Capítulos de Esdras

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esdras

La vuelta del destierro

1 1El año primero de Ciro, rey de Persia, el Señor, para cumplir lo que había anunciado por boca de Jeremías, movió a Ciro de Persia a promulgar de palabra y por escrito en todo su reino: 2Ciro, rey de Persia, decreta: El Señor, Dios del cielo, me ha entregado todos los reinos de la tierra y me ha encargado construirle un templo en Jerusalén de Judá. 3Los que pertenezcan a ese pueblo, que su Dios los acompañe y suban a Jerusalén de Judá para reconstruir el templo del Señor, Dios de Israel, el Dios que habita en Jerusalén. 4Y a todos los supervivientes, dondequiera que residan, la gente del lugar les proporcionará plata, oro, hacienda y ganado, además de las ofrendas voluntarias para el templo del Dios de Jerusalén.

5Entonces, todos los que se sintieron movidos por Dios –jefes de familia de Judá y Benjamín, sacerdotes y levitas– se pusieron en marcha y subieron a reedificar el templo de Jerusalén. 6Sus vecinos les proporcionaron de todo: plata, oro, hacienda, ganado y otros muchos regalos, además de las ofrendas voluntarias.

7El rey Ciro hizo entrega de los utensilios del templo que Nabucodonosor se había llevado de Jerusalén para colocarlo en el templo de su dios. 8Ciro de Persia los puso en manos del tesorero Mitrídates, que los contó delante de Sesbasar, príncipe de Judá. 9Era la siguiente cantidad: treinta copas de oro, mil copas de plata, veintinueve cuchillos, 10treinta vasos de oro, cuatrocientos diez vasos de plata y mil objetos de otras clases. 11Total de objetos de oro y plata: cinco mil cuatrocientos. Sesbasar los llevó todos consigo cuando los desterrados subieron de Babilonia a Jerusalén.

Lista de los deportados que volvieron a su tierra

2 1Lista de los pertenecientes a la provincia de Judá, deportados a Babilonia por Nabucodonosor, que volvieron a Jerusalén y Judá –cada uno a su pueblo– desde el destierro. 2Fueron con Zorobabel, Josué, Nehemías, Serayas, Reelayas, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvay, Rejún y Baná.

El número de la gente del pueblo fue el siguiente:

3Descendientes de Farós, dos mil ciento setenta y dos.

4Descendientes de Sefatías, trescientos setenta y dos.

5Descendientes de Araj, setecientos setenta y cinco.

6Descendientes de Pajat Moab, descendientes de Josué y de Joab,

                   dos mil ochocientos doce.

7Descendientes de Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro.

8Descendientes de Zatú, novecientos cuarenta y cinco.

9Descendientes de Zacay, setecientos sesenta.

10Descendientes de Baní, seiscientos cuarenta y dos.

11Descendientes de Bebay, seiscientos veintitrés.

12Descendientes de Azgad, mil doscientos veintidós.

13Descendientes de Adonicán, seiscientos sesenta y seis.

14Descendientes de Bigvay, dos mil cincuenta y seis.

15Descendientes de Adín, cuatrocientos cincuenta y cuatro.

16Descendientes de Ater, de Ezequías, noventa y ocho.

17Descendientes de Besay, trescientos veintitrés.

18Descendientes de Yorá, ciento doce.

19Descendientes de Jasún, doscientos veintitrés.

20Descendientes de Guibar, noventa y cinco.

21Ciento veintitrés hombres de Belén.

22Cincuenta y seis de Netofá.

23Ciento veintiocho de Anatot.

24Cuarenta y dos de Azmaut.

25Setecientos cuarenta y tres de Quiriat Yearim, Quepira y Beerot.

26Seiscientos veintiuno de Ramá y Guibeá.

27Ciento veintidós de Micmás.

28Doscientos veintitrés de Betel y Ay.

29Descendientes de Nebo, cincuenta y dos.

30Descendientes de Magbís, ciento cincuenta y seis.

31Descendientes del otro Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro.

32Descendientes de Jarín, trescientos veinte.

33Descendientes de Lod, Jadid y Onó, setecientos veinticinco.

34Descendientes de Jericó, trescientos cuarenta y cinco.

35Descendientes de Senaá, tres mil seiscientos treinta.

36Sacerdotes:

Descendientes de Yedayas, de la familia de Josué, novecientos setenta y tres.

37Descendientes de Imer, mil cincuenta y dos.

38Descendientes de Pasjur, mil doscientos cuarenta y siete.

39Descendientes de Jarín, mil diecisiete.

40Levitas:

Descendientes de Josué y de Cadmiel, de la familia de Hodavías,

                   setenta y cuatro.

41Cantores:

Descendientes de Asaf, ciento veintiocho.

42Porteros:

Descendientes de Salún, Ater, Talmón, Acub, Jatitá y Sobay,

                   ciento treinta y nueve en total.

43Empleados del templo:

Descendientes de Sijá, Jasufá, Tabaot, 44Querós, Siahá, Fadón, 45Lebaná, Jagabá, Acub, 46Jagab, Samlay, Janán, 47Guidel, Gájar, Reayas, 48Resín, Necodá, Gazán, 49Uzá, Pasej, Besay, 50Asná, meunitas, nefusitas, 51Bacbuc, Jacufá, Jarjur, 52Baslut, Mejidá, Jarsá, 53Barcós, Sísara, Támaj, 54Nesij y Jatifá.

55Hijos de los servidores de Salomón:

Descendientes de Sotay, Soféret, Perudá, 56Yalá, Darcón, Guidel, 57Sefatías, Jatil, Poquéret, el sebaíta, y Amí.

58Total de empleados del templo y de los hijos de los servidores de Salomón, trescientos noventa y dos.

59Lista de los que subieron de Tel Mélaj, Tel Jarsá, Querub, Adán e Imer, pero no pudieron probar su ascendencia o su origen israelita: 60Descendientes de Pelayas, Tobías y Necodá, seiscientos cincuenta y dos.

61Y entre los sacerdotes, los descendientes de Jobayas, Hacós y Barzilay, que se casó con una hija del galaadita Barzilay y tomó su nombre. 62Buscaron su registro genealógico, pero no lo encontraron, y se les excluyó del sacerdocio. 63El gobernador les ordenó que no comiesen de los alimentos sagrados hasta que apareciese un sacerdote experto en consultar las suertes.

64La comunidad constaba en total de cuarenta y dos mil trescientas sesenta personas, 65sin contar los esclavos y esclavas, que eran siete mil trescientos treinta y siete. Había también doscientos cantores y cantoras; 66y tenían setecientos treinta y seis caballos, doscientos cuarenta y cinco mulos, 67cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte asnos.

68Cuando llegaron al templo de Jerusalén, algunos jefes de familia hicieron donativos para que el templo se reconstruyese en su mismo sitio. 69De acuerdo con sus posibilidades, entregaron al fondo del culto sesenta y un mil dracmas de oro, cinco mil minas de plata y cien túnicas sacerdotales.

70Los sacerdotes, los levitas y parte del pueblo se establecieron en Jerusalén; los cantores, los porteros y los empleados del templo, en sus pueblos, y el resto de Israel, en los suyos.

Restauración del altar y del culto

(Ageo, Zac 3; 6)

3 1Los israelitas se encontraban ya en sus poblaciones cuando al llegar el mes séptimo se reunieron todos en Jerusalén como un solo hombre. 2Entonces Josué, hijo de Yosadac, con sus parientes los sacerdotes, y Zorobabel, hijo de Sealtiel, con sus parientes, se pusieron a construir el altar del Dios de Israel para ofrecer en él holocaustos, como manda la ley de Moisés, hombre de Dios. 3Levantaron el altar en su antiguo sitio, a pesar del temor que les inspiraban los colonos extranjeros, y ofrecieron en él al Señor los holocaustos matutinos y vespertinos.

4Celebraron la fiesta de las Chozas, como está mandado, ofreciendo holocaustos según el número y el ritual de cada día 5y siguieron ofreciendo el holocausto diario, el de principios de mes, el de las solemnidades dedicadas al Señor y los ofrecidos voluntariamente al Señor.

6El día primero de octubre comenzaron a ofrecer holocaustos al Señor. Pero aún no se habían puesto los cimientos del templo. 7Entonces, de acuerdo con lo autorizado por Ciro de Persia, contrataron talladores de piedra y carpinteros, y dieron a los sidonios y tirios alimentos, bebidas y aceite para que enviasen a Jafa, por vía marítima, madera de cedro del Líbano.

8A los dos años de haber llegado al templo de Jerusalén, en el mes segundo, Zorobabel, hijo de Sealtiel, Josué, hijo de Yosadac, sus demás parientes sacerdotes y levitas, y todos los que habían vuelto a Jerusalén del cautiverio comenzaron la obra del templo, poniendo al frente de ella a los levitas mayores de veinte años. 9Josué, sus hijos y hermanos, Cadmiel y sus hijos, Hodavías, los hijos de Henadad, sus hijos y sus hermanos, los levitas, se pusieron todos al frente de los obreros que trabajaban en el templo.

10Cuando los albañiles terminaron de echar los cimientos, se presentaron los sacerdotes, revestidos, con trompetas, y los levitas, descendientes de Asaf, con platillos, para entonar himnos al Señor, según ordenó David, rey de Israel. 11Alabaron y dieron gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia con Israel.

Todo el pueblo alabó con grandes aclamaciones al Señor por haberse puesto los cimientos del templo. 12Muchos sacerdotes, levitas y jefes de familia –los ancianos que habían visto con sus propios ojos el primer templo– se lamentaban a voces, mientras otros muchos lanzaban gritos de alegría. 13Y era imposible distinguir entre gritos de alegría y sollozos, porque el clamor de la gente era tan grande que se oía desde lejos.

Interrupción de las obras

4 1Cuando los rivales de Judá y Benjamín se enteraron de que los desterrados estaban construyendo el templo del Señor, Dios de Israel, 2se presentaron a Zorobabel, a Josué y a los jefes de familia, y les dijeron:

–Vamos a ayudarlos, porque también nosotros servimos a su Dios, igual que ustedes, y le ofrecemos sacrificios desde que Asaradón de Asiria nos instaló aquí.

3Zorobabel, Josué y los demás jefes de familia les respondieron:

–No edificaremos juntos el templo de nuestro Dios. Lo haremos nosotros solos, como ha mandado Ciro de Persia.

4Entonces los colonos extranjeros se dedicaron a desmoralizar a los judíos y a atemorizarlos para que dejasen de construir. 5Desde tiempos de Ciro hasta el reinado de Darío de Persia estuvieron sobornando consejeros que hiciesen fracasar sus planes.

6Cuando Jerjes subió al trono, al comienzo de su reinado, redactaron una denuncia contra los habitantes de Judá y Jerusalén. 7Y en tiempos de Artajerjes, Bislán, Mitrídates, Tabeel y demás colegas enviaron un informe a Artajerjes de Persia. El documento estaba redactado en arameo, con aclaraciones también en arameo.

8El gobernador Rejún y el secretario Simsay escribieron al rey Artajerjes una carta contra Jerusalén. 9Exactamente, la firmaron el gobernador Rejún, el secretario Simsay, sus demás colegas, los jueces y los legados, funcionarios persas, ciudadanos de Uruc, Babilonia, Susa –es decir, elamitas–, 10los restantes pueblos que el ilustre emperador Asurbanipal deportó e instaló en las ciudades de Samaría y en el resto de Transeufratina, etc.

11Copia de la carta que enviaron:

Al rey Artajerjes, tus súbditos, habitantes de Transeufratina, etc.

12Comunicamos al rey que los judíos que han venido de tu región piensan reconstruir Jerusalén, ciudad rebelde y perversa; están dispuestos a levantar la muralla y ya han echado los cimientos. 13Sepa el rey que si reconstruyen esta ciudad y levantan sus murallas no seguirán pagando tributo, contribución ni peaje, lo que en definitiva perjudicaría a su majestad.

14Como nosotros vivimos a sueldo de la corona, no podemos tolerar esta ofensa a su majestad y le comunicamos lo que ocurre. 15Que investiguen en los anales de tus predecesores, en ellos comprobarás que se trata de una ciudad rebelde, perjudicial para los reyes y las provincias y que ha estado siempre fomentando insurrecciones. Por eso la destruyeron.

16Nosotros hacemos saber al rey que, si se reconstruye esta ciudad y se terminan sus murallas, perderá pronto los territorios de Transjordania.

17El rey respondió:

Al gobernador Rejún, al secretario Simsay y a sus demás colegas que residen en Samaría y en las restantes localidades de Transeufratina; paz, etc.

18Me han leído una traducción del documento que enviaron. 19Mandé investigar el caso y, efectivamente, esa ciudad se ha rebelado desde antiguo contra los reyes y se han producido en ella sediciones y revueltas. 20En Jerusalén ha habido reyes poderosos que dominaban toda Transeufratina, y a los que se pagaban impuestos, contribuciones y peajes. 21Manden, por lo tanto, que se impida a esos hombres reconstruir la ciudad hasta nueva orden. 22Actúen diligentemente en este asunto, para que no empeore la situación en perjuicio de los reyes.

23Cuando leyeron al gobernador Rejún, al secretario Simsay y a sus demás colegas la copia del documento del rey Artajerjes, se dirigieron en seguida a Jerusalén, a los judíos, y les obligaron con las armas a detener las obras. 24Se suspendieron, por lo tanto, las obras del templo de Jerusalén y estuvieron paradas hasta el año segundo del reinado de Darío de Persia.

Se reanuda la construcción

5 1Entonces, el profeta Ageo y el profeta Zacarías, hijo de Idó, comenzaron a profetizar a los judíos de Judá y Jerusalén en nombre del Dios de Israel que velaba sobre ellos. 2Al oírlos, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y Josué, hijo de Yosadac, se pusieron a reconstruir el templo de Jerusalén, acompañados y alentados por los profetas de Dios. 3Pero Tatenay, gobernador de Transeufratina, Setar Boznay y sus colegas se acercaron, y les dijeron:

4–¿Quién les ha ordenado construir este templo y restaurar este santuario? ¿Cómo se llaman los hombres que han mandado construir este edificio?

5Pero Dios velaba por las autoridades de Judá y les permitieron seguir las obras mientras no llegase un decreto de Darío y les entregasen el escrito.

6Copia de la carta que enviaron Tatenay, gobernador de Transeufratina, Setar Boznay, sus colegas y las autoridades de Transeufratina al rey Darío. 7El escrito estaba redactado en los siguientes términos:

Al rey Darío, paz completa.

8Sepa el rey que hemos ido a la provincia de Judá y resulta que los judíos con su senado están construyendo en Jerusalén un gran templo con bloques de piedra, y recubren sus paredes de madera; trabajan a conciencia y el trabajo adelanta rápidamente. 9Entonces preguntamos al senado: ¿Quién les ha ordenado reconstruir esta casa y restaurar este santuario? 10Les pedimos también sus nombres, y tomamos por escrito los de sus jefes para poder informarte. 11Nos dieron la siguiente respuesta: Nosotros somos servidores del Dios del cielo y tierra, y estamos reconstruyendo un templo edificado antaño, que construyó y terminó un gran rey de Israel. 12Pero nuestros padres irritaron al Dios del cielo, y éste los entregó en manos del caldeo Nabucodonosor, rey de Babilonia, que destruyó este templo y deportó el pueblo a Babilonia. 13Sin embargo, el primer año de su reinado, Ciro de Babilonia ordenó reconstruirlo. 14Además, los objetos de oro y plata que Nabucodonosor se llevó del templo de Jerusalén al de Babilonia, el rey Ciro mandó sacarlos de este último y los consignó a un hombre llamado Sesbasar, al que nombró gobernador, 15diciéndole: Toma estos objetos, ve a llevarlos al templo de Jerusalén y que reconstruyan la casa de Dios en su mismo sitio. 16Sesbasar vino, echó los cimientos del templo de Jerusalén y desde entonces lo estamos construyendo; pero todavía no hemos terminado.

17Por consiguiente, si al rey le parece, que investiguen en los archivos reales de Babilonia, a ver si es verdad que el rey Ciro ordenó reconstruir este templo de Jerusalén. Y que nos comuniquen lo que el rey decida.

 

6 1El rey Darío ordenó investigar en la tesorería de Babilonia, que servía también de archivo, 2y resultó que en Ecbatana, la fortaleza de la provincia de Media, había un rollo redactado en los siguientes términos:

Memorándum.

3El año primero de su reinado, el rey Ciro decretó a propósito del templo de Jerusalén: Constrúyase un templo donde ofrecer sacrificios y echen sus cimientos. Su altura será de treinta metros y su ancho de otros treinta. 4Tendrá tres hileras de bloques de piedra y una hilera de madera nueva. Los gastos correrán a cargo de la corona. 5Además, los objetos de oro y plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor trasladó del templo de Jerusalén al de Babilonia, serán devueltos al templo de Jerusalén para que ocupen su puesto en la casa de Dios.

6Por consiguiente, Tatenay, gobernador de Transeufratina, Setar Boznay y sus colegas, las autoridades de Transeufratina, manténganse al margen 7y permitan al comisionado de Judea y al senado de Judá que trabajen reconstruyendo el templo de Dios en su antiguo sitio. 8En cuanto al senado de Judá y a la construcción del templo, les ordeno que se paguen a esos hombres todos los gastos puntualmente y sin interrupción, utilizando los fondos reales de los impuestos de Transeufratina. 9Los novillos, carneros y corderos que necesiten para los holocaustos del Dios del cielo, igual que el trigo, la sal, el vino y el aceite se les proporcionarán sin falta cada día, según las indicaciones de los sacerdotes de Jerusalén, 10para que ofrezcan sacrificios al Dios del cielo rogando por la salud del rey y de sus hijos.

11Asimismo, ordeno: al que no cumpla este edicto, arrancarán una viga de su casa y se lo ajusticiará sobre ella, y convertirán su casa en un montón de escombros. 12Y a todo rey o pueblo que, transgrediendo esta orden, intente destruir el templo de Jerusalén, el Dios que le ha dado su nombre lo aniquile.

La orden es mía y quiero que se cumpla a la letra. Darío.

13Tatenay, gobernador de Transeufratina, Setar Boznay y sus colegas hicieron puntualmente lo que había mandado el rey Darío. 14De este modo, el senado de Judá adelantó mucho la construcción, cumpliendo las instrucciones de los profetas Ageo y Zacarías, hijo de Idó, hasta que por fin la terminaron, conforme a lo mandado por el Dios de Israel y por Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia.

15El templo se terminó el día tres del mes de marzo, el año sexto del reinado de Darío. 16Los israelitas –sacerdotes, levitas y resto de los deportados– celebraron con júbilo la dedicación del templo, 17ofreciendo con este motivo cien toros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos y doce chivos –uno por tribu– como sacrificio expiatorio por todo Israel. 18El culto del templo de Jerusalén se lo encomendaron a los sacerdotes, por grupos, y a los levitas, por clases, como manda la ley de Moisés.

19Los deportados celebraron la Pascua el día catorce del primer mes; 20como los levitas se habían purificado, junto con los sacerdotes, estaban puros e inmolaron la víctima pascual para todos los deportados, para los sacerdotes sus hermanos y para ellos mismos. 21La comieron los israelitas que habían vuelto del destierro y todos los que, renunciando a la impureza de los colonos extranjeros, se unieron a ellos para servir al Señor, Dios de Israel. 22Celebraron con gozo la fiesta de los Ázimos durante siete días; porque el Señor los había llenado de alegría al hacer que el rey de Asiria, los favoreciera y ayudara en la reconstrucción del templo del Dios de Israel.

Esdras llega a Jerusalén

7 1Años más tarde, durante el reinado de Artajerjes de Persia, Esdras, hijo de Serayas, de Azarías, de Jelcías, 2de Salún, de Sadoc, de Ajitub, 3de Amarías, de Azarías, de Merayot, 4de Zerajías, de Uzí, de Buquí, 5de Abisúa, de Fineés, de Eleazar, hijo del sumo sacerdote Aarón, subió de Babilonia. 6Era un letrado experto en la ley que dio el Señor, Dios de Israel, por medio de Moisés. El rey le concedió todo lo que pedía porque el Señor, su Dios, estaba con él.

7El año séptimo del rey Artajerjes subieron a Jerusalén algunos israelitas, sacerdotes, levitas, cantores, porteros y empleados del templo; 8llegaron a Jerusalén en julio del año séptimo del rey. 9El uno de marzo Esdras decidió salir de Babilonia y el uno de julio llegó a Jerusalén, con la ayuda de Dios, 10porque se había dedicado a estudiar la ley del Señor para cumplirla y para enseñar a Israel sus mandatos y preceptos.

11Copia del documento que entregó el rey Artajerjes a Esdras, sacerdote –letrado, especialista en los preceptos del Señor y en sus mandatos a Israel:

12Artajerjes, rey de reyes, al sacerdote Esdras, doctor en la ley del Dios del cielo. Paz perfecta, etc.

13Dispongo que mis súbditos israelitas, incluidos sus sacerdotes y levitas, que deseen ir a Jerusalén puedan ir contigo. 14El rey y sus siete consejeros te envían para ver cómo se cumple en Judá y Jerusalén la ley de tu Dios, que te han confiado, 15y para llevar la plata y el oro que el rey y sus consejeros han ofrecido voluntariamente al Dios de Israel, que habita en Jerusalén, 16además de la plata y el oro que recojas en la provincia de Babilonia y de los dones que ofrezcan el pueblo y los sacerdotes al templo de su Dios en Jerusalén. 17Emplea exactamente ese dinero en comprar novillos, carneros y corderos, con las oblaciones y libaciones correspondientes, y ofrécelos en el altar del templo dedicado a tu Dios en Jerusalén. 18El oro y la plata que sobren lo emplearán como mejor les parezca a ti y a tus hermanos, de acuerdo con la voluntad de su Dios. 19Los objetos que te entreguen para el culto del templo de tu Dios los pondrás al servicio de Dios en Jerusalén. 20Cualquier otra cosa que necesites para el templo te la proporcionarán en la tesorería real.

21Yo, el rey Artajerjes, ordeno a todos los tesoreros de Transeufratina que entreguen puntualmente a Esdras, sacerdote, doctor en la ley del Dios del cielo, todo lo que les pida, 22hasta un total de tres mil kilos de plata, cien cargas de trigo, cien medidas de vino y cien de aceite; la sal sin restricciones. 23Hágase puntualmente todo lo que ordene el Dios del cielo con respecto a su templo, para que no se irrite contra el reino, el rey y sus hijos. 24Y les hacemos saber que todos los sacerdotes, levitas, cantores, porteros, empleados y servidores de esa casa de Dios están exentos de impuesto, contribución y peaje.

25Tú, Esdras, con esa prudencia que Dios te ha dado, nombra magistrados y jueces que administren justicia a todo tu pueblo de Transeufratina, es decir, a todos los que conocen la ley de tu Dios, y a los que no la conocen, enséñasela.

26Al que no cumpla exactamente la ley de Dios y la orden del rey, que se le condene a muerte, o al destierro, o a pagar una multa, o a la cárcel.

27Bendito sea el Señor, Dios de nuestros padres, que movió al rey a honrar el templo de Jerusalén 28y me hizo ganar el favor del rey, el de sus consejeros y el de las autoridades militares. Animado al ver que el Señor, mi Dios, me ayudaba, reuní a algunos israelitas importantes para que subiesen conmigo.

 

8 1Lista de los jefes de familia, indicando su genealogía, que subieron conmigo desde Babilonia durante el reinado de Artajerjes:

2De los descendientes de Fineés, Guersón.

De los descendientes de Itamar, Daniel.

3De los descendientes de David, Jatús, hijo de Secanías.

De los descendientes de Farós, Zacarías y ciento cincuenta registrados con él.

4De los descendientes de Pajat Moab, Elioenay, hijo de Zerajías, con doscientos varones.

5De los descendientes de Zatú, Secanías, hijo de Yajziel, con trescientos varones.

6De los descendientes de Adín, Ebed, hijo de Jonatán, con cincuenta varones.

7De los descendientes de Elam, Isaías, hijo de Atalías, con setenta varones.

8De los descendientes de Sefatías, Zebadías, hijo de Miguel, con ochenta varones.

9De los descendientes de Joab, Abdías, hijo de Yejiel, con doscientos dieciocho varones.

10De los descendientes de Baní, Selomit, hijo de Yosifías, con ciento sesenta varones.

11De los descendientes de Bebay, Zacarías, hijo de Bebay, con veintiocho varones.

12De los descendientes de Azgad, Juan, hijo de Hacatán, con ciento diez varones.

13De los descendientes de Adonicán, los últimos, llamados Elifélet, Yeguiel y Semayas, con sesenta varones.

14De los descendientes de Bigvay, Utay y Zabud, con setenta varones.

El viaje a Jerusalén

15Los reuní junto al río que corre hacia Ahavá; acampamos allí tres días, y observé que había gente del pueblo y sacerdotes, pero no encontré levitas. 16Entonces envié a los jefes Eliezer, Ariel, Semayas, Elnatán, Yarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulán, y a Yoyarib y Elnatán, hombres prudentes, 17con la orden de presentarse a Idó, jefe de la localidad de Casifía, a fin de que nos proporcionaran empleados para el templo de nuestro Dios. 18Gracias a Dios, nos enviaron un hombre prudente, descendiente de Majlí, de Leví, de Israel: Serebías, que vino con dieciocho personas entre hijos y hermanos. 19También nos enviaron a Jasabías e Isaías, descendientes de Merarí, con veinte entre hijos y hermanos. 20Y doscientos veinte empleados del templo, de los que David y las autoridades destinaron al servicio de los levitas. Todos fueron designados por su nombre.

21Allí, junto al río Ahavá, proclamé un ayuno para hacer penitencia ante nuestro Dios y pedirle un feliz viaje para nosotros, nuestros niños y nuestros bienes. 22Porque nos daba vergüenza pedirle al rey infantes y soldados de caballería que nos protegiesen de los enemigos durante el viaje, después de haberle dicho: Nuestro Dios protege a los que le sirven, mientras su poder y su cólera se vuelven contra los que lo abandonan. 23Por esta intención ayunamos y suplicamos al Señor, que nos atendió benignamente.

24Escogí a doce príncipes de los sacerdotes y también a Serebías y Yasabías con diez de sus hermanos. 25Pesé ante ellos la plata, el oro y los objetos que el rey, sus consejeros y los israelitas residentes allí habían entregado como ofrenda al templo de nuestro Dios. 26Lo pesé, y les entregué diecinueve mil quinientos kilos de plata, cien objetos de plata que pesaban sesenta kilos y tres mil kilos de oro, 27veinte copas de oro de mil dáricos y dos objetos de bronce fino dorado, valiosos como el oro. 28Y les dije:

–Ustedes están consagrados al Señor. Estos objetos son sagrados y la plata y el oro son ofrendas voluntarias al Señor, Dios de nuestros padres. 29Vigílenlos y guárdenlos hasta que los pesen en Jerusalén, en las salas del templo, delante de los príncipes de los sacerdotes, los levitas y los jefes de familia de Israel.

30Los sacerdotes y levitas tomaron la plata, el oro y los objetos que habían contado para llevarlos a Jerusalén, al templo de nuestro Dios.

31El doce de marzo partimos del río Ahavá y nos encaminamos hacia Jerusalén. Nuestro Dios nos protegió y nos libró de enemigos y salteadores durante el viaje. 32Llegamos a Jerusalén y descansamos allí tres días. 33El cuarto contamos la plata, el oro y los objetos en el templo de nuestro Dios y se los entregamos al sumo sacerdote, Meremot, hijo de Urías, en presencia de Eleazar, hijo de Fineés, y de los levitas Yozabad, hijo de Josué, y Noadías, hijo de Binuy. 34Tras contar y pesar todo, se puso el inventario por escrito.

35Los deportados que volvían del cautiverio ofrecieron holocaustos al Dios de Israel: doce novillos por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos y doce chivos como sacrificio expiatorio; todos en holocausto al Señor. 36Luego entregaron los decretos del rey a los gobernadores imperiales y a los funcionarios de Transeufratina, que ayudaron al pueblo y al templo de Dios.

El problema de los matrimonios con extranjeras

(Neh 13)

9 1Más adelante se me acercaron las autoridades para decirme:

–El pueblo de Israel, los sacerdotes y los levitas han cometido las mismas abominaciones que los pueblos paganos, cananeos, hititas, fereceos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos; 2ellos y sus hijos se han casado con extranjeras, y la raza santa se ha mezclado con pueblos paganos. Los jefes y los magistrados han sido los primeros en cometer esta traición.

3Cuando me enteré de esto, me rasgué los vestidos y el manto, me afeité la cabeza y la barba y me senté desolado. 4Todos los que respetaban la ley del Dios de Israel se reunieron junto a mí al enterarse de esta traición de los deportados. Permanecí abatido hasta la hora de la oblación de la tarde. 5Pero al llegar ese instante acabé mi penitencia, y con el vestido y el manto rasgados, me arrodillé y alcé las manos al Señor, mi Dios, 6diciendo:

–Dios mío, de pura vergüenza no me atrevo a levantar el rostro hacia ti, porque nuestros delitos sobrepasan nuestra cabeza y nuestra culpa llega al cielo. 7Desde los tiempos de nuestros padres hasta hoy nos hemos hecho muy culpables, y por nuestros delitos, nosotros con nuestros reyes y sacerdotes hemos sido entregados a reyes extranjeros, a la espada, al destierro, al saqueo y a la ignominia, como nos sucede en el día de hoy. 8Pero ahora el Señor, nuestro Dios, nos ha concedido un momento de gracia, dejándonos un resto y de darnos un refugio en su lugar santo, dando luz a nuestros ojos y concediéndonos respiro en nuestra esclavitud. 9Porque éramos esclavos, pero nuestro Dios no nos abandonó en nuestra esclavitud; él nos obtuvo el favor de los reyes de Persia, nos dio respiro para levantar el templo de nuestro Dios y restaurar sus ruinas y nos dio una muralla en Judá y Jerusalén.

10Y ahora, Dios nuestro, ¿qué podemos decir después de todo esto? Hemos abandonado los preceptos 11que nos diste, por medio de tus siervos los profetas, diciendo: La tierra que vas a poseer es una tierra manchada por la inmundicia de los pueblos paganos, por las abominaciones con que la han llenado de un extremo a otro, por sus impurezas. 12Por consiguiente, no entreguen sus hijas a sus hijos ni casen a sus hijos con sus hijas; nunca pretendan su alianza ni su favor; así se harán fuertes, comerán los frutos de la tierra y se la dejarán a sus hijos como herencia para siempre.

13Después de todo lo que nos ha ocurrido por nuestras malas acciones y nuestra grave culpa –aunque tú, Dios nuestro, has estimado por lo bajo nuestros delitos y nos has dejado salir con vida–, 14¿volveremos a violar tus preceptos, emparentándonos con estos pueblos abominables? ¿No te irritarías hasta acabar con nosotros sin dejar un resto con vida?

15Señor, Dios de Israel, este resto que hoy sigue con vida demuestra que eres justo. Nos presentamos ante ti con nuestras culpas, a pesar de que en estas condiciones nadie puede comparecer delante de ti.

 

10 1Mientras Esdras, llorando y postrado ante el templo de Dios, oraba y hacía esta confesión, una gran multitud de israelitas –hombres, mujeres y niños– se reunió junto a él llorando sin parar.

2Entonces Secanías, hijo de Yejiel, descendiente de Elam, tomó la palabra y dijo a Esdras:

–Hemos sido infieles a nuestro Dios al casarnos con mujeres extranjeras de los pueblos paganos. Pero todavía hay esperanza para Israel. 3Nos comprometeremos con nuestro Dios a despedir a todas las mujeres extranjeras y a los niños que hemos tenido de ellas, según decidas tú y los que respetan los preceptos de nuestro Dios. Cúmplase la ley. 4Levántate, que este asunto es competencia tuya y nosotros te apoyaremos. Actúa con energía.

5Esdras se puso en pie e hizo jurar a los príncipes de los sacerdotes, a los levitas y a todo Israel que actuarían de esa forma. 6Ellos lo juraron. Entonces Esdras salió del templo y fue al aposento de Yehojanán, hijo de Elyasib, donde pasó la noche. Pero en señal de duelo no comió ni bebió, entristecido como estaba por la infidelidad de los desterrados.

7Pregonaron por Judá y Jerusalén que todos los deportados se reunieran en Jerusalén. 8Al que no acudiese en el plazo de tres días establecido por las autoridades y los ancianos se le incautarían los bienes para el Señor y lo expulsarían de la comunidad de los desterrados. 9Al tercer día estaban en Jerusalén todos los judíos y benjaminitas. Era el veinte del mes noveno. Todo el pueblo se encontraba en la explanada del templo, temblando a causa del problema y de la lluvia intensa. 10El sacerdote Esdras se puso en pie y les dijo:

–Han pecado al casarse con mujeres extranjeras, agravando la culpa de Israel. 11Ahora, den gracias al Señor, Dios de nuestros padres y cumplan su voluntad separándose de los pueblos paganos y de las mujeres extranjeras.

12Toda la comunidad respondió en alta voz:

13–Haremos lo que nos dices. Pero somos muchos, y en época de lluvias no hay quien resista a la intemperie. El problema no se resuelve en un día ni en dos, porque somos muchos los que hemos cometido este pecado. 14Sería mejor que nuestros jefes representasen a toda la comunidad. Los ciudadanos que se hayan casado con una extranjera se presentarán cuando los llamen, junto con los concejales y jueces de cada pueblo, hasta que apartemos la cólera de Dios que hemos provocado con tal conducta.

15Sólo se opusieron Jonatán, hijo de Asael, y Yajzías, hijo de Tiqvá, apoyados por Mesulán y por el levita Sabtay.

16Los desterrados lo hicieron así. El sacerdote Esdras escogió algunos jefes de familia, según sus linajes, designándolos por su nombre. El día uno del décimo mes se sentaron a examinar el asunto 17y el día uno del primer mes terminaron con todos los hombres que se habían casado con extranjeras.

18Sacerdotes casados con extranjeras: Maseyas, Eliezer, Yarib y Guedalías, descendientes de Josué, hijo de Yosadac, y de sus hermanos; 19se comprometieron a dejar sus mujeres y a ofrecer un carnero por su pecado. 20Jananí y Zebadías, descendientes de Imer. 21Maseyas, Elías, Semayas, Yejiel y Uzías, descendientes de Jarín. 22Elioenay, Maseyas, Ismael, Netanel, Yozabad y Elasa, descendientes de Pasjur.

23Levitas: Yozabad, Semeí, Quelayas, que era quelita, Petajías, Judá y Eliezer.

24Cantores: Eliasib.

Porteros: Salún, Telen y Urí.

25Los demás israelitas que estaban en el mismo caso fueron: Ramías, Yizías, Malquías, Miyamín, Eleazar, Malquías y Benayas, descendientes de Farós. 26Matanías, Zacarías, Yejiel, Abdí, Yeremot y Elías, descendientes de Elam. 27Elioenay, Eliasib, Matanías, Yeremot, Zabat y Azizá, descendientes de Zatú. 28Juan, Ananías, Zabay y Atlay, descendientes de Bebay. 29Mesulán, Maluc, Adaya, Yasub, Seal y Yeramot, descendientes de Baní. 30Adná, Quelal, Benayas, Maseyas, Matanías, Besalel, Binuy y Manasés, descendientes de Pajat Moab. 31Eliezer, Yesiyas, Malquías, Semayas, Simeón, 32Benjamín, Maluc y Semarías, descendientes de Jarín. 33Matnay, Matatá, Zabad, Elifélet, Yeremay, Manasés y Semeí, descendientes de Jasún. 34Descendientes de Baní: Maday, Amrán, Uel, 35Benayas, Bedías, Queluhí, 36Vanías, Meremot, Eliasib, 37Matanías, Matenay, Yasay, 38Baní, Binuy, Semeí, 39Selemías, Natán, Adaya, 40Macnadbay, Sasay, Saray, 41Azarel, Selemías, Semarías, 42Salún, Amarías y José, 43Yeguiel, Matitías, Zabad, Zebiná, Yaday, Joel y Benayas, descendientes de Nebó.

44Todos éstos se habían casado con extranjeras y despidieron a sus mujeres y a sus hijos.