Capítulos del Amós

1 |  2 |  3 |  4 |  5 |  6 |  789



AMÓS

 

1 1Palabras de Amós, uno de los pastores de Tecua. Visión acerca de Israel durante los reinados de Ozías en Judá y de Jeroboán, hijo de Joás, en Israel.

      Dos años antes del terremoto, 2dijo:

El Señor ruge desde Sión,

      alza la voz desde Jerusalén,

      y aridecen los campos

      de pastoreo,

      se seca la cumbre del Carmelo.

Delito y castigo de ocho naciones

3Así dice el Señor:

      A Damasco, por tres delitos

      y por el cuarto, no lo perdonaré:

      porque trilló a Galaad

      con trilladoras de hierro,

         4enviaré fuego a la casa de Hazael,

      que devorará

      los palacios de Ben-Adad.

         5Romperé los cerrojos de Damasco

      y aniquilaré

      a los jefes de Bigat Avén

      y al que lleva cetro en Bet-Edén,

      y el pueblo sirio irá desterrado a Quir

      –lo ha dicho el Señor–.

6Así dice el Señor:

      A Gaza, por tres delitos

      y por el cuarto, no la perdonaré:

      porque hicieron prisioneros en masa

      y los vendieron a Edom,

         7enviaré fuego a las murallas de Gaza,

      que devorará sus palacios;

         8aniquilaré a los vecinos de Asdod,

      al que lleva el cetro en Ascalón;

      tenderé la mano contra Ecrón

      y perecerá el resto de los filisteos

      –lo ha dicho el Señor–.

9Así dice el Señor:

      A Tiro, por tres delitos

      y por el cuarto, no la perdonaré:

      porque vendió

      innumerables prisioneros a Edom

      y no respetó la alianza fraterna,

         10enviaré fuego a las murallas de Tiro,

      que devorará sus palacios.

11Así dice el Señor:

      A Edom, por tres delitos

      y por el cuarto, no lo perdonaré:

      porque persiguió

      con la espada a su hermano

      ahogando la compasión,

      alimentando un odio permanente,

      conservó siempre la cólera,

         12enviaré fuego a Temán,

      que devorará los palacios de Bosra.

13Así dice el Señor:

      A Amón, por tres delitos

      y por el cuarto, no lo perdonaré:

      porque abrieron el vientre

      de las embarazadas de Galaad,

      para ensanchar su territorio,

         14prenderé fuego

      en la muralla de Rabá,

      que devorará sus palacios,

      entre los alaridos de la batalla

      y el torbellino de la tormenta;

         15su rey marchará al destierro

      junto con sus príncipes

      –lo ha dicho el Señor–.

 

2 1Así dice el Señor:

A Moab, por tres delitos

      y por el cuarto, no la perdonaré:

      porque quemó y calcinó con cal

      los huesos del rey de Edom,

         2enviaré fuego a Moab,

      que devorará los palacios de Queriot;

      Moab morirá en el tumulto bélico,

      entre gritos de guerra

      y toques de trompeta;

         3extirparé de ella al gobernante

      y junto con él, mataré a los príncipes

      –lo ha dicho el Señor–.

4Así dice el Señor:

      A Judá, por tres delitos

      y por el cuarto, no lo perdonaré:

      porque rechazaron la ley del Señor

      y no observaron sus mandamientos;

      sus mentiras los extraviaron,

      las mismas que veneraban sus padres;

         5enviaré fuego a Judá,

      que devorará

      los palacios de Jerusalén.

6Así dice el Señor:

      A Israel, por tres delitos

      y por el cuarto, no lo perdonaré:

      porque venden al inocente por dinero

      y al pobre por un par de sandalias;

         7revuelcan en el polvo al débil

      y no hacen justicia al indefenso.

      Padre e hijo van juntos a una mujer

      profanando mi santo Nombre;

         8se acuestan sobre ropas

      tomadas en prenda,

      junto a cualquier altar,

      beben en el templo de su Dios

      el vino confiscado injustamente.

         9Yo destruí a los amorreos

      al llegar ellos: eran altos como cedros,

      fuertes como encinas;

      destruí arriba el fruto, abajo la raíz.

         10Yo los saqué a ustedes de Egipto,

      los conduje por el desierto

      cuarenta años,

      para que conquistaran

      el país amorreo.

         11Nombré profetas a sus hijos,

      nazireos a sus jóvenes:

      ¿no es cierto, israelitas?

      –oráculo del Señor–.

         12Pero ustedes

      emborrachaban a los nazireos,

      y a los profetas

      les prohibían profetizar.

         13Por eso miren,

      yo los aplastaré en el suelo,

      como un carro cargado de gavillas:

         14el más veloz no logrará huir,

      el más fuerte no sacará fuerzas,

      el soldado no salvará la vida;

         15el arquero no resistirá,

      el más ágil no se salvará,

      el jinete no salvará la vida;

         16el más valiente entre los soldados

      huirá desnudo aquel día

      –oráculo del Señor–.

Les pediré cuentas

3 1Escuchen, israelitas,

esta palabra que les dice el Señor,

      a todas las tribus

      que saqué de Egipto:

2A ustedes solos los elegí

      entre todas las tribus de la tierra,

      por eso les pediré cuentas

      de todos sus pecados.

3¿Caminan juntos dos

      que no se han puesto de acuerdo?

4¿Ruge el león en la espesura

      sin tener presa?,

      ¿grita el cachorro en la guarida

      sin haber cazado?,

5¿cae el pájaro al suelo

      si no hay una trampa?,

      ¿salta la trampa del suelo

      sin haber atrapado?,

6¿suena la trompeta en la ciudad

      sin que el vecindario se alarme?,

      ¿sucede una desgracia en la ciudad

      que no la mande el Señor?

7No hará tal cosa el Señor

      sin revelar su plan

      a sus siervos los profetas.

8Ruge el león, ¿quién no temerá?

      Habla el Señor,

      ¿quién no profetizará?

9Hagan oír su voz

      en los palacios de Asdod,

      digan en los palacios de Egipto:

      Reúnanse

      junto a los montes de Samaría,

      y vean cuantos desórdenes

      hay en medio de ella,

      cuantas opresiones en su interior.

10No sabían obrar rectamente

      –oráculo del Señor–,

      atesoraban violencias

      y crímenes en sus palacios.

11Por eso, así dice el Señor:

      El enemigo rodea el país,

      derriba tu fortaleza,

      saquea tus palacios.

12Así dice el Señor:

      Como salva el pastor

      de la boca del león

      un par de patas

      o la punta de una oreja,

      así se salvarán los israelitas,

      vecinos de Samaría,

      con el borde de una esterilla

      y una manta de Damasco.

13Escuchen y den testimonio

      contra la casa de Jacob

      –oráculo del Señor,

      Dios Todopoderoso–.

14Cuando tome cuentas a Israel

      de sus delitos,

      le tomaré cuentas

      de los altares de Betel:

      los salientes del altar

      serán arrancados y caerán al suelo;

15derribaré la casa de invierno

      y la casa de verano,

      se perderán las arcas de marfil,

      desaparecerán los ricos arcones

      –oráculo del Señor–.

 

4 1Escuchen esta palabra, vacas de Basán,

      en el monte de Samaría:

      oprimen a los indefensos,

      maltratan a los pobres,

      piden a sus maridos:

      Trae de beber.

2El Señor lo jura por su santidad:

      Les llegará la hora en que las agarren

      a ustedes con ganchos,

      a sus hijos con anzuelos de pesca;

3saldrá cada una por la brecha

      que tenga delante,

      y las arrojarán al estiércol

      –oráculo del Señor–.

4Vayan a Betel a pecar,

      en Guilgal pequen más todavía:

      ofrezcan por la mañana

      sus sacrificios

      y en tres días sus diezmos;

5ofrezcan ázimos,

      pronuncien la acción de gracias,

      proclamen públicamente

      sus ofrendas voluntarias,

      que eso es lo que les gusta, israelitas

      –oráculo del Señor–.

Escarmientos vanos

(Lv 26,14-33; Is 1,1-9)

6Aunque yo les hice pasar hambre

      en todas sus ciudades,

      y en todas sus poblaciones

      los privé de pan,

      no se convirtieron a mí

      –oráculo del Señor–.

7Aunque yo les retuve la lluvia

      tres meses antes de la cosecha,

      hice llover en un pueblo sí

      y en otro no,

      en una parcela llovió,

      otra sin lluvia se secó;

8de dos o tres pueblos iban a otro

      para beber agua,

      y no conseguían calmar su sed,

      no se convirtieron a mí

      –oráculo del Señor–.

9Los herí con la sequía y el gusano,

      sequé sus huertos y viñedos,

      sus higueras y olivares

      los devoró la langosta,

      pero no se convirtieron a mí

      –oráculo del Señor–.

10Les envié la peste egipcia,

      maté a espada a sus jóvenes

      con lo mejor de su caballería,

      hice subir hasta sus narices

      el hedor de su campamento;

      pero no se convirtieron a mí

      –oráculo del Señor–.

11Les envié una catástrofe tremenda,

      como la de Sodoma y Gomorra,

      y fueron como un palo humeante

      sacado del incendio;

      pero no se convirtieron a mí

      –oráculo del Señor–.

12Por eso así te voy a tratar, Israel,

      y porque así te voy a tratar,

      prepárate a enfrentarte

      con tu Dios;

13porque él formó las montañas,

      creó el viento,

      descubre al hombre

      sus pensamientos,

      hizo la aurora y el crepúsculo

      y camina sobre las alturas de la tierra:

      se llama Señor, Dios Todopoderoso.

 

LAMENTACIÓN POR ISRAEL

Lamentación por la casa de Israel

5 1Escuchen estas palabras

que entono por ustedes:

      una lamentación

      por la casa de Israel.

2Cayó para no levantarse

      la doncella de Israel,

      está arrojada en el suelo

      y nadie la levanta.

3Porque así dice el Señor

      a la casa de Israel:

La ciudad de donde partieron mil

      se quedará con cien;

      de donde partieron cien,

      se quedará con diez.

4Así dice el Señor a la casa de Israel:

      Búsquenme y vivirán:

5no busquen a Betel,

      no vayan a Guilgal,

      no se dirijan a Berseba;

      que Guilgal irá cautiva

      y Betel se volverá Bet-Avén,

6busquen al Señor y vivirán.

      Y si no, a la casa de José

      penetrará como fuego

      y devorará a Betel

      sin que nadie la apague.

Primer ay: justicia en los tribunales

(Is 5,1-25)

7¡Ay de los que convierten

      la justicia en veneno

      y arrastran por el suelo el derecho,

10odian al que juzga rectamente

      en el tribunal

      y detestan

      al que testifica con verdad!

11Por eso, por haber pisoteado al pobre

      exigiéndole un tributo de grano,

      si construyen

      casas de piedras talladas,

      no las habitarán;

      si plantan viñas selectas,

      no beberán de su vino.

12Porque yo conozco

      sus muchos crímenes

      e innumerables pecados:

      oprimen al inocente,

      aceptan sobornos,

      atropellan a los pobres en el tribunal

13–por eso se calla

      entonces el prudente,

      porque es un momento peligroso–.

14Busquen el bien, no el mal, y vivirán

      y estará realmente con ustedes

      el Señor, Dios Todopoderoso,

      como ustedes dicen.

15Odien el mal, amen el bien,

      restablezcan en el tribunal la justicia:

      a ver si se apiada el Señor,

      Dios Todopoderoso,

      del resto de José.

16Así dice el Señor,

      Dios Todopoderoso:

      En todas las calles hay duelo,

      en todas las calles gritan: ¡Ay, ay!;

      los campesinos llaman

      para el duelo y el luto

      a expertos en lamentaciones;

17en todas las viñas habrá duelo,

      cuando pase entre ustedes,

      dice el Señor

8que creó las Pléyades y Orión,

      convierte las sombras en aurora,

      el día en noche oscura;

      convoca a las aguas del mar

      y las derrama sobre la tierra;

      su nombre es El Señor;

9lanza la destrucción contra la fortaleza,

      y la destrucción alcanza

      a la ciudad fortificada.

Segundo ay: culto y justicia

(Is 1,10-20; 58)

18¡Ay de los que ansían el día del Señor!

      ¿De qué les servirá el día del Señor

      si es tenebroso y sin luz?

19Como cuando uno huye del león

      y se encuentra con un oso,

      o se mete en casa,

      apoya la mano en la pared

      y lo pica una serpiente.

20¿No es el día del Señor

      tenebroso y sin luz,

      oscuridad sin resplandor?

21Yo aborrezco y desprecio sus fiestas,

      me repugnan

      sus reuniones litúrgicas;

22por muchos holocaustos

      y ofrendas que me traigan,

      no aceptaré ni miraré

      sus víctimas cebadas.

23Retiren de mi presencia

      el ruido de los cantos,

      no quiero oír la música de la cítara;

24que corra como el agua el derecho

      y la justicia como arroyo inagotable.

25¿Acaso en el desierto,

      durante cuarenta años,

      me trajeron ofrendas y sacrificios,

      casa de Israel?

26Tendrán que transportar

      a Sacut y Queván,

      imágenes de sus dioses astrales,

      que ustedes se fabricaron,

27cuando los destierre

      más allá de Damasco.

      Dice el Señor, Dios Todopoderoso.

Tercer ay: lujo y riquezas

(Is 5,11s)

6 1¡Ay de los que se sienten

seguros en Sión

      y confían en el monte de Samaría!

      Los señalados

      como jefes de naciones,

      a quienes acude la casa de Israel.

2Vayan a Calno y observen,

      de allí sigan a Jamat la Grande

      y bajen a Gat de Filistea:

      ¿valen ustedes más que esos reinos,

      su territorio es más extenso

      que el de ustedes?

3Quieren espantar

      el día de la desgracia

      y apresuran el reino de la violencia.

4Se acuestan en camas de marfil,

      se apoltronan en sus sillones,

      comen carneros del rebaño

      y terneras del establo;

5canturrean al son del arpa,

      inventan, como David,

      instrumentos musicales;

6beben vino en copas,

      se ungen con perfumes exquisitos

      y no se apenan por la ruina de José.

7Por eso irán al destierro,

      a la cabeza de los deportados

      y se acabará la orgía de los libertinos.

8Oráculo del Señor,

      Dios Todopoderoso:

      El Señor lo ha jurado por su vida:

      Porque detesto

      la arrogancia de Jacob

      y odio sus palacios,

      entregaré la ciudad y sus habitantes.

11El Señor ha dado órdenes de reducir

      a escombros las mansiones,

      a cascotes las cabañas.

9Y si quedan diez hombres

      en una casa, morirán.

10–El tío y el incinerador vendrán a sacar los huesos de la casa. Uno dirá al que está en el rincón de la casa: ¿Te queda alguno? Responderá: Ninguno. Y él dirá: Chsss... Que no es hora de pronunciar el nombre del Señor–.

12¿Galopan los caballos

      por los peñascos?,

      ¿se puede arar con vacas?

      Pero ustedes convierten

      en veneno el derecho,

      la justicia en amargura.

13Quedan satisfechos con una Nadería,

      se glorían de haber conquistado

      con su esfuerzo Qarnaym,

14Por eso, yo, casa de Israel

      –oráculo del Señor,

      Dios Todopoderoso–,

      suscitaré contra ustedes

      un pueblo que los oprimirá

      desde el Paso de Jamat

      hasta el Torrente de Arabá.

 

Visiones

(Éx 32,7-14; Nm 14,11-19)

Tres primeras visiones

7 1Esto me mostró el Señor: Preparaba langostas cuando comenzaba a crecer la hierba –la hierba que brota después de la que se corta para el rey–; 2y cuando ellas terminaron de devorar la hierba del país, yo dije: Señor, perdona: ¿cómo podrá resistir Jacob si es tan pequeño? 3Con esto se compadeció el Señor, y dijo: No sucederá.

4Esto me mostró el Señor: El Señor citaba al fuego para juzgar, un fuego que devoraba el gran Océano y devoraba los campos: 5Yo dije: ¡Basta, Señor, por favor!, ¿cómo podrá resistir Jacob si es tan pequeño? 6Con esto se compadeció el Señor, y dijo: Tampoco esto sucederá.

7Esto me mostró el Señor: Estaba de pie junto al muro con una plomada de albañil en la mano. 8El Señor me preguntó: –¿Qué ves, Amós? Respondí: –Una plomada de albañil. Me explicó: –Voy a tirar la plomada en medio de mi pueblo, Israel; ya no volveré a perdonarlo; 9quedarán desoladas las lomas de Isaac, arruinados los santuarios de Jacob; empuñaré la espada contra la dinastía de Jeroboán.

Amós y Amasías

(Jr 36; 38)

10Amasías, sacerdote de Betel, envió un mensaje a Jeroboán, rey de Israel:

–Amós está conspirando contra ti en medio de Israel; el país ya no puede soportar sus palabras. 11Así predica Amós: A espada morirá Jeroboán, Israel marchará de su país al destierro...

12Amasías ordenó a Amós:

–Vidente, vete, escapa al territorio de Judá; allí te ganarás la vida, allí profetizarás; 13pero en Betel no vuelvas a profetizar, porque es el templo real, es el santuario nacional.

14Respondió Amós a Amasías:

–Yo no era profeta ni discípulo de profeta; era pastor y cultivaba higueras. 15Pero el Señor me arrancó de mi ganado y me mandó ir a profetizar a su pueblo, Israel. 16Pues bien, escucha la Palabra del Señor:

      Tú me dices:

      No profetices contra Israel,

      no pronuncies oráculos

      contra la casa de Isaac.

17Por eso el Señor dice:

      Tu mujer

      será deshonrada en la ciudad,

      tus hijos e hijas morirán a espada;

      tu tierra será repartida a cordel,

      tú morirás en tierra pagana,

      Israel marchará

      de su país al destierro.

Cuarta visión

(Jr 24,1-3)

8 1Esto me mostró el Señor: Un cesto de higos maduros. 2Me preguntó: –¿Qué ves, Amós? Respondí: –Un cesto de higos maduros. Me explicó: –Maduro está mi pueblo, Israel, y ya no volveré a perdonarlo. 3Aquel día –oráculo del Señor– gemirán las cantoras del palacio: ¡Cuántos cadáveres arrojados por todas partes. Chsss!

4Escúchenlo los que aplastan a los pobres y eliminan a los miserables; 5ustedes piensan: ¿Cuándo pasará la luna nueva para vender trigo o el sábado para ofrecer grano y hasta el salvado de trigo? Para achicar la medida y aumentar el precio, 6para comprar por dinero al indefenso y al pobre por un par de sandalias. 7¡Jura el Señor por la gloria de Jacob no olvidar jamás lo que han hecho!

8¿Y no va a temblar la tierra,

      no van a hacer luto sus habitantes?

      Toda ella crecerá como el Nilo,

      como el Nilo se agitará y se calmará.

Día de juicio

9Aquel día –oráculo del Señor–

      haré ponerse el sol a mediodía

      y en pleno día oscureceré la tierra.

10Convertiré sus fiestas en duelo,

      sus cantos en lamentaciones,

      vestiré de sayal toda cintura

      y dejaré rapada toda cabeza;

      harán duelo como por el hijo único,

      el final será un día trágico.

11Miren que llegan días

      –oráculo del Señor–

      en que enviaré hambre al país:

      no hambre de pan ni sed de agua,

      sino de oír la Palabra del Señor;

12irán errantes de este a oeste,

      vagando de norte a sur,

      buscando la Palabra del Señor,

      y no la encontrarán.

13Aquel día desfallecerán de sed

      las bellas muchachas y los jóvenes.

14Los que juran:

      Por Asima de Samaría,

      por la vida de tu Dios, Dan,

      por la vida del Señor de Berseba,

      caerán para no levantarse.

Quinta visión

9 1Vi al Señor de pie junto al altar,

que decía: Golpea los capiteles

      y temblarán los umbrales;

      arrancaré a todos los capitanes

      y daré muerte a espada

      a los que queden

      no escapará ni un fugitivo,

      no se salvará ni un evadido.

2Aunque perforen hasta el abismo,

      de allí los sacará mi mano;

      aunque escalen el cielo,

      de allí los derribaré;

3aunque se escondan

      en la cima del Carmelo,

      allí los descubriré y agarraré;

      aunque se me oculten

      en lo hondo del mar,

      allá enviaré la serpiente

      que los muerda;

4aunque vayan cautivos

      delante del enemigo,

      allá enviaré la espada que los mate.

      Tendré puestos en ellos

      mis ojos para mal, no para bien.

5El Señor Todopoderoso,

      toca la tierra y la tierra se estremece,

      toda ella crece y disminuye

      como el Nilo,

      y hacen duelo sus habitantes;

6Él construye en el cielo

      las gradas de su trono

      y cimienta su bóveda sobre la tierra;

      convoca las aguas del mar

      y las derrama

      sobre la superficie de la tierra;

      su nombre es El Señor.

7¿No son ustedes para mí

      como nubios, israelitas?

      –oráculo del Señor–.

      Si saqué a Israel de Egipto,

      saqué a los filisteos de Creta

      y a los sirios de Quir.

8Miren, yo el Señor clavo los ojos

      sobre el reino pecador

      y los extirparé

      de la superficie de la tierra

      –aunque no aniquilaré

      a la casa de Jacob–

      –oráculo del Señor–.

9Miren, daré órdenes de zarandear

      a Israel entre las naciones,

      como se zarandea

      el trigo en un cedazo

      sin que caiga un grano a tierra.

10Pero morirán a espada

      todos los pecadores de mi pueblo;

      los que dicen: No llega,

      no nos alcanza la desgracia.

Día de restauración

(Jr 31; Ez 36,16-38; Hch 15,16-18)

11Aquel día levantaré

      la choza caída de David,

      repararé sus boquetes,

      levantaré sus ruinas

      hasta reconstruirla

      como era en tiempos antiguos;

12para que conquisten el resto de Edom

      y todos los pueblos

      que llevaron mi Nombre

      –oráculo del Señor,

      que lo cumplirá–.

13Miren que llegan días

      –oráculo del Señor–

      en los que el que ara

      seguirá de cerca al que cosecha

      y el que pisa uvas al sembrador;

      fluirá licor por los montes

      y destilarán todas las colinas.

14Cambiaré la suerte

      de mi pueblo, Israel:

      reconstruirán ciudades arruinadas

      y las habitarán,

      plantarán viñedos y beberán su vino,

      cultivarán huertos

      y comerán sus frutos.

15Los plantaré en su tierra

      y ya no los arrancarán

      de la tierra que les di,

      dice el Señor, tu Dios.