptimo descansó; por eso el Señor bendijo el sábado y lo santificó.

12»Honra a tu padre y a tu madre; así prolongarás tu vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar.

13»No matarás.

14»No cometerás adulterio.

15»No robarás.

16»No darás testimonio falso contra tu prójimo.

17»No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su toro, ni su asno, ni nada que sea de él.

18Todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonar de la trompeta y la montaña humeante. Y el pueblo estaba aterrorizado, y se mantenía a distancia. 19Y dijeron a Moisés:

–Háblanos tú y te escucharemos; que no nos hable Dios, que moriremos.

20Moisés respondió al pueblo:

–No teman: Dios ha venido para probarlos a ustedes, y para que siempre sientan temor de él a fin de que no pequen.

21El pueblo se quedó a distancia y Moisés se acercó hasta la nube espesa donde estaba Dios.

Código de la Alianza

Ley sobre el altar

22El Señor habló a Moisés:

–Di a los israelitas: Ustedes mismos han visto que les he hablado desde el cielo; 23no me coloquen a mí entre dioses de plata ni se fabriquen dioses de oro. 24Me harás un altar de tierra y en él ofrecerás tus holocaustos, tus sacrificios de comunión, tus ovejas y tus vacas. En los lugares donde haga pronunciar mi Nombre bajaré a ti y te bendeciré. 25Y si quieres hacerme un altar de piedras, no lo construyas con piedras talladas, porque al picar la piedra con la herramienta queda profanada. 26No subas a mi altar por escalones, no sea que al subir por él se te vea tu desnudez.

Leyes acerca de la esclavitud

(Lv 25,35-46; Dt 15,12-18)

21 1Decretos que les promulgarás.

2–Cuando te compres un esclavo hebreo, te servirá seis años y el séptimo marchará libre, sin pagar nada.

3»Si vino solo, marchará solo. Si trajo mujer, marchará la mujer con él.

4»Si fue su dueño quien le dio la mujer, de la que ha tenido hijos o hijas, entonces la mujer y los hijos pertenecen al dueño; el esclavo marchará solo.

5»Pero si el esclavo dice: Me he encariñado con mi amo, con mi mujer y con mis hijos: no quiero marchar libre; 6entonces su dueño lo llevará delante de Dios, lo acercará a la puerta o al marco de la puerta y con un punzón atravesará la oreja del esclavo, y éste quedará esclavo para siempre.

7»Cuando alguien venda su hija como esclava, ella no marchará libre como marchan los esclavos.

8»Si no le gusta a su dueño –al que había sido destinada–, él dejará que la rescaten, pero no tiene derecho a venderla a extranjeros, ya que ha sido desleal con ella.

9»Si la ha destinado a su hijo, la tratará como a una hija.

10»Si toma nueva mujer, no privará a la primera de comida, ropa y derechos conyugales. 11Y si no le da estas tres cosas, ella podrá marcharse gratuitamente, sin pagar nada.

Legislación criminal

12–El que hiera de muerte a un hombre, será castigado con la muerte. 13Si no fue intencionado –Dios lo permitió–, yo te indicaré un lugar en el que podrá buscar asilo. 14Pero si alguien está enojado con su prójimo y lo asesina a sangre fría, a ése aunque se refugie en mi altar, lo arrancarás de allí y le darás muerte.

15»El que hiere a su padre o a su madre, será condenado a muerte.

16»El que secuestra a un hombre, para venderlo o para retenerlo, será condenado a muerte.

17»El que maldice a su padre o a su madre, será condenado a muerte.

Casuística criminal

18–Cuando surja una pelea entre dos hombres y uno hiera al otro a puñetazos o a pedradas, sin causarle la muerte, pero obligándole a guardar cama, 19si el herido puede levantarse y salir a la calle con ayuda de un bastón, entonces el que lo hirió será declarado inocente: tendrá que pagar únicamente los gastos de la curación y el tiempo perdido.

20»Cuando alguien azote a varazos a su esclavo o a su esclava, dejándolo muerto en el instante, será declarado culpable; 21pero si el esclavo dura con vida uno o más días, entonces no se condenará al dueño, porque el esclavo era posesión suya.

22»Cuando en una pelea entre hombres alguien golpee a una mujer encinta, haciéndole abortar, pero sin causarle ninguna lesión, se impondrá al causante la multa que reclame el marido de la mujer, y la pagará ante los jueces. 23Pero cuando haya lesiones, las pagarás: vida por vida, 24ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, 25quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe.

26»Cuando alguien golpee a su esclavo o esclava en el ojo y se lo inutilice, dará la libertad al esclavo a cambio del ojo, 27y si le rompe un diente, le dará la libertad a cambio del diente.

28»Cuando un toro mate a cornadas a un hombre o a una mujer, será apedreado y su carne no se comerá; el dueño es inocente. 29Si se trata de un toro que ya embestía antes, y su dueño, advertido, no lo tenía encerrado, entonces, si el toro mata a un hombre o a una mujer, será apedreado, y también su dueño será condenado a muerte. 30Si en lugar de la pena de muerte le ponen una multa, pagará a cambio de su vida lo que le pidan. 31La misma norma se aplicará cuando el toro embista a un muchacho o a una muchacha. 32Pero si el toro embiste a un esclavo o a una esclava, el dueño del esclavo cobrará trescientos gramos de plata y el toro será apedreado.

33»Cuando alguien abra un pozo o cave una fosa, dejándola sin cubrir, si cae dentro un toro o un asno, 34el dueño del pozo pagará: restituirá en dinero al dueño del animal y él se quedará con el animal muerto.

35»Cuando un toro mate a cornadas a otro toro de distinto dueño, venderá el toro vivo y se repartirán el dinero; también el toro muerto se lo dividirán entre los dos. 36Pero si se sabía que el toro ya embestía antes y su dueño no lo tenía encerrado, entonces pagará toro por toro, y él se quedará con el toro muerto.

Leyes acerca de la propiedad

37–Cuando alguien robe un toro o una oveja para matarlo o venderlo, restituirá cinco toros por toro y cuatro ovejas por oveja.

 

22 1–Si un ladrón es sorprendido abriendo un boquete en un muro y lo hieren de muerte, no hay homicidio; 2pero si es a la luz del día, es un caso de homicidio. El ladrón está obligado a restituir la totalidad de lo robado, y si no tiene con qué pagar, será vendido por el valor de lo robado. 3Si el toro, el asno o el cordero robados se hallan aún vivos en manos del ladrón, éste restituirá el doble.

4»Cuando alguien arrase un campo o una viña llevando a su rebaño a pastar en campo ajeno, restituirá con lo mejor de su propio campo o viña.

5»Cuando se declare un incendio y se propague por los matorrales y devore las cosechas, los sembrados o el campo, el causante del incendio pagará los daños.

6»Cuando alguien confíe en depósito a su prójimo dinero o cualquier otro objeto, y el objeto sea robado de casa de éste, entonces, si se descubre al ladrón, restituirá el doble, 7y si no se descubre al ladrón, el dueño de la casa se presentará ante Dios y jurará que no ha tocado el objeto de su prójimo.

8»En delitos contra la propiedad, ya sea de toro, asno, oveja, vestimentas o cualquier otro objeto perdido, si uno afirma que el objeto es suyo, se llevará el pleito ante Dios, y aquél a quien Dios declare culpable, pagará al otro el doble.

9»Cuando alguien confíe en depósito a su prójimo un asno, un toro, una oveja o cualquier otro animal y el animal muere o se daña o es robado sin que nadie lo vea, 10entonces el pleito se decidirá jurando ante Dios que no ha tocado el animal de su prójimo. El dueño del animal aceptará el juramento y no habrá restitución; 11pero si se lo han robado viéndolo él, entonces se restituirá al dueño. 12Si lo han descuartizado las fieras salvajes, se presentará como prueba el animal descuartizado y no habrá restitución.

13»Cuando alguien pida en préstamo a su prójimo un animal, y el animal se dañe o muera estando ausente su dueño, debe restituirlo. 14Si el dueño estaba presente, no habrá restitución. Si el acreedor es un jornalero, se le descontará de su salario.

15»Cuando alguien seduzca a una muchacha soltera y se acueste con ella, pagará la dote y la tomará por mujer. 16Si el padre de la muchacha no quiere dársela, entonces el seductor pagará la dote que se da por las vírgenes.

Legislación apodíctica

17 –No dejarás con vida a la hechicera.

18»El que se acueste con bestias, será condenado a muerte.

19»El que ofrezca sacrificios a los dioses –fuera del Señor– será exterminado.

20»No oprimirás ni maltratarás al emigrante, porque ustedes fueron emigrantes en Egipto.

21»No explotarás a viudas ni a huérfanos, 22porque si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. 23Se encenderá mi ira contra ustedes y los haré morir a espada, dejando a sus mujeres viudas y a sus hijos huérfanos.

24»Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole de intereses.

25»Si tomas en prenda la ropa de tu prójimo, se la devolverás antes de ponerse el sol, 26porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo y para acostarse. Si grita a mí, yo le escucharé, porque yo soy compasivo.

27»No blasfemarás contra Dios y no maldecirás al jefe de tu pueblo.

28»No te demores en ofrecer los primeros frutos de tu cosecha y de tu vendimia.

»Me darás el primogénito de tus hijos; 29lo mismo harás con tus toros y ovejas: durante siete días quedará la cría con su madre y el octavo día me la entregarás.

30»Ustedes estarán consagrados a mí: no coman carne de animal despedazado en el campo; arrójensela a los perros.

Legislación judicial

23 1–No harás declaraciones falsas: no te pondrás de parte del culpable para testimoniar en favor de una injusticia.

2»No seguirás en el mal a los poderosos: no declararás en un proceso siguiendo a los poderosos y violando el derecho.

3»No favorecerás al poderoso en su causa.

4»Cuando encuentres extraviados el toro o el asno de tu enemigo, se los llevarás a su dueño.

5»Cuando veas al asno de tu adversario caído bajo la carga, no pases de largo; préstale ayuda.

6»No violarás el derecho del pobre en su causa.

7»Apártate de las causas falsas: no harás morir al justo ni al inocente ni declararás inocente al culpable, porque yo no declaro inocente al culpable.

8»No aceptarás soborno, porque el soborno ciega al que ve con claridad y falsea la causa del inocente.

9»No oprimirás al emigrante: ustedes conocen la suerte del emigrante, porque fueron emigrantes en Egipto.

Sábado y año sabático de la tierra

(Lv 25)

10–Durante seis años sembrarás tu tierra y recogerás la cosecha, pero el séptimo año la dejarás descansar. 11Deja que coman de allí los pobres de tu pueblo, y lo que sobre lo comerán las fieras salvajes. Lo mismo harás con tu viña y tu olivar.

12»Durante seis días harás tus trabajos, pero el séptimo día descansarás, para que reposen tu toro y tu asno y se repongan el hijo de tu esclava y el emigrante.

13»Ustedes observarán todo lo que les he dicho: no invocarán el nombre de dioses extranjeros, ¡que su nombre no se oiga en tus labios!

Prescripciones cúlticas

(34,18-23; Lv 23; Dt 16,1-16)

14–Tres veces al año celebrarán fiesta en mi honor:

15»La fiesta de los Panes Ázimos, que celebrarás así: durante siete días comerás panes sin levadura –como les he ordenado– en la fecha señalada del mes de Abril, porque en ese mes salieron de Egipto. No te presentarás a mí con las manos vacías.

16»La fiesta de la Siega, de las primicias de todo lo que hayas sembrado en tus tierras.

»La fiesta de la Recolección, a fin de año, cuando hayas terminado de recoger las cosechas de tus tierras.

17»Tres veces al año se presentarán todos los varones de tu pueblo ante el Señor.

18»No acompañarás con pan fermentado la sangre de mis sacrificios ni dejarás hasta el día siguiente la grasa de mi fiesta.

19»Llevarás a la casa del Señor, tu Dios, las primicias de tus frutos. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

Epílogo

20–Voy a enviarte un ángel por delante para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado. 21Respétalo y obedécelo. No te rebeles, porque lleva mi Nombre y no perdonará tus rebeliones. 22Si le obedeces fielmente y haces lo que yo digo: tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios serán mis adversarios. 23Mi ángel irá por delante y te llevará a las tierras de los amorreos, heteos, fereceos, cananeos, heveos y jebuseos, y yo acabaré con ellos.

24»No adorarás sus dioses ni les servirás. Y no imitarás sus obras. Al contrario, destruirás y destrozarás sus piedras conmemorativas.

25»Ustedes sirvan al Señor, su Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. Apartaré de ti las enfermedades. 26No habrá en tu tierra mujer estéril ni que aborte. Colmaré el número de tus días.

27»Enviaré por delante mi terror y desbaratará los pueblos que invadas; haré que tus enemigos te den la espalda. 28Enviaré por delante el pánico que espantará delante de ti a heveos, cananeos y heteos. 29Pero no los echaré a todos en un año, no vaya a quedar desierta la tierra y se multipliquen las fieras. 30Los iré echando poco a poco, hasta que hayas crecido y puedas tomar posesión de la tierra.

31»Marcaré las fronteras de tu país: desde el Mar Rojo hasta el mar de los filisteos y desde el desierto hasta el Río. Los habitantes de ese país los pondré en tus manos y tú los echarás de tu presencia. 32No harás alianzas con ellos ni con sus dioses 33y no les dejarás habitar en tu país, no sea que te arrastren a pecar contra mí, adorando a sus dioses, que serán para ti una trampa.

Rito de la Alianza

(19; Dt 29; Jos 24)

24 1El Señor dijo a Moisés:

–Sube a mí con Aarón, Nadab y Abihú y los setenta dirigentes de Israel y arrodíllense allí a distancia. 2Después se acercará Moisés solo, no ellos, y el pueblo que no suba.

3Moisés bajó y refirió al pueblo todo lo que le había dicho el Señor, todos sus mandatos, y el pueblo contestó a una:

–Haremos todo lo que dice el Señor.

4Entonces Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor; madrugó y levantó un altar en la falda del monte y doce piedras conmemorativas por las doce tribus de Israel. 5Mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer los holocaustos y ofrecer novillos como sacrificios de comunión para el Señor. 6Después tomó la mitad de la sangre y la echó en recipientes, y con la otra mitad roció el altar. 7Tomó el documento del pacto y se lo leyó en voz alta al pueblo, el cual respondió:

–Haremos todo lo que manda el Señor y obedeceremos.

8Moisés tomó el resto de la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo:

–Ésta es la sangre del pacto que el Señor hace con ustedes según lo establecido en estas cláusulas.

9Subieron Moisés, Aarón, Nadab, Abihú y los setenta dirigentes de Israel, 10y vieron al Dios de Israel: bajo los pies tenía una especie de pavimento de zafiro, límpido como el mismo cielo. 11Dios no extendió la mano contra los notables de Israel, que pudieron contemplar a Dios, y después comieron y bebieron.

12El Señor dijo a Moisés:

–Sube hacia mí, al monte, que allí estaré yo para darte las tablas de piedra con la ley y los mandatos que he escrito para instruirlos.

13Se levantó Moisés y subió con Josué, su ayudante, al monte de Dios; 14a los dirigentes les dijo:

–Quédense aquí hasta que yo vuelva. Aarón y Jur están con ustedes; el que tenga algún asunto, que se lo traiga a ellos.

15Cuando Moisés subió al monte, la nube lo cubría 16y la Gloria del Señor descansaba sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió durante seis días. Al séptimo día llamó a Moisés desde la nube. 17La Gloria del Señor apareció a los israelitas como fuego voraz sobre la cumbre del monte. 18Moisés se adentró en la nube y subió al monte, y estuvo allí cuarenta días con sus noches.

 

El Santuario I

En los capítulos anteriores mucha reflexión posterior se incorporó a las viejas tradiciones narrativas. En los siguientes, tenemos una proyección ideal del culto israelita. No que los nómadas israelitas desconocieran el culto: un objeto cúltico portátil es históricamente probable; pero los capítulos que siguen nos ofrecen una organización calculada y prevista en los últimos detalles, una riqueza de materiales y una habilidad técnica imposibles entre los nómadas. No es un sueño fantástico sobre el futuro, sino la organización cúltica tardía transferida al desierto, al monte Sinaí, a la institución de Dios. ¿Por qué? El culto es un modo regular y sistemático de expresar y realizar la relación del hombre con Dios, y ha de ser legítimo, es decir, legalmente establecido, para que funcione, para que Dios lo acepte y el hombre entre en relación con Dios. El hombre no puede imponerlo, sólo Dios lo puede legitimar, es decir, instituir legítimamente, revelando al hombre «el modelo» en todos sus detalles. El hombre ejecuta las órdenes «ajustándose al modelo», y así sabe que Dios lo acepta.

El culto crea un universo sagrado, separado del contexto profano, y consagrado: una tienda aparte, luz distinta, vestidos especiales, personal escogido y consagrado, incienso y aceite de receta exclusiva, tiempos especiales... El hombre transita alternativamente entre los dos universos, el sagrado y el profano, según las reglas y con las cautelas necesarias.

Buena parte de estos capítulos se refieren al mundo material, espacio y utensilios sagrados; los ritos que se mencionan son ritos de consagración. El desarrollo concreto de la acción litúrgica está reunido en el Levítico. Todo este mundo, rígido y santo, tiene sentido como expresión de la actitud humana interna de adoración. Intentamos captar este sentido haciendo un esfuerzo de comprensión. Si a pesar del esfuerzo nos resulta remoto y extraño, es porque vivimos en la nueva era, porque nuestro culto a Dios ya no está ligado a esa rígida concepción sagrada.

 

[A] Tributos para la construcción del Santuario

(1 Re 7,13-51)

25 1El Señor habló a Moisés:

2–Ordena a los israelitas que recojan una ofrenda para mí; ustedes la recibirán de todos los que generosamente me la ofrezcan.

3»Las ofrendas que ustedes aceptarán son: oro, plata y bronce; 4púrpura violácea, roja y escarlata; lino y pelo de cabra; 5pieles de carnero curtidas; pieles finas y maderas de acacia; 6aceite para la lámpara y perfumes para la unción y el sahumerio; 7piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral.

8»Hazme un santuario, y moraré entre ellos. 9 En su construcción te ajustarás al modelo del santuario y de los utensilios que yo te mostré.

[B] El arca

(37,1-9)

10»Harás un arca de madera de acacia: ciento veinticinco centímetros de largo por setenta y cinco de ancho y setenta y cinco de alto.

11»La revestirás de oro puro por dentro y por fuera, y alrededor le aplicarás un listón de oro.

12»Fundirás oro para hacer cuatro anillas, que colocarás en los cuatro ángulos, dos a cada lado.

13»Harás también unos travesaños de madera de acacia y los revestirás de oro, 14y los meterás por las anillas laterales del arca, para poder transportarla. 15Los travesaños permanecerán metidos en las anillas del arca, y no se sacarán. 16Dentro del arca guardarás el documento de la alianza que te daré.

17»Harás también una tapa de oro puro de ciento veinticinco centímetros de largo por setenta y cinco de ancho. 18En sus dos extremos harás dos querubines cincelados en oro: 19cada uno arrancará de un extremo de la tapa, 20y la cubrirán con las alas extendidas hacia arriba. Estarán uno frente a otro, mirando al centro de la tapa.

21»Cubrirás el arca con la tapa, y dentro de ella guardarás el documento de la alianza que te daré. 22Allí me encontraré contigo, y desde encima de la tapa, en medio de los querubines del arca de la alianza, te diré todo lo que tienes que mandar a los israelitas.

[C] Mesa de los panes presentados

(37,10-16)

23»Harás una mesa de madera de acacia de cien centímetros de largo por cincuenta de ancho y setenta y cinco de alto; 24la revestirás de oro puro y aplicarás alrededor un listón de oro.

25»Pondrás alrededor de ella una abrazadera de un palmo, y alrededor de la abrazadera un listón de oro.

26»Harás cuatro anillas de oro y las colocarás en los ángulos de las cuatro patas. 27Las anillas estarán sujetas a la abrazadera; por ellas se meterán los travesaños para poder transportar la mesa.

28»Harás los travesaños de madera de acacia, los revestirás de oro y con ellos transportarás la mesa.

29»Harás también fuentes, bandejas, jarras y copas para la libación: todo de oro puro.

30 »Sobre la mesa pondrás los panes presentados, de modo que estén siempre ante mí.

[D] Candelabro

(37,17-24)

31»Harás un candelabro de oro puro labrado a martillo: base, fuste, copas, cálices y corolas formarán una sola pieza. 32De sus lados arrancarán seis brazos, tres a cada lado. 33Cada brazo tendrá tres copas, como flores de almendro, con cáliz y corola; serán iguales los seis brazos que arrancan del candelabro. 34El candelabro tendrá cuatro copas, como flores de almendro, con cáliz y corola. 35Un cáliz debajo de cada pareja de brazos del candelabro; serán iguales los seis brazos del candelabro. 36Cálices y fustes arrancarán de él, todos por igual, cincelados en oro puro.

37»Harás también siete lámparas y las pondrás sobre el candelabro, de modo que iluminen la parte delantera. 38Las tenazas para arreglar los pabilos y los ceniceros serán de oro puro. 39Emplearás treinta kilos de oro para hacer el candelabro y todos sus utensilios.

40»Te ajustarás al modelo que te fue mostrado en la montaña.

[E] Lonas

(36,8-19)

26 1–Harás el santuario con diez lonas de lino fino, reforzado, de púrpura violácea, roja y escarlata, y bordarás en ellas unos querubines. 2Cada lona medirá catorce metros de largo por dos de ancho: todas de la misma medida.

3»Empalmarás las lonas en dos series de a cinco cada una, 4y en cada uno de los bordes de las dos series de lonas harás unas presillas de púrpura violácea: 5cincuenta en el borde de la primera serie y cincuenta en el borde de la segunda. Las presillas se corresponderán entre sí.

6»Harás también cincuenta ganchos de oro y con ellos empalmarás las lonas, de modo que el santuario forme una unidad.

7»Tejerás también once piezas de pelo de cabra, que sirvan de tienda de campaña para el santuario. 8Cada una medirá quince metros de largo por dos de ancho: las once de la misma medida.

9»Por un lado empalmarás cinco lonas y seis por el otro, y la sexta, plegada, servirá de portal a la tienda.

10»Pondrás cincuenta presillas en los bordes de cada serie de lonas empalmadas.

11»Harás también cincuenta ganchos de bronce, los meterás por las presillas y cerrarás la tienda de modo que forme una unidad. 12De lo que queda de lona de la tienda, la mitad colgará en la parte posterior del santuario, 13y los cincuenta centímetros que sobran a lo largo de los dos lados de la tienda colgarán sobre ambos lados del santuario cubriéndolo.

14»Harás también para la tienda una cubierta de pieles de carnero curtidas y una sobrecubierta de pieles finas.

[F] Tablones

(36,20-34)

15»Harás unos tablones de madera de acacia y los colocarás verticalmente en el santuario. 16Cada uno medirá cinco metros de largo por setenta y cinco centímetros de ancho, 17y llevará dos espigas para ensamblarse con los contiguos. Harás todos los tablones iguales. 18Los colocarás del modo siguiente: en la parte sur, veinte tablones 19y debajo de ellos, cuarenta bases de plata, dos por cada tablón, para sus dos espigas. 20En el segundo lado, al norte, otros veinte tablones 21con sus cuarenta bases, dos por tablón. 22En el lado del fondo, oeste, seis tablones de frente, 23y dos en los ángulos. 24Parejos por abajo y perfectamente unidos por arriba hasta la primera anilla: así formarán los dos ángulos del santuario. 25En total, ocho tablones con dieciséis bases, dos por tablón.

26»Harás también cinco travesaños de madera de acacia para los tablones de cada lado, 27y cinco para el lado del fondo, al oeste. 28El travesaño central, a media altura de los tablones, atravesará de un extremo a otro. 29Revestirás de oro los tablones y los travesaños, y harás de oro las anillas por donde han de pasar los travesaños.

30»Construirás el santuario ajustándote al modelo que viste en la montaña.

[G] Cortina y antepuerta

(36,35-38)

31»Harás una cortina de púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino reforzado, y bordarás en ella querubines. 32Colgarás la cortina en cuatro columnas de madera de acacia revestidas de oro y provistas de ganchos y de cuatro bases de plata. 33La colgarás debajo de los ganchos, y detrás de ella colocarás el arca de la alianza. La cortina separará el Santo del Santísimo.

34»Colocarás la tapa de la expiación sobre el arca de la alianza, en el Santísimo. 35Fuera de la cortina, al lado norte, pondrás la mesa, y en el lado sur, frente a la mesa, colocarás el candelabro.

36»Harás también una antepuerta para la tienda, de púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino, reforzado, todo esto recamado artísticamente. 37Y para la antepuerta harás cinco columnas de madera de acacia, que revestirás de oro lo mismo que sus ganchos, y fundirás en bronce cinco bases para las columnas.

[H] Altar de los holocaustos

(38,1-7)

27 1–Harás el altar de madera de acacia: será cuadrado y medirá dos metros y medio por lado y metro y medio de alto. 2En las cuatro esquinas harás unos salientes, que arrancarán de él, y los revestirás de bronce.

3»Harás para él recipientes para recoger la ceniza, paletas, aspersorios, trinchantes y braseros, todos de bronce.

4»Harás también un enrejado de bronce, y en sus cuatro ángulos pondrás cuatro anillas de bronce. 5Lo colocarás bajo los rebordes del altar, de modo que baje hasta media altura del altar.

6»Harás también para el altar unos travesaños de madera de acacia, los revestirás de bronce, 7y los meterás por las anillas de los dos lados del altar para transportarlo. 8Harás el altar con tablas, hueco por dentro ajustándote al modelo que viste en la montaña.

[I] Atrio del Santuario

(38,9-20)

9»Harás así el atrio del santuario: En el lado sur del atrio pondrás cortinas de lino fino, reforzado, dispuestas a lo largo de cincuenta metros. 10Las veinte columnas y bases serán de bronce, los ganchos y varillas de las columnas serán de plata. 11Lo mismo harás en el lado norte: pondrás cortinas dispuestas a lo largo de cincuenta metros, veinte columnas con sus bases de bronce, los ganchos y las varillas de las columnas de plata. 12A lo ancho, en el lado del oeste, colocarás cortinas dispuestas a lo largo de veinticinco metros, con diez columnas y diez bases; 13la anchura será de veinticinco metros.

14»A cada lado de la puerta pondrás cortinas dispuestas a lo largo de siete metros y medio, 15con tres columnas y tres bases. 16A la entrada del atrio pondrás una antepuerta de diez metros, de púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino, reforzado, recamada artísticamente; con cuatro columnas y cuatro bases. 17Todas las columnas alrededor del atrio estarán unidas por varillas de plata, sus ganchos serán de plata, sus bases de bronce.

18»El atrio tendrá cincuenta metros de largo por veinticinco de ancho por dos y medio de alto; todo él será de lino fino reforzado y las bases de bronce. 19Todos los utensilios del servicio del santuario y todas sus estacas, igual que las estacas del atrio, serán de bronce.

[J] Aceite de la lámpara

(Lv 24,2-4)

20»Manda a los israelitas que te traigan aceite de oliva puro y refinado para alimentar continuamente la lámpara. 21Aarón y sus hijos la prepararán en la tienda del encuentro, fuera de la cortina que tapa el documento de la alianza, para que arda de la tarde a la mañana en presencia del Señor.

ȃsta es una ley perpetua para todas las generaciones israelitas.

Ornamentos sacerdotales

(Lv 8,6-9; Eclo 45,8-12)

28 1–De entre los israelitas escoge a tu hermano Aarón y a sus hijos Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar para que sean mis sacerdotes.

2»Harás confeccionar ornamentos sagrados, ricos y fastuosos, para tu hermano Aarón. 3Manda a todos los artesanos a quienes yo he dotado de habilidad que confeccionen los ornamentos de Aarón para consagrarlo sacerdote mío.

4»Ornamentos que confeccionarán: efod, pectoral, manto, túnica bordada, turbante y faja. 5Los ornamentos que tu hermano Aarón y sus hijos usarán como sacerdotes míos se confeccionarán en oro, púrpura violácea, roja y escarlata y lino.

[A] Efod

(39,2-7)

6»Mandarás hacer artísticamente el efod, en oro, púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino reforzado; labor de artesano. 7Llevará dos hombreras unidas por los extremos. 8El cinturón para sujetar el efod arrancará de él y será de la misma labor: de oro, púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino reforzado.

9»Tomarás dos piedras de ónice y harás grabar en ellas los nombres de las tribus israelitas: 10seis en cada piedra, por orden de nacimiento. 11Grabarán los nombres de las tribus israelitas como graba el orfebre la piedra de un sello, y las engarzarán en oro. 12Aplicarás las dos piedras a las hombreras del efod: piedras recordatorio de los israelitas. Aarón llevará sus nombres sobre las hombreras, como recordatorio para el Señor. 13Mandarás hacer engastes de oro, 14y dos cadenas de oro de ley, trenzadas como cordones, y las sujetarás a los engastes.

[B] Pectoral

(39,8-21)

15»Mandarás hacer artísticamente el pectoral del juicio de Dios, de la misma labor que el efod: oro, púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino reforzado. 16Será doble y cuadrado, un palmo de largo por uno de ancho. 17Colocarás en él cuatro filas de piedras preciosas: en la primera fila, carnelita, topacio y azabache; 18en la segunda fila, esmeralda, zafiro y diamante; 19en la tercera fila, jacinto, ágata y amatista; 20en la cuarta fila, topacio, ónice y jaspe. 21Las guarniciones de pedrería irán engastadas en monturas de oro. Llevará doce piedras, como el número de las tribus israelitas. Cada piedra llevará grabada, como un sello, el nombre de una de las doce tribus.

22»Mandarás hacer además para el pectoral cadenas de oro de ley, trenzadas como cordones, 23y dos anillas de oro que sujetarás a los dos extremos del pectoral. 24Pasarás los dos cordones de oro por las dos anillas del pectoral, y los dos cabos de los cordones los unirás a las dos monturas, 25y los fijarás en las hombreras del efod, por la parte delantera. 26Mandarás hacer otras dos anillas de oro y las colocarás en los dos extremos del pectoral, en el borde interior que toca el efod. 27Y otras dos anillas de oro, que fijarás en el borde inferior y delantera de las hombreras del efod, junto al empalme y más arriba del cinturón del efod. 28Con un cordón de púrpura violácea sujetarán las anillas del pectoral con las del efod, para que quede sobre el cinturón del efod y no pueda desprenderse el pectoral del efod.

29»Cuando Aarón entre en el santuario, llevará sobre su corazón, en el pectoral del juicio de Dios, los nombres de las tribus israelitas, como recordatorio perpetuo ante el Señor. 30Pondrás en el pectoral del juicio de Dios los urim y los tumim, para que estén sobre el corazón de Aarón cuando entre a presentarse al Señor. Aarón llevará constantemente sobre el corazón, en presencia del Señor, el dictamen de Dios para los israelitas.

[C] Manto

(39,22-26)

31»Mandarás hacer el manto del efod, todo él de púrpura violácea. 32Llevará arriba una abertura en el centro, reforzada alrededor con un dobladillo como el que tienen los chalecos de cuero, para que no se rasgue. 33En el borde del manto, todo alrededor, pondrás granadas de púrpura violácea, roja y escarlata, y alternando con ellas, cascabeles de oro; 34cascabel y granada, todo alrededor.

35»Aarón lo vestirá cuando oficie. Y al entrar en el santuario a presentarse al Señor, y al salir, se oirá el tintineo de los cascabeles: así no morirá.

[D] Flor de oro

(39,30s)

36»Mandarás hacer una flor de oro de ley y grabarás en ella, como en un sello: Consagrado al Señor. 37La sujetarás al turbante, por su parte delantera, con un cordón de púrpura violácea. 38Se colocará sobre la frente de Aarón, y éste cargará con la culpa en que hayan incurrido los israelitas al hacer sus ofrendas sagradas. La llevará siempre sobre la frente para reconciliarlos con el Señor. 39La túnica y el turbante serán de lino, y la faja estará recamada artísticamente.

[E] Otros vestidos

(39,27-29)

40»Para los hijos de Aarón harás confeccionar túnicas, fajas y turbantes que les den esplendor y belleza. 41Así deberás vestir a tu hermano Aarón y a sus hijos, luego los ungirás y los consagrarás sacerdotes míos. 42Les vestirás además pantalones de lino que les cubran sus partes, de la cintura a los muslos. 43Aarón y sus hijos los llevarán cuando entren en la tienda del encuentro o cuando se acerquen al altar para oficiar: así no incurrirán en culpa y no morirán.

»Ésta es una ley perpetua para Aarón y sus descendientes.

Ritual de consagración

29 1–Rito de consagración de mis sacerdotes:

»Tomarás un novillo y dos carneros sin defecto, 2pan ázimo, tortas ázimas amasadas con aceite y galletas ázimas untadas de aceite, todo ello preparado con harina de trigo de la mejor calidad. 3Lo pondrás en una canasta y lo presentarás junto con el novillo y los dos carneros. 4Después mandarás acercarse a Aarón y a sus hijos a la entrada de la tienda del encuentro y los harás bañarse. 5Tomarás los ornamentos y vestirás a Aarón la túnica, el manto del efod, el efod y el pectoral, y sujetarás el efod con el cinturón. 6Le pondrás el turbante en la cabeza y sobre él la diadema santa. 7Luego, tomando el aceite de la unción, lo derramarás sobre su cabeza para ungirlo. 8Después harás acercarse a sus hijos, les vestirás las túnicas, 9les ceñirás las fajas y les pondrás los turbantes. El sacerdocio les pertenece por derecho perpetuo. Así consagrarás a Aarón y a sus hijos.

10»Harás traer el novillo a la tienda del encuentro: Aarón y sus hijos pondrán la mano sobre la cabeza de la víctima. 11Después degollarás el novillo en presencia del Señor, en la puerta de la tienda del encuentro, 12y tomando sangre de la res, untarás con el dedo los salientes del altar. Después derramarás la sangre al pie del mismo altar. 13Tomarás la grasa que envuelve las vísceras, el lóbulo del hígado, los dos riñones con su grasa y lo dejarás quemarse sobre el altar. 14La carne, la piel y los excrementos los quemarás fuera del campamento. Es un sacrificio expiatorio.

15»Después tomarás uno de los carneros. Aarón y sus hijos pondrán las manos sobre la cabeza de la víctima. 16Lo degollarás y tomando sangre, rociarás el altar por todos los lados. 17Descuartizarás el carnero, lavarás sus vísceras y patas, las pondrás sobre los trozos y la cabeza, 18y lo dejarás quemarse completamente sobre el altar.

»Es holocausto para el Señor: oblación de aroma que aplaca al Señor.

19»Después tomarás el segundo carnero. Aarón y sus hijos pondrán las manos sobre la cabeza de la víctima. 20Degollarás el carnero, y tomando sangre, untarás con ella el lóbulo de la oreja derecha de Aarón y de sus hijos y los pulgares de sus manos y pies derechos. Luego con la sangre rociarás el altar por todos los lados. 21Tomarás sangre del altar y aceite de la unción y salpicarás a Aarón y sus vestidos, a los hijos de Aarón y sus vestidos. Así se consagrarán Aarón con sus vestidos, sus hijos con sus vestidos. 22Luego, del carnero de la consagración tomarás la grasa, la cola, la grasa que envuelve las vísceras, el lóbulo del hígado, los dos riñones con su grasa y la pierna derecha; 23de la canasta de panes ázimos presentados al Señor tomarás un pan, una torta de pan amasada con aceite y una galleta. 24Pondrás todo ello en manos de Aarón y de sus hijos, para que lo agiten ritualmente en presencia del Señor. 25Lo recibirás otra vez de sus manos y lo dejarás quemarse en el altar, sobre el holocausto, como aroma que aplaca al Señor. Es una oblación al Señor.

26»Después tomarás el pecho del carnero de la consagración de Aarón y lo agitarás ritualmente en presencia del Señor. Es la ración que te pertenece. 27Del carnero de la consagración de Aarón y sus hijos consagrarás el pecho agitado ritualmente y la pierna ofrecida en tributo: 28les pertenece a Aarón y a sus hijos como porción perpetua de parte de los israelitas; porque es el tributo, tomado de los sacrificios de comunión que los israelitas ofrecen al Señor.

29»Los ornamentos sagrados de Aarón los heredarán sus hijos, para vestirlos durante su unción y consagración. 30Durante siete días los vestirá el hijo que le suceda en el sacerdocio, cuando entre en la tienda del encuentro para oficiar en el santuario.

31»Después tomarás el carnero de la consagración, cocerás su carne en lugar santo, 32y Aarón y sus hijos la comerán con el pan de la canasta, a la entrada de la tienda del encuentro. 33Comerán la parte con que se hizo la expiación al ordenarlos y consagrarlos. Ningún laico la puede comer, porque es porción santa. 34Y si sobra carne y pan de la consagración para el día siguiente, se quemará. No se comerá, porque es porción santa.

35»Esto es lo que harás a Aarón y a sus hijos, ajustándote a cuanto te he mandado. La consagración durará siete días. 36Cada día ofrecerás un novillo expiatorio por el pecado. Lo ofrecerás sobre el altar para expiar por él, y ungirás el altar para consagrarlo. 37La expiación y consagración del altar durará siete días; el altar será sacrosanto, y cualquier cosa que toque el altar quedará consagrada.

38»Ofrenda permanente que ofrecerás sobre el altar cada día: dos corderos de un año. 39Uno por la mañana y otro por la tarde. 40Con el primero harás una ofrenda de la décima parte de una medida de harina de la mejor calidad amasada con un litro de aceite refinado y una libación de un litro de vino. 41El segundo cordero lo ofrecerás por la tarde, con una ofrenda y una libación como las de la mañana, en oblación de aroma que aplaca al Señor.

42»Éste es el holocausto que ofrecerán perpetuamente de generación en generación, en presencia del Señor, a la puerta de la tienda del encuentro, donde me encontraré contigo para hablarte. 43Allí me encontraré con los israelitas, y el lugar quedará consagrado con mi Gloria. 44Consagraré la tienda del encuentro y el altar, consagraré a Aarón y a sus hijos como sacerdotes míos. 45Habitaré en medio de los israelitas y seré su Dios. 46Ellos reconocerán que yo soy el Señor, su Dios, que los sacó de Egipto para habitar entre ellos.

»Yo soy el Señor, su Dios.

El Santuario II

[A] Altar del incienso

(37,25-28)

30 1–El altar del incienso lo harás de madera de acacia, 2de cincuenta centímetros de largo por cincuenta de ancho; será cuadrado y tendrá un metro de alto. De él arrancarán unos salientes. 3Revestirás de oro de ley la parte superior, todos sus lados y los salientes; alrededor le pondrás un listón de oro. 4Bajo el listón, en los rebordes de los dos lados opuestos, pondrás dos anillas de oro; por ellas se meterán los travesaños para transportar el altar. 5Harás los travesaños de madera de acacia, revestidos de oro. 6Colocarás el altar delante de la cortina que tapa el arca de la alianza y delante de la tapa que cubre el arca de la alianza, donde me encontraré contigo.

7»Aarón quemará sobre él el incienso del sahumerio por la mañana, cuando prepare las lámparas, 8y lo mismo al atardecer, cuando las encienda. Será el incienso perpetuo que ofrecen de generación en generación en presencia del Señor. 9No ofrecerán sobre el altar otro incienso, ni holocaustos, ni ofrendas, ni derramarán sobre él libación alguna.

10»Una vez al año Aarón hará el rito de expiación untando con la sangre de la víctima expiatoria los salientes del altar; una vez al año a lo largo de las generaciones.

»El altar está consagrado al Señor.

[B] Tributo por el rescate

(38,26-28)

11El Señor habló a Moisés:

12–Cuando hagas el censo completo de los israelitas, cada uno, al ser registrado, dará al Señor un rescate por sí mismo, para que no les suceda ninguna desgracia al ser registrados. 13Cada uno dará cinco gramos de plata –peso del templo, que vale veinte óbolos–: el tributo al Señor será cinco gramos de plata. 14Cada uno de los registrados de veinte años para arriba pagará el tributo del Señor. 15Ni el rico pagará más de cinco gramos ni el pobre menos cuando den el tributo al Señor como rescate de sí mismos. 16Recibirás el dinero del rescate de los israelitas y lo destinarás al servicio de la tienda del encuentro: será el recordatorio de los israelitas para el Señor, como rescate de sus vidas.

[C] Fuente de bronce

(38,8)

17El Señor habló a Moisés:

18–Harás una fuente de bronce para las abluciones y su base será del mismo metal, y la colocarás entre la tienda del encuentro y el altar. Echarás agua en la fuente, 19para que Aarón y sus hijos se laven manos y pies. 20Cuando vayan a entrar en la tienda del encuentro, se lavarán para no morir; lo mismo harán cuando se acerquen al altar para oficiar, para quemar una oblación al Señor. 21Se lavarán los pies y las manos para no morir.

»Ésta es una ley perpetua para ustedes, para Aarón y sus descendientes, por todas las generaciones.

[D] Aceite de la unción

22El Señor habló a Moisés:

23–Toma perfumes de gran precio: cinco kilos de mirra en grano, dos kilos y medio de cinamomo, dos kilos y medio de caña de olor, 24cinco kilos –pesos del templo– de acacia y tres litros y medio de aceite de oliva. 25Con estos ingredientes harás el aceite de la unción santa. Harás la mezcla según la receta del perfumista, y servirá para la unción santa. 26Untarás con él la tienda del encuentro y el arca de la alianza, 27la mesa y todos sus utensilios, el candelabro con todos sus utensilios y el altar del incienso, 28el altar de los holocaustos con sus utensilios, la fuente de bronce con su base. 29Todos ellos los consagrarás para que sean sacrosantos. El que los toque quedará consagrado.

30»Ungirás también a Aarón y a sus hijos para consagrarlos como sacerdotes míos. 31A los israelitas les dirás: Éste será el aceite de mi unción santa a lo largo de las generaciones. 32No se derramará sobre ningún otro ni copiarán su receta. Es santo y como tal debe ser tratado. 33El que haga una mezcla según esta receta y la derrame sobre un laico, será excluido de su pueblo.

[E] Incienso

(37,29)

34El Señor dijo a Moisés:

–Toma una misma cantidad de resina aromática, ámbar, bálsamo e incienso depurado, 35y según la receta del perfumista, haz con todo ello un incienso, échale sal, y serás puro y santo. 36Parte de él lo machacarás hasta reducirlo a polvo y lo pondrás delante del arca de la alianza, en la tienda del encuentro, donde me encontraré contigo. Será para ustedes sacrosanto. 37No harán incienso para uso personal según la misma receta. Lo considerarán consagrado al Señor. 38El que copie la receta para perfumarse, será excluido de su pueblo.

Artesanos del Santuario

(35,30-35)

31 1El Señor habló a Moisés:

2–He escogido personalmente a Besalel, hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá, 3y lo he colmado de dotes sobrehumanas, de destreza, habilidad y saber en su oficio, 4para que proyecte y labre oro, plata y bronce; 5para que talle piedras y las engaste; para que talle madera, y para las demás tareas. 6Le doy como ayudante a Ohliab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan. A todos los artesanos les he dado habilidad para que hagan todo lo que te he mandado, 7la tienda del encuentro, el arca de la alianza, la placa que la tapa y todos los utensilios de la tienda; 8la mesa con sus utensilios, el candelabro de oro de ley con sus utensilios y el altar del incienso; 9el altar de los holocaustos con sus utensilios, la fuente de bronce con su base; 10todos los ornamentos sagrados del sacerdote Aarón y sus hijos para cuando oficien; 11el aceite de la unción y el incienso del sahumerio del templo. Lo harán ajustándose a lo que yo he ordenado.

Descanso del sábado

(Nm 15,32-36)

12El Señor habló a Moisés:

13–Di a los israelitas: guardarán mis sábados, porque el sábado es la señal convenida entre mí y ustedes, por todas las generaciones, para que ustedes sepan que yo soy el Señor, que los santifica.

14Guardarán el sábado porque es día santo para ustedes; el que lo profane será condenado a muerte; el que trabaje será excluido de su pueblo. 15Seis días podrán trabajar; el séptimo es día de descanso solemne dedicado al Señor. El que trabaje en sábado será condenado a muerte. 16Los israelitas guardarán el sábado a lo largo de las generaciones como alianza perpetua. 17Será la señal perpetua entre yo y los israelitas, porque el Señor hizo el cielo y la tierra en seis días y el séptimo descansó.

18Cuando acabó de hablar con Moisés en el monte Sinaí, le dio las tablas de la alianza: tablas de piedra escritas por el dedo del Señor.

 

 

APOSTASÍA DE ISRAEL

Y RENOVACIÓN DE LA ALIANZA

El ternero de oro

(1 Re 12,25-33; Sal 106,19-23)

32 1Viendo el pueblo que Moisés tardaba en bajar del monte, acudió en masa ante Aarón, y le dijo:

–Fabrícanos un dios que vaya delante de nosotros; porque no sabemos qué le ha pasado a ese Moisés que nos sacó de Egipto.

2Aarón les contestó:

–Quítenles los pendientes de oro a sus mujeres, hijos e hijas y tráiganmelos.

3Todo el pueblo se quitó los pendientes de oro y se los trajo a Aarón. 4Él los recibió, hizo trabajar el oro a cincel y fabricó un ternero de fundición. Después les dijo:

–Éste es tu dios, Israel, que te sacó de Egipto.

5Después, con reverencia, edificó un altar ante él y proclamó:

–Mañana es fiesta del Señor.

6Al día siguiente se levantaron, ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión, el pueblo se sentó a comer y beber y después se levantó a danzar.

7El Señor dijo a Moisés:

–Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. 8Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: Éste es tu dios, Israel, el que te sacó de Egipto.

9Y el Señor añadió a Moisés:

–Veo que este pueblo es un pueblo testarudo. 10Por eso déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti sacaré un gran pueblo.

11Entonces Moisés aplacó al Señor, su Dios, diciendo:

–¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano robusta? 12¿Tendrán que decir los egipcios: Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra? Desiste del incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. 13Acuérdate de tus siervos Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo, y les daré toda esta tierra de que he hablado, para que la posean siempre.

14Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.

Castigo

15Moisés se volvió y bajó del monte con las dos tablas de la alianza en la mano. Las tablas estaban escritas por ambos lados, por delante y por detrás; 16eran hechura de Dios y la escritura era escritura de Dios grabada en las tablas.

17Al oír Josué el griterío del pueblo, dijo a Moisés:

–Se oyen gritos de guerra en el campamento.

18Contestó él:

–No es grito de victoria, no es grito de derrota, son otros cantos lo que oigo.

19Al acercarse al campamento y ver el ternero y las danzas, Moisés, enfurecido, tiró las tablas y las rompió al pie del monte. 20Después agarró el ternero que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo polvo, luego esparció el polvo en agua, y se lo hizo beber a los israelitas.

21Moisés dijo a Aarón:

–¿Qué te ha hecho este pueblo para que le hicieras cometer tan enorme pecado?

22Contestó Aarón:

–No te irrites, señor. Sabes que este pueblo es perverso. 23Me dijeron: Fabrícanos un dios que vaya delante de nosotros, porque no sabemos qué le ha pasado a ese Moisés que nos sacó de Egipto.

24Yo les dije: Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé. Yo lo eché al fuego y salió este ternero.

25Moisés, viendo que el pueblo estaba desenfrenado por culpa de Aarón, que lo había expuesto al ataque enemigo, 26se plantó a la puerta del campamento y gritó:

–¡Los que estén de parte del Señor, júntense conmigo!

Y se le juntaron todos los levitas.

27Él les dijo:

–Esto dice el Señor Dios de Israel: Tome cada uno la espada; regresen al campamento, vayan de puerta en puerta y maten sin tener en cuenta si es hermano, compañero, o pariente.

28Los levitas cumplieron las órdenes de Moisés, y aquel día cayeron unos tres mil hombres del pueblo.

29Moisés les dijo:

–Hoy se han consagrado al Señor, a costa del hijo o del hermano, ganándose hoy su bendición.

Intercesión

30Al día siguiente Moisés dijo al pueblo:

–Han cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a ver si puedo conseguir que los perdone.

31Volvió, entonces, Moisés al Señor y le dijo:

–Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo haciéndose dioses de oro. 32Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras de tu registro.

33El Señor respondió:

–Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro. 34Ahora ve y guía a tu pueblo al sitio que te dije: mi ángel irá delante de ti. Y cuando llegue el día de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado.

35Y el Señor castigó al pueblo por venerar el ternero que había hecho Aarón.

Rechazo

33 1El Señor dijo a Moisés:

–Anda, marcha desde aquí con el pueblo que sacaste de Egipto a la tierra que prometí a Abrahán, Isaac y Jacob que le daría a su descendencia. 2Enviaré por delante mi ángel para que expulse a cananeos, amorreos, hititas, fereceos, heveos y jebuseos; 3a una tierra que mana leche y miel. Pero yo no iré entre ustedes, porque son un pueblo duro de cabeza y los aniquilaría en el camino.

4Al oír el pueblo palabras tan duras, guardó luto y nadie se puso sus joyas.

5El Señor había dicho a Moisés:

–Di a los israelitas: Son un pueblo de cabeza dura; si yo los acompañara sólo un momento los aniquilaría; ahora quítense las joyas que llevan, y ya veré lo que hago con ustedes.

6Los israelitas se desprendieron de sus joyas a partir del monte Horeb.

Moisés en la tienda del encuentro

(34,29-35)

7Moisés tomó la tienda y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la llamó: Tienda del encuentro. El que tenía que consultar al Señor, salía fuera del campamento y se dirigía a la tienda del encuentro. 8Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, siguiendo con la vista a Moisés hasta que entraba en la tienda; 9en cuanto él entraba, la columna de nube bajaba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras el Señor hablaba con Moisés. 10Cuando el pueblo veía la columna de nube parada a la puerta de la tienda, se levantaba y se arrodillaba cada uno a la entrada de su tienda en actitud de adoración.

11El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo. Después él volvía al campamento, mientras que Josué, hijo de Nun, su joven ayudante, no se apartaba de la tienda.

Moisés suplica al Señor

12Moisés dijo al Señor:

–Mira, tú me has dicho que guíe a este pueblo, pero no me has comunicado a quién me das como auxiliar, y, sin embargo, dices que me tratas personalmente y que gozo de tu favor; 13si gozo de tu favor, enséñame el camino, y así sabré que gozo de tu favor; además, ten en cuenta que esta gente es tu pueblo.

14Respondió el Señor:

–Yo en persona iré caminando para llevarte al descanso.

15Replicó Moisés:

–Si no vienes en persona, no nos hagas salir de aquí. 16Porque, ¿en qué se conocerá que yo y mi pueblo gozamos de tu favor sino en el hecho de que vas con nosotros? Esto nos distinguirá a mí y a mi pueblo de los demás pueblos de la tierra.

17El Señor le respondió:

–También esa petición te la concedo, porque gozas de mi favor y te trato personalmente.

La Gloria del Señor I

(1 Re 19,11-13)

18Entonces él pidió:

–Enséñame tu Gloria.

19Le respondió:

–Yo haré pasar ante ti toda mi riqueza y pronunciaré ante ti el nombre: Señor, porque yo me compadezco de quien quiero y favorezco a quien quiero; 20pero mi rostro no lo puedes ver, porque nadie puede verlo y quedar con vida.

21Y añadió:

–Ahí, junto a la roca, tienes un sitio donde ponerte; 22cuando pase mi Gloria te meteré en una hendidura de la roca y te cubriré con mi palma hasta que haya pasado, 23y cuando retire la mano podrás ver mi espalda, pero mi rostro no lo verás.

Nueva alianza – Paso de la Gloria

34 1El Señor ordenó a Moisés:

–Lábrate dos tablas de piedra como las primeras: yo escribiré en ellas los mandamientos que había en las primeras, las que tú rompiste. 2Prepárate para mañana, sube al amanecer al monte Sinaí y espérame allí, en la cima del monte. 3Que nadie suba contigo ni asome nadie en todo el monte, ni siquiera las ovejas y vacas pastarán en la ladera del monte.

4Moisés labró dos tablas de piedra como las primeras, madrugó y subió al amanecer al monte Sinaí, según la orden del Señor, llevando en la mano dos tablas de piedra. 5El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el Nombre del Señor.

6El Señor pasó ante él proclamando: el Señor, el Señor, el Dios compasivo y clemente, paciente, rico en bondad y lealtad, 7que conserva la misericordia hasta la milésima generación, que perdona culpas, delitos y pecados, aunque no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos, nietos y bisnietos.

8Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. 9Y le dijo:

–Si gozo de tu favor, venga mi Señor con nosotros, aunque seamos un pueblo de cabeza dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como tu pueblo.

10Respondió el Señor:

–Yo voy a hacer un pacto. En presencia de tu pueblo haré maravillas como no se han hecho en ningún país ni nación; así, todo el pueblo que te rodea verá la obra impresionante que el Señor va a realizar contigo. 11Cumple lo que yo te mando hoy, y te quitaré de delante a amorreos, cananeos, hititas, fereceos, heveos y jebuseos. 12No hagas alianza con los habitantes del país donde vas a entrar, porque sería una trampa para ti. 13Derribarás sus altares, destrozarás sus piedras conmemorativas, talarás sus árboles sagrados.

Nuevo decálogo

(20; Dt 5)

14»No te postres ante dioses extraños, porque el Señor se llama Dios celoso, y lo es. 15No hagas alianza con los habitantes del país, porque se prostituyen con sus dioses, y cuando les ofrezcan sacrificios te invitarán a comer de las víctimas. 16Ni tomes a sus hijas por mujeres para tus hijos, porque cuando sus hijas se prostituyan con sus dioses, prostituirán a tus hijos con sus dioses.

17»No te hagas estatuas de dioses. 18Guarda la fiesta de los ázimos: comerás Ázimos durante siete días por la fiesta del mes de abril, según te mandé, porque en ese mes saliste de Egipto. 19Todas las primeras crías machos de tu ganado me pertenecen, sean terneros o corderos. 20La primera cría del borrico la rescatarás con un cordero, y si no la rescatas, la desnucarás. A tu primogénito lo rescatarás, y nadie se presentará ante mí con las manos vacías.

21»Seis días trabajarás y al séptimo descansarás; durante la siembra y la siega descansarás.

22Celebra la fiesta de las Semanas al comenzar la recolección del trigo y la fiesta de la Cosecha al terminar el año. 23Tres veces al año se presentarán todos los varones al Señor, Dios de Israel. 24Yo arrojaré de tu presencia a las naciones, ensancharé tus fronteras y nadie codiciará tu país mientras tú subes a visitar al Señor, tu Dios, tres veces al año.

25»No ofrezcas nada fermentado con la sangre de mis víctimas. De la víctima de la Pascua no quedará nada para el día siguiente. 26Ofrece en el templo del Señor, tu Dios, las primicias de tus tierras. No cocerás el cabrito en la leche de la madre.

27El Señor dijo a Moisés:

–Escríbete estos mandatos. Porque estas palabras son las cláusulas de la alianza que hago contigo y con Israel.

28Moisés pasó allí con el Señor cuarenta días con sus cuarenta noches: no comió pan ni bebió agua, y escribió en las tablas las cláusulas del pacto, los diez mandamientos.

Efectos de la teofanía

(33,7-11)

29Cuando Moisés bajó del monte Sinaí llevaba las dos tablas de la alianza en la mano; no sabía que tenía radiante la cara por haber hablado con el Señor. 30Pero Aarón y todos los israelitas vieron a Moisés con la cara radiante, y no se atrevieron a acercarse a él. 31Cuando Moisés los llamó, se acercaron Aarón y los jefes de la comunidad, y Moisés les habló. 32Después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. 33Y cuando terminó de hablar con ellos, se echó un velo sobre la cara.

34Cuando Moisés acudía al Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Cuando salía, comunicaba a los israelitas lo que le habían mandado. 35Los israelitas veían la cara radiante, y Moisés se volvía a echar el velo sobre la cara, hasta que volvía a hablar con Dios.

 

Ejecución de las obras del Santuario

Comienza aquí la segunda parte del extenso documento sacerdotal (P) sobre la orden divina de construir el Santuario, los objetos para el culto y los ornamentos sacerdotales que se había iniciado en 25–31. Estos capítulos son la constatación de que todo lo ordenado por el Señor se cumple.

 

[A] Descanso del sábado

(31,12-18)

35 1Moisés convocó a toda la asamblea de los israelitas y les dijo:

2–Esto es lo que el Señor les manda hacer: Durante seis días harán sus tareas, pero el séptimo es el día de descanso solemne dedicado al Señor. El que trabaje en él será castigado con la muerte. 3Ese día no encenderán fuego en ninguno de sus poblados.

[B] Tributos para

la construcción del Santuario

(25,1-9)

4Moisés dijo a toda la asamblea de los israelitas:

5–Éstas son las órdenes del Señor: reserven una parte de sus bienes para presentarlos como ofrenda al Señor; todo hombre generoso ofrecerá en tributo al Señor oro, plata y bronce, 6púrpura violácea, roja y escarlata, lino y pelo de cabra, 7pieles de carnero curtidas, pieles finas y madera de acacia, 8aceite para la lámpara, perfumes para la unción y para el sahumerio, 9piedras de ónice y de engaste para el efod y el pectoral. 10Los artesanos, que se presenten para hacer lo que manda el Señor: 11el santuario con su tienda y cubierta, ganchos y tablones, travesaños, columnas y bases, 12el arca con sus travesaños, la tapa y la cortina que la cubre, 13la mesa con sus travesaños y todos sus utensilios, los panes presentados, 14el candelabro con las lámparas, con sus utensilios y el aceite, 15el altar del incienso con sus travesaños, el aceite de la unción, el incienso del sahumerio y la antepuerta colocada a la entrada del santuario, 16el altar de los holocaustos con su enrejado de bronce, sus utensilios y travesaños, la fuente para las abluciones con su base, 17las cortinas del atrio con sus columnas y bases y la antepuerta de la entrada del atrio, 18las estacas de la morada, las estacas del atrio con sus cuerdas, 19los ornamentos sagrados para las funciones del santuario, los ornamentos sagrados del sacerdote Aarón y los de sus hijos para oficiar.

20Entonces toda la asamblea de los israelitas se retiró, 21y todos los hombres generosos que se sentían animados llevaron tributos al Señor para las obras de la tienda del encuentro, para su culto y para las vestiduras sagradas. 22Acudieron hombres y mujeres y entregaron generosamente hebillas, pendientes, anillos, pulseras y toda clase de objetos de oro, y cada uno lo agitaba ritualmente ante el Señor. 23Los que poseían púrpura violácea, roja o escarlata, lino, pelo de cabra, pieles de carnero curtidas y pieles finas lo llevaron. 24Los que deseaban ofrecer tributo de plata y bronce se lo llevaron al Señor, y los que poseían maderas de acacia, las llevaban para los diversos usos. 25Las mujeres hábiles en el oficio hilaron y llevaron las labores en púrpura violácea, roja, escarlata y en lino. 26Todas las mujeres hábiles y dispuestas a ayudar tejieron el pelo de cabra. 27Los jefes llevaron las piedras de ónice y de engaste para el efod y el pectoral, 28los perfumes, el aceite de la lámpara, el aceite de la unción y el incienso del sahumerio. 29Los hombres y mujeres israelitas que se sentían con generosidad para contribuir a las diversas tareas que el Señor había mandado hacer a Moisés llevaban su ofrenda voluntaria al Señor.

[C] Artesanos del Santuario

(31,1-6)

30Moisés dijo a los israelitas:

–El Señor ha escogido a Besalel, hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá, 31y lo ha colmado de dotes sobrehumanas, de sabiduría, de destreza y de habilidad para su oficio, 32para que proyecte y labre oro, plata y bronce; 33para que talle piedras y las engaste; para que talle madera, y para las demás tareas. 34También le ha dado talento para enseñar a otros, lo mismo que a Ohliab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan. 35Los ha dotado de habilidad para realizar cualquier clase de labores: bordar en púrpura violácea, roja o escarlata y en lino; para realizar cualquier clase de labores y hacer proyectos.

[D] Obras del Santuario

36 1Besalel, Ohliab y todos los artesanos a quienes el Señor había dotado de habilidad y destreza para ejecutar los diversos trabajos del santuario realizaron lo que el Señor había ordenado.

2Moisés convocó a Besalel, Ohliab y a todos los artesanos a quienes el Señor había dotado de habilidad y que estaban dispuestos a colaborar en la ejecución del proyecto, 3y les entregó personalmente todos los tributos aportados por los israelitas para ejecutar los diversos trabajos del santuario. Los israelitas continuaban llevando ofrendas voluntarias todas las mañanas. 4Un día los artesanos que trabajaban en el santuario dejaron sus trabajos, 5y fueron a decir a Moisés:

–El pueblo trae más de lo que se necesita para llevar a cabo los diversos trabajos que el Señor ha ordenado.

6Moisés hizo correr esta voz por el campamento: Que nadie, ni hombre ni mujer, prepare y traiga más tributos al santuario. 7Y el pueblo dejó de llevarlos. Lo aportado era más que suficiente para realizar las obras.

[E] El Santuario

(26,1-30)

8Todos los artesanos que colaboraban hicieron el santuario con diez lonas de lino fino reforzado de púrpura violácea, roja y escarlata, y en ellas bordaron querubines. 9Cada lona medía catorce metros de largo por dos de ancho: todas de la misma medida. 10Empalmaron las lonas en dos series de a cinco cada una, 11y en cada uno de los bordes de las dos series pusieron unas presillas de púrpura violácea: 12cincuenta en el borde de la primera y otras cincuenta en el borde de la segunda, de modo que se correspondían. 13Hizo también cincuenta ganchos de oro y unió con ellos las lonas, de modo que el santuario formase una unidad. 14Tejió también once piezas en pelo de cabra para que sirvieran de tienda de campaña al santuario. 15Cada lona medía quince metros de largo por dos de ancho: las once de la misma medida. 16Empalmó cinco lonas por un lado y seis por el otro. 17Puso cincuenta presillas en los bordes de cada serie de lonas empalmadas. 18Hizo también cincuenta ganchos de bronce para cerrar la tienda y formar así una unidad. 19Hizo además para la tienda una cubierta de pieles de carnero curtidas y una sobrecubierta de pieles finas.

20Hizo unos tablones de madera de acacia para el santuario y los colocó verticalmente. 21Cada tablón medía cinco metros de largo por setenta y cinco centímetros de ancho, 22y llevaba dos espigas para ensamblarse con los contiguos. 23Colocó así los tablones del santuario: en la parte sur, veinte tablones, 24y bajo ellos cuarenta bases de plata, dos por tablón, para las espigas. 25En el segundo lado, al norte, otros veinte tablones, 26con sus cuarenta bases, dos por tablón. 27En el fondo del santuario, al oeste, seis tablones de frente 28y dos formando los ángulos. 29Parejos por abajo y perfectamente unidos por arriba hasta la primera anilla. Los dos tablones formaban así los ángulos del fondo de la morada. 30En total, ocho tablones con dieciséis bases, dos por tablón. 31Hizo también cinco travesaños de madera de acacia para los tablones de cada lado 32y cinco para el lado del fondo, al oeste. 33El travesaño central, a media altura de los tablones, atravesaba de un extremo a otro. 34Hizo de oro las anillas, por donde pasaban los travesaños, y revistió de oro los tablones y los travesaños.

[F] Cortina y antepuerta

(26,31-37)

35Hizo una cortina de púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino reforzado, y bordó en ella querubines. 36La colgó de cuatro columnas de madera de acacia revestidas de oro y provistas de ganchos de oro. Y fundió cuatro bases de plata.

37Hizo también una antepuerta para la tienda, de púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino reforzado, recamada artísticamente, 38y cinco columnas provistas de ganchos. Revistió de oro sus capiteles y varillas, y de bronce las cinco bases.

[G] El arca

(25,10-22)

37 1Besalel hizo el arca de madera de acacia, de ciento veinticinco centímetros de largo por setenta y cinco de ancho y setenta y cinco de alto. 2La revistió de oro de ley por dentro y por fuera, y le aplicó alrededor un listón de oro. 3Fundió oro para hacer cuatro anillas, que colocó en los cuatro ángulos, dos a cada lado.

4Hizo también unos travesaños de madera de acacia y los revistió de oro. 5Metió los travesaños por las anillas laterales del arca para poder transportarla.

6Hizo también una tapa de oro puro de ciento veinticinco centímetros de largo por setenta y cinco de ancho. 7En sus dos extremos hizo dos querubines cincelados en oro: 8cada uno arrancando de un extremo de la tapa 9y cubriéndola con las alas extendidas hacia arriba. Estaban uno frente a otro, mirando al centro de la tapa.

[H] Mesa de los panes presentados

(25,23-30)

10Hizo la mesa de madera de acacia, de un metro de largo por cincuenta centímetros de ancho y setenta y cinco de alto. 11La revistió de oro puro y le aplicó alrededor un listón de oro. 12Le puso alrededor una abrazadera de un palmo, y alrededor de la abrazadera un listón de oro. 13Fundió oro para hacer cuatro anillas, y las colocó en los ángulos de las cuatro patas. 14Sujetó las anillas a la abrazadera, y por ellas se metían los travesaños para transportar la mesa.

15Hizo también travesaños de madera de acacia y los revistió de oro: con ellos se transportaba la mesa.

16Hizo también los utensilios de la mesa: fuentes, bandejas, jarras y copas para la libación, todo de oro puro.

[I] Candelabro

(25,31-40)

17Hizo el candelabro de oro puro, todo cincelado; de él arrancaban base, fuste, cálices y corolas. 18De sus lados arrancaban seis brazos, tres a cada lado. 19Cada brazo tenía tres copas, como de flor de almendro, con cálices y corolas: eran iguales los seis brazos que arrancaban del candelabro. 20El candelabro tenía cuatro copas, como flores de almendro, con cálices y corolas. 21Un cáliz debajo de cada pareja de brazos del candelabro: los seis brazos del candelabro eran iguales. 22Cálices y fustes arrancaban de él, todos por igual, cincelados en oro puro. 23Hizo las siete lámparas, con sus tenazas para arreglar los pabilos y ceniceros de oro puro. 24Empleó treinta kilos de oro para hacer el candelabro y sus utensilios.

[J] Altar del incienso

(30,1-10)

25Hizo el altar del incienso de madera de acacia. Era cuadrado, de cincuenta centímetros de largo por cincuenta de ancho por un metro de alto. De él arrancaban los salientes. 26Revistió de oro puro la parte superior, los cuatro lados y los salientes. Alrededor le aplicó un listón de oro. 27Bajo éste, en los rebordes de dos lados opuestos, puso dos anillas de oro, por las cuales se metían los travesaños para transportar el altar. 28Hizo también los travesaños de madera de acacia y los revistió de oro.

29Hizo también el aceite de la unción santa y el incienso puro del sahumerio, según receta de perfumista.

[K] Altar de los holocaustos

(27,1-8)

38 1Hizo el altar de los holocaustos de madera de acacia; medía dos metros y medio de largo por dos y medio de ancho, era cuadrado y medía metro y medio de alto. 2En las cuatro esquinas hizo unos salientes que arrancaban de él y los revistió de bronce. 3También hizo de bronce todos los utensilios del altar: recipientes para recoger las cenizas, paletas, aspersorios, trinchantes y braseros.

4Hizo también para el altar un enrejado de bronce, y lo colocó bajo los rebordes de modo que bajara hasta media altura del altar. 5Soldó cuatro anillas a los cuatro ángulos del enrejado de bronce para meter por ellas los travesaños. 6Hizo los travesaños de madera de acacia y los revistió de bronce.

7Los metió por las anillas de los dos lados del altar para transportarlo. Hizo el altar de tablas y hueco por dentro.

8Hizo de bronce la fuente y su base con los espejos de las mujeres que servían a la entrada de la tienda del encuentro.

[L] Atrio del Santuario

(27,9-19)

9Así hizo el atrio: en el lado sur puso unas cortinas de lino fino reforzado, dispuestas a lo largo de cincuenta metros. 10Las veinte columnas y bases eran de bronce, los ganchos de las columnas y las varillas eran de plata. 11En el lado norte puso cortinas dispuestas a lo largo de cincuenta metros, colgadas de veinte columnas con sus bases de bronce; los ganchos y las varillas de las columnas eran de plata. 12En el lado del oeste puso cortinas dispuestas a lo largo de veinticinco metros, con diez columnas y diez bases; los ganchos y las varillas de las columnas eran de plata. 13El lado del este tenía una anchura de veinticinco metros. 14A un lado de la entrada del atrio puso cortinas de siete metros y medio, 15y al otro lado de la entrada del atrio cortinas de siete metros y medio con tres columnas y tres bases.

16Todas las cortinas que rodeaban el atrio eran de lino puro reforzado. 17Las bases de las columnas eran de bronce; los ganchos y varillas, de plata. Revistió de plata los capiteles, y todas las columnas del atrio llevaban varillas de plata. 18La antepuerta del atrio era de púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino reforzado, y estaba recamada artísticamente. Medía diez metros de largo por dos y medio de alto, lo mismo que las cortinas del atrio. 19Colgaba de cuatro columnas, con sus bases de bronce; los ganchos eran de plata. Y revistió de plata los capiteles y las varillas. 20Todas las estacas que rodeaban el atrio del santuario eran de bronce.

[M] Gastos

21Éstos son los gastos de la construcción del santuario de la alianza, que registraron los levitas por orden de Moisés y bajo la dirección de Itamar, hijo del sacerdote Aarón.

22Besalel, hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá, hizo todo lo que el Señor había ordenado a Moisés. 23Le ayudó Ohliab, hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan, artesano, dibujante y bordador en púrpura violácea, roja y escarlata, y en lino.

24El total de oro empleado en la construcción del santuario, oro de la ofrenda agitada ritualmente, fue de ochocientos setenta y ocho kilos –peso del templo–. 25La plata recogida entre los miembros de la asamblea fue tres mil dieciocho kilos –peso del templo–. 26Cinco gramos de plata –peso del templo– por cada uno de los registrados en el censo, de veinte años para arriba, o sea, seiscientos tres mil quinientos cincuenta hombres. 27Tres mil kilos de plata se emplearon en la fundición de las bases del templo y de la cortina, a razón de treinta kilos por base. 28Con los dieciocho kilos restantes se hicieron los ganchos y las varillas de las columnas y se revistieron los capiteles. 29El bronce de la ofrenda agitada ritualmente pesó dos mil ciento veinticuatro kilos. 30Se empleó en hacer las bases de la entrada de la tienda del encuentro, el altar de bronce con su rejilla y todos los utensilios del altar, 31las bases del atrio y de su puerta, todas las estacas del santuario y las del atrio.

Ornamentos sacerdotales

(28,1-5)

39 1Confeccionaron los ornamentos sagrados para el servicio del santuario en púrpura violácea, roja y escarlata, y lino fino reforzado. Y del mismo material hicieron los ornamentos sagrados de Aarón, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

[A] Efod

(28,6-14)

2Hicieron el efod de oro, púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino reforzado. 3Hicieron panes de oro, los cortaron en hilos y los bordaron en la púrpura violácea, roja y escarlata, y en el lino fino reforzado. 4Hicieron también dos hombreras unidas por los extremos. 5El cinturón para sujetar el efod arrancaba de él y era de la misma labor: de oro, púrpura violácea, roja y escarlata y lino fino reforzado, como el Señor se lo había ordenado a Moisés. 6Engarzaron las piedras de ónice en filigrana de oro y grabaron en ellas, como en un sello, los nombres de las tribus israelitas. 7Las aplicaron a las hombreras del efod: piedras recordatorio de los israelitas, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

[B] Pectoral

(28,15-30)

8Hizo artísticamente el pectoral, de la misma labor que el efod: oro, púrpura violácea, roja y escarlata y lino puro reforzado. 9Era doble y cuadrado, un palmo de largo por uno de ancho. 10Estaba cubierto con cuatro filas de piedras: en la primera fila, carnelita, topacio y azabache; 11en la segunda fila, esmeralda, zafiro y diamante; 12en la tercera fila, jacinto, ágata y amatista; 13en la cuarta fila, topacio, ónice y jaspe. Las guarniciones de pedrería iban engarzadas en filigrana de oro. 14Pusieron doce piedras, como el número de las tribus israelitas. Cada piedra llevaba grabado, como un sello, el nombre de una de las doce tribus.

15Hicieron además para el pectoral cadenas de oro puro trenzadas como cordones; 16dos engastes de oro y dos anillas de oro, que sujetaron a los dos extremos del pectoral. 17Pasaron los dos cordones de oro por las dos anillas del pectoral 18y unieron los dos cabos de los cordones a las dos filigranas, y los fijaron en las hombreras del efod por la parte delantera.

19Hicieron otras dos anillas de oro y las colocaron en los dos extremos del pectoral, en el borde interior que toca el efod. 20Y otras dos anillas de oro, que fijaron en la parte interior y delantera de las hombreras del efod, junto al empalme y más arriba del cinturón del efod. 21Con un cordón de púrpura violácea sujetaron las anillas del pectoral con las del efod, de modo que quedara sobre el cinturón del efod y no pudiera desprenderse el pectoral del efod, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

[C] Manto

(28,31-35)

22Hizo el manto del efod todo él de púrpura violácea. 23Tenía arriba una abertura en el centro, reforzada alrededor con un dobladillo, como el de los chalecos de cuero, para que no se rasgara. 24En el borde del manto, todo alrededor, pusieron granadas de púrpura violácea, roja y escarlata, 25y alternando con ellas, cascabeles de oro: cascabel y granada todo alrededor. 26Se usaba para oficiar, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

[D] Otros vestidos

(28,40-43)

27Para Aarón y sus hijos hicieron túnicas tejidas en lino, 28turbantes y birretas con adornos, y pantalones de lino fino reforzado. 29Las fajas en lino fino reforzado, púrpura violácea, roja y escarlata, recamadas artísticamente, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

[E] Flor de oro

(28,36-38)

30Hicieron de oro puro la flor de la diadema santa, y grabaron en ella, como en un sello: Consagrado al Señor. 31La sujetaron al turbante por su parte superior, con un cordón de púrpura violácea, como el Señor se lo había ordenado a Moisés. 32Así terminaron los trabajos del santuario y de la tienda del encuentro. Los israelitas los hicieron ajustándose a lo que el Señor había ordenado a Moisés.

Presentación de la obra a Moisés

33Le presentaron a Moisés el santuario, la tienda y todos sus utensilios: ganchos, tablones, travesaños, columnas y bases. 34La cubierta de pieles de carnero curtidas, la cubierta de pieles finas y la cortina de la antepuerta. 35El arca de la alianza con travesaños y tapa. 36La mesa con sus utensilios y los panes presentados. 37El candelabro de oro puro, con sus lámparas en orden, sus utensilios y el aceite de las lámparas. 38El altar de oro y el aceite de la unción y del sahumerio y la antepuerta de la tienda. 39El altar de bronce con su rejilla, travesaños y demás utensilios; la fuente con su base. 40Las cortinas del atrio con columnas y bases; la antepuerta de la entrada del atrio con cuerdas, estacas y demás utensilios del servicio del santuario de la tienda del encuentro. 41Los ornamentos sagrados para oficiar en el santuario, los ornamentos que el sacerdote Aarón y sus hijos usaban para oficiar.

42Los israelitas hicieron todos los trabajos ajustándose a lo que el Señor había ordenado a Moisés. 43Moisés examinó toda la labor, comprobó que se ajustaban a lo ordenado por el Señor, y les dio la bendición.

Construcción y consagración del Santuario

[A] Mandato del Señor

40 1El Señor habló a Moisés:

2–El día uno del mes primero instalarás el santuario de la tienda del encuentro: 3pondrás en él el arca de la alianza y la taparás con la cortina; 4meterás la mesa y colocarás en ella los panes; meterás el candelabro y encenderás las lámparas; 5pondrás el altar de oro del incienso delante del arca de la alianza, y colgarás la antepuerta del santuario; 6colocarás el altar de los holocaustos delante de la puerta del santuario de la tienda del encuentro; 7pondrás la fuente entre la tienda del encuentro y el altar, y le echarás agua; 8alrededor levantarás el atrio y pondrás la antepuerta de la entrada del atrio.

9»Tomarás el aceite de la unción y ungirás el santuario y cuanto hay en él: lo consagrarás con todos sus utensilios y quedará consagrado. 10Ungirás también el altar de los holocaustos con todos sus utensilios, lo consagrarás y será sacrosanto. 11Ungirás también la fuente con su base y las consagrarás.

12»Después mandarás acercarse a Aarón y a sus hijos a la puerta de la tienda del encuentro y los harás bañarse. 13Vestirás a Aarón con los ornamentos sagrados, lo ungirás y lo consagrarás como sacerdote mío. 14Después mandarás acercarse a sus hijos, y les vestirás la túnica; 15los ungirás como ungiste a su padre, para que sean mis sacerdotes. La unción les conferirá el sacerdocio perpetuo en todas sus generaciones.

[B] Ejecución de las órdenes

(1 Re 7)

16Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había mandado.

17El día uno del mes primero del segundo año fue instalado el santuario. 18Moisés instaló el santuario, colocó las bases, puso los tablones con sus travesaños y plantó las columnas; 19montó la tienda de campaña sobre el santuario y puso la cubierta sobre la tienda, como el Señor se lo había ordenado a Moisés. 20Colocó el documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los travesaños y la cubrió con la tapa. 21Después la metió en el santuario y colocó la cortina de modo que tapase el arca de la alianza, como el Señor se lo había ordenado a Moisés. 22Colocó también la mesa en la tienda del encuentro, en la parte norte del santuario y fuera de la cortina. 23Sobre ella colocó los panes presentados al Señor, como se lo había ordenado el Señor a Moisés.

24Colocó el candelabro en la tienda del encuentro, en la parte sur del santuario, frente a la mesa; 25encendió las lámparas en presencia del Señor, como el Señor se lo había ordenado a Moisés. 26Puso el altar de oro en la tienda del encuentro, frente a la cortina, 27y quemó sobre él el incienso del sahumerio, como el Señor se lo había ordenado a Moisés. 28Después colocó la antepuerta del santuario. 29Puso el altar de los holocaustos a la puerta del santuario de la tienda del encuentro, y sobre él ofreció el holocausto y la ofrenda, como el Señor se lo había ordenado a Moisés. 30Colocó la fuente entre la tienda del encuentro y el altar, y echó agua para las abluciones. 31Moisés, Aarón y sus hijos se lavaban manos y pies 32cuando iban a entrar en la tienda del encuentro para acercarse al altar, como el Señor se lo había ordenado a Moisés.

33Alrededor del santuario y del altar levantó el atrio, y colocó la antepuerta a la entrada del mismo. Y así acabó la obra Moisés.

La Gloria del Señor II

(1 Re 8,10s; Ez 43,1-5)

34Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la Gloria del Señor llenó el santuario.

35Moisés no pudo entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había apostado sobre ella y la Gloria del Señor llenaba el santuario.

36En todas las etapas del camino cuando la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento. 37Pero cuando la nube no se alzaba, los israelitas esperaban hasta que se alzase.

38Porque de día la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego brillaba en ella, a la vista de toda la casa de Israel. Y esto sucedía en todas las etapas del camino.